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Adolescencias, recorridos y contextos: Una historia de sus concepciones psicoanalíticas
Adolescencias, recorridos y contextos: Una historia de sus concepciones psicoanalíticas
Adolescencias, recorridos y contextos: Una historia de sus concepciones psicoanalíticas
Libro electrónico574 páginas7 horas

Adolescencias, recorridos y contextos: Una historia de sus concepciones psicoanalíticas

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"El establecimiento del vínculo entre psicoanálisis y adolescencia ha tenido una evolución lenta; durante el siglo xx la adolescencia se delimita progresivamente como objeto de estudio independiente para el psicoanálisis, a medida que algunos analistas encuentran las especificidades intrapsíquicas que la diferencian de la infancia y que impiden reducirla a los efectos inmediatos de los cambios fisiológicos de la pubertad o al resultado de influencias culturales o sociales particulares. Los conflictos del adolescente con sus padres y figuras de autoridad, que se expresan en la rebeldía, el oposicionismo y el desafío, están relacionados, desde un punto de vista psicoanalítico, con la actualización de los conflictos edípicos. Es en razón de esta concepción que el psicoanálisis aporta una explicación específica y distinta a aquella que formulan otras disciplinas psicológicas o sociales acerca de las luchas intergeneracionales. Lejos estamos de pensar ahora, como en los primeros tiempos de la Sociedad de Viena, que la adolescencia podría sobrellevarse sin conflictos si la ausencia de prohibiciones internas para la relación heterosexual y la satisfacción pulsional estuvieran garantizadas por circunstancias sociales favorables.
Adolescencias, recorridos y contextos. Una historia de sus concepciones psicoanalíticas permite, tanto al novel estudioso como al más experimentado, un acercamiento histórico y sistemático a la producción psicoanalítica sobre la adolescencia, ofreciendo un medio de acceso a importantes elementos teóricos indispensables para la reflexión acerca de la juventud.
"
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 oct 2015
ISBN9789588947020
Adolescencias, recorridos y contextos: Una historia de sus concepciones psicoanalíticas
Autor

Varios autores

<p>Aleksandr Pávlovich Ivanov (1876-1940) fue asesor científico del Museo Ruso de San Petersburgo y profesor del Instituto Superior de Bellas Artes de la Universidad de esa misma ciudad. <em>El estereoscopio</em> (1909) es el único texto suyo que se conoce, pero es al mismo tiempo uno de los clásicos del género.</p> <p>Ignati Nikoláievich Potápenko (1856-1929) fue amigo de Chéjov y al parecer éste se inspiró en él y sus amores para el personaje de Trijorin de <em>La gaviota</em>. Fue un escritor muy prolífico, y ya muy famoso desde 1890, fecha de la publicación de su novela <em>El auténtico servicio</em>. <p>Aleksandr Aleksándrovich Bogdánov (1873-1928) fue médico y autor de dos novelas utópicas, <is>La estrella roja</is> (1910) y <is>El ingeniero Menni</is> (1912). Creía que por medio de sucesivas transfusiones de sangre el organismo podía rejuvenecerse gradualmente; tuvo ocasión de poner en práctica esta idea, con el visto bueno de Stalin, al frente del llamado Instituto de Supervivencia, fundado en Moscú en 1926.</p> <p>Vivian Azárievich Itin (1894-1938) fue, además de escritor, un decidido activista político de origen judío. Funcionario del gobierno revolucionario, fue finalmente fusilado por Stalin, acusado de espiar para los japoneses.</p> <p>Alekséi Matviéievich ( o Mijaíl Vasílievich) Vólkov (?-?): de él apenas se sabe que murió en el frente ruso, en la Segunda Guerra Mundial. Sus relatos se publicaron en revistas y recrean peripecias de ovnis y extraterrestres.</p>

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    Adolescencias, recorridos y contextos - Varios autores

    (1995-96).

    [Parte I] Ideas inaugurales antes de la Primera Guerra

    1. La adolescencia en la obra de Freud

    Fredy Ricardo Moreno Chía y Mauricio Fernández Arcila

    La manera como Sigmund Freud se ocupó de la adolescencia estuvo determinada tanto por el tipo de presencia que ella tenía en la cultura alemana como por razones internas de su pensamiento, relativas a sus desarrollos y problemáticas. Por lo que respecta a la actitud de la sociedad vienesa de la época, debe tenerse en cuenta que estaba fijada en la imagen de una infancia asexuada. Por otro lado, los progresos posteriores a la Revolución francesa, en los dominios de la ciencia, la industria, el comercio y la exploración y colonización de territorios desconocidos, generaban un sentimiento de apogeo civilizatorio, y sustentaban un ambiente de fuerte autoridad en todos los campos. Era, pues, consecuente con este contexto proclamar la moderación, la tranquilidad y el respeto, valores tan contrarios al espíritu de los jóvenes.

    En cuanto al desarrollo del pensamiento de Freud, se sabe que, aunque entre los primeros casos clínicos tratados por él figuran adolescentes,¹ su pesquisa de la etiología de las neurosis lo condujo a darle mayor importancia, en la estructuración psíquica (normal o neurótica), a la infancia y a la niñez como períodos en los que tienen lugar las vivencias psicosexuales decisivas (reales o fantaseadas).

    Es más, para algunos,² la preeminencia de la sexualidad infantil solo pudo ser puesta en evidencia a través del análisis de adolescentes, a través de una generalización de la problemática de la adolescencia; movimiento de generalización que, además, según este autor, habría sido reflejado e inspirado por creaciones literarias de fines del XIX y comienzos del XX, tales como Despertar de primavera (1891) de Wedekind y Las tribulaciones del estudiante Törless (1906) de Musil.

    Desde otra óptica, sin embargo, puede decirse que el descubrimiento de la sexualidad infantil, aunque constituyó uno de los puntos de partida del psicoanálisis, contribuyó a destronar a la pubertad de su sitio central. La idea de la sexualidad como fundadora del psiquismo humano es probablemente más aceptable por su carácter inocente, en comparación con una sexualidad cuyo ejercicio se hace posible en virtud de su inscripción en el cuerpo adulto.³

    ¿En qué términos, pues, hace presencia la adolescencia en la obra de Freud? A excepción del tercero de los Tres ensayos de teoría sexual⁴, que se ocupa extensamente de los cambios psíquicos consecutivos a la aparición de la pubertad y que precisamente lleva por título Las metamorfosis de la pubertad, Freud no hace ningún otro tratamiento amplio del tema; en cambio, a lo largo de su obra alude a múltiples aspectos de la adolescencia, pero a manera de breves desarrollos dispersos, sin ningún ordenamiento metódico.

    Esto significa, de entrada, que no se puede esperar encontrar en las reflexiones freudianas ni una definición completa de pubertad o de adolescencia, ni términos constantes o unificados para designarlas, ni mucho menos definiciones idénticas a las que poseemos en la actualidad. No obstante, la recopilación, el seguimiento, los análisis de los cambios de contenido y significación que puedan representar las elaboraciones puntuales hechas por Freud en torno a la adolescencia, permiten identificar la presencia de concepciones más generales, que parecen subyacer a los aportes dispersos.

    1.1 La pubertad y etiología de las neurosis

    Es de esperar que en un primer momento las reflexiones de Freud relacionen la pubertad con la etiología de las neurosis, por cuanto la investigación freudiana en sus inicios,⁵ antes de descubrir el sentido de los sueños y de proponer una metapsicología, estuvo ocupada ante todo en la elaboración de una nueva teoría psicopatológica de dichas afecciones.

    Freud reconoce que, en correlación con la pubertad, no solamente se produce el florecimiento de determinados trastornos, sino sobre todo que ella opera como factor determinante. Así, por ejemplo, en el artículo Histeria para la enciclopedia de Villaret, considera que el período que antecede y sigue a la pubertad suele traer consigo, [...] un primer estallido de la neurosis⁶. Pero en los Estudios sobre la histeria⁷, todavía en la perspectiva charcotiana, se entiende que la sexualidad puberal incide en la distribución de la excitación en el sistema nervioso, sumándose a la predisposición neurótica o bien creándola. Luego, durante un tiempo, ese quantum de excitación, aumentado o desgastado, prematuro o retardado, se lo juzgará de acuerdo con el umbral psíquico-fisiológico que propone la diferenciación entre la neurastenia y la neurosis de angustia. El déficit psíquico, central en la nueva concepción de la etiología de la neurosis de angustia, permitirá integrar a la adolescencia, en la medida en que Freud encuentra que los jóvenes también son vulnerables a la neurosis de angustia, tanto como lo son a la histeria o a la neurastenia. Precisamente, una de las formas de neurosis de angustia, que Freud describía en primer lugar en su ensayo, la denominaba angustia virginal o angustia de las adolescentes⁸.

    El paralelismo entre los factores actuales e infantiles se desdibujará aún más en dos escritos del año 1895 sobre la histeria, en Estudios sobre la histeria (aparecidos en mayo) y en el manuscrito Proyecto de psicología (cuya redacción se concluyó en octubre del mismo año).

    En los Estudios... ese desdibujamiento se presenta precisamente cuando los autores tratan dos temas relacionados con la adolescencia: la predisposición a la histeria y la angustia virginal. Pero en el Proyecto..., gracias a la concepción de la angustia, se unifican las teorías al articular la naturaleza sexual-presexual de las vivencias de seducción de la infancia con la acción retroactiva {nachträglich} de la sexualidad puberal.

    Seguidamente, como consecuencia del ahondamiento de esta teoría psicopatológica, vendrá una crisis en 1897, marcada por el abandono de la visión realista del trauma de seducción, que abrirá el camino para una teorización ambivalente, la cual, por un lado, reinterpreta biológicamente la participación de la sexualidad infantil en la etiología de los diferentes trastornos, pero, por otro lado, no descarta la injerencia de los procesos psíquicos, en particular los que tramitan por medio de representaciones y de fantasías las excitaciones anímicas.

    1.2 La metamorfosis hacia la genitalidad

    El desarrollo de la teoría de la sexualidad infantil marcará un segundo momento teórico, en el que se plantea a la pubertad (en su sentido biológico) como punto de arranque del desarrollo final de la libido, del inicio de la genitalización de la sexualidad. Algunos autores opinan que en este momento de su investigación, con los Tres ensayos de teoría sexual, Freud había relegado tanto la pubertad como la adolescencia a un plano secundario, tomándolas solamente como una etapa en el desarrollo sexual del niño, sin atribuirles alguna especificidad. Pero este ensayo, desde su introducción, enumera los cambios que se inician con el advenimiento de la pubertad y que llevan la vida sexual infantil a su conformación normal definitiva⁹: hallazgo del objeto, emergencia de una nueva meta sexual, primacía de una nueva fuente de excitación, integración de las corrientes tierna y sensual.¹⁰

    La preferencia de los autores germanos de la época por el término pubertad, y las variables traducciones castellanas de las expresiones que se refieren a ese período de la vida, no han dejado de causar interpretaciones equivocadas. Entre ellas, concluir que Freud no tomaba para nada en cuenta a la adolescencia. En realidad, al principio del siglo XX las palabras Adoleszenz y Adoleszent eran muy poco usadas en la lengua alemana, por lo cual es muy probable que Freud no hiciera un uso estricto y diferenciado de los adjetivos adolescente (adoleszent), pubertario (geschlechtsreif) y joven (jugendlich), ni discriminara los sustantivos adolescencia (Adoleszenz), pubertad (Pubertät) y juventud (Jugend). Pero la constatación del intercambio, en contextos similares,¹¹ entre las palabras adolescente y pubertad, permite concluir que ello no representaba para Freud alguna consecuencia semántica.

    De allí también —y dado que las palabras Adoleszenz y Adoleszent no se difundirán en los países germánicos sino después de la Segunda Guerra Mundial bajo la influencia anglo-sajona—, que los primeros psicoanalistas germanófonos usaran los términos casi como equivalentes. Bernfeld, por ejemplo, para referirse a ciertos aspectos de la adolescencia, usaba términos como pubertad simple, pubertad genial, pubertad prolongada o pubertad inacabada (Einfache Pubertät, geniale Pubertät, gestreckte Pubertä, unendliche Pubertät)¹².

    Así mismo, la lectura de los Tres ensayos de teoría sexual¹³, permite sostener que con el término pubertad Freud designa (de manera metonímica) más bien los procesos psíquicos en torno a la organización de la genitalidad. Es decir, que deja en un segundo plano los cambios biológicos que la acompañan —a excepción de las nuevas capacidades de excitación que ellos conllevan—, pues lo que estima esencial es considerar la reorganización de la sexualidad prioritariamente en su constante relación con la sexualidad infantil.

    1.3 La pubertad bajo el imperio del Edipo

    Para que la adolescencia dejara de ser un simple factor auxiliar en la etiología de los trastornos psiconeuróticos o la fase de culminación del desarrollo sexual, se debió esperar otro lustro. Cuando es tomado en cuenta el Complejo de Edipo en su condición de complejo nuclear de las neurosis, la adolescencia pasa a ser definida más explícitamente como un momento de su reedición¹⁴, y podrá hablarse de un tercer momento de su concepción en la obra freudiana.

    En general, en los textos posteriores a 1905, los planteamientos acerca de algunas tareas y condiciones de la adolescencia, que ya habían sido esbozados en los Tres ensayos..., van a ser retomados, ampliados y precisados.¹⁵ En este sentido el papel que tiene el Complejo de Edipo en la adolescencia y en la determinación tanto de las neurosis como de la vida amorosa del adulto, se hará más evidente y específico. Así es como en Sobre un tipo especial de elección de objeto en el hombre, Freud explica con el Complejo de Edipo un tipo de relación amorosa. Pero una cosa más importante de este artículo es la mención de la ocasión en que al joven: "[...] aquellas comunicaciones de esclarecimiento le han despertado las huellas mnémicas de sus impresiones y deseos de la primera infancia y, a partir de ellas, han vuelto a poner en actividad ciertas mociones anímicas. Empieza a anhelar a su propia madre en el sentido recién adquirido y a odiar de nuevo al padre como un competidor {Nebenbuhler} que estorba ese deseo; en nuestra terminología: cae bajo el imperio del complejo de Edipo"¹⁶.

    Este establecimiento del Complejo de Edipo (positivo), como complejo nuclear de las neurosis, acaparó el pensamiento freudiano en torno a la etiología hasta los años 20, cuando en El yo y el ello¹⁷ se modifican los problemas planteados a raíz del descubrimiento de su faceta negativa (o invertida).

    Pudiera pensarse entonces que el papel etiológico creciente que asumió el Complejo de Edipo y la sexualidad infantil, habría hecho disminuir la importancia del après-coup. No obstante, al examinar las cosas más de cerca, se descubrela presencia continua de la retroactividad {Nachträglichkeit} como operación determinante de las remodelaciones psíquicas en la adolescencia. Así, por ejemplo, en 1915, en el ensayo metapsicológico sobre Lo inconsciente, al hablar de la discriminación del contenido de los sistemas del aparato psíquico (Inconsciente y Preconsciente-Conciencia), Freud afirma que una división tajante y definitiva del contenido de los dos sistemas no se establece, por regla general, hasta la pubertad¹⁸.

    Es cierto que los sucesivos hallazgos freudianos fueron provocando un desplazamiento de los procesos, tales como el de la etiología, el de la sexuación o el de la conformación del psiquismo, a momentos cada vez más tempranos. No solo las neurosis sino también la perversión y la paranoia son vistas a la luz del complejo edípico y de castración. Igualmente, se llega a hacer depender de estos complejos la génesis de instancias psíquicas como el Superyó, y finalmente la diferenciación sexual se remite a un momento anterior a la pubertad.

    Empero, se mantiene la concepción de la pubertad como un momento con potencialidad reorganizadora. Paradójicamente, cuando la etiología de la psiconeurosis llega a estar referida a un período cada vez más temprano, el papel retroactivo {nachträglich} de la adolescencia se aumenta y complejiza, puesto que los elementos sometidos al a posteriori son más numerosos y de distinta condición. En todo caso, el modelo del Edipo completo (negativo y positivo, u homosexual y heterosexual) enriquece el momento de la adolescencia, al incrementar el material que debe ser sometido a resignificación.

    Así mismo, el vínculo entre la sexualidad infantil y la adolescente seguirá siendo concebido por Freud en virtud de la acción a posteriori. En este sentido, cabe llamar la atención sobre la extensa nota que Freud incluye en el historial del Hombre de las ratas¹⁹, en la cual —tal como lo hacía en Sobre los recuerdosencubridores²⁰— atribuye a la pubertad el establecimiento de los recuerdos infantiles y su sexualización.

    También el caso del Hombre de los lobos²¹ constituye otro claro testimonio de la supervivencia de la idea del a posteriori, y a pesar de la renuncia parciala la teoría de la seducción. En este historial, Freud trata de demostrar que el paciente, a la edad de año y medio, percibió el coito entre los padres pero que solo lo comprendió a los cuatro años, como se manifiesta en el sueño de los lobos, en razón de los nuevos desarrollos de su sexualidad.

    Más tarde aún, en una nota de los Tres ensayos... agregada en 1920, dice que la elección de objeto se presenta primero para el adolescente en la esfera de la representación, y se refiere a las fantasías del período de la pubertad, indicando su relación con la investigación sexual infantil, su importancia en la formación de síntomas y de sueños. Añade que, en cuanto a su contenido, se trata sobre todo de aquellas que se singularizan por su universalidad y su considerable independencia de lo vivenciado por el individuo²², es decir, de las fantasías originarias (escena originaria, seducción, castración), de las fantasías de permanencia en el vientre materno y de la llamada novela familiar²³.

    En resumen, en los escritos posteriores a los Tres Ensayos..., a la reedición del Edipo y al conocimiento más completo de las relaciones sexuales que se presentan en el joven, Freud les atribuirá el enriquecimiento de las fantasías puberales, mientras que de la fijación de dichas fantasías responsabilizará a la masturbación. Todo ello sin abandonar la concepción del après-coup.

    NOTAS

    ..............................

    1. Katarina [Sigmund Freud, 1895d. Estudios sobre la histeria, en Obras completas, vol. 2, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80), 141-50], casos mencionados en las Actas de la Sociedad Psicoanalítica de Viena [Herman Nunberg y Ernst Federn, coord. 1906/33. Actas de la Sociedad Psicoanalítica de Viena: las reuniones de los miércoles, vol. 4 (Buenos Aires: Nueva Visión, 1979), Emma [Sigmund Freud, 1895e. Proyecto de psicología, en Obras completas, vol. 1, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80), 400-404], Dora [Sigmund Freud, 1901b. Fragmento de análisis de un caso de histeria en Obras completas, vol. 7, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80), 7-107].

    2. François Sauvagnat, 1992. La crise d’adolescence telle que la voyaient les premiers psychanalystes, en Destins de l’adolescence (Rennes: Presses de l’Université de Rennes, 1992).

    3. Maja Perret-Catipovic, François Ladame, 1997. Adolescence et psychanalyse: une histoire (París: Delachaux et Niestlé, 1997), 18.

    4. Sigmund Freud, 1905c. Tres ensayos de teoría sexual, en Obras completas, vol. 7, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed., 1976-80).

    5. Tal como la permiten construir algunos estudios, en particular Anzieu, 1959/75; Levin, 1978; Assoun, 1981. Un panorama más abarcador de la obra freudiana es realizado en Bercherie, 1984.

    6. Sigmund Freud, 1888c. Histeria, en Obras completas, vol. 1, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80), 57.

    7. Freud, 1895d. Estudios sobre la histeria, en Obras completas, vol. 2 (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80), 29-309.

    8. Sigmund Freud, 1984c. Sobre la justificación de separar de la neurastenia un determinado síndrome en calidad de ‘neurosis de angustia’, en Obras completas, vol. 3, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80), 100.

    9. Sigmund Freud, 1905c. Tres ensayos de teoría sexual, 189.

    10. Más adelante, menos explícitamente, se mencionarán otras tareas: el doblegamiento y desestimación de las fantasías incestuosas, el desasimiento de la autoridad de los padres y el enfrentamiento del sexo opuesto.

    11. Por ejemplo: [...] ninguna experiencia sexual exteriorizará efectos mientras el individuo no tenga noticia de sensaciones sexuales, o sea, en general, hasta el inicio de la pubertad [Freud, 1895e. Proyecto de psicología, 378, énfasis en el original]; al lado de: Toda persona adolescente tiene huellas mnémicas que sólo pueden ser comprendidas con la emergencia de sensaciones sexuales propias; se diría entonces que todo adolescente porta dentro de sí el germen de la histeria [Freud, 1895e. Proyecto de psicología, 404, énfasis en el original].

    12. Bernfeld, 1923. Über eine typische Form der männlichen Pubertät, Imago, vol. IX (1923): 169-88; Bernfeld, 1927. Die heutige Psychologie der Pubertät, Imago, vol. 13 (1927): 1-56; Bernfeld, 1935. Über die einfache männliche Pubertät, Zeitschrift für Psa. Päd., 9 (1935): 360-79.

    13. Y cuyos resultados pueden repetirse con otros escritos como: Sigmund Freud, 1898a. La sexualidad en la etiología de las neurosis, en Obras completas, vol. 3, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80); Sigmund Freud, 1908d. Sobre las teorías sexuales infantiles, en Obras completas, vol. 9, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80); Sigmund Freud, 1938d. Esquema del psicoanálisis, en Obras completas, vol. 23, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80).

    14. Sin embargo, la interpretación por parte de los post-freudianos de esta reedición, en el sentido de una pura recapitulación, será responsable de la falta de atención que durante casi toda la primera mitad del siglo XX tendrá la especificidad de la adolescencia. Sobre este tema véase: Mauricio Fernández, Notas sobre las transformaciones psíquicas de la adolescencia en la historia del psicoanálisis, Affectio Societatis, no. 21 (2014): 131-48.

    15. Entre muchos de los textos que fueron producidos en este período de la obra freudiana y que contienen menciones a la adolescencia, destacamos algunos que no son tratados en el presente escrito: 1909d. Cinco conferencias sobre psicoanálisis (en la Clark University); 1910a. Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci; 1912c. Sobre la más generalizada degradación de la vida erótica; 1914b. Sobre la psicología del colegial; 1914d. Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico; 1914e. Introducción del narcisismo; 1916a. Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo analítico; 1920a. Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina.

    16. Sigmund Freud, 1910d. Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre, en Obras completas, vol. 11, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80), 164.

    17. Sigmund Freud, 1923a. El Yo y el Ello, en Obras completas, vol. 19, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80).

    18. Sigmund Freud, 1915d. Lo inconciente, en Obras completas, vol. 14, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80), 192.

    19. Sigmund Freud, 1909c. A propósito de un caso de neurosis obsesiva, en Obras completas, vol. 10, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80).

    20. Sigmund Freud, 1899a. Sobre los recuerdos encubridores, en Obras completas, vol. 3, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80), 297-315.

    21. Sigmund Freud, 1914k. De la historia de una neurosis infantil, en Obras completas, vol. 17, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80), 9-110.

    22. Sigmund Freud, 1905c. Tres ensayos de teoría sexual, 206n.

    23. Estas últimas fantasías habían sido abordadas en Sigmund Freud, 1908i. La novela familiar del neurótico, en Obras completas, vol. 9, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80), 217-20.

    2. Las reuniones de los miércoles

    Fredy Ricardo Moreno Chía y Mauricio Fernández Arcila

    Es claro que Freud desarrolló múltiples consideraciones teóricas y clínicas acerca de fenómenos presentes en la adolescencia, empero él no la diferenció como una entidad independiente. Habida cuenta de la actitud de la sociedad vienesa hacia la juventud, es de suponer que sin la intervención de estímulos especiales, una inquietud teórica más consistente frente la adolescencia no podía desarrollarse. Es probable que la aparición de los movimientos de juventud alemanes en los albores del siglo XX¹ haya contribuido a poner más atención en ella y a cambiar en algo la postura a su respecto, pero en realidad ella solo fue objeto de teorización sistematizada más tardíamente y por parte de otros autores.

    En el año 1902 se inician las primeras reuniones de Freud con personas interesadas en estudiar el psicoanálisis. En un comienzo estuvieron presentes en ellas Alfred Adler, Max Kahane, Rudolf Reitler y Wilhelm Stekel, como quedó consignado en las Actas de la sociedad psicoanalítica de Viena². Dichas sesionesfueron llamadas Veladas Psicológicas del Miércoles o Reuniones de la Noche del Miércoles. En el trascurso de los años se adhirieron al grupo otros participantes.

    La parte más completa de las Actas³ de la Sociedad Psicoanalítica de Viena comprende los años 1906 a 1915, época durante la que se contó con la presencia de Otto Rank, quien ejercía entonces como secretario oficial y remunerado de la Sociedad. Sobre los años 1915 a 1918 existen algunos informes, pero fragmentarios e incomprensibles. De 1918 a 1933 solamente se consignan aspectos administrativos.

    Sin pretender hacer un examen detallado de la correlación entre la evolución de la teoría de Freud sobre la adolescencia y las discusiones sostenidas en las Reuniones Psicológicas de los Miércoles, es indudable que en sus debates, al igual que en la obra de Freud, era tenida en cuenta la condición etaria o biológica para diferenciar a algunos pacientes como jóvenes, hombres en crecimiento o adolescentes, pero, desde un punto de vista psíquico, todos los participantes consideraban todavía a los sujetos jóvenes como niños o bien los trataban como adultos; no se les reconocía explícitamente a los adolescentes un estado específico de naturaleza psíquica, o incluso sociocultural, distinto al del niño o al del adulto. Es claro que la manera como en dichas reuniones fueron tratados los tópicos relativos a la adolescencia correspondía al gran interés que ellos suscitaban; aquella, en cambio, no era abordaba teóricamente de una manera específica, ni fue objeto siquiera de un esbozo de teorización.

    Los temas concernientes a la pubertad infiltraban episódicamente las discusiones tenidas en las Reuniones Psicológicas de los Miércoles: el suicidio, el onanismo, la homosexualidad, la educación sexual, familias incestuosas o parricidas, dificultades nosológicas a partir del caso de un adolescente, papel de la escuela y de la homosexualidad latente de los profesores, relación de la creencia en Dios con la fe en el padre.

    Dichos temas eran objeto de una consideración apasionada, pues tocaban puntos censurados en tiempos de una sociedad muy autoritaria. Pero entre ellos, el onanismo fue ganando un interés creciente en los distintos participantes, a medida que evolucionaban los debates en estas reuniones.

    2.1 El debate sobre el onanismo

    La discusión sobre el onanismo fue más prolongada que la anterior sobre el suicidio, pues abarcó nueve reuniones vespertinas entre el 22 de noviembre de 1911 y el 24 de abril de 1912⁴.

    Esta, sin embargo, no es la primera vez que Freud trataba la cuestión. Con anterioridad sus enunciados sobre el tema concernían a tres puntos relacionados: el valor etiológico de la masturbación en las neurosis (ante todo las neurosis actuales más que en las de transferencia); el papel que asume el onanismo luego del abandono de la teoría de la seducción, y en tercer lugar la definición de tipos de masturbación según el momento del desarrollo libidinal.

    Con la renuncia a la teoría de la seducción en 1897, Freud cambia su visión etiológica acerca de la relación entre neurosis y masturbación. Así, mientras que en Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa⁵ consideraba que la masturbación infantil era el producto de una seducción, después de 1897 considerará que la fantasía de seducción es en realidad una defensa frente a la actividad masturbatoria de la infancia. Este viraje respecto a la manera de concebir la relación entre seducción y masturbación, se opera cuando la sexualidad infantil se ha constituido en el pensamiento freudiano como un factor determinante.

    La masturbación deviene, pues, el contenido sobre el cual se efectúa la defensa y en aquello que marca los destinos de la sexualidad en la pubertad y la adultez⁶, y esta posición de Freud no puede verse como pasajera, pues en 1917 la reafirma casi en los mismos términos.⁷

    Freud estableció y diferenció los modos de masturbación del autoerotismo infantil desde los "Tres ensayos.... En esta obra discrimina entre el onanismo de la lactancia, el onanismo de los cuatro años (onanismo propio de la fase fálica y del que hace depender el complejo de castración), y por último, el onanismo de la pubertad. En el Hombre de las ratas, considera que el onanismo de la pubertad no es otra cosa que el refrescamiento del hasta hoy siempre desdeñado onanismo de la infancia, que alcanza su apogeo casi siempre hacia los 3, 4 o 5 años"⁸. Es decir, es el mismo onanismo de la lactancia que había quedado suspendido en el período de latencia; solo que este onanismo infantil se ve revitalizado por la segunda oleada pulsional propia de la pubertad y bajo el imperio, en este momento, de lo genital.

    Ahora bien, estas prácticas onanistas, como lo expresará en Fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad, encuentran su soporte no solo en las modificaciones anatómicas, sino también en las fantasías que alimentan el acto. En un principio, opina Freud, la acción autoerótica destinada a ganar un placer de órgano no se acompaña de ninguna representación-deseo, solo después viene a unírsele una representación-deseo tomada del círculo del amor de objeto⁹. Tras abandonar este tipo de satisfacción la fantasía se hace inconsciente, y si no aparece un modo de satisfacción sexual alternativo o sublimatorio, si el individuo se esfuerza en la abstinencia, la fantasía será reforzada y se materializará en un síntoma. En este sentido las fantasías que acompañaron el acto onanista devienen la fuente de los síntomas. Un ejemplo que ilustra esta particular forma de conformación del síntoma se encuentra en el caso de la joven Dora.

    En Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa, Freud plantea el importante papel de las fantasías de masturbación en lo tocante a los deseos incestuosos. Estima que los actos onanistas refuerzan la fijación en los objetos infantiles, y que en nada cambia que en las situaciones fantaseadas que llevan a la satisfacción onanista los objetos sexuales originarios sean sustituidos por objetos ajenos¹⁰. Es rotundo en afirmar que en la colocación real de la libido no se consuma progreso alguno, pues ella sigue adherida en lo inconsciente a los objetos incestuosos, fijada a fantasías inconcientes incestuosas¹¹ cuyo resultado es la impotencia absoluta del joven.

    Por otra parte, la relación con la culpa de la fantasía masturbatoria, más que el acto onanista mismo, puede ser tal que dé lugar al denominado masoquismo erógeno y regresiones libidinales (Hombre de los lobos) o a tentativas de emancipación (Hombre de las ratas). Ahora bien, para conocer las ideas sobre la masturbación sostenidas por otros integrantes de la comunidad psicoanalítica de entonces, es de utilidad remitirse al Simposio sobre el Onanismo. El escrito de Freud titulado Contribuciones para un debate sobre el onanismo¹², comporta las conclusiones que él hiciera para dicho Simposio, durante la última reunión tenida el 24 de abril de 1912 (y que en las Actas aparece bajo el nombre de Epílogo). Es, pues, una especie de balance.

    Según esta síntesis, parece haber un consenso en torno a la importancia de la fantasía que acompaña a la masturbación y del sentimiento de culpabilidad anclado al onanismo. Las divergencias nacen principalmente respecto al reconocimiento de algún factor somático en la masturbación, a la nocividad de la masturbación y a la universalidad de la actividad masturbatoria en la infancia. También se presentan incertidumbres en torno a la relación del onanismo con las neurosis actuales.

    Las intervenciones de Freud durante el Simposio se circunscriben a repetir puntos de vista ya comentados. Su posición se matiza un poco, pues aunque sigue pensando que el onanismo es una expresión sintomática, llega a aceptar que en ciertas condiciones podría practicarse sin consecuencias.

    Con Stekel discute sobre las neurosis actuales, y lo contradice manifestando (como ya lo hacía desde la sesión del 15 de enero de 1908) su convicción acerca del carácter dañino del onanismo, tanto en un plano somático como en la neurastenia, como también, y de modo más grave, en el campo psíquico (fijación de las metas infantiles y la permanencia del infantilismo psíquico, facilitación del camino hacia la neurosis y hacia la impotencia). Con todo, parece indicar que habría un lapso de tiempo durante el cual dicha práctica sería innocua. Además, observa que cierto rebajamiento en la potencia viril sería benéfico para la cultura en la medida en que le permite al hombre observar las virtudes exigidas de la templanza y la formalidad.

    Por otra parte, declara renunciar a su tesis sobre la ubicuidad del onanismo debido a las críticas de Reitler. Así mismo, exhorta en varias ocasiones a los otros interventores a no olvidar la diferencia entre la masturbación universal del infante y la masturbación de la pubertad, advertencias que permiten sospechar que Freud atribuía un papel crucial a la masturbación de la pubertad.

    2.2 Otros problemas de la pubertad tratados en Las Minutas

    Vale la pena destacar algunas sesiones que estuvieron consagradas a otros asuntos:

    El 13 de febrero de 1907, Reitler hace el estudio de Despertar de primavera de Franz Wedekind. Incitado por esta obra, Freud comenta acerca de las teorías sexuales infantiles; también comenta acerca del papel de la escuela, de la función represiva de los diarios de adolescentes y del suicidio como apogeo del autoerotismo negativo. Por su parte, Rank se ocupa más de la psicología del propio Wedekink, hecho que es criticado por Kahane. En cambio, Sadger, Heller y Federn observan que Wedekind es el único autor moderno que ha reconocido la importancia de la sexualidad infantil.

    El 16 de diciembre de 1908, respecto a la prevención de los traumatismos sexuales, y con el argumento de que los efectos de dichos traumatismos se hacen sentir solamente en la pubertad, Freud propone una especie de tratamiento social, una reforma social que dé mayor libertad sexual a los jóvenes. Estas afirmaciones, que recuerdan las de su artículo publicado en marzo de ese mismo año, La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna, podrían tomarse como indicadores de la influencia de Freud sobre los movimientos de juventud (ver más abajo).

    El 17 enero 1912, Sadger analiza la vida de Friedrich Hebbel, enfocando la actitud del escritor respecto a sus padres, hermanos y hermanas durante la adolescencia, actitud además trascrita por el poeta en textos suyos como Los hijos solitarios, Parricidio y Fratricidio. Sadger, sin embargo, no relaciona claramente la actitud edípica de Hebbel con los eventos de su adolescencia.

    Por último, anotemos que en la sesión del 16 de diciembre de 1914, Theodor Reik presenta su visión acerca de los Ritos de pubertad¹³.

    En conclusión, en estas sesiones de la Sociedad Psicoanalítica de Viena se trataron los temas relativos a la adolescencia con entusiasmo y pasión, pero sin considerarla como un objeto teórico definido. No es suficiente, para explicar la ausencia de una teorización específica, atribuirla principalmente a esa falta de distancia emocional. No obstante el desmonte hecho allí de ciertos enunciados defensivos acerca de la adolescencia, así como el hecho de que se la trate implícitamente como un punto privilegiado que reúne las interrogaciones movilizadas por el descubrimiento psicoanalítico, harán posible su teorización ulterior.

    2.3 Inicio del movimiento psicoanalítico

    El 1º de octubre de 1907, el círculo privado de la Sociedad de los Miércoles se transforma en Sociedad Psicoanalítica de Viena, con lo cual se marca el dinámicoinicio del movimiento psicoanalítico. Ese mismo año se crea la Sociedad de Zurich (Jung, Bleuler). Al año siguiente se realiza también el Primer Congreso Internacional de Psicoanálisis, en Salzburgo, en el cual se lanza la iniciativa de crear una revista para propagar las ideas freudianas (Jahrbuch fürpsychoanalytische und psychopathologische Forschungen - Revista anual de investigaciones en psicología y psicopatología).

    Entre el Primer Congreso Internacional de Psicoanálisis, en 1908, y el estallido de la Guerra en 1914, el movimiento psicoanalítico se expandió, pero, al mismo tiempo, sufrió disensiones tan importantes como las de Adler y Jung.

    Después de las conferencias que Freud imparte en la Clark University por invitación de Stanley Hall, en 1909, se genera una primera ola de implantación del psicoanálisis en los Estados Unidos. La visita de Freud atrajo un público muy variado, entre el que se contaban psiquiatras y neurólogos como Adolf Meyer, James Jackson Putnam y Abraham Arden Brill, interesados en la cura de las neurosis; psicólogos como William James y Edward Bradford Titchener, antropólogos como Franz Boas o activistas políticos como Emma Goldman. No obstante, la presencia de Freud no parece haber generado algún intercambio entre él y Hall, el inventor del concepto médico de adolescencia.¹⁴

    La fundación de la primera sociedad psicoanalítica norteamericana, la de Nueva York, tiene lugar el 12 de febrero de 1911, bajo la presidencia de A. A. Brill (1874-1948), quien realizó las primeras traducciones de los escritos de Freud al inglés. Poco después, el 9 de mayo de 1911, se funda la Asociación Americana de Psicoanálisis, cuyo primer presidente fue J. J. Putnam (1842-1918). En 1914 se funda la Sociedad Psicoanalítica de Boston y se forman grupos en la región de Washington-Baltimore, así como en Chicago.

    En Europa, en 1910, surge la Asociación Psicoanalítica Internacional, el mismo año en que se lleva a cabo el Segundo Congreso en Nuremberg. El movimiento prosigue con la constitución de la Sociedad de Munich y la Sociedad de Rusia, en 1911, y la conformación de los grupos de Budapest y Londres en 1913.

    Durante los años anteriores a la Primer Guerra Mundial se produjeron numerosos trabajos teóricos y prácticos que ya esbozaban los futuros cambios. A lo largo de este período, se destacan entre las contribuciones de Freud a la adolescencia, el tercero de los Tres ensayos de teoría sexual¹⁵, y las adiciones teóricas que continúa haciendo en escritos subsiguientes, referidas principalmente al Complejo de Edipo y al contenido de las fantasías y al onanismo. Cabe resaltar el historial de Juanito¹⁶ por sus consecuencias, no solo para el niño que se cura de su fobia a los caballos, sino para el psicoanálisis de niños, puesto que dicho caso puede considerarse como inspirador de la práctica que ejercerán en los decenios siguientes Hug-Hellmuth, Anna Freud, Melanie Klein, Winnicott y muchos otros.

    Entre las últimas contribuciones de esta época al conocimiento de la adolescencia, cabe citar Sobre la psicología del colegial¹⁷, el ensayo sobre los ritos de pubertad de parte de uno de los psicoanalistas de los miércoles¹⁸ y finalmente la redacción, por Hermine Hug-Hellmuth, del Diario de una adolescente, concluida en 1915, cuya edición se pospuso hasta 1919 a causa de la guerra, pero que de hecho ya contaba con el prefacio del mismo Freud,¹⁹ en el que este considera la obra como una verdadera joya.

    NOTAS

    ..............................

    1. En este sentido, en Berlín, en 1901, tuvo lugar la fundación oficial del movimiento de los Wandervögel (pájaros migratorios) bajo el liderazgo de Karl Fischer; Ver Saúl Friedländer, 1975. Historia y psicoanálisis, 156-60.

    2. Nunberg y Federn, coords. 1906/33. Actas de la Sociedad Psicoanalítica de Viena: las reuniones de los miércoles, vol. 4.

    3. El proceso de edición de estas minutas comienza en 1938, cuando Freud, al emigrar de Viena, le entrega los manuscritos a Paul Federn. Los cuatro tomos de la primera edición en lengua inglesa de Las Actas aparecen entre 1962 y 1975; la primera edición francesa, que comienza en 1976 y culmina en 1983, fue recogida en la colección Connaissance de l’inconsciente de Gallimard, dirigida por J-B Pontalis.

    4. Según la nota introductoria de Strachey, en Sigmund Freud, 1912f. Contribuciones para un debate sobre el onanismo, en Obras completas, vol. 12, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80), 249.

    5. Sigmund Freud, 1896b. Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa, en Obras completas, vol. 3, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80).

    6. Sigmund Freud, 1905d. Mis tesis sobre el papel de la sexualidad en la etiología de la neurosis, en Obras completas, vol. 7, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80), 266.

    7. Sigmund Freud, 1915k. Conferencias de introducción al psicoanálisis, en Obras completas, vols. 15-16, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80), conferencia 23.

    8. Freud, 1909c. A propósito de un caso de neurosis obsesiva, 159.

    9. Sigmund Freud, 1908a. Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad, en Obras completas, vol. 9, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80), 143.

    10. Sigmund Freud, 1912c. Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa, en Obras completas, vol. 11, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80), 172.

    11. Freud, 1912c. Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa, 176.

    12. Freud, 1912f. Contribuciones para un debate sobre el onanismo.

    13. Theodor Reik, 1914. Los ritos de pubertad de los primitivos, en El ritual: estudio psicoanalítico de los ritos religiosos, trad. Gabriela Rosso (Buenos Aires: Acme-Agalma, 1995), 111-201.

    14. Stanley Hall, 1904. Adolescence Its Psychology and Its Relations to Physiology, Antropology, Sociology, Sex, Crime, Religion and Education (Nueva York: D. Appleton and Company, 1905).

    15. Freud, 1905c. Tres ensayos de teoría sexual.

    16. Sigmund Freud, 1909b. Análisis de la fobia de un niño de cinco años, en Obras completas, vol. 10, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80).

    17. Sigmund Freud, 1914b. Sobre la psicología del colegial, en Obras completas, vol. 13, trad. José Luis Etcheverry (Buenos Aires: Amorrortu, 2ed, 1976-80).

    18. Reik, 1914. "Los ritos de pubertad de los

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