Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Reflexiones
Reflexiones
Reflexiones
Libro electrónico162 páginas1 hora

Reflexiones

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

La vida va muy rápido, cada vez más rápido. Vamos, corremos, alcanzamos, no logramos; sufrimos, renegamos o nos alegramos; soñamos, luchamos o nos frustramos; andamos, volamos, nos caemos o aterrizamos. A veces volvemos golpeados, felices o sin retorno. La vida es un viaje apurado, en un tren con muy poco espacio y en tiempo limitado. El viaje es a veces tan veloz, que nunca paramos, vamos en automático sin fijarnos a quién nos llevamos, buscamos la felicidad, incluso sin darnos cuenta de que en pequeñas cosas ya la hemos encontrado.

¿Por qué no parar un momento?

Porque esperar a que algo suceda, una situación que cambie todo y nos obligue a detenernos, a pensar, a sentir, a reflexionar, cuando quizá, ya sea demasiado tarde.

¿Por qué no preguntarnos hoy?

Si lo que hacemos está bien, si lo que conseguimos es realmente noble, si nuestros sueños son realmente sueños o cuál es el precio que estamos pagando por ellos.

¿Por qué no reflexionar un momento?

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento18 dic 2023
ISBN9798215038543
Reflexiones
Autor

Milagros Ezcurra S.

Había una vez una niña que entusiasta escribía en papeles sueltos que pegaba y adornaba con recortes de revistas, para regalarlos a sus familiares en tantas "ediciones" podía crear. A esa niña le emocionaba lo mágico de transformar en palabras las emociones y experiencias, incluso la tristeza podía embellecerse entre frases para hacer la vida más llevadera.Esa niña era yo, y me sigue haciendo ilusión plasmar la vida en palabras, tratando entre ellas, de encontrar una mejor perspectiva del mundo que nos lleve a la plenitud.Soy administradora de empresas, me especialicé en Marketing de Contenidos y me formé también en Coaching. Soy escritora por afición, escribo poesía, cuentos, ensayos, guiones, manuales de redacción, marketing y autoliderazgo, así como también, contenido para blog y redes sociales.Mi pasión es escribir y mi propósito es que mis escritos te hagan aprender, reflexionar y soñar.

Lee más de Milagros Ezcurra S.

Autores relacionados

Relacionado con Reflexiones

Libros electrónicos relacionados

Ficción general para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Reflexiones

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Reflexiones - Milagros Ezcurra S.

    Reflexiones

    Milagros Ezcurra S.

    Reflexiones

    ©2023, Milagros Ezcurra S.

    Este libro no podrá ser reproducido, total ni parcialmente, sin previo permiso escrito del autor. Todos los derechos reservados.

    Licencia de uso para la edición de Smashwords

    La licencia de uso de este libro electrónico es para tu disfrute personal. Por lo tanto, no

    puedes revenderlo ni regalarlo a otras personas. Si deseas compartirlo, ten la amabilidad

    de adquirir una copia adicional para cada destinatario. Si lo estás leyendo y no lo

    compraste ni te fue obsequiado para tu uso exclusivo, haz el favor de dirigirte a

    Smashwords.com y descargar tu propia copia. Gracias por respetar el arduo trabajo del

    autor.

    Prólogo

    La vida va muy rápido, cada vez más rápido. Vamos, corremos, alcanzamos, no logramos; sufrimos, renegamos o nos alegramos; soñamos, luchamos o nos frustramos; andamos, volamos, nos caemos o aterrizamos. A veces volvemos golpeados, felices o sin retorno. La vida es un viaje apurado, en un tren con muy poco espacio y en tiempo limitado. El viaje es a veces tan veloz, que nunca paramos, vamos en automático sin fijarnos a quién nos llevamos, buscamos la felicidad, incluso sin darnos cuenta de que en pequeñas cosas ya la hemos encontrado.

    ¿Por qué no parar un momento?

    Porque esperar a que algo suceda, una situación que cambie todo y nos obligue a detenernos, a pensar, a sentir, a reflexionar, cuando quizá, ya sea demasiado tarde.

    ¿Por qué no preguntarnos hoy?

    Si lo que hacemos está bien, si lo que conseguimos es realmente noble, si nuestros sueños son realmente sueños o cuál es el precio que estamos pagando por ellos.

    ¿Por qué no reflexionar un momento?

    En estas cinco historias de ficción, con un poquito de realidad, trato de generar esa reflexión desde diferentes circunstancias. Una historia de amor de juventud, un campeonato de fútbol en un barrio, tierras fértiles en una aldea, el desempleo después de los 50 años y una decepción amorosa, enmarcan reflexiones sobre la resiliencia, la honestidad, la unión, la trascendencia, el amor, entre otras.

    Te invito a parar un momento del piloto automático de la vida, abre tu mente y tu corazón a la reflexión.

    El crisantemo naranja

    Este ha sido un año de aquellos, de esos en los que el invierno se siente más frío y sus vientos potentes parecen movernos de nuestros cimientos, tambaleamos, pero abrazamos con fuerza y no nos soltamos, lloramos de angustia, pero nos aferramos a la vida, flaquean nuestras fuerzas, pero seguimos luchando. Por eso esta tarde quiero abrazar mis recuerdos, a ver si tal vez, en ellos me fortalezco. Sentada en el sofá, observo los geranios que sembré en mi jardín, escucho las aves cantar desde los árboles cercanos y navego por pedazos de mi vida, algunos malos y otros buenos.

    Recuerdo cuando tenía 18 años, estaba desempleada y de hecho, cargaba la responsabilidad de aportar en casa porque mamá ya no podía sola. Fueron tiempos muy difíciles, tal vez, más dolorosos que los dolores físicos que por mi enfermedad ahora siento, sin embargo, mi paso por esa etapa de mi vida me deja un aroma a crisantemos, blancos pero también azules, otoño pero con un rayito de sol, triste pero con un poquito de esperanza.

    Durante aquella juventud, en mis múltiples búsquedas de trabajo, conseguí un empleo temporal en una imprenta, consistía en trabajar de amanecida compaginando periódicos durante un par de meses. En ese trabajo conocí a Daisuke, un nieto de migrantes japoneses que trabajó conmigo, no porque tuviera las mismas necesidades económicas que yo, sus padres lo mandaron a trabajar porque era necesario que aprenda a ganarse la vida. Hice amistad con él aunque era mayor que yo, porque a pesar de que no laboraba por necesidad, lo hacía con todo empeño, a diferencia de otros compañeros que, a pesar de tener tantas o más necesidades económicas que yo, a veces eran flojos.

    Casi a la semana del trabajo temporal se sumó al equipo su hermano menor, Kenjiro, un joven de mi edad, también empeñoso pero más juguetón. La química con Kenjiro fue automática, no sé si él se pegó a mí o yo me pegué a él, el caso es que nos hicimos inseparables en la imprenta y hasta después que terminó el trabajo temporal. Kenjiro estaba estudiando en la universidad pero era como un niño grande, muy maduro en sus decisiones y apreciaciones de la vida, pero tan divertido y juguetón, que conversar con él era además de entretenido, didáctico para mí. Tanto Kenjiro como Daisuke eran buenos muchachos, por lo que era fácil tenerles confianza, todo esto hizo más fuerte mi amistad con ellos, principalmente con Kenjiro. Nunca se me ocurrió pensar que de la amistad se podía pasar al enamoramiento, hasta una invitación a un festival Nikkei.

    Daisuke fue al festival con su enamorada, por lo que de alguna u otra manera, acabamos en parejas. No me di cuenta de eso hasta que fui a pasear al parque con Kenjiro luego del festival, él siempre era cariñoso, pero esa noche estaba más cercano a mí, después de un largo camino, junto a una fuente de agua y entre crisantemos blancos, me besó, desde ese momento los crisantemos se volvieron naranjas, la luna brilló más y las nubes desaparecieron, la dopamina del amor nos invadió y todo lo que vivimos a partir de esa noche fue a mil por hora.

    Era la primera vez que me enamoraba y Kenjiro era perfecto para ser mi primer amor, nos reuníamos todas las tardes después de su universidad y de los trabajos temporales que yo tenía. Cada que nos veíamos, Kenjiro me regalaba un crisantemo de diferentes colores, caminábamos de la mano por las calles y a nuestro paso todo era luz. A veces no hacíamos nada, pero sólo estar juntos lo era todo, correr, reír, cantar, llorar, supe todo de su vida y él de la mía. Declaro sin dudas haber sido feliz y también, reconozco haber aprendido mucho de Kenjiro y las experiencias que viví a su lado.

    Por ejemplo, recuerdo que una tarde Kenjiro me invitó a una reunión con sus amigos de la escuela, me pareció genial la idea, pero sentí que mi ropa… no lucía muy bien, así que le dije:

    —Lo siento Kenjiro, no puedo ir, justamente tengo un cachuelo.

    —Me apena, les he hablado de ti y quería que te conocieran, pero me alegra que tengas chamba, sé que necesitas tener ingresos. ¿De qué se trata?

    —Este... lavar platos.

    —¿En un restaurante?

    —¡Sí! ¡No!

    —¿Ah?

    —Es que es un evento de un solo día en un restaurante, de hecho, ya me tengo que ir.

    Me acerqué a Kenjiro para darle un beso y me dijo:

    —¡Vamos! Te acompaño.

    —¡No!

    —¿Por qué? Yo puedo llevarte.

    —Kenjiro, vas a llegar tarde a la reunión del cole.

    —No llegaré tarde. ¡Vamos!

    —¡No!

    —¡Vamos!

    —¡No!

    —¿Por qué no quieres que te acompañe?

    —¡No quiero! ¡Déjame! —Le grité, aunque a los segundos me arrepentí, más aún cuando después me dijo:

    —Está bien, si no quieres no te acompaño, pero ten cuidado porque ya está anocheciendo y si sales muy tarde, no dudes en llamarme para acompañarte a casa.

    —Cualquier cosa te aviso, pero anda tranquilo, voy a estar bien, Kenjiro.

    Lo abracé sintiendo remordimiento de haberle mentido, pero tampoco podía decirle que no vestía ropa aparente. Corrí hasta el paradero y desde ahí, divisé que me observaba esperando que me embarque en el bus, si me subía al verde de siempre, dejaría en evidencia que me estaba yendo a casa, así que tomé el bus morado para bajarme a mitad de camino y en cierto punto tomar el verde. Desde arriba le hice adiós, me sonrió y se fue, así que avancé unas diez cuadras para luego retomar mi camino a casa, aunque obviamente, ese camino a casa fue más largo.

    Me bajé del bus y caminé hacia casa algo desanimada y pensando en Kenjiro, cuando al dar vuelta a la esquina, alguien me miraba sonriendo desde la puerta de mi casa. Kenjiro me estaba esperando y mientras cruzaba la pista, pensaba en que mi estrategia de subirme al bus morado no había servido. Me paré frente a él esperando algún reproche, pero sólo sonreía, entonces yo rompí el hielo diciendo:

    —¿Qué haces aquí? ¿Por qué no estás en la reunión de tu escuela?

    —Porque quería confirmar si me habías mentido.

    —¿Desconfías de mí?

    —No, pero voy a ser un buen psicólogo, percibo cuando alguien me está mintiendo.

    —¿En qué crees que te he mentido?

    —Sé que no tienes chamba hoy, pero mientras tú mentiste, yo olvidé decirte algo.

    —¿Qué olvidaste decirme?

    —Que la reunión con mis amigos del cole es mañana, no hoy. —Me sentí tan estúpida de haber mentido por gusto, Kenjiro continuó.

    —De hecho, ya le pedí permiso a tu mamá para ir mañana, si no tienes cachuelos ¡Claro!

    —¡No iré contigo Kenjiro! Me disgusta que hables con mi mamá sin contar conmigo ¿Piensas que puedes controlar mi vida o qué?

    —¡No! Ninguna intención de meterme en tus asuntos, pero era necesario pedir autorización a tu mamá, ella es la mayor...

    —Kenjiro, déjame sola por favor, hablaré con mi mamá, pero no quiero ir a tu reunión.

    —Sé por qué no quieres ir, habla con tu mamá, todo está solucionado.

    Sentí tanta rabia de que hubiera hablado con mamá sin decírmelo, entré furiosa a casa y encontré a mamá en la cocina, lavando un par de tazas y una fuente de galletas, al verme me dijo:

    —¡Qué bueno que llegaste hija! Tengo que hablar contigo.

    —Sí, ya sé, de que vino Kenjiro a hablar contigo sin decírmelo. —Mamá sonrió con burla y me mandó sentarme a la mesa mientras me hablaba.

    —No, él no vino, yo lo encontré sentado en la vereda y le increpé su presencia, él me dijo que te estaba esperando precisamente para pedirte hablar conmigo. Así que lo hice pasar y estuvo aquí platicando conmigo.

    —¿Y de qué platicaron?

    —Me contó

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1