Para Reir y Para Llorar
Por George Marciano
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Este libro contiene 17 diferentes cuentos y poemas, que tienen el propósito de transportarlo a un mundo real e imaginario, en donde viajará por diferentes escenas y situaciones que le harán reír y llorar.
Algunas de estas historias están basadas en la vida real, mientras que otras han sido escritas usando la imaginación de un escritor que surge con nuevas ideas y el profundo deseo de entretenerlo.
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Para Reir y Para Llorar - George Marciano
Eva María…
¿Existe el factor suerte? O es una simple coincidencia.
La presente historia es de la vida real, aunque por razones de ética se han cambiado los nombres y los lugares…
Todo dio inicio allá por el año de 1906, aunque en algunas partes, retrocedemos hasta el año de 1870, cuando una de las personalidades nació en Barcelona, España.
Eva María nació en el cantón El Jute
, del municipio de Texistepeque, El Salvador, C.A., siendo la primera hija de una relación que, por razones inexplicables, no llegó a tener un hogar. La madre de ella, doña Enriqueta, quedó embarazada y al no tener el apoyo del padre de Eva María, decidió buscar un lugar donde trabajar y darle un hogar a su hija.
Unas semanas después, llegó al cantón El Jute
, jurisdicción de Texistepeque, en donde nació su pequeña hija.
Doña Enriqueta era una mujer trabajadora, de piel blanca, cuerpo esbelto y una cabellera de color castaño, que al moverse destellaba rayos de luz por el brillo natural.
A pesar de que su padre y su madre eran de piel blanca, Eva María era de piel morena, esbelta como su madre, muy inteligente para realizar negocios, audaz para defenderse y una auténtica soñadora.
A pesar de las limitaciones de su niñez, soñaba con viajar, estudiar y realizar todos y cada uno de sus sueños, pero cuando tenía 4 años, todo cambió en su vida. Su madre se enamoró de un terrateniente originario del cantón La Gallina
, del municipio de Santa Ana, se unieron y nacieron 6 hermanos más; 3 mujeres y 3 hombres. Ella fue relegada al papel de la sirvienta de la casa, pues, por ser hija de otro hombre, nunca gozó de los privilegios de sus hermanos. Lejos de eso, le fueron delegadas grandes responsabilidades que le impidieron estudiar y realizarse como ella lo había soñado.
La verdadera historia comenzó un día 25 de julio de 1920, cuando su madre la mandó a Santa Ana a vender huevos, algunos vegetales y hasta un pollo. Por primera vez pudo negociar y obtener más dinero del que su madre proyectaba obtener y, por ello, decidió comprar un retazo de tela para hacer un vestido, y cuando cruzaba el parque central vio que un hombre tenía una jaula con canarios amaestrados que, por la módica cantidad de 5 centavos, le adivinaban la suerte.
La curiosidad era demasiado fuerte, por lo que decidió pagar los cinco centavos y obtener un papelito que, supuestamente, le adivinaría su pasado, presente y futuro. A estas alturas, Eva María apenas había aprendido a leer, pues todas las mañanas la enviaban a dejar a sus hermanos a la escuela, y ella aprovechaba para quedarse parada en la puerta escuchando la primera clase. En esa forma aprendió a deletrear y formar las palabras.
Eva María estaba llena de curiosidad, quería saber que decía aquel papelito, por lo que se sentó en una grada del parque Colón, y comenzó a leer aquel papelito de color rosado:
"Eres una joven muy afortunada, porque si bien es cierto que el ambiente que te rodea es muy difícil de superar, tú podrás hacerlo. Tienes que tener paciencia, ser perseverante y defenderte de muchos obstáculos y personas que, por tu belleza, te perseguirán y tratarán de conquistarte usando la fuerza.
Cuando hayas superado estos obstáculos, aparecerá un hombre extranjero que te dará muchos hijos y un hogar con algunas comodidades. Uno de estos hijos será tu apoyo hasta el final de tu vida, y con él viajarás a varios países. Tu vejez será tranquila y sin preocupaciones, y al final de tu vida habrás dejado un ejemplo a todos tus descendientes. La felicidad está en tus manos, lucha por ella".
¿Será posible todo esto? —pensó—. Bueno, no hay que creer, ni dejar de creer… Veremos que dice el tiempo…
Poco tiempo después, su cuerpo, su cara, su cabello, su mirada habían cambiado, sin duda alguna se había hecho una mujer que cualquier hombre la codiciaba, y algunos se acercaron de buenas maneras, llevando un tercio de leña al patio de su casa, (era la manera de conquistar de los jóvenes de esas comunidades). Al no usarlo, no insistían más, pues era una respuesta natural cuando no se le aceptaba…
Cierto día, como a las 3 de la tarde, Eva María salió con un cántaro a traer agua a un manantial que estaba como a unos 600 metros de su casa. Llegó al manantial, llenó el cántaro de agua y se dispuso a regresar. Había caminado unos 200 metros cuando Demetrio, uno de los trabajadores de su padrastro, bloqueaba la vereda y con machete en mano, le dijo:
—Hoy serás mía…
—Déjame pasar —le contestó Eva María…
—Ya te lo dije, ahora serás mía de cualquier manera.
—Mira Demetrio, si no me dejas pasar le voy a decir a don Venancio y te van a correr…
—Crees que no me doy cuenta de que no eres hija de don Venancio… No tienes quien te defienda…
En ese momento, Eva María puso el cántaro en el suelo, se agachó y recogió una piedra, y se paró con una actitud desafiante… Él quiso tomarla de la mano, y con la piedra en la mano izquierda le dio un fuerte golpe en la cara, muy cerca del oído, que hizo retroceder y perder el equilibrio a Demetrio, y en una fracción de segundo tomó el cántaro de barro y se lo quebró en la cabeza, dejándolo tendido y sin conocimiento… Llegó a su casa, le contó el incidente a su padrastro y el señor, muy indignado, se fue a buscarlo y lo corrió del empleo…
Desde ese momento todos los hombres la respetaban, pero ella seguía aferrada a aquel papelito que le decía que un hombre extranjero se casaría con ella.
Pocas semanas habían pasado, cuando Eva María quiso aprovechar su tiempo y confeccionar un vestido con la tela que había comprado en Santa Ana; quería aprovechar que don Venancio había comprado una máquina de coser de cadenilla. Apenas se había sentado para iniciar la costura, cuando su hermana menor, de nombre Cristina se acercó a ella.
—¿Qué haces?
—Quiero coser vestido para mí.
—¿Qué no sabes que esta máquina la compró papá para mí?
—No… No lo sabía.
—Pues ahora ya lo sabes… Tu lugar es la cocina…
Eva María apenas pudo contener las lágrimas que estaban a punto de brotar, y con gran ironía dijo:
—Algún día cantará misa el padre García… Tú en tu casa y yo en la mía
.
Llegó a los 25 años, Eva María salió al patio de su casa, y para su sorpresa, un hombre muy elegante estaba al frente del portón, pidiendo ver a don Venancio…
—Pase adelante. ¿A quién busca?
—Perdone; ¿cuál es su nombre? —preguntó un poco cohibido…
—Mi nombre es Eva María, soy la hijastra de don Venancio… ¿Con quién quiere hablar?
—Estoy interesado en comprar el ganado que están vendiendo aquí.
—En ese caso pase adelante, iré a hablarle a don Venancio… ¿Cómo se llama Usted?
—Mi nombre es Jordi Eugenio, mucho gusto señorita…
—Mucho gusto… señor.
El extraño visitante estuvo largo tiempo negociando el ganado, de alguna manera trató de quedarse el mayor tiempo posible, porque Eva María lo había cautivado de tal manera que no podía sacar de