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Una Estrella en el Cielo
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Libro electrónico192 páginas2 horas

Una Estrella en el Cielo

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‘‘No te preocupes ¡Seré bueno!’’ dijo Val, quién cogiendo de la mano a Rossella le preguntó '‘¿Lista?’’ Ella le contestó '‘¡Jamás había estado tan preparada!’’
A la joven le temblaban las piernas, ¿a dónde se estaban dirigiendo?
Rossella, una chica a la que le habían arrebatado de la vida terrenal demasiado pronto, llega hasta los cielos de Dorotea para comenzar una nueva vida. Aquí, parece que todo fluye serenamente y la joven, finalmente, tiene la posibilidad de cumplir todos los sueños que en la tierra no pudo. Pero… ¡las cosas en Dorotea no son cómo parecen! Un encuentro fortuito le cambiará la vida. Lucino, un pequeño demonio de los cielos inferiores, le pedirá asilo y es así cómo la joven se encontrará ante una gran aventura, llena de giros inesperados, en los que pondrá en peligro su propia felicidad apenas conquistada. Pero gracias a la que, quizás, consiga formar la familia que siempre ha querido.
IdiomaEspañol
EditorialCiro De Rosa
Fecha de lanzamiento18 abr 2018
ISBN9788828308393
Una Estrella en el Cielo

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    Una Estrella en el Cielo - Ciro De Rosa

    Agradecimientos

    Dedicación

    A Rossella,

    mi amada hija.

    La muerte no es nada.

    Simplemente me he ido a otra parte,

    es como si estuviese en la habitación de al lado.

    Yo soy siempre yo y tu eres siempre tú.

    Aquello que éramos antes el uno para el otro, lo seguimos siendo.

    Llámame por el nombre que mi diste, el que te es familiar,

    háblame en el mismo modo afectuoso que siempre hiciste.

    No cambies el tono de voz, ni asumas un aire de solemnidad o pena.

    Continúa riendo de aquello que nos hacía reír,

    de aquella pequeñas cosas que tanto nos gustaban cuanto estábamos juntos.

    Reza, sonríe, piensa en mí.

    Deja que mi nombre suene, como la palabra familiar que siempre fue,

    pronúncialo sin esfuerzo, sin sombra alguna de pena en ello.

    Nuestra vida conserva todo el significado que siempre tuvo:

    es la misma que siempre ha sido, existe una continuidad inquebrantable.

    ¿Por qué debería de salir de tus pensamientos y de tu mente?,

    ¿sólo porque estoy fuera de tu vista?

    No estoy lejos, sólo estoy al otra lado, justo a la vuelta de la esquina.

    Te lo aseguro, todo irá bien.

    Volverás a encontrar mi corazón,

    en él encontrarás la ternura purificada.

    Seca tus lágrimas y no llores, si me amas,

    tu sonrisa será mi paz.

    (Henry Scott Hollan)

    Capítulo 1. Ella

    Quiero despedirme de vosotros, me habéis dado un poco de cada uno de vosotros a lo largo de este camino. Hoy, sábado 14 de mayo, me marcho a un lugar mejor. Aquí termina mi vida terrenal. Un fuerte abrazo y… ¡qué tengáis una gran vida!

    Un trozo de papel con estas palabras escritas llegó volando hasta las manos de un anciano, quién vestía una túnica blanca. El papelito provenía de la tierra. Él, un Ser de Luz, con delicadeza lo cogió y lo leyó.

    Aquellas pocas palabras le habían afectado profundamente. El anciano secó una lagrima que recorría su mejilla izquierda, abrió la mano que aferraba fuertemente el trozo de papel y, como si éste tuviese vida propia, voló a través del viento, marchándose de la misma manera que había llegado.

    Las palabras que el Ser de Luz había leído eran el último mensaje que Rossella había dejado antes de marcharse. Mientras se balanceaba en la hamaca del jardín de su palacio, hablando del bien y del mal con sus amigos Pascual, Genaro, y los ángeles Rafael y Juan, se preguntó cuándo llegaría Rossella.

    Sabía que no existía un tiempo máximo. Algunas almas después de haber abandonado su cuerpo vagan por los lugares que han vivido hasta el momento en que están realmente preparadas para marcharse. Es un camino personal, hay personas que necesitan solamente unos días, mientras que otros necesitan de años.

    El Ser de Luz había oído hablar de almas que se quedaban para siempre cerca de sus seres queridos en la tierra para esperarles hasta el final de su camino. Pero no es una decisión sabia ya que no tienes con quién hablar o con qué pasar el tiempo. Sin embargo, en el cielo todo es distinto ya que allí puedes iniciar una nueva vida: tu verdadera vida.

    El Ser de Luz imaginó que Rossella aparecería por allí de un momento a otro: aquella chica era una verdadera guerrera. La visualizó dentro de su casa tras haber finalizado la transición. Tras haber entendido qué era lo que le había sucedido -pensó el Ser de Luz- Rápido habrá buscado el camino para encontrarme, no resistirá ni un día más allí, querrá comenzar su nueva vida.

    Antiguamente, todas las almas sentían la necesidad de encontrarlo y sabían exactamente como hacerlo. Era como si un hilo invisible los uniese y, justo cuando sucumbía en estos pensamientos, el Ser de Luz avistó una joven llena de energía, felicidad y alegría. Era ella; era Rossella. De punta en blanco, con unos tacones altísimos y perfectamente maquillada, era un regalo para los ojos.

    Sin embargo, ella, miraba a su alrededor entre sorprendida y curiosa. El Ser de Luz percibió que aquella chica desprendía alegría por cada poro de su piel. Se quedó pensando en su breve vida, admiro su fuerza, las ganas de vivir y de seguir adelante. Él que sabía todo, visualizó en su mente los momentos más buenos y también los más difíciles de aquella chica; quizás se había marchado demasiado pronto. Pero notó que en sus ojos no había tristeza alguna. Rossella era verdaderamente una guerrera y sólo quería comenzar de nuevo, quería aquello que no se le había concedido en su primera vida.

    Fue ella quién dijo la primera palabra. Miró directamente a los ojos del Ser de Luz y le dijo: Soy Rossella, me dirijo a ti porque eres quién desprende más luz. ¿Dónde estoy? Pero sobre todo, ¿qué debo hacer aquí?

    La primera pregunta era la más obvia, pensó el Ser de Luz. Todas las almas que llegan al cielo están confundidas, no saben a qué se enfrentan. Rossella, sin embargo, era distinta a todas las almas, ya que le había preguntado qué debía hacer allí, quería comenzar a trabajar, quería tener un propósito, una batalla que combatir y ganar.

    Todos los allí presentes la miraban sorprendidos. Por norma general, las almas cuando llegan no están tan animadas como ella.

    El Ser de Luz respondió: Hola Rossella, yo soy . Me figuro que sabes que es lo que te ha sucedido. La chica, sin excitación alguna, respondió Bueno, sí, desde hace tiempo sabía que esto ocurriría pero… la verdad es que no me esperaba nada de esto. Y con su mano indicó ese extraño mundo que se mostraba ante sus ojos.

    La joven miraba con curiosidad a los amigos del Ser de Luz, en particular, a Rafael y a Juan, de quienes de sus espaldas sobresalían dos grandes pares de alas blancas. El Ser de Luz notó la mirada curiosa de la chica y exclamó ¡Qué despistado soy! No te he presentado a mis amigos, ellos son Pascual y Genaro e, indicándole con la mano continuó, y, aquellos dos, son Rafael y Juan. Los cuatro ofrecieron su mejor sonrisa a la recién llegada. El Ser de Luz, tomándole de la mano, le dijo Ven conmigo, demos un paseo.

    La chica se mostró reacia a lo que el Ser de Luz añadió Te mostraré tu nuevo hogar para que después puedas decirme qué deseas hacer aquí.

    Rossella, extrañada por aquellas palabras, con gran destreza se acercó y tras haberle mirado firmemente a los ojos, llena de confianza, le agarró la mano y le dijo: Vale. Estoy preparada.

    Tras haber salido del jardín, se encaminaron hacia un sendero de cristal con flores y arboles que sobresalían como manchas de colores en una tela blanca. El aire fresco y la suave brisa acariciaban la piel de Rossella y hacían flotar la túnica del Ser de Luz. Él le dejó suficiente tiempo a la joven para que apreciase los detalles de aquel lugar y comenzó: Como habrás podido entender, este es el cielo. Los mortales durante siglos le habéis dado tantos nombres: paraíso, ultratumba, más allá… Aquí es dónde vienen a parar las almas que han sido buenas. El cielo está compuesto de nubes infinitas, cada una distinta a la otra, con sus propias habitantes y tradiciones propias. En la que nos encontramos ahora es Dorotea. Cerca está Plateada, Coral, Tea…

    ¡Espera, espera!, interrumpió Rossella, entonces si aquí están los buenos, ¿dónde están los malos?

    Obviamente, los que aferran grandes penas no vienen con nosotros pero en los cielos inferiores son sancionados por los errores cometidos. No es excesivamente bonito y hace un poco de calor para mi gusto, añadió el Ser de Luz mientras que le guiñaba un ojo.

    Entonces, volviendo a nosotros… -continuó el Ser de Luz- todos los cielos están conectados entre sí, podrás visitar todos, uno a uno. Aquí en Dorotea podrías tener tu casa si quisieses o puedes tenerla en otra nube si lo prefirieses. Además, como habrás podido notar, aquí no sólo están las almas de los mortales, están también las personas aladas o, diciéndolo como dicen los vivientes, los ángeles.

    Entonces, no eran tonterías. ¡Existen realmente los ángeles! Por lo que existen también los demonios, ¿no?Por supuesto respondió el Ser de Luz pero aquí no son aceptados, por lo que se quedan en los cielos inferiores. Tienen un temperamento…

    Mientras continuaban paseando, Rossella observa su alrededor tratando de entender cual sería su nueva vida, se sentía bastante mareada. Era todo tan nuevo, distinto, bello… Se respiraba una serenidad que hacía mucho tiempo que no sentía. Estaba feliz. Se sentía preparada para todo lo que pudiese venir, le llenaba de energía incluso sin saber cual era su misión.

    El Ser de Luz continuó con su explicación de cómo funcionaba aquel mundo hasta que el paseo acabó ante una pequeña caseta. Estaba asentada en una colina desde la que se veía un lago en el que Rossella se imaginó que sería el lugar idóneo dónde sentarse al sol. Para llegar hasta aquella casa, continuaron un sendero de adoquines. El exterior de la casa era muy sencillo, todo blanco, con pequeñas ventanas y maceteros que albergaban coloridas flores que aquella chica jamás había visto antes.

    Junto a la entrada, el Ser de Luz, le dijo Este es tu nuevo hogar. ¿Qué esperas para entrar? Rossella se quedó unos momentos a deleitarse de aquella imagen y, acto seguido, con paso seguro, se acercó a la puerta de la que se convertiría en su nueva casa.

    Apenas entró, se dio cuenta de que la casa estaba hecha a su medida. Era mucho más grande de lo que se había imaginado por su exterior. Tras un gran e iluminado salón, había un largo pasillo que conducía a varias habitaciones. Rossella abrió la primera puerta de la izquierda: era una habitación repleta de ropa, zapatos y bolsos.

    A lo mejor -pensó Rosella- no estoy obligada a llevar estas horribles túnicas blancas que he visto que llevaban. Se sintió entusiasmada. La moda había sido siempre su gran pasión y, el hecho de haber llegado hasta allí, no significaba que tenía que perder sus viejas costumbres.

    Un descubrimiento todavía más grande fue la habitación de al lado: un enorme tocador provisto de todo el armamento necesario para maquillarse. Se miró en el espejo. Quedó inmovilizada. Efectivamente, el reflejo que le devolvía aquel espejo era ella, pero era la joven de hace mucho tiempo.

    Su cabello había crecido nuevamente, le llegaba hasta la cintura, era todavía más bonito de lo que recordaba. Hasta este momento nunca se había dado cuenta. Continuó observándose ante aquel espejo: sus ojos eran verdes, como siempre, pero Rossella notó que había algo distinto. Eran de color esmeralda, sin preocupación, sin miedo, limpios como sólo los ojos de una persona serena podían ser. Y, ella, lo era.

    Rossella no sólo estaba tranquila, era feliz. La distrajeron de sus pensamientos una voz que la llamaba Rossella, ven aquí. La joven, siguiendo aquella voz, se encontró en una estancia en la que antes no había estado. La habitación era grande, recubierta la superficie de acero y las paredes de grandes espejos. En un rincón había un gran mueble con pesas y diversos instrumentos. En el centro de la habitación: una bicicleta estática. Aquella habitación era un gimnasio.

    Rossella estaba entusiasmada, lo que estaba viendo le recordaba a los buenos momentos que había pasado en el gimnasio; aquel dónde ella fue profesora. Se acercó hasta la bicicleta, con un gesto casi materno la tocó y de un salto se subió en ella para comenzar a pedalear. Imprimía un ritmo como jamás antes lo había hecho. Rossella no podía parar de reír, reía con una risa espontánea que nacía desde su corazón. Colocó su mano derecha en el manillar y realizó una serie de acrobacias: pedaleaba con un solo pie al borde del pedal mientras que con la otra mano cogía impulso para saltar sobre el sillín y aparecer en el otro pedal.

    El Ser de Luz estaba petrificado, no había visto jamás un espectáculo igual. Tras unos minutos de exhibición, Rossella realiza una voltereta mientras desciende de la bicicleta. El Ser de Luz aplaude, le había encantado el espectáculo. Rossella hace una reverencia y, sin un ápice de cansancio, dice ¡No me había divertido así desde hace mucho tiempo! Muchas gracias por la casa tan maravillosa se acercó al Ser de Luz y le abrazó.

    Se quedaron hablando hasta que finalmente anocheció cuando el Ser de Luz dijo Me marcho. Descansa que hoy ha sido un día largo para ti. Mañana deberías decirme qué te gustaría hacer en este nuevo mundo por lo que te aconsejo que reflexiones esta noche. Dicho esto, el Ser de Luz se acercó hasta la puerta, miró por última vez a la joven, y se marchó.

    Quedándose sola Rossella en su nueva casa, volvió a mirar nuevamente cada detalle de ella, descubriendo una pequeña puerta que la llevaría hasta el jardín. Era, sencillamente, magnífico. En el centro había una imponente fuente que escondía encantadores juegos de agua. El jardín estaba

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