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Psicoterapia ontológica
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Libro electrónico531 páginas5 horas

Psicoterapia ontológica

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La Psicología Ontológica centrada en el Ser, considera que el psiquismo se construye a partir del núcleo de nuestra esencia, el Ser que somos. La Psicoterapia Ontológica centrada en el Ser es el ejercicio práctico y clínico que surge de este modelo teórico psicológico.
En el presente volumen se proponen las bases conceptuales sobre la que asentará la práctica de la Psicoterapia Ontológica enmarcada en un vínculo sanador. Se recorrerán los principios constitutivos del ser humano en sus diferentes dimensiones, la construcción del sistema de creencias individual y colectivo con los modelos mentales más comunes, el tema del dolor, el sufrimiento y la enfermedad desde una mirada psicoespiritual, entre otros, conceptos enmarcados en el paradigma integral bio-psico-socio-cultural-espiritual inmerso en un ecosistema
El aporte teórico y práctico de la Psicología y la Psicoterapia Ontológica centrada en el Ser, significa un eslabón más en la red de conceptualizaciones y propuestas para continuar, como especie, nuestro camino de evolución hacia un Ser Humano mejor.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento16 nov 2023
ISBN9788411814171
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    Psicoterapia ontológica - Raquel Inés Bianchi

    1500.jpg

    © Derechos de edición reservados.

    Letrame Editorial.

    www.Letrame.com

    info@Letrame.com

    © Raquel Inés Bianchi

    Diseño de edición: Letrame Editorial.

    Maquetación: Juan Muñoz Céspedes

    Diseño de portada: Rubén García

    Supervisión de corrección: Ana Castañeda

    ISBN: 978-84-1181-417-1

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

    «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

    .

    Acerca de Raquel Inés Bianchi

    Raquel Inés Bianchi es madre de dos hijos. Es Médica Especialista en Psiquiatría. Dirige y ha fundado la Escuela de Psicoterapia Ontológica en Buenos Aires desde el año 2015. Es Presidente y Fundadora de la Sociedad Argentina de Salud y Espiritualidad de la Asociación Médica Argentina (AMA). Presidente Honoraria y Fundadora del Capítulo de Salud Mental y Espiritualidad de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM). Es Presidente Honoraria del Capítulo de Psiquiatría y Espiritualidad de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA). Es miembro del Tribunal de Ética para el equipo de Salud (TEPLAS) de la Asociación Médica Argentina. Es miembro del Consejo Académico de Ética en Medicina, CAEEM. Fue Directora y docente Postgrado Salud Mental, Espiritualidad e Intercultura, del Hospital Bernardino Rivadavia, del Ministerio de Salud del Gobierno de la Ciudad de Bs.As., que se dictó del 2010 al 2019. Es Directora y docente del curso superior Psicoterapia Ontológica, centrada en el Ser, en la Asociación Médica Argentina. Ha sido Presidente del I, II, III y IV Congreso Argentino de Salud y Espiritualidad, realizados en la Asociación Médica Argentina y auspiciados por la Sociedad Argentina de Salud y Espiritualidad de AMA, en Buenos Aires, Argentina.

    Capítulo 1.

    Atrévete a soñar

    «El camino para aprender algo nuevo empieza por reconocer humildemente, lo pequeños que somos», anónimo.

    1– Introducción

    Muchas veces desde nuestro subconsciente operan creencias limitantes que nos frenan cuando se trata de aprender algo nuevo para nuestro beneficio y crecimiento. Si podemos detectarlas tal vez podamos liberarnos de ellas y así podremos abrirnos a las aguas frescas y transparentes de los nuevos aprendizajes. Citaremos diez de ellas (13).

    2– Diez trabas que nos impiden aprender

    Pasamos a enumerar diez trabas que nos impiden aprender:

    Incapacidad para admitir que «no sé»

    La habitual incapacidad para admitir que no sabemos, para decir «no sé», es una barrera para incorporar nuevos conocimientos. En estos casos, en la mente de la persona está activo un «diálogo interno» (programa mental instalado en la mente desde la infancia), que le genera el sentimiento de vergüenza ante la posibilidad de no saber algo.

    Esto ocurre cuando de pequeños nos enseñaron que tenemos que saberlo todo. De niños nos avergonzaban y fuimos gestando el temor a ser ridiculizados. Por ejemplo, nos decían: «El que no sabe es un burro», «El que no sabe es un tonto». O incluso nos humillaban colocándonos en un rincón con un bonete con orejas de burro, riéndose burlonamente de uno en público.

    Pero paradójicamente poder asumir que «no sé algo», es la primera declaración de grandeza, y justo ahí abro la puerta para el saber. Dispongo mi mente para el aprendizaje.

    Decir «No sé» con honestidad, es una declaración de grandeza y humildad que abre la mente a un nuevo aprendizaje.

    ¡Esto ya lo sé…!

    Esta creencia predispone a otra actitud mental que limita el aprendizaje.

    Ocurre cuando desde el orgullo asumimos que ya poseemos ese conocimiento y nos cerramos a la información que viene de afuera. No estamos dispuestos a escuchar lo que el otro tiene para decir o enseñar.

    Es una actitud de falta de apertura, descalificadora hacia el otro que está enseñando o explicando algo.

    No hay espacio para aprender nada nuevo porque anulo mi capacidad de asombro. Cierro mi mente a nuevos aprendizajes o a diferentes puntos de vista y a nutrirme de los demás.

    Querer tenerlo todo claro, todo el tiempo

    Esto ocurre cuando tengo un mandato sobre que todo tiene que estar muy claro para mí, siento una imperiosa necesidad de entender todo completamente. Por debajo, hay un gran temor a la incertidumbre.

    En realidad, hay incapacidad para aceptar que hay cosas que no puedo entender, razonar, o explicar, pero que igual son.

    Esta actitud mental fomenta las posturas reduccionistas, que intentan explicar con los modelos conocidos toda la realidad.

    Creer que tengo el control

    Necesidad de tener todo bajo control.

    En este caso hay un inmenso temor a la incertidumbre y a la falta de control sobre las cosas o las situaciones.

    Cierro mi mente a interpretar la realidad solo desde mi punto de vista. Me cierro a todos los nuevos aprendizajes que cada situación me ofrece.

    ¡No tengo tiempo!

    El sujeto piensa que sus compromisos, las otras personas, la vida, las obligaciones no lo dejan disponer de tiempo para leer, aprender o incluso disfrutar.

    Se justifica diciéndose a sí mismo: «¡Necesitaría un día de veintiocho horas para todo lo que tengo que hacer!».

    Pero, en realidad, aunque tuviera esas veintiocho horas tampoco el tiempo le va a alcanzar, porque no es el tiempo el obstáculo, sino su actitud mental. Es el estado del ser de «la víctima», que no asume la responsabilidad de sus decisiones, sino que cupa a algo externo por las dificultades de su vida.

    Cada uno es responsable de cómo ocupa su día. Cada uno es responsable de cómo llena su agenda.

    Es empoderante saber y sentir que es uno mismo quien organiza su tiempo cada día y elige en qué dedica su tiempo que es su propia vida.

    No darle la autoridad al otro

    Cuando no le damos autoridad al otro para que nos enseñe esconde una actitud mental arrogante y de falta de humildad. La persona piensa: «¿Qué me puede enseñar este?». Este pensamiento encierra un juicio descalificador.

    Necesitamos salir de la arrogancia, de la soberbia y aprender del humus, de la humildad, aprender de lo simple, de nuestros hijos, de nuestras mascotas, del más pequeño.

    Todo nos puede enseñar si estamos abiertos al aprendizaje.

    Una actitud bien diferente es considerar que todo lo que la vida nos pone enfrente es un gran maestro. Podemos aprender de cada situación que nos toca vivir, de cada persona, de lo más simple, siempre que mantengamos una mente abierta y receptiva.

    Vivir juzgándolo todo

    Esta actitud mental no da lugar para la escucha, la persona se cierra en su propio juicio crítico y no escucha al otro.

    Esto ocurre cuanto la persona tiene su mente ocupada por un «crítico» o «juez» mental que juzga absolutamente todo. Emite juicios críticos constantes, en general negativos y descalificadores y, por lo tanto, destructivos. Así se genera en la mente de esa persona un «parloteo» o ruido mental constante que no deja espacio para nada nuevo.

    Y es paradójico porque, con esa actitud mental, a quien primero juzgo o critico es a mí mismo.

    Necesitamos frenar el diálogo mental crítico y descalificador y, además, desidentificarnos de los juicios.

    Esos juicios críticos y descalificadores emergen de un diálogo mental crítico destructivo que solo produce «ruido mental» y que no le permite al sujeto habitar el momento presente y escuchar al otro con una mente limpia y receptiva.

    No puedo aprender dado lo torpe que soy

    Con esta creencia o mandato limitante la persona se juzga a sí misma como incapaz de aprender y siente falta de autoestima y falta de autoconfianza.

    Piensa que no puede aprender dado lo torpe, lo tonto o lo burro que es. Pensar así de sí mismo es muy destructivo.

    Esta idea es producto de lo que creo sobre mí mismo, en otras palabras, del relato que me cuento sobre mí mismo de lo que soy capaz o no de lograr.

    Y tiene que ver con lo que escuchamos desde chicos de nuestros padres, abuelos, tíos, hermanos mayores. Si de niños nos repetían, según la historia familiar de cada uno: «Vos sos un tonto, un inútil, un torpe», «Vos no podés, son un incapaz», etc., fuimos internalizando esos mandatos o creencias negativas, creyéndolas.

    Así, esta persona se queda donde está, en su zona de confort negativa y desvalorizada, en un rol de «pobrecito yo» o de «víctima», limitado por lo que cree que es. Desde este lugar nace la autolástima, que es una emoción tóxica y muy destructiva.

    Gravedad o trivialidad

    Gravedad es cuando nos tomamos las cosas demasiado en serio. Todo es denso, pesado, profundo. No hay lugar para el humor.

    Necesitamos aprender a reírnos de uno mismo.

    Lo opuesto es la trivialidad, que es cuando nos tomamos las cosas trivialmente, sin darle valor. No me comprometo con nada. No me comprometo con lo que digo. Esta postura esconde temor a la propia profundidad.

    Pereza

    El secreto del éxito está en la continuidad y la perseverancia, esto es, en el razonable esfuerzo de cada día. No en el esfuerzo espectacular de un instante, ni en el sacrificio torturante.

    Esforzarse no es lo mismo que luchar o pelear, que se vincula con la competitividad.

    Los logros efectivos se van dando en la repetición cotidiana de pequeños esfuerzos.

    Seamos como el agua, que gota tras gota cae sobre la piedra y acaba por ahuecarla y, sin embargo, la gota de agua es tan suave y la piedra ¡tan dura!

    3– Aprender es incorporar nuevo conocimiento

    Habiendo revisado estas trabas para incorporar nuevos conocimientos, les invito a que vayan reconociendo con cuál traba para aprender se identifican, porque vamos a tener que ir puliéndolas para poder dar lugar al nuevo conocimiento que iremos desarrollando e incorporando.

    Saber o aprender no es repetir la lección de otros. Nos enseñaron que éramos inteligentes, buenos, valiosos, siempre y cuando repitamos muy bien lo que nos enseñaba la maestra, el profesor, determinada autoridad, autor, o libro, etc.

    Nosotros vamos a intentar que el conocimiento se transforme en vivencia, que el conocimiento nos atraviese, se nos incorpore, «se haga cuerpo».

    Aprender es cuando un nuevo conocimiento se incorpora, se hace cuerpo.

    Aprender = Adquirir conocimiento + Ponerlo en práctica.

    Vamos a intentar, a lo largo de este camino, que todo lo que vayamos aprendiendo podamos incorporarlo, aprehenderlo, bajarlo al cuerpo, transformarlo en vivencia, ponerlo en práctica.

    Intentaremos deconstruir muchos constructos disfuncionales, pero adaptativos con nuestra sociedad (disfuncional) para poder ir sedimentando nuevo conocimiento vivencial que sea congruente con nuestro sentido de vida, con nuestro propósito en esta existencia.

    Iremos desde el conocimiento teórico al conocimiento incorporado, hecho cuerpo, vivencia. Esto se vincula con la posibilidad de conectarse con nuestra esencia y con nuestra corporeidad.

    Nuestro camino es de integración. Iremos deconstruyendo aquello que elijamos racionalmente porque no nos permite integrarnos bio-psico-socio-cultural-espiritualmente.

    Con la lectura de este libro iremos caminando hacia la percepción profunda de nuestro ser, y para esto reconectaremos con nuestro niño interior y nuestro maestro interior. Figura 1.

    Interfaz de usuario gráfica, Texto, Aplicación Descripción generada automáticamente

    Figura 1. ¿Qué quieren ser cuando sean niños? Nos iremos reconectando con nuestro interior, con nuestra esencia y nuestra corporeidad.

    4– Zona de confort, de pánico y de aprendizaje

    Detrás de todas las trabas para abrirse al aprendizaje se esconde el temor a salir de la «zona de confort».

    Podemos describir tres zonas vinculadas a la capacidad de afrontar nuevas experiencias o vivencias.

    —La zona de confort.

    —La zona de aprendizaje.

    —La zona de pánico.

    La zona de confort

    Se denomina «zona de confort» cuando nuestra vida transcurre en un ámbito que conocemos, y nos movemos en un entorno que dominamos. Todo nos resulta conocido y cómodo. Tiene que ver con nuestros hábitos, nuestra rutina y conocimientos ya aprendidos.

    La «zona de confort» puede ser saludable y agradable como mi desayuno habitual, mis hábitos de higiene, los diferentes hábitos en el hogar, el tiempo con amigos, etc. Y esto está muy bien.

    Pero también la «zona de confort» se refiere a los momentos habituales y desagradables, que implican cierto nivel de sufrimiento, pero que los tenemos incorporados como algo habitual y normal, como por ejemplo, estar atascados todos los días en el tránsito, «piquetes» y cortes en la calle por manifestaciones arbitrarias, discutir todos los días con nuestra pareja, soportar diariamente el maltrato o la humillación de nuestro jefe, etc.

    La «zona de confort» es aquella a la que estoy acostumbrado sea positivo para mí, o negativo. Figura 2.

    http://4.bp.blogspot.com/-HqXy9GKlWx4/UbhMdbNs2rI/AAAAAAAAAVo/LBf5b3tuHbo/s1600/zonadeconfort.png

    Figura 2. Las zonas de confort, de aprendizaje y de pánico.

    Si los hábitos de vida en la zona de confort son positivos, saludables y potencializadores para lograr nuestras metas de vidas y nuestro propósito en la vida, es muy funcional y adecuado. Mientras que, si los hábitos de vida en la zona de confort son disfuncionales a nivel físico y psíquico, seamos conscientes que estamos construyendo una vida de sufrimiento y enfermedad.

    La zona de aprendizaje

    Denominamos zona de aprendizaje cuando buscamos ampliar nuestra visión del mundo. Cuando nos atrevemos a experimentar y aprender algo nuevo. Por ejemplo: Estudiar nuevos idiomas, estudiar, viajar, conocer otras culturas, comenzar una carrera o disciplina.

    Muchas personas lo disfrutan y se atreven y, en este caso, lo denominamos «zona de aprendizaje». Pero hay otras personas que le temen, que sienten temor a lo nuevo y desconocido y se estancan por temor, por miedo, y por este motivo ya no se trata de una «zona de aprendizaje», sino que la denominamos «zona de pánico». Figuras 2 y 3.

    Zona de pánico o de no experiencia

    Es creada por los que temen y sienten miedo a salir de lo conocido, o sea a salir de la zona de confort. Incluso si este modo de vida es displacentero o muchas veces implica cierto nivel de sufrimiento, como ocurre con los vínculos disfuncionales, o cuando estamos entrampados con jefes muy tóxicos y maltratadores, o con un estilo de vida que no permite el desarrollo de nuestro potencial. Estas personas suelen estar dominadas por los mandatos (creencias negativas y limitantes), por ejemplo:

    — ¡No salgas!

    — ¡Y si te sale mal!

    — ¡Es peligroso!

    — ¡Te pueden ocurrir cosas terribles…!

    — ¿Y qué dirán?

    — ¡No te atrevas!

    — ¡Acepta tu destino!

    — ¡Solo sirve sacrificarse!

    — ¡Soñar despierto es una pérdida de tiempo!

    — ¡Naciste para sufrir!

    Todos estos mandatos o prejuicios son falsos, pero están sedimentados en el subconsciente de la persona. Figuras 2 y 3.

    Cuando aprendemos a superar la zona de pánico y nos atrevemos a vivir en la zona de aprendizaje como un estilo de vida aparece una cuarta zona que la denominaremos la «zona mágica».

    Zona mágica

    Denominamos «zona Mágica» cuando las creencias e ideas sedimentadas en el subconsciente son positivas, empoderantes y alentadores para aceptar nuevos desafíos. De esta manera, la persona siente entusiasmo, coraje y disfruta los desafíos debido a los mensajes alentadores en su subconsciente como por ejemplo:

    — ¡Pero… y si todo sale bien!!

    — ¡Te pueden ocurrir cosas muy buenas!

    — ¡¡Te espera lo mejor!!

    — ¡¡Mereces ser Feliz!!

    — ¡¡Atrévete!!

    Así piensan los que consideran a la zona de pánico una zona mágica. Es la zona de los grandes retos. Figura 3.

    Figura 3. Zona de confort, zona de aprendizaje, zona de pánico y zona mágica

    Resumiendo:

    La zona de confort es aquella en la que nos sentimos seguros y en control, ya sea si nuestras vivencias son positivas y de crecimiento como también negativas, y que nos bloquean.

    La zona de pánico o de miedo ocurre cuando tenemos baja autoestima y no sentimos autoconfianza y nos ponemos escusas y nos afectan muchísimo las opiniones de los demás, el qué dirán, las opiniones ajenas.

    La zona de aprendizaje es cuando ha mejorado nuestro autoconcepto y tenemos más confianza en nuestro punto de vista por lo tanto nos atrevemos a enfrentar nuevos desafíos y problemas y adquirimos nuevas habilidades y capacidades. Lo que ocurre es que nuestra zona de confort se va expandiendo hacia esta zona de aprendizaje.

    La zona mágica o de crecimiento es cuando la zona de aprendizaje continúa en una continua expansión, nos atrevemos a vivir nuestros propios sueños, nuestro propósito en la vida y nuestra vida se enfoca a seguir expandiendo la felicidad y el logro de objetivos y metas. Figura 4.

    Diagrama, Diagrama de Venn Descripción generada automáticamente

    Figura 4. Zonas de confort, miedo aprendizaje y crecimiento.

    Al atreverte a expandir tu aprendizaje y conocimiento y a confiar en ti se amplía tu zona de confort y hay crecimiento.

    El «cambio» es igual a «desarrollo».

    Cambio = Desarrollo

    En este proceso de cambio y desarrollo empiezan a operar dos tensiones opuestas: la «Tensión emocional negativa» y la «Tensión creativa».

    La «tensión emocional negativa» está vinculada con el miedo, emoción que se dispara cuando la mente del sujeto está ocupada por los mandatos o trabas al crecimiento. Figura 5.

    La «tensión creativa» es positiva y se vincula con el entusiasmo ante los nuevos desafíos, la alegría por el propio crecimiento, la satisfacción de enfrentar los desafíos y salir victoriosos. Se va estableciendo un círculo virtuoso en el que la persona mejora su autoconfianza, su autoconcepto y la satisfacción por cumplir sus objetivos o, si no pudo cumplirlos, la satisfacción por haberlo intentado. Figura 5.

    Figura 5. Tensión emocional negativa y tensión creativa positiva

    Necesitamos reconocer y enfrentar los miedos. Al gestionar nuestros miedos, aumenta la autoestima.

    ¡Cree en ti! Y se protagonista de tu única vida.

    Para conseguir tus metas, recuerda seguir estos tres pasos:

    1- Sueña lo que deseas y define tus objetivos. Visualízalo lo más claramente que puedas en tu mente.

    2- A continuación, le pondrás fecha de caducidad, esto es, para cuándo lo quieres concretar. Visualízalo y ¡suéltalo!

    3- Y a partir de ahí, planifica y trabaja con tu mayor esfuerzo para alcanzarlo.

    Te puede ir muy bien en el futuro.

    ¡Todo depende de lo que tu creas!

    5– Ejercicio. El descanso de la mente

    Silenciando la mente aparece en nosotros una sensación bien cercana a la tranquilidad, a la paz, al bienestar.

    Este ejercicio será nuestra primera aproximación vivencial al yo ontológico.

    Nos sentamos con la espalda derecha y los pies cómodamente apoyados en el piso, el cuerpo bien relajado… y respiramos en forma profunda relajando más aún nuestro cuerpo. Inhalamos profundo y observamos con los ojos de nuestra mente la respiración…

    Tomamos conciencia de la respiración, del aquí y del ahora…

    Si en nuestra mente irrumpen pensamientos no luchamos contra ellos, solo redirigimos el foco de atención, la mirada interior a nuestra respiración…

    Hasta ahora, la mente era como un barco a la deriva, un pensamiento tras otro sin control… permanecemos un instante, atentos a la respiración… a esta paz …

    Ahora nos conectamos con nuestro sueño más deseado, con una meta u objetivo… Lo visualizamos lo más claramente que podamos…

    Y ahora, lo visualizamos como que se ha realizado de verdad… y lo sentimos. Sentimos y vivenciamos este objetivo, esa meta como que ya la alcanzamos …

    ¡Y ahora lo soltamos!… Y volvemos a dirigir el foco de atención a nuestra respiración… Volvemos a ese estado de paz interior…

    Luego te invito a que abras los ojos, con suavidad, a tu ritmo, y sientas cómo sentís tu mente y tu cuerpo.

    No hay un camino hacia la paz… La paz «es» el camino.

    Capítulo 2.

    Las tres dimensiones del ser humano.

    Los tres cerebros

    «Lo que le da su valor a una taza es el espacio vacío que hay entre sus paredes», Lao-Tsé

    «No somos seres humanos que atraviesan una experiencia espiritual. Somos seres espirituales atravesando una experiencia humana», Pierre Teilhard de Chardin.

    1– Introducción

    Para estudiar en profundidad la personalidad humana necesitamos recurrir a diferentes áreas de estudio.

    Si nos proponemos abordar el estudio cabal del ser humano nos encontraremos con que necesitamos recurrir a diferentes disciplinas. En primer lugar, mencionamos el aspecto anatómico, el cuerpo humano, y la disciplina que lo estudia será la «anatomía humana», mientras que la modalidad patológica en lo referente al cuerpo humano lo desarrollará la «patología», ambas disciplinas obligatorias en la carrera de Medicina. Figura 1.

    En segundo lugar, tenemos el funcionamiento del organismo y el funcionamiento del psiquismo. En el primer caso la «fisiología» es la disciplina que estudia el funcionamiento biológico, siendo la «fisiopatología» la disciplina que se ocupará de la modalidad patológica del funcionamiento del cuerpo. Estas dos disciplinas también son materias obligatorias en la Carrera de Medicina.

    En cuanto al aspecto psicológico, lo estudiará la disciplina de la «psicología», mientras que de la modalidad patológica se ocupará la «psicopatología». Este es el terreno de los profesionales dedicados a la psicología. Figura 1.

    Finalmente, el ser humano tiene un aspecto espiritual y las disciplinas que se ocupan del mismo son la metafísica, la filosofía y la teología. Figura 1.

    Figura 1. Disciplinas que estudian al ser humano.

    Podemos afirmar que la personalidad humana abarca tres dimensiones, una física, una dimensión psíquica y una dimensión espiritual. Figura 2.

    Figura 2. Las tres dimensiones del ser humano.

    Según las diferentes líneas espirituales o filosóficas se podrán referir a cinco, siete, o doce dimensiones. Pero elegimos estas tres dimensiones porque son las que cualquier ser humano puede observarlas fenomenológicamente, en el aquí y ahora.

    Todos podemos sentir en este momento que tenemos un cuerpo, nuestra dimensión física; todos podemos percibir en este momento que tenemos un foco o centro desde donde presto atención a lo que estoy leyendo, y una idea de quién soy yo, de mi propia identidad, de mi manera de pensar, de mis emociones, y en este caso nos estamos refiriendo a la dimensión psíquica; y finalmente, todos podemos sentir aquí y ahora que tenemos una fuerza vital que anima nuestro cuerpo y una fuerza interna que nos motiva, nos ilusiona y nos permite comprender lo que estamos viviendo, y en este caso nos estamos refiriendo a nuestra esencia que nos permite Ser en esta existencia.

    En resumen, estas tres dimensiones física, psíquica y espiritual, son las que todo ser humano puede observar en uno mismo y en el otro, o sea, también cuando estamos con un paciente, y así, ayudar o guiar para que el paciente las perciba, las comprenda e integre en sí mismo.

    La dimensión física o corporal

    La dimensión física es la que más ha estudiado la ciencia Occidental. Por ejemplo, en la Facultad de Medicina se estudia en profundidad esta dimensión y casi exclusivamente. Y esto es debido a que la dimensión física es abordable desde el método científico que es empírico y racional. Para estudiar científicamente algo se necesita analizar, fragmentar, dividir en partes, esto mismo ha pasado con el estudio del cuerpo humano y con el desarrollo de las hiper especializaciones. Se ha fragmentado el estudio de la persona humana considerándolo solamente un cuerpo. Y esto ha dado lugar a todas las especialidades y disciplinas como la neurología que estudia el sistema nervioso; la cardiología, que estudia el sistema cardiovascular; la gastroenterología, que estudia el aparato digestivo; la psiquiatría, que estudia las patologías mentales, etcétera.

    Entonces cuando los médicos o los trabajadores en el área de los servicios de salud nos disponemos a atender a una persona o paciente, si nuestra mirada hacia el sujeto es en realidad una mirada hacia su cuerpo, objetivamos al sujeto. Y si además nuestra mirada es hacia un cuerpo fragmentado, esto es, hacia un estómago, o un hígado, o un sistema nervioso, etc., nuestra mirada condiciona la percepción del paciente sobre sí mismo y, en cierto nivel, se sentirá fragmentado.

    El avance de la ciencia, y la hiperespecialización es muy positiva en cuanto a los avances en el conocimiento y la tecnología, pero este avance científico y tecnológico necesita ser acompañado de una mirada profunda y esencial, una mirada del ser humano que lo considere una unidad bio-psico-espiritual.

    En la Figura 2 diagramamos las tres dimensiones humanas separadas para poder identificarlas, pero somos una unidad ontológica manifestada en estas tres dimensiones.

    La dimensión psíquica

    La dimensión psíquica es una dimensión relacional. El psiquismo se construye, desde el vientre materno y, principalmente, después del nacimiento en la relación con la madre en primer lugar o con algún sustituto materno, con el padre, hermanos, con la familia primaria.

    La psique humana se construye en la matriz vincular de la infancia. Por este motivo en nuestro modelo incluimos lo social y lo cultural en la dimensión psíquica. Pues la red social de la persona humana será en primer lugar su familia y luego la familia ampliada, la escuela y otras áreas sociales con las cuales se vaya involucrando como club social, deportes, amistades, etc. Solo podemos vincularnos con los otros a través de nuestro psiquismo, a través de nuestra psique, de nuestra mente, desde nuestra identidad y nuestra capacidad de comunicación. «Somos» con los otros.

    La dimensión psíquica incluye lo que entendemos como mente, ya sea mente consciente, mente inconsciente, las funciones psíquicas superiores, es la sede de nuestra identidad, es la sede de nuestros pensamientos, emociones y sentimientos, y es la sede de nuestras creencias y sistemas de creencias.

    La dimensión espiritual

    La dimensión espiritual no ha sido considerada por la ciencia, pero sí ha sido nombrada y es el núcleo esencial de todas las tradiciones de sabiduría, de todas las tradiciones espirituales. Ha sido llamada chi en china, ki en japón, prana en la india; soplo de vida por los hebreos, verbo por los cristianos. Esta dimensión es la fuente de vida.

    Para la persona creyente en Dios o en una religión, la dimensión espiritual es la que le corresponde a su deidad, a su dios. Para los no creyentes, los agnósticos, los ateos, proponemos considerar a la dimensión espiritual como la fuente de vida, el hálito de vida, eso que nos anima y nos permite Ser en el mundo.

    Este primer capítulo va a ocuparse principalmente de la dimensión física, y en los capítulos siguientes abordaremos el psiquismo y el espíritu.

    Entonces, el ser humano es una unidad bio-psico-espiritual, que se manifiesta en estas tres dimensiones, las cuales funcionan como vasos comunicantes.

    Las tres dimensiones son igual de importantes, no hay una más relevante que la otra. El espíritu no es más importante que

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