“Lo que yo quisiera es encontrar una habitación de cuatro por cuatro metros, con una silla de metal desnuda, al fondo un escritorio solo y oxidado, todo salpicado de sangre”; “En verdad, lo que yo quisiera saber es el nombre del militar que me torturó y que lastimó también, con una botella rota, los genitales de una niña de 16 años presa junto conmigo”; “A mí me gustaría confrontar, maldecir a los militares; sin embargo, reconozco que hay que tener entereza, reprimir nuestros deseos más profundos y proceder con respeto, con inteligencia”; “Estoy seguro de que la verdad nos hará libres; por eso sé que esta visita nos aliviará de un peso que hemos llevado a cuestas por décadas”.
El denominador común en el deseo