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Al otro lado del muro: Repensar las prisiones para mejorar la sociedad
Al otro lado del muro: Repensar las prisiones para mejorar la sociedad
Al otro lado del muro: Repensar las prisiones para mejorar la sociedad
Libro electrónico202 páginas2 horas

Al otro lado del muro: Repensar las prisiones para mejorar la sociedad

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Información de este libro electrónico

Las cárceles dicen mucho de los lugares en los que vivimos. Quienes las padecen se transforman, a veces son doblegados, generalmente se ven arrastrados a una experiencia cuyas secuelas no les permiten permanecer inmutables. Pese a ello, en nuestras sociedades abundan el simplismo y el prejuicio sobre lo que en ellas acontece, sobre el papel que desempeñan o deberían desempeñar. Privilegio, castigo, derroche, aislamiento son los conceptos que suelen ser utilizados y que el punitivismo instrumentaliza, para referirnos a un modelo que, según el marco legal actual, pretende reinsertar y reeducar. Nada más lejos de la realidad.

Desentrañar qué es y qué comporta su existencia es el reto que se ha propuesto uno de los políticos encarcelados e inhabilitados a raíz de los juicios del procés, Raül Romeva i Rueda. Su paso por diversas cárceles del Estado ha sido un motivo de peso para analizar nuestro modelo penitenciario, aprovechando y haciendo uso de su vivencia personal, mostrando una vida intramuros que en nada se parece a los relatos de ficción.

Un ejercicio sincero y ameno para repensar las prisiones y todo lo que las rodea ―un asunto tan trascendental como el que implica la privación de libertad y que tantas veces se enfoca desde una perspectiva represiva―, cuya intención es remover conciencias, proponer fórmulas más humanas y derribar ideas preconcebidas.
IdiomaEspañol
EditorialFoca
Fecha de lanzamiento16 may 2023
ISBN9788416842827
Al otro lado del muro: Repensar las prisiones para mejorar la sociedad

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    Al otro lado del muro - Raül Romeva i Rueda

    Akal / FOCA / INVESTIGACIÓN

    Raül Romeva i Rueda

    AL OTRO LADO DEL MURO.

    REPENSAR LAS PRISIONES PARA

    MEJORAR LA SOCIEDAD

    Las cárceles dicen mucho de los lugares en los que vivimos. Quienes las padecen se transforman, a veces son doblegados, generalmente se ven arrastrados a una experiencia cuyas secuelas no les permiten permanecer inmutables. Pese a ello, en nuestras sociedades abundan el simplismo y el prejuicio sobre lo que en ellas acontece, sobre el papel que desempeñan o deberían desempeñar. Privilegio, castigo, derroche, aislamiento son los conceptos que suelen ser utilizados y que el punitivismo instrumentaliza, para referirnos a un modelo que, según el marco legal actual, pretende reinsertar y reeducar. Nada más lejos de la realidad.

    Desentrañar qué es y qué comporta su existencia es el reto que se ha propuesto uno de los políticos encarcelados e inhabilitados a raíz de los juicios del procés, Raül Romeva i Rueda. Su paso por diversas cárceles del Estado ha sido un motivo de peso para analizar nuestro modelo penitenciario, aprovechando y haciendo uso de su vivencia personal, mostrando una vida intramuros que en nada se parece a los relatos de ficción.

    Un ejercicio sincero y ameno para repensar las prisiones y todo lo que las rodea ―un asunto tan trascendental como el que implica la privación de libertad y que tantas veces se enfoca desde una perspectiva represiva―, cuya intención es remover conciencias, proponer fórmulas más humanas y derribar ideas preconcebidas.

    Diseño interior y cubierta: RAG

    Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el art. 270 del Código Penal, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes sin la preceptiva autorización reproduzcan, plagien, distribuyan o comuniquen públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, fijada en cualquier tipo de soporte.

    Nota a la edición digital:

    Es posible que, por la propia naturaleza de la red, algunos de los vínculos a páginas web contenidos en el libro ya no sean accesibles en el momento de su consulta. No obstante, se mantienen las referencias por fidelidad a la edición original.

    © Raül Romeva i Rueda, 2023

    © Ediciones Akal, S. A., 2023

    para lengua española

    Sector Foresta, 1

    28760 Tres Cantos

    Madrid - España

    Tel.: 918 061 996

    Fax: 918 044 028

    www.akal.com

    ISBN: 9788416842827

    Logo_ministerio_con texto_para_digitalizacionLogo_plan_de_recuperacion_para_digitalizacion

    A Elda y a Noah, no dejéis que nunca,

    nadie, os arrebate la libertad.

    A Diana, hasta el infinito, sin muros.

    Índice de contenido

    AGRADECIMIENTOS

    A MODO DE INTRODUCCIÓN

    CAPÍTULO I ¡Que se pudran! En manos del populismo punitivo

    HABLEMOS DE ELLO

    QUIERO HABLAR DE LA OTRA PRISIÓN

    QUÉ FÁCIL ES ENTRAR

    NO VA (SÓLO) DE JUSTICIA, VA DE DEMOCRACIA

    A PRISIÓN, PORQUE SÍ

    TODO DEPENDE DEL OBJETIVO QUE SE BUSQUE

    HA LLEGADO LA HORA DE MIRAR DE OTRA MANERA

    EN SÍNTESIS: ¡MENOS SIMPLISMO!

    CAPÍTULO II De la prisión imaginada a la real

    SÓLO VEMOS LO QUE SE NOS MUESTRA

    MI PADRE ES UN OGRO

    Verla no significa conocerla

    Cuando la supervivencia depende de la no-verdad

    LAS PRISIONES TIENEN GÉNERO

    CUANDO ENTRAS EN UNA PRISIÓN, LOS DERECHOS FUNDAMENTALES SE QUEDAN EN LA PUERTA

    SEXO ENTRE REJAS

    HABLEMOS DE DINERO. ¿A CUÁNTO VA EL PRESO?

    TOCA CONFINAMIENTO: «Y AHORA, OS JODÉIS»

    EN SÍNTESIS: UN TRABAJO VOCACIONAL, QUE NO SIEMPRE LO ES

    CAPÍTULO III Un modelo dinámico y en constante evolución (o no)

    LA OBSESIÓN POR EL CASTIGO

    DE PRISIÓN A CENTRO PENITENCIARIO

    SITUACIÓN EN EL ESTADO ESPAÑOL

    NO OLVIDEMOS QUE AQUí DENTRO HAY PERSONAS

    CON LA (IN)JUSTICIA HEMOS TOPADO

    LA JUSTICIA COMO INSTITUCIÓN: MUCHO MARGEN DE MEJORA

    EN SÍNTESIS: CAMBIAR LA JUSTICIA PARA CAMBIAR LAS PRISIONES

    CAPÍTULO IV La reinserción como parámetro, la rehabilitación como instrumento

    PRISIÓN, ¿PARA QUÉ?

    LA PRISIÓN CON GAFAS REPUBLICANAS

    ATENCIÓN A LA VÍCTIMA Y REINSERCIÓN: LAS DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA

    LA PRISIÓN COMO INSTITUCIÓN SOCIAL

    EL VERDADERO OBJETIVO: LA (RE)INSERCIÓN

    UNA MIRADA COMUNITARIA

    EN SÍNTESIS: CAMBIEMOS DE GAFAS Y CAMBIAREMOS LA MIRADA

    CAPÍTULO V Pongámonos a trabajar

    PROPUESTAS DE ACTUACIÓN CONCRETAS

    UNA HERRAMIENTA PRÁCTICA: EL DEPORTE Y LA ACTIVIDAD FÍSICA COMO CATALIZADORES

    A MODO DE CONCLUSIÓN Hacia un modelo de prisiones abiertas

    LA PRISIÓN COMO PARTE DE UN SISTEMA QUE HAY QUE CAMBIAR

    NO ES PRECISO INVENTARLO TODO, PODEMOS COPIAR (POR EJEMPLO, DE LOS ESCANDINAVOS)

    PRISIONES ABIERTAS Y MOTIVACIÓN AL CAMBIO

    EN SÍNTESIS: PRISIONES ABIERTAS, HACIA UN MODELO ABOLICIONISTA

    BIBLIOGRAFÍA

    AGRADECIMIENTOS

    La lista de personas a las que he de agradecer su acompañamiento y ayuda en el proceso de redacción de este volumen es enorme. En primer lugar, a mis compañeros de reclusión, en Estremera, en Soto del Real y, por descontado, en Lledoners, especialmente a los que me han acompañado en el día a día del módulo 2. Cada uno con su singularidad me han mostrado una realidad que no me había atrevido a mirar hasta que los conocí.

    Por otro lado, ha sido mucha la gente que me ha ayudado en diversas fases del proceso de redacción de este texto, aunque algunas de ellas quizás no son del todo conscientes de ello. En concreto quiero mencionar algunos nombres, como por ejemplo Carles Mundó, Ester Capella, Amand Calderó, Susanna Gracia, Jordi Enjuanes, Elena Pla, Elisabet Ruz; Estefanía Torrente, Dani Villalain, Xavier Buscà, Xavier Pujadas, Andreu Van del Eynde, Marisa Díaz, Ivan Altisent y Sira Abenoza. Así mismo quisiera hacer un reconocimiento especial a los y las profesionales de las áreas físico-deportiva, cultural, educativa y de salud del C.P. Lledoners, así como a los y las profesionales de seguridad con quienes he tenido la ocasión de tratar a lo largo de todos estos años de reclusión, tanto en Cataluña como en Madrid.

    Finalmente, para esta versión en español, deseo agradecer la traducción hecha de forma entusiasta y profesional por Margarita López-Nieto Truyols, así como a todo el equipo de Akal, por su complicidad y compromiso con la justicia social.

    A MODO DE INTRODUCCIÓN

    Nadie conoce realmente un país hasta que no ha

    visitado sus prisiones.

    No se puede juzgar a una nación por cómo trata

    a sus miembros más distinguidos, sino por cómo

    trata a los más humildes.

    Nelson Mandela

    En una democracia ideal, la prisión no tendría que existir. Como máximo, se la tendría que considerar un mal menor. Y, por descontado, su función no debiera de ser nunca el castigo por el castigo, la venganza social, sino retirar de la sociedad, de manera temporal, a las personas que manifiestan comportamientos peligrosos y que, en consecuencia, ponen en riesgo la convivencia o la integridad física de otras personas.

    Pero no vivimos en una democracia ideal. De hecho, no conocemos ninguna democracia ideal. Todas las democracias son imperfectas y, por tanto, mejorables. Eso sí, algunas tienen más carencias que otras. La prisión es un claro indicador del grado de madurez de una democracia. No sólo por a quién aloja en ella (como apunta Mandela), sino porque muestra de manera clara y transparente cómo gestiona la justicia y aún más la injusticia.

    Es difícil imaginarse la vida sin prisiones. Como dice Angela Davis, la gente las da por asumidas. En el fondo, sabemos que la prisión es un espejo que nos muestra nuestro fracaso como sociedad, y no nos gusta vernos reflejados en él. Nos incomoda porque nos avergüenza de nosotros mismos; por eso no nos enfrentamos a ella como corresponde. Está ahí, pero preferimos no verla o al menos intentamos verla distorsionada para no despertar mala conciencia.

    Sin embargo, la prisión existe. Y dentro hay personas, sea cumpliendo penas privativas de libertad, sea como profesionales a los que se ha encomendado la misión de trabajar en ellas. Unas y otras suelen preferir el anonimato, o al menos la discreción, justamente para huir del estigma que acompaña su condición o su función.

    La singular situación en que nos ha tocado vivirla a algunos y a algunas de nosotros supone una oportunidad, a la vez que una obligación, para hablar de esta realidad de forma abierta y crítica con la voluntad de transformarla. Y esto es precisamente lo que me propongo en este ensayo.

    Después de casi cuatro años viviendo en diversas prisiones, en Cataluña y fuera de Cataluña, constato que el espíritu con el que se redactó el artículo 25.2 de la Constitución española, donde se establece de forma explícita que las penas privativas de libertad han de estar orientadas a la reeducación y a la reinserción social, ha resultado fallido. Hay que reconocer la buena intención de los redactores constitucionalistas que en 1978, después de cuarenta años de franquismo, quisieron ver en este texto un instrumento para poner fin al uso de la prisión como fórmula de represión. Pero cuarenta años más tarde puedo afirmar que este deseo bienintencionado no se ha cumplido, por lo menos no en la dimensión que seguramente se esperaba.

    Atribuyo este fracaso a la combinación de tres factores: un franquismo sociológico que nunca ha desaparecido y que contamina todas las estructuras del Estado, incluyendo el Ejército, la Policía, la Judicatura y la Fiscalía; un populismo político cada vez más desacomplejado y un simplismo de los medios de comunicación progresivamente sometidos a la dictadura del clikbait y del titular sensacionalista, que viven más pendientes del ruido en las redes que del deber de informar y que, a fuerza de alimentarse de noticias falsas, construyen una no-verdad cada vez mayor y más peligrosa. La prisión es un magnífico indicador de cuáles son las principales fortalezas y carencias de nuestra sociedad. En el Estado español, al igual que en la mayor parte de las llamadas «democracias occidentales», quienes acaban en la cárcel acostumbran a ser mayoritariamente hombres, con un nivel cultural bajo, una formación profesional también baja, procedentes de entornos familiares desestructurados y con poca red social. Por otro lado, quien envía a esta gente a la prisión suelen ser personas procedentes de entornos socioeconómicos altos, pertenecientes a familias acomodadas, bien situadas en el entramado social y político, mayoritariamente de mentalidad conservadora o directamente de derechas.

    La relación entre estas dos realidades es como mínimo compleja, a menudo tensa y por descontado desigual, injustamente desigual. Y es que detrás del fracaso penitenciario hay un evidente sesgo de clase. No únicamente, pero sí en esencia. Tal como yo lo veo, es como aquella pareja que, después de años de casados, no para de discutir sobre quién ha de lavar los platos. Llega un momento en que hay que entender que el problema no son los platos sucios (la existencia de gente que comete delitos y cómo los afronta el poder judicial), sino la misma relación de pareja (el funcionamiento de la democracia). En vez de hablar de la prisión, como se suele hacer, en términos circunstanciales (como quien habla de la última visita al zoo o de la última película que ha visto en el cine), es hora de hacerlo con una perspectiva estructural. ¿Qué es una prisión y, sobre todo, qué comporta su existencia?

    Vivir la prisión desde su interior y durante tanto tiempo me ha ayudado a entender mucho mejor la necesidad de verla diferente, y de querer cambiarla a partir de una mirada netamente republicana, que ponga la justicia social y la determinación democrática en el centro de las políticas penitenciarias.

    A decir verdad, si bien hablo a partir de mi propia experiencia, este camino de iluminación no lo he hecho solo. Me han acompañado centenares de presos y presas, profesionales del ámbito carcelario y familiares que, cada uno desde su situación personal, y cargando con sus circunstancias, me han mostrado el carácter caleidoscópico de la cuestión. Pero sobre todo me han reiterado la importancia de no ver el mundo en blanco y negro, de dar mucho más valor a los matices y a los grises, incluso a la duda como principio moral.

    Asimismo, he de mencionar algunos autores y autoras que, también fruto de sus experiencias previas, me han ayudado a desbrozar el trayecto. Una es Angela Davis (Are Prisons Obsolete?), a quien cito a menudo en las páginas que siguen. El otro es Louk Hulsman, quien, respondiendo a las preguntas de Jacqueline Bernat de Celis en Sistema penal y seguridad ciudadana: hacia una alternativa, critica la actual concepción dominante del sistema penal, al que considera un sistema de coerción del Estado y por el Estado. El individuo se deshumaniza, pierde así la esencia de su personalidad y queda reducido a ser víctima o autor del delito o de la infracción. Se institucionaliza el sistema. En realidad, ni el autor del delito ni la víctima tienen ninguna importancia. Para Hulsman, por muchas reformas e inventos que se lleven a cabo (se denominen «reinserción social», «respeto a la víctima» o «restauración»), el sistema siempre será ineficaz respecto al individuo. Y el motivo, dice, es porque el sistema no tiene en cuenta al individuo, sólo al Estado.

    Finalmente, el tercer autor que quiero mencionar es Nils Christie. Su aproximación se sitúa en el campo del dolor (Los límites del dolor). Parte de la base de que lo que persigue la imposición de un castigo, aunque sea en el marco de la ley, no es más que causar dolor de una forma deliberada. Según Christie, los intentos por cambiar a una persona, en este caso al infractor de una ley, comporta problemas de justicia. Asimismo, cuando sólo se quiere infligir una pena justa, se crean sistemas rígidos, insensibles a las necesidades humanas. Christie se propone poner fin a este dilema. Si se ha de infligir dolor, remarca, ha de quedar desposeído de cualquier propósito manipulador. Ha de tener una forma social similar a la que se considera normal cuando la gente tiene una aflicción profunda. Formulada así, como un ideal, esta situación podría ser tan valiosa como aquellas en las que se persigue el predominio de la bondad y las ideas humanitarias. Ya sabemos que son ideales que nunca se alcanzarán, pero vale la pena perseguirlos y hacer cuanto sea posible para acercarnos a ellos.

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