Entrado en años
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Para ello se sirve de uno de los poemas más leídos, cantados y aprendidos de memoria por su generación, como lo es "Llegó con tres heridas" del español Miguel Hernández. Vaya forma de invitarnos a su lectura. Con ironía, sarcasmo y humor negro, realiza la radiografía de un país y de una generación que se fue deshaciendo, volviéndose adulta, entrando en años a punto de vejámenes, desaparecidos y verdugos. Orlando López poetiza estas pérdidas sin nostalgia ni melancolía, sin lamentosas quejas. Es la risa sarcástica, incluso caricaturesca la que aquí se impone. Poesía coloquial, donde la sencillez del lenguaje nos transporta a lo luminoso, al esplendor de lo oculto. visibiliza lo que, aun detrás de los derrotados sueños, se agita y se estremece entre nuestras frondas.
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Entrado en años - Orlando López Valencia
DE LA VIDA
SISTEMAS
De los sistemas que jugamos cuando niños
la monarquía fue el preferido.
Poco sabíamos de genuflexiones y tributos.
Nos interesaba la princesa, sus labios rojos,
su piel inmaculada,
el reino era una mansa muchedumbre
parecida a nuestro barrio.
De los sistemas que intentamos cuando jóvenes,
el socialismo fue, sin duda, el que elegimos.
Poco sabíamos del capital, la mercancía,
la lucha de clases,
nos interesaban las muchachas del partido,
sus caras limpias, sus caderas.
La Unión Soviética era un mapa
con el que tapábamos los huecos
del rancho en que vivíamos.
De los sistemas que perturbaron nuestros sueños
la dictadura fue una pesadilla.
Sospechábamos de todos
y la muerte dejó de ser involuntaria.
Nos interesaban los refugios, las armas, el coraje.
El país era un mal presentimiento.
De los sistemas que heredamos cuando viejos
la democracia fue el que nos tocó.
Lo sabíamos todo pero ya era tarde.
Recordábamos las princesas,
las muchachas del partido,
y las que pese a nuestro esfuerzo,
nunca logramos tener.
El país era un oscuro juego de armar
a punto de caer.
CAMARADA
Antes izabas la bandera de la libertad,
encabezabas las marchas de protesta,
no te arredraban los tanques de guerra
ni los gases lacrimógenos.
Ahora te veo abandonar la