Hasta la mitad del siglo XX, la Psicología estaba representada por dos corrientes teóricas claramente enfrentadas: el Psicoanálisis y el Conductismo. El Psicoanálisis argumenta que muchos traumas de la personalidad se han desarrollado durante la infancia para terminar anidando en el inconsciente. La superación de estos traumas solo es posible cuando estos emergen a la mente consciente. Para ello, el terapeuta debe escuchar al paciente, que debe expresarse a través “asociación libre” –sin reprimir sus pensamientos–, en la clásica imagen popularizada de la sesión de diván. En contraste, el Conductismo prefiere simplificar este esquema, considerando que el individuo es una especie de “caja negra”, cuya conducta depende de los estímulos que se le presentan desde el exterior. En este contexto, los “traumas” serían conductas desadaptativas que han sido condicionadas por el ambiente y que pueden contrarrestarse a través de determinadas estrategias, siempre manipulando los factores externos. Frente al Psicoanálisis y el Conductismo surge una “tercera fuerza”, la Psicología Humanista, que considera que ambas corrientes pecan de parcialidad al no ofrecer una visión holística del ser humano.
DEL EXISTENCIALISMO AL HUMANISMO
Sus antecedentes más inmediatos surgen en un período comprendido entre 1929 –coincidiendo con el “crack” de la Gran Depresión– y principios de la década de 1960. Sus raíces se extienden hasta la corriente existencialista, que tiene su origen el siglo XIX a través de pensadores como Kierkegaard (1813-1855) y Nietzsche (1844-1900), y que en el siglo XX encontrará su máximo exponente en autores como los franceses Sartre (1905-1980) y Camus (1913-1960) o el español Unamuno (1864-1946).
En muchos textos se menciona que la Psicología Humanista nace oficialmente en Estados Unidos en 1962 coincidiendo con el primer Encuentro Nacional de la American Association For Humanistic Psychology (AAHP), aunque. Por este motivo, en 1986 hubo quienes celebraron el 25 aniversario del nacimiento de la Psicología Humanista, un término que fue empleado por primera vez por en un artículo publicado en 1956 titulado . Aunque a los puristas del dato tal vez les interese que, por casualidad o no, un artículo de idéntico título había sido publicado un año antes por (1906-1969), psicólogo social interesado en el estudio de la opinión pública y que llegó a investigar la influencia y el pánico desatado con la clásica emisión radiofónica en 1938 por (1915-1985) de .