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Mejorar Uno Mismo: Guía Práctica Sobre Cómo Adquirir la Mentalidad Ganadora Para Desarrollar la Autoestima y Mejorar la Calidad de Vida
Mejorar Uno Mismo: Guía Práctica Sobre Cómo Adquirir la Mentalidad Ganadora Para Desarrollar la Autoestima y Mejorar la Calidad de Vida
Mejorar Uno Mismo: Guía Práctica Sobre Cómo Adquirir la Mentalidad Ganadora Para Desarrollar la Autoestima y Mejorar la Calidad de Vida
Libro electrónico211 páginas2 horas

Mejorar Uno Mismo: Guía Práctica Sobre Cómo Adquirir la Mentalidad Ganadora Para Desarrollar la Autoestima y Mejorar la Calidad de Vida

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Información de este libro electrónico

¿Su mente se impone a sus posibilidades de éxito?
¿Toma a menudo decisiones de las que se arrepiente sistemáticamente?
¿Le gustaría desarrollar un autocontrol total eliminando los pensamientos negativos que le impiden alcanzar sus sueños?

 

Si la respuesta es afirmativa, éste es el mensaje que estaba esperando...

 

Muchas personas no logran encontrar un equilibrio entre ellas mismas y los demás, viéndose frenadas por la ansiedad de no poder comunicarse de la manera adecuada, perdiendo oportunidades laborales o sentimentales, y arruinando la relación más importante de todas: la relación con uno mismo...

El crecimiento personal que buscas es un camino de 360° a través de varios aspectos de tu psique, que te lleva al descubrimiento de una nueva versión de ti que desconocías.

 

A través de un enfoque práctico y respaldado por la ciencia, te guiarán a través de estrategias, técnicas y consejos útiles para gestionar mejor tus emociones, ganar una confianza inquebrantable y alcanzar la vida que siempre has soñado...

 

He aquí un avance de lo que este libro le permitirá hacer:

  • Aprender COMUNICACIÓN ASERTIVA y convertirse en un excelente comunicador, capaz de transmitir a los demás los sentimientos adecuados y establecer conexiones beneficiosas;
  • Entrar en la psique de su interlocutor con INTELIGENCIA EMOCIONAL, influyendo positivamente en las emociones que su prójimo siente hacia usted;
  • Descubra las técnicas de PNL más poderosas que le permitirán sustituir sus patrones de pensamiento negativos por otros que le traerán el éxito;
  • Desarrolle una poderosa AUTOESTIMA, elemento indispensable que caracterizará a la persona de éxito en la que se convertirá;
  • DEJE DE PENSAR DEMASIADO controlando los pensamientos negativos que le causan ansiedad con técnicas sencillas.


No hay momento equivocado para empezar a trabajar en ti mismo y no hay nada más noble que decidir ser mejor de lo que hemos sido hasta ahora.

 

Ya has esperado demasiado....

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 ago 2023
ISBN9798223874621

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    Vista previa del libro

    Mejorar Uno Mismo - Demetrio Apolinar

    Introducción

    Si una persona se da cuenta de que piensa demasiado en determinados episodios y contextos de su vida, si pasa demasiado tiempo imaginando cuáles podrían ser las cosas correctas que decir en vísperas de una reunión importante, es posible que esa persona ya tenga una idea bastante general de lo que es el pensamiento excesivo.

    Este exceso de pensamientos puede generar un flujo de negatividad o de positividad en la forma de relacionarse con el prójimo y, por supuesto, todo depende de la propia naturaleza de esos pensamientos que uno sobrecarga.

    El pensamiento excesivo suele estar impulsado por el deseo o el miedo y muy rara vez da lugar a un pensamiento creativo.

    El sobrepensador se ve abocado a demonizar lo que sea y a quien sea que identifique como la causa de sus problemas o como un obstáculo para su resolución.

    Por lo tanto, el pensamiento excesivo es inherente a ser autocrítico, estar saturado de problemas, juzgar y opinar sobre los demás.

    La crítica y la autocrítica excesivas inducidas por el exceso de pensamiento dan lugar a una repetición casi obsesiva de juicios sumarios sobre la forma de ser y el comportamiento propios y ajenos, como: "Ticio Cayo es una mala persona, Sempronio debería ser menos egoísta, Debo dejar de ser tan perezoso", etc.

    Toda imagen antigua relativa a uno mismo, a los demás y a los aspectos más generales de la vida forma una especie de doble identidad, austera e intransigente, que hace que la persona se obsesione con su ego y sea demasiado estricta consigo misma.

    Cuando esta doble identidad enjuiciadora no está ocupada atacando a los demás, el enfermo procede a reelaborar en forma de distracción todo lo que necesita ser analizado adecuada y concienzudamente.

    En particular, esto puede convertirse en una negación de los sentimientos.

    La mente humana procede a planificar y progresar en un intento de anticiparse y, por qué no, incluso de juzgar.

    La función analítica de la psique humana es sin duda su mayor fortaleza, pero también tiene sus limitaciones.

    Esto se debe a que en el momento en que una persona intenta aplicarse a algo sencillo, emocional, sensual y quiere hacerlo en el momento presente, descubre que la parte más racional de su mente pasa a un segundo plano.

    Sencillamente, no es necesario.

    Por ejemplo, todo el mundo puede ser consciente de los beneficios emocionales que se derivan del acto de besar a un ser querido o del acto de abrazar a su hijo; pero ¿podría uno disfrutar plenamente de tales beneficios si besara a la persona que ama y abrazara a un niño mientras su mente está ocupada pensando en el trabajo?

    Escuchar el canto de los pájaros sentado en un banco, pasear por la playa de la mano de tu pareja, comer la comida que más te gusta son sólo ejemplos de placeres sencillos para los que la parte racional de la mente no sólo pasa a un segundo plano, sino que incluso resulta ser un obstáculo.

    Todo el mundo ha experimentado largos periodos en los que la mente parece incapaz de descansar y en los que los pensamientos parecen sucederse de forma arremolinada, avanzando hacia un estado de impaciencia.

    Muchas personas experimentan entonces una sacudida, quizá en mitad de la noche, tras la cual sus ojos ni siquiera pueden cerrarse y pasan frenéticamente de una preocupación a otra, sin poder ver la menor solución.

    Pero esto no quita que la mente humana esté siempre en pleno funcionamiento y que en determinados momentos sea el tipo de pensamientos a los que uno se enfrenta lo que marque la diferencia, así como, por supuesto, el estado de ánimo asociado a ellos.

    Todas estas cosas pueden influir en el estado de ánimo de una persona y dirigir su día, para bien o para mal.

    En un estado de sobrepensamiento, la mente procede continuamente a procesar y reelaborar problemas y negatividades, pero no encuentra soluciones reales y asocia un cambio de humor a cada evaluación.

    En un contexto así, encontrar la propia paz y el equilibrio interior parece una utopía.

    Cuando toma un cariz más grave, pensar en exceso allana el camino a tal pico de estrés, ansiedad e incluso depresión que la realización de las tareas cotidianas más sencillas se vuelve impensable.

    A menudo, una persona sometida a una sobrecarga de pensamientos acaba por no ser capaz de captar, apreciar y disfrutar las pequeñas y sencillas bellezas de la vida cotidiana, como el gesto amable de un colega que se acerca con un café para ofrecer o la sonrisa de un niño con cuya mirada uno se cruza por la calle.

    Por el contrario, en los casos más graves de sobrepensamiento, el sujeto malinterpreta y reelabora todo de forma hostil, porque lo interpreta todo como una distracción de la apremiante tarea de pensar en los propios problemas, sin ser capaz nunca de encontrar una pizca de solución a los mismos.

    En este estado emocional, las cosas positivas disminuyen y las negativas se amplifican, hasta el punto de que la más mínima trivialidad se percibe como una catástrofe o una afrenta.

    De todo ello se deduce que las relaciones interpersonales del sujeto sobrepensante también se deterioran, y no es raro que luego también tenga que afrontar las consecuencias de ello en el plano laboral y económico.

    En los casos en los que el pensamiento excesivo se prolonga durante un periodo de tiempo excesivamente largo, el sujeto también ve cómo cambia su consideración de los demás y la dinámica de su vida, porque no puede percibir nada más que inadecuación y negatividad a su alrededor.

    Éstas son las razones específicas por las que el pensamiento excesivo puede degenerar en estados de verdadera depresión, en los que el sujeto busca continuamente la soledad porque se siente constantemente rechazado por quienes deberían ser sus afectos o, pero éste es un caso muy raro, porque consigue conservar esa mínima conciencia de sí mismo que le hace darse cuenta de que es negativo para los demás.

    Los malentendidos y los desencuentros están a la orden del día y la serenidad y el equilibrio personales se convierten en un recuerdo lejano y nostálgico.

    El pensador excesivo, que no debe pasarse por alto en absoluto, a menudo se engaña pensando que puede encontrar alivio a su estado emocional buscando el exceso, y también puede ocurrir que se entregue a la alimentación compulsiva y al abuso de vicios como el tabaco y el alcohol.

    Una persona así sufre mucho por todos sus defectos y las consecuencias de su comportamiento, de las que a menudo es incluso consciente, y sin embargo está completamente atrapada en un círculo vicioso del que siente que no puede liberarse.

    Todo es negro, todo está en penumbra, todas las personas de la propia vida son inadecuadas y malvadas.

    Sin embargo, existen varios métodos para contrarrestar el pensamiento excesivo y eliminar esos obstáculos construidos por la propia mente.

    En las páginas siguientes, se le mostrará cómo reducir el exceso de pensamiento mediante la realización de ejercicios y prácticas especiales para deshacerse de este molesto problema.

    CAPÍTULO 1: Pensar demasiado, la causa de tus problemas

    En psicología, el pensamiento excesivo se refiere al comportamiento de una persona que pasa mucho tiempo de su rutina diaria pensando compulsivamente en algo.

    Puede tratarse de la vida misma, del trabajo, de una relación, de un proyecto de cualquier tipo o de un simple acontecimiento.

    Este pensamiento excesivo puede consistir tanto en elementos negativos como positivos y, aunque pueda parecer una recomendación superflua, el sujeto debe tener especial cuidado cuando se dé cuenta de que el pensamiento negativo se apodera excesivamente de su psique durante un periodo prolongado de tiempo.

    En 2016, la Universidad de Yale realizó un estudio sobre el pensamiento excesivo examinando una muestra de 1.300 personas, siendo la primera encuesta sistemática sobre el tema que arrojó unos resultados muy poco alentadores.

    Principalmente, los estudiosos de Yale pudieron constatar que las mujeres caen en el círculo vicioso del pensamiento excesivo mucho más que los hombres, y que el 63% de los jóvenes y el 52% de los adultos pueden clasificarse como sobrepensadores.

    La sociedad acelerada en la que vivimos hoy en día, y en la que todo se percibe como un problema que hay que resolver al instante, es uno de los desencadenantes del exceso de pensamiento, porque se tiende a concebir el tiempo como un recurso en constante escasez y se tiende a forzar la mente para pensar simultáneamente en varios temas, todos diferentes entre sí.

    Las redes sociales y el libre acceso a la información en tiempo real también desempeñan su papel en todo este florecimiento del pensamiento excesivo, ya que la sobrecarga continua de contenidos estimula una aplicación incesante del pensamiento, sobre los elementos más diversos.

    Por eso, la gente tiende a dibujar mapas mentales intrincados y recargados sobre los temas más diversos, en lugar de pensar de forma organizada y lineal.

    Pensar en exceso es, por tanto, una fuente primaria de estrés.

    Pero además del agotamiento del que es causa el pensamiento excesivo, pueden surgir muchas otras negatividades que obstaculicen la trayectoria vital de una persona, como trastornos mentales y trastornos de la personalidad.

    Todas las personas del mundo piensan mucho, ya sea para reflexionar o para analizar, pero muchas no son conscientes de que, para ser crítico y analítico con eficacia, primero hay que pasar un tiempo de calidad.

    La calidad del tiempo experimentado, como es lógico, ayuda a comprender un problema de cualquier tipo en su esencia y más allá de las propias superestructuras mentales, así como a ser curioso en los pensamientos.

    Uno de los desencadenantes del pensamiento excesivo es la determinación de alcanzar objetivos a toda costa.

    Pueden ser de índole económica, laboral o relacional, pero cada vez ocurre con más frecuencia que una persona no consigue alcanzar la meta que se ha propuesto.

    Una persona así puede dejarse empantanar en arenas movedizas metafóricas, en las que ve claramente la meta frente a él pero no ve el camino para alcanzarla.

    De este modo, cuando el objetivo no se alcanza, la mente lo vuelve a sacar a la superficie continuamente, proponiendo al mismo tiempo soluciones probables y rumiando los fracasos que ya se han producido.

    Además, hay que tener en cuenta que la mente no es más que un mecanismo de defensa y, por tanto, siempre tiende a configurar el peor escenario posible para estar preparada para cualquier cosa.

    Es en este punto cuando el pensamiento excesivo va acompañado de ansiedad y, junto con ella, de frustración por no haber conseguido un objetivo.

    En este caso, el término objetivo también se refiere a algo muy sencillo y no necesariamente a algo importante; por ejemplo, un objetivo podría ser conseguir hacer las paces con una persona con la que llevas días enemistado, así como conseguir terminar pronto un trabajo que habías considerado especialmente pesado.

    La mente humana traduce en un objetivo cualquier acto que implique una oportunidad de éxito y una oportunidad de fracaso.

    Un pensador excesivo puede darse cuenta fácilmente de cómo la aparición de pensamientos negativos no hace más que ahogar y agotar la mente, además de interrumpir la regulación emocional y dificultar el disfrute de las actividades cotidianas.

    El sueño también es un elemento de la vida del pensador excesivo que está completamente perturbado.

    Esto se debe a que si exiges demasiado a tu mente y durante un periodo de tiempo demasiado largo, acabas creando sólo estrés físico y psicológico.

    El estrés y el pensamiento excesivo se vinculan fuertemente y manifiestan sus efectos negativos en toda su incisividad.

    Cuando uno se encuentra en un estado de estrés, es fácil caer en la trampa de pensar demasiado, y en este caso uno puede encontrarse en la dificultad de comprender cuál es la causa y cuál es el efecto.

    De hecho, resulta difícil comprender si es el estrés el que inicia todo y luego allana el camino para pensar demasiado o si uno se estresa porque piensa demasiado.

    Lo que realmente hay que entender es que no es importante analizar la dinámica causa-efecto, sino que ambos elementos deben considerarse como un unicum.

    Además, los problemas relacionados con la autoestima y la inseguridad también se encuentran entre las causas más comunes del pensamiento excesivo, porque la persona con baja autoestima tiende a culparse de todo a sí misma y a atribuir todo el mérito a los demás, revolcándose en constantes cavilaciones sobre "cómo, cuándo y por qué" ocurrieron ciertos acontecimientos y sucedieron ciertas cosas.

    También es interesante observar cómo la pandemia de COVID-19 ha creado un marcado aumento de todos los problemas psicológicos más comunes; todo ello se debe al hecho de que el distanciamiento social, las dificultades relacionales derivadas de no poder interactuar físicamente con los demás, han llevado a pensar y repensar aún más

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