Teoría de los sentimientos morales: Navegando por la ética y la naturaleza humana

Por Fouad Sabry

Qué es la teoría de los sentimientos morales

En el año 1759, Adam Smith publicó un libro titulado "La teoría de los sentimientos morales". Los siguientes escritos de Smith, como La riqueza de las naciones (1776), Ensayos sobre temas filosóficos (1795) y Conferencias sobre justicia, policía, ingresos y armas (1763), se basaron en fundamentos éticos, filosóficos, económicos y metodológicos. que fueron proporcionados por este trabajo.

Cómo se beneficiará

(I) Insights y validaciones sobre los siguientes temas:

Capítulo 1: La teoría de los sentimientos morales

Capítulo 2: Adam Smith

Capítulo 3: Francis Hutcheson (filósofo)

Capítulo 4: Apelación a la emoción

Capítulo 5: Emotivismo

Capítulo 6: Desprecio

Capítulo 7: Pasión (emoción)

Capítulo 8: Sentimentalismo

Capítulo 9: Resentimiento

Capítulo 10: Paryushana

Capítulo 11: Tratado de la naturaleza humana

Capítulo 12: Justa indignación

Capítulo 13: Cuatro disertaciones

Capítulo 14: Una investigación sobre los principios de la moral

Capítulo 15: Racionalismo moral

Capítulo 16: Asombro (emoción)

Capítulo 17: Admiración

Capítulo 18: Odio

Capítulo 19: Tema relacional central

Capítulo 20: Indignación (emoción)

Capítulo 21: Emociones morales

(II) Respondiendo a las principales preguntas del público sobre la teoría de los sentimientos morales.

(III) Ejemplos del mundo real sobre el uso de los sentimientos morales teoría en muchos campos.

Para quién es este libro

Profesionales, estudiantes de pregrado y posgrado, entusiastas, aficionados y aquellos que quieran ir más allá de lo básico. conocimiento o información para cualquier tipo de Teoría de los Sentimientos Morales.

 

 

• Idioma: Español
• Editorial: Mil Millones De Conocimientos [Spanish]
• Fecha de lanzamiento: 6 feb 2024

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Capítulo 1: La teoría de los sentimientos morales

La teoría de los sentimientos morales de Adam Smith se publicó en 1759. Sentó las bases éticas, filosóficas, económicas y metodológicas para los escritos posteriores de Smith, como La riqueza de las naciones (1776), Ensayos sobre temas filosóficos (1795) y Conferencias sobre justicia, policía, ingresos y armas (1763). (publicado por primera vez en 1896).

Smith se desvió de la tradición del sentido moral de Anthony Ashley-Cooper, tercer conde de Shaftesbury, Francis Hutcheson y David Hume al sustituir el principio de simpatía por este órgano. Smith se refería al sentido de estos impulsos morales como simpatía. Era la sensación de comprender las motivaciones de los demás. Funcionaba de acuerdo con una lógica de espejo, en la que el espectador reproducía mentalmente la experiencia del individuo que observaba:

Como no tenemos un conocimiento directo de cómo se sienten los demás, solo podemos construir una noción de cómo se ven afectados imaginando cómo podríamos reaccionar en una circunstancia similar. Mientras estemos tranquilos, nuestros sentidos no nos alertarán del sufrimiento de nuestro hermano, a pesar del hecho de que está siendo torturado. Nunca nos transportaron ni nos transportarán más allá de nuestra propia persona, y es solo a través del uso de nuestra imaginación que podemos construir algún concepto de cuáles son sus sentimientos. Esta facultad no puede ayudarnos de otra manera que representando lo que sería nuestro si estuviéramos en su posición. Nuestra imaginación sólo duplica las percepciones de nuestros propios sentidos, no las de los suyos. A través del uso de nuestra imaginación, nos colocamos en su lugar.

Sin embargo, Smith rechazó la noción de que el hombre es capaz de desarrollar juicios morales fuera de un campo limitado de acción basado en su propio interés:

Dios, no el hombre, es responsable de la administración del vasto sistema del cosmos y del cuidado de la felicidad universal de todos los seres inteligentes y sensibles. El cuidado de la propia felicidad, así como de la de la familia, los amigos y la patria, es una función mucho más humilde, pero mucho más adecuada a la debilidad de las facultades del hombre y a la estrechez de su entendimiento. A pesar del hecho de que poseemos un fuerte deseo de estos objetivos, se ha confiado a las deliberaciones lentas e inciertas de nuestra razón la elección de los medios más eficaces para alcanzarlos. La mayoría de ellos han sido dirigidos a nosotros por la naturaleza a través de instintos primarios e inmediatos. El hambre, el hambre, el deseo que une a los sexos y el temor al sufrimiento, nos impulsan a emplear esos métodos por sí mismos, sin tener en cuenta los fines benéficos que el gran Director de la naturaleza pretendía que