Las cárceles de México y el mito de la reinserción social
¿Quién es Daniela Ancira?
Estudié Derecho en la Universidad Anáhuac. Durante la carrera, la universidad tenía un programa de voluntariado para que las alumnas de la Facultad de Derecho dieran asesoría jurídica en el penal de Barrientos. Este programa me interesó muchísimo. Por cultura general, como abogada, tenía que conocer cómo era la cárcel, así que entré como voluntaria. Cursaba los primeros semestres de la carrera y no sabía nada de derecho penal. Así empecé a conocer el sistema penitenciario. Me impresionó mucho ver que la mayoría de la gente que acude a las visitas son mujeres; he aprendido que las mujeres somos quienes más vamos a los reclusorios. También me impresionaron los filtros de seguridad, los olores, las condiciones de higiene. Algo que me impactó fue saber que no había actividades productivas en prisión, que la gente no aprende nada, que no hay clases, ni trabajo.
▪ ¿Por qué decidiste involucrarte con los dramas penales y ayudar a las mujeres que están privadas de la libertad?
Para mí, conocer una cárcel fue conocer un México invisible. Me acuerdo de la primera vez que fui al penal con una chava que en ese entonces tenía mi edad—21 años, más o menos—y me contó su historia. Me dijo que estaba en prisión desde los 18 años porque había salido con un chavo pandillero que vendía droga y en el momento en que lo detuvieron a él también la detuvieron a ella y la condenaron a 20 años.
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