Al oeste de las aguas
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Después, olvidaron lo irrecuperable y todos fueron, estuvieran donde estuvieran,
del OESTE DE LAS AGUAS.
Los continentes perdieron sus nombres.
Al fin, todos estaban al OESTE DE LAS AGUAS.'
El guiño poético geográfico que da título al libro de Claudia Celaya se despliega ( desliza) a lo largo de sus páginas para indagar sobre las posibilidades de contar la experiencia desde coordenadas espacio- temporales; para ensayar, entretanto, una cartografía de lo humano.
En Al oeste de las aguas el mito fundacional se convierte en mito del exilio, en un origen signado por el partir y el partir-se de quienes 'Se alejaban por oponerse al camino o se hundían en búsquedas perdidas.' En esta travesía los puntos cardinales solo sirven para marcar la ausencia: el lugar que se ha abandonado (perdido), el espacio al que aún no es posible arribar, un horizonte brumoso que no logra definirse porque el sol sólo alumbra la ruta, 'la raya que divide en dos la simetría y la cruza perdiéndose...quién sabe desde dónde hasta cuándo'. Habrá que transitar entonces la lectura con ánimo de viajero errante, mezclándose con el paisaje humano y vegetal que la obra delinea con una tinta sutil.
Pamela Cámara.
Claudia López Celaya
Claudia Lopez Celaya nació en algún lugar de la provincia de Buenos Aires, Argentina, que no quiere recordar, aproximadamente en el año 1949. Música desde la infancia, se des- empeñó como intérprete y/o compositora de Música Incidental para Teatro. Dramaturga y actriz, se inmiscuye/compromete/participa en cualquier oficio que combine/condense sonidos y silencios desde diversos lenguajes, para entender la realidad a través del único medio posible: la ficción. Sus obras han vivido sólo en el espacio de un escenario y el tiempo justo para dar paso a la próxima, en la urgencia creativa que demanda. Por tal motivo, sólo 'AL OESTE DE LAS AGUAS', que responde al lenguaje escrito, es publicado. Hace ya varios años huyó a El Bolsón, Patagonia Argentina, donde continúa dando clases y presentando espectáculos músico-teatrales; recurriendo al humor como único oxígeno posible.
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Al oeste de las aguas - Claudia López Celaya
Indice
LOS VIAJEROS DE VIAJES
LOS SUEÑOS
CAMINAN
LA LLUVIA Y EL TIEMPO
LAS LINEAS
LAS MANCHAS
EL PERRO AZUL
LA LUZ
LOS COTIDIANOS
LA ARENGA DE NADIE
LA PESTE
LA TRAICION
LA NOCHE DE LA DERROTA
LAS ATADURAS
EL ARMA SECRETA
LA CUALIDAD DE LOS PAJAROS
LOS QUE VUELAN
LA ENSEÑADORA
LAS PARIDORAS
LOS HIJOS
ORACIÓN DE NADIE
EL PAPEL
LA VIEJA CHALUPA
EL PALABRERO
LA CUEVA CLAUSURADA
EL SANTO
ELLA
EL SUICIDA
ANTES
RECUERDO
EL OLVIDO
LAS MANOS
NADIE LES CUENTA DEL EXTRAÑADO
EL NIÑO DE 10 AÑOS
LA BURLADORA
LAS CAPUCHAS
LA BANDA
MAÑANA
LA LLEGADA
¿CUÁNTOS?
LOS QUINIENTOS
EL TESTIGO
I
LOS VIAJEROS DE VIAJES
Antes
de que ocurriera AQUELLO.
todos pertenecían a algún lugar.
Después,
olvidaron lo irrecuperable y todos fueron
estuvieran donde estuvieran:
del OESTE DE LAS AGUAS.
Los continentes perdieron sus nombres.
Al fin, todos estaban al
OESTE DE LAS AGUAS.
Cuando el HOMBRE y la MUJER se trasladaban, solo cambiaban de clima.
Se introducían lentamente en primaveras, otoños, inviernos y veranos según como decidieran en tiempo y manera apurar el paso, calculando altitudes y latitudes.
Cambiando.
Estrenándose a si mismos en cada paisaje.
Los COTIDIANOS no son VIAJEROS.
Cambian sus ropas, alimentos y casas a medida que pasa el tiempo, acumulando así gran cantidad de cosas que muestran con orgullo, al precio de temer perderlas.
Los VIAJEROS DE VIAJES como el HOMBRE y la MUJER no tienen.
No temen.
No van ni vienen por las distancias.
Sin acercarse o alejarse a nada, solo se mueven por los caminos desiertos de ansiedad, apuro, nostalgias y andan por gentes, lluvias, amores, alegrías, nieves, pasiones, montañas, odios, soles, aves, arenas, bestias, vientos, oscuridades, fuegos.
Por ellos mismos,
solo andando, andando...
al OESTE DE LAS AGUAS
II
LOS SUEÑOS
Tal vez los sueños sean
imprescindibles - dijo el
HOMBRE-
Porque los hombres mueren.
Sueños intermitentes que molestan
la vigilia de los que duermen.
III
CAMINAN
Las Sombras y los Resplandores los rodean.
Pero el HOMBRE y la MUJER caminan. Sin temor.
Buscando esa estrella tan pequeña que suele titilar ante sus ojos,