ANDREA LEVY «Me levanto con mi enfermedad y me digo frente al espejo: “Hoy va a ser un gran día”»
e gustaría reencarnarse en Peggy Guggenheim y, como la mecenas norteamericana, impulsar, promocionar y apoyar a los grandes artistas y futuros talentos. Acciones que Andrea Levy (Barcelona, 1984) ya realiza desde su puesto como delegada del Área de Gobierno de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid. Es consciente de que la cultura sana y hay que tratarla como una cuestión de Estado. Descubrió esta pasión de niña, con el programa musical de la cadena televisiva TV3. Le gusta pasearse por los diarios de Jaime Gil de Biedma, y regresa con frecuencia a las páginas de donde encuentra ese grito de libertad frente a las convenciones. Ama a Chinaski y a Bandini a partes iguales, y en su mesilla de noche descansan los libros, de Jeremías Gamboa, y, de Iñaki Domínguez. Le gusta bailar de Lucía Fernanda, o de un del grupo Ginebras, y se fue a Londres, a la escuela de Central Saint Martins, a estudiar dibujo, porque salía en una canción de Pulp. No puede vivir de espaldas a los musicales de la Gran Vía ni a la época del Siglo de Oro, y sabe cómo potenciar todas las disciplinas, programas y centros artísticos con la máxima excelencia y pluralidad. No soporta que en redes sociales se ataque a alguien por lo que hace o por un defecto, como le ocurrió a ella cuando el año pasado reveló, tras recibir un sinfín de burlas y memes por una intervención en el Ayuntamiento, que padecía fibromialgia. Y gracias a su testimonio hizo visible una enfermedad que padece mucha gente en silencio y que tiene un doble estigma: el dolor casi paralizante que provoca y el de la incomprensión.
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