Mares de tormenta: Historia de un amor secreto del que todos sabían
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Mares de tormenta - José Osvaldo Herrera
MUJER DEL ALBA
En una tarde agobiante
Cuando Cronos dijo que marchara
En una solitaria partida
Supe que te acercabas
Te vi llegar presurosa, alegre
Con una sonrisa silente y temblorosa
Que imitaba al horizonte en el alba
No quiero que te vaya sin poder despedirte, dijiste
Quiero regresar ya, yo pensaba
Me abrazaste fuerte en silencio
Abrazándote del mismo modo
Preferí decir nada
Recordé cuando una vez primera te vi
Bajo un cielo muy gris, me esperabas
Es hermoso conocerte
Ya que reflejas el alba
Orlando, desde el mismo micro le envió estas palabras, ella, las recibió según dijo después, asombrada.
—Nunca nadie escribió de mi
, manifestó
—Serás mi musa eterna
, fue la respuesta de Orlando. De hecho, aún hoy, Nadia sigue siendo su fuente de inspiración.
Ese fue el comienzo, de un sin número de mensajes de WhatsApp que comenzaban a primera hora de la mañana y solían terminar, no antes de las 04:00 hs del día siguiente. En medio, llamados varios de muchos minutos, a veces horas que requerían que Nadia cambiara de teléfono porque se quedaba sin batería. Comunicaciones que sólo eran dulces, muy dulces palabras.
Cierta vez, un 29 de diciembre a la mañana, Orlando recibe un llamado de ella
—"¡Hola, podés hablar, porque no sé si estoy confundida o vos confundido o nosotros confundidos………!, era tal la ensalada de palabras mezcladas con llanto que hacía imposible la comunicación.
—Esperá que te ayudo con lo que querés preguntar
, exclamó él. Mientras ella, pidió le diera un minuto para volver a comunicarse, ya que estaba en una plaza por la que transita habitualmente y quería sentarse a la sombra de unos Tilos, para estar más tranquila. Se sentó, con su botella de agua en la mano y le envió un mensaje para que la llamara.
Orlando así lo hizo y ella entre sollozos no podía poner en palabras todo lo que se le venía a la mente. Su ansiedad y desconcierto por saber qué estaba pasando afectaba su discurso. Orlando, pidiendo que tratara de calmarse le dijo esto
—"¿Vos me preguntás si todas las cosas lindas que te digo verdaderamente las siento?. La respuesta es sí!!!!!!!!!! Amorcito, corazón, princesita, dulzura y todo eso??, Sí, lo siento y muy dentro mío.
Ella, llorando, dijo que también le estaban pasando cosas, que su relación conyugal estaba finalizada, que era destratada, no era tenida en cuenta desde hacía años y que se sentía halagada por lo que Orlando le escribía. Le dijo que en cada ola que la tocaba en la playa, pensaba en él, y además que formaba parte de sus sueños en cada noche, donde en la evocación onírica hablaban por teléfono y él la besaba. Señaló con dolor, que los regresos a su casa cada vez se le hacían muy gravosos y trataba de tardar lo más posible para no tener que ver obligatoriamente al otro
(según ella lo adjetiva). Luego de esta conversación que marcó una modificación más que importante en el intercambio de mensajes y llamados dieron lugar a la complicidad de planificar la posibilidad de comenzar a verse clandestinamente y a este poema que Orlando compuso tomando palabras dichas por Nadia en diferentes conversaciones.
CUÉNTAME
Cuéntame de tu despertar
De las mañanas en la playa
De las olas que te acarician
De tu túnica mojada
Saber de tu regresos
Aunque sean largos a tu casa
Quiero saber de vos
De tu sonrisa mi amada
Cuéntame de tus días
De tus tiempos en la plaza
De la sombra de los Tilos
Que en verano te abrazan
Del viento que te despeina
Y en tus sueños ¿qué te pasa?
Quiero saber de vos, de tus días mi amada
El tiempo se va y sus pasos no desandan
No sé cuándo un reencuentro
No sé cuándo mi amada
Pasaron los días, las conversaciones fueron subiendo de tenor como el calor en el cuerpo de ambos, donde las fantasías fueron puestas en palabras y los tiempos de ese encuentro clandestino se hacían eternos.
Orlando le quiso dar la sorpresa de verla en Necochea, ella, se adelantó y lo sorprendió con la visita a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, usando como excusa un trámite a realizar y un encuentro de compañeros de