UNA TAZA DE CAFÉ PARA DISRUMPIR LAS CÁRCELES
En 2017 Sylvia Arvizu fue galardonada con el premio al Concurso del Libro Sonorense por su libro de crónicas Las celdas rosas. En su texto “Taza de café”,1 la autora narra el día en que un juez decidirá si le otorga o no la libertad anticipada, figura prevista en la Ley Nacional de Ejecución Penal (LNEP).
Aquel día “teñido de matices naranjas” la rabia apareció en la autora cuando, resguardada bajo la sombra de un árbol de limón en la cárcel, donde tomaba una taza de café, leyó en un periódico la sentencia de un juez: “Sin penetración no hay violación”, fallo a favor de uno de los Porkys, quien acababa de ser absuelto después de haber sido acusado por el delito de pederastia. El sistema de justicia desamparó a una menor de edad víctima de violación para protegerlo a él: “Es hombre y a los hombres las leyes los acarician”.2
Esta afirmación que la había indignado se actualizó más tarde cuando, en el juzgado ante el cual solicitó que se le diera libertad anticipada por haber cumplido con los requisitos establecidos en la LNEP para alcanzarla, escuchó la sentencia del juez que también se encargaría de su caso, en relación con la situación
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