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Relatos de Encierro: En Cuarentena
Relatos de Encierro: En Cuarentena
Relatos de Encierro: En Cuarentena
Libro electrónico161 páginas2 horas

Relatos de Encierro: En Cuarentena

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En tus manos tienes una recopilación de escritos gestados en el seno del distanciamiento social, duro producto de los temores y la incertidumbre de un hecho que no había sido observado desde la pandemia de la gripe española, a principios del siglo XX. Pero también representan destellos de esperanza, de luz que ilumine nuestros caminos hacia un futuro donde las penurias acaecidas sean solo un amargo recuerdo. Es un pequeño tributo a la vida, pero también una forma de honrar a los caídos, aquellos que fueron arrancados prematuramente de nuestras vidas.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento27 may 2023
ISBN9798223144519
Relatos de Encierro: En Cuarentena

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    Relatos de Encierro - Librerío editores

    Relatos de Encierro

    Librerio

    Relatos de Encierro

    Copyright © 2020

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    Queda rigurosamente prohibida la reproducción total y/o parcial o cualquier forma de plagio, imagen, texto, etc. Sin el previo consentimiento por escrito del autor; de lo contrario será sancionado conforme a la ley de derecho de autor.

    Índice

    INTRODUCCIÓN

    EXTRACTOS DE UN DIARIO EN PANDEMIA/ José Francisco Camacho Aguilera

    MI ENCIERRO/ Marco Castañón

    A TRAVÉS DE LOS MUROS/ Vicente Wolf

    EL REENCUENTRO CON GERTRUDIS/ Mayra Morales

    LA LIBERTAD ENCERRADA/ Mariangel Calderón

    EL INERME LABERINTO/ Luis Eduardo Gómez Sánchez

    PASA EL TIEMPO Y NO PASA NADA/ José Daniel Arias Torres

    RACIMO DE NOMEOLVIDES/ Martin Morales Garza

    UNA NUEVA VIDA/ Juan Ángel Espinosa Netro

    EL COMUNICADOR/ Fernando Javier Salas Ventura

    SOBRE LOS AUTORES 

    Introducción

    ––––––––

    A finales de 2019 todos nos reunimos con familiares y amigos para festejar el paso de un año más. Hubo risas, abrazos, regalos y las comidas desbordaron nuestras mesas. La alegría provenía tanto de finalizar un ciclo como de abrir uno nuevo. Cada año había propósitos y sueños de novedosas metas a alcanzar, y esta no sería la excepción. Este 2020 sería el año donde muchas parejas se casarían, donde jóvenes terminarían sus respectivas escuelas, donde los universitarios se graduarían, donde nacerían miles de niños, donde las Olimpiadas de Tokio 2020 se darían paso, donde se iniciarían proyectos de trabajo o de negocios, donde abarrotaríamos los conciertos y los cines, las plazas y los centros comerciales, y mientras estábamos en los festejos, al otro lado del mundo, en Wuhan, se presentaban los primeros casos de una desconocida enfermedad respiratoria.

    Fue a mediados de diciembre cuando los funcionarios de salud de aquella localidad china comenzaron a investigar reportes de casos de individuos con una neumonía viral. El común denominador de estos enfermos había sido la visita al Mercado Mayorista de Mariscos de Huanan. Este mercado era famoso por tener en venta aves de corral, murciélagos, serpientes y una variedad de animales salvajes. Para el 31 de diciembre, se había informado la presencia de 27 pacientes con neumonía viral y exposición al mercado mayorista. Al día siguiente, el mercado fue clausurado. El 7 de enero, las autoridades chinas anunciaron el aislamiento de un nuevo tipo de coronavirus en los pacientes de Wuhan. Casi una semana después, el 13 de enero se informa el primer caso de la nueva neumonía viral fuera de China, ocurrido en Tailandia. En los siguientes 10 días se notificarían los primeros casos en Japón, Nepal, Francia, Malasia, Australia, Singapur, Corea del Sur, Vietnam, Taiwán y Corea del Sur. El 23 de enero el gobierno chino puso en cuarentena a millones de personas, algo nunca antes visto en el pasado. Cualquier evento del Año Nuevo Lunar (a partir del 25 de enero) fue cancelado.

    Es hasta el 30 de enero que la Organización Mundial de la Salud declara que el coronavirus es una emergencia global. Un día después, se reportan los primeros casos de esta neumonía viral en India, Filipinas, Rusia, España, Suecia, Reino Unido, Canadá, Estados Unidos y Emiratos Árabes Unidos. El 25 de febrero se presenta la primera prueba que justifica el uso agresivo de la cuarentena instaurada por el gobierno chino, como medida de control contra esta nueva enfermedad. Es hasta el 11 de marzo que la OMS declara al brote de coronavirus como una pandemia. Para entonces, países como Italia, España y Francia inician sus cuarentenas. En las siguientes semanas, la cuarentena es instaurada sucesivamente en distintos lugares del planeta.

    En México, nuestro primero caso de infección por coronavirus fue el 27 de febrero. Nuestra cuarentena iniciaría hasta el 23 de marzo y permanecería hasta el 30 de mayo. Los estragos producidos en nuestra sociedad han sido enormes e irreparables: Más de un millón de infectados y más de cien mil muertos. Y aún no se detiene.

    En tus manos tienes una recopilación de escritos gestados en el seno del distanciamiento social, duro producto de los temores y la incertidumbre de un hecho que no había sido observado desde la pandemia de la gripe española, a principios del siglo XX. Pero también representan destellos de esperanza, de luz que ilumine nuestros caminos hacia un futuro donde las penurias acaecidas sean solo un amargo recuerdo. Es un pequeño tributo a la vida, pero también una forma de honrar a los caídos, aquellos que fueron arrancados prematuramente de nuestras vidas. ¡Que vivan en nuestros corazones y en nuestras letras!

    por José Francisco Camacho Aguilera.

    Extractos de un diario en pandemia

    Día 0

    La oscuridad por venir.

    La información disponible era que se avecinaban tiempos difíciles. Lo medité profundamente y antes de cualquier cosa, corrí a casa de mis padres. Pasé unas horas con ellos, comí y platicamos sobre las noticias, sus cosas y mis cosas. Intenté estar tranquilo, o por lo menos de aparentarlo. Pero son mis padres, no sé si logré engañarlos. Previamente había ido al supermercado más cercano a integrar una modesta despensa. El recorrido por el supermercado estuvo cargado de pesadumbre. Miré individuos y algunas familias empujando carritos con enseres básicos: jabón, papel, cloro, detergente, algunos alimentos. No había juguetes, no había ropa, no había artículos que no fueran estrictamente necesarios. Los rostros apesadumbrados. Vi algunas risas, pero eran breves, forzadas, totalmente carentes de alegría. Murmullos entre parejas para decidir que llevar a casa y de que prescindir. Los altoparlantes mantenían la música, pero abajo había más silencio de lo habitual.

    Mi ánimo decayó. Mi corazón se estrujó. Debía haber unas ciento cincuenta personas ahí. Si sucediera que todos nos infectáramos, treinta tendríamos que ser hospitalizados. Habría tres muertos. Solo de los que estábamos ahí. A lo lejos observe las cajas. Ahí había abuelos ayudando a colocar los productos en los carritos. Ellos tenían más riesgo, pero podía ser cualquiera de nosotros. Tres, escojan. Escoja el virus, sírvase. La tristeza fue más profunda. Mis ojos se nublaron.

    Estaba por terminar la despensa de mis padres cuando entre la gente reconocí una conocida del trabajo. Jubilada. Buena persona y compañera. Nos saludamos de lejos, como nos han recomendado.

    «Ni modo, tenemos que seguir las reglas», expresé. «Así es», respondió. «Aunque tú sabes que te estrujaría con un abrazo porque te estimo mucho», completó.

    Sonrisa mía. Nos despedimos para seguir con nuestros deberes. No estamos solos. Tal vez existan las barreras físicas que permitan saludar como lo sabemos hacer, con afecto, con el contacto, con calor. Comprendí que más allá del plano material estamos unidos con muchas personas, cuidándonos. No estamos solos. Estamos luchando juntos. Vi a mis padres y reí con ellos. Traté de dejar las imágenes del centro comercial atrás. Me enfoqué en la compañera jubilada. Habría tiempo para saludar, para abrazar, para platicar con nuestros conocidos. Hay sombras en estos días, pero entre estas debe haber chispazos de luz. Chispazos que debemos convertir en fogonazos y, finalmente, en claridad. Retomemos los eventos alegres del día. Dejemos de lado la neblina. Avancemos juntos. No físicamente por el momento. Juntos con el corazón.

    ––––––––

    Día 2

    Un equipo.

    Mi esposa y yo somos un matrimonio normal. Y eso hace que tengamos los conflictos normales de cualquier pareja. Como cualquiera en este caso, evitamos cruzar palabras ayer. Cada quien por su lado. Hoy estuve editando algunos escritos en la mañana y leyendo algunos artículos. Seguía molesto con ella. Cuando llegará, que comiera sola. Yo después lo haría. Si se iba a la habitación, yo me quedaría en la sala o viceversa.

    Así pensé durante algunos lapsos esa mañana. Ella llegó del trabajo. Yo estaba en el patio haciendo algunas labores domésticas. Poco después salió al patio a dejar en el lavadero su uniforme para lavarlo inmediatamente. Todas las ideas de la mañana las mandé por el caño. La abracé, aunque ella se resistió al inicio. Le susurré al oído «juntos, amor. Siempre juntos». Su cuerpo cedió. Que agradable se siente cuando el cuerpo que me gusta abrazar se amolda suavemente a mis brazos. Me devolvió el gesto.

    No es tiempo de estar molestos. Es momento de mantenerse unidos, hacer frente a los retos venideros, a la incertidumbre del futuro. Es hora de que el equipo que somos se mantenga firme. No sabemos qué pasará. Y da un poco de miedo. No sabemos que se llevará esta tormenta. Pero, lo que sí sé es que ella es mi tabla de salvación, y yo soy la suya. Si cae, la levanto. Si me desplomo, ella estará dándome la mano. Nos secamos las lágrimas y fuimos a comer. Como siempre, el momento de la comida se prolongó más de lo debido. No paramos de hablar y hablar. Y de reír. Un equipo. Juntos, siempre juntos.

    ––––––––

    Día 3

    Orígenes.

    Era diciembre del año 2019. Realizábamos los preparativos para Navidad, incluyendo los regalos, los aguinaldos, la cena. Los días eran fríos, pero la importancia de la fecha inyectaba ese feliz calorcito en el cuerpo y en los corazones. Ya estaba el árbol de navidad, un mini nacimiento con figuras de plástico y algunos adornos. Estábamos muy bien, hasta ese momento, nadie sabía lo que se avecinaba.

    Alguien al otro lado del mundo. Un sujeto fue al mercado. El lugar era enorme y el bullicio de la gente se dejaba ver desde la entrada de aquel lugar. El aire estaba impregnado del olor a pescado y mariscos, combinado con el de la carne disecada de cerdo y el de algunos frutos del campo. Compradores por aquí y allá adquiriendo lo necesario para sus hogares o haciendo las compras para restaurantes y hoteles. Era todo un hervidero de gente. Aquel sujeto debió deambular por los pasillos y se topó con una sección descuidada y sucia, con animales vivos. Encontró ranas y serpientes, erizos y murciélagos. Había otros mamíferos pequeños y en la compra de algún animal, ahí mismo preparaban su carne para dirigirse directo al sartén.

    Criticamos esa práctica de comer cualquier tipo de animal por parte de los chinos. La verdad es que no estamos en posición de hacerlo. No vivimos en su cultura, no sabemos de sus gustos gastronómicos, no sabemos de sus carencias. Acá comemos chinicuiles, chapulines, chicatanas y gusanos de maguey. A ojos de algún extranjero, tampoco es como muy apetecible de entrada. En aquel entonces, aquel individuo pudo estar pasando por un pasillo plagado de animales exóticos vivos. Tal vez ideó en su cabeza una nueva receta con serpiente, posiblemente se decidió por una sopa de murciélago o a algún otro animalillo. A lo mejor solo se acercó a una jaula y miró dentro, tras lo cual se decidió mejor por una sopa de arroz con verduras, algo menos costoso para su bolsillo. Nadie sabe que pasó. Pero, hubo un momento en el cual un virus alojado en la nariz de un animal fue expulsado al ambiente. Flotó plácidamente, solo algunos minutos, libre e inofensivo para finalmente alcanzar a aquel individuo, aquel que miró con curiosidad la jaula.

    Ahí afuera hay muchos peligros. El hombre invade ecosistemas, toma lo que quiere de ellos y se expone a múltiples riesgos. Ahí afuera hay otros bichos esperando ser encontrados. Uno que se transmita igual que el actual, pero que le dé por matar más gente. O un virus hemorrágico de diseminación aérea. O una influenza altamente mutante. O una plaga resistente a antibióticos ¡Quien sabe!

    El hombre ha vivido con plagas desde su inicio. Este es otro peldaño más en una escalera interminable. Tenemos que aprender de este reto. Debemos aprender que, colaborando cada uno en nuestras respectivas trincheras, podemos hacer frente a las dificultades por venir. No será la última, ni la más grave, pero si no aprendemos, de nada sirven las muertes que nos deje.

    ––––––––

    Día 9

    Presente.

    A principios de año, mi esposa pensaba en las próximas vacaciones. Teníamos dos meses de haber salido a la playa, y ya hacia planes para conocer otro paradisiaco destino. Así, buscó en internet y encontró un lugar que no conocíamos, aunque atractivo. Los precios eran buenos, los beneficios inmejorables y el lugar muy seductor. Lo único que podía preguntarme era el cómo le hacía para encontrar esas ofertas. Tal vez era su obstinación.

    La televisión mostró infinidad de noticias, aunque uno de esos reportajes hablaba de una enfermedad en China, en un lugar que muchos no conocían, un sitio que muy pocos olvidaremos: Wuhan. Brevemente se expuso la detección de algunos casos de neumonía atípica, incluyendo un muerto. Apenas si pusimos atención a la nota periodística, era una simple neumonía al otro lado del mundo. Esa noche seguimos hablando de nuestras futuras vacaciones.

    La nota fue ignorada por muchos en todos lados... Los novios continuaron haciendo sus

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