@Victoria_GomezR
La cultura del esfuerzo evoca ideas y emociones contrastantes. Sugiere resistencia al fracaso, pero también cansancio y agotamiento. ¿Qué es exactamente? ¿Tenemos los humanos recursos para lograr una vida más feliz? Hablamos de ello con Juan Luis Fuentes, que desde hace más de diez años se dedica a investigar la educación del carácter. Carácter y esfuerzo, un binomio que, con otros recursos, puede hacernos mejores personas.
¿Cómo explicaría a su hijo la cultura del esfuerzo?
Hay necesidad de hablar de ello a nivel académico y también social y educativo. Nadie parece rechazar la idea de que la mayoría de las veces hay que estar dispuesto a esforzarse para obtener lo que se desea. Y es experiencia vital desear transmitirla a los propios hijos o estudiantes porque hay cuestiones sobre las que merece la pena insistir, porque no se consiguen a la primera de cambio. Incluso la tenacidad no garantiza el resultado. Por eso, la cultura del esfuerzo, pelear por conseguir los éxitos, debe ir acompañada de la resistencia a la frustración y la aceptación del fracaso. Tenemos que trabajar sobre ello.
¿Cuál es su fundamento?
Responde a razones antropológicas. La biología, la antropología, la misma filosofía, o la antropología filosófica muestran características que singularizan al ser humano respecto a los otros animales. Nosotros no estamos capacitados biológicamente como ellos para enfrentarnos al entorno, en cambio disponemos de la capacidad racional objetivo razonable hacia el que avanzar: definir qué tipo de personas podemos o queremos ser. En buena medida los animales están predeterminados, mientras que el ser humano tiene ante sí diferentes de ser. Nuestro trabajo humano fundamental es delinear el tipo de persona que podemos llegar a ser para sobrevivir biológicamente y, en términos vitales y profundos, para desarrollar una vida plena.