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Guía de Supervivencia Fiscal y Tributaria para Emprendedores
Guía de Supervivencia Fiscal y Tributaria para Emprendedores
Guía de Supervivencia Fiscal y Tributaria para Emprendedores
Libro electrónico195 páginas2 horas

Guía de Supervivencia Fiscal y Tributaria para Emprendedores

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Información de este libro electrónico

Si eres emprendedor y quieres poner en marcha tu negocio, tienes que cumplir una serie de obligaciones para poder realizar tu actividad. Pero esta tarea no siempre es sencilla. La normativa tributaria y fiscal en España es bastante enrevesada, a menudo no es fácil encontrar respuestas fáciles para las preguntas que surgen en el día a día y los formularios y procesos que hay que rellenar a veces no se entienden con claridad.
¿Que tienes que poner en las facturas que emites? ¿Cómo sabes en qué epígrafes de actividad tienes que darte de alta? ¿Cada cuánto tiempo tienes que presentar la declaración de IVA? ¿Y la de IRPF? ¿Y la de operaciones con terceros? ¿Qué gastos te puedes desgravar? ¿Es obligatorio pagar la cuota de autónomo aunque no factures el SMI? ¿Qué tienes que hacer si cometes un error?
Estas cuestiones, y muchas más, se repiten una y otra vez todos los días en todos los rincones de España, por parte de gente, como tú, que tiene la ilusión de llevar su negocio adelante, pero no tiene un conocimiento claro de sus obligaciones fiscales o dónde encontrar información fiable.
Amparo Rodríguez y Rafael Morales han unido más de 20 años de experiencia cada uno, como asesora fiscal y laboral la primera y experto en gobierno corporativo el segundo, para dar respuesta a esas preguntas que se hace todo emprendedor, autónomo o gerente de una PYME: ¿Cómo sobrevivir al alta de actividad, al IVA, a la facturación, al IRPF y a las asesorías Low Cost?
Esta Guía de Superviviencia Fiscal y Tributaria para Emprendedores será uno de los libros que consultes más a menudo para resolver dudas, para que puedas centrarte en lanzar y potenciar tu negocio y dejes de preocuparte.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento22 sept 2022
ISBN9798215929810
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    Vista previa del libro

    Guía de Supervivencia Fiscal y Tributaria para Emprendedores - Amparo Rodríguez

    Índice de contenidos

    Índice de contenidos

    Introducción

    Nota sobre el alcance de la obra

    Nota para los lectores fuera de España

    Capítulo 1. Cómo sobrevivir al inicio de actividad

    ¿Qué es el RETA?

    ¿Puedo trabajar sin darme de alta?

    ¿Puedo trabajar en mi casa?

    ¿Qué es el domicilio fiscal?

    ¿Cómo me doy de alta?

    ¿Cómo consigo el certificado digital?

    ¿Cómo fijo mi domicilio fiscal?

    ¿Cómo abro la cuenta bancaria profesional?

    ¿Cómo me doy de alta en Hacienda?

    ¿Cómo me doy de alta en la Seguridad Social?

    ¿Cómo elijo mi epígrafe del IAE?

    ¿Cómo elijo mi epígrafe del CNAE?

    ¿Dónde tengo que hacer estos trámites?

    ¿Cuándo puedo empezar a trabajar?

    ¿Qué otros trámites necesito?

    ¿Puedo seguir cobrando el desempleo?

    ¿Cómo elijo la base de cotización?

    ¿Cobraré una jubilación?

    ¿Puedo asegurarme una pensión decente?

    En resumen...

    Capítulo 2. Cómo sobrevivir a la facturación

    ¿Para qué sirve la factura?

    ¿Qué diferencia hay entre un ticket y una factura?

    ¿En qué momento tienes que hacer una u otra?

    ¿Cuándo tengo que emitir la factura?

    ¿Qué tengo que poner en la factura?

    ¿Qué más puedo poner en la factura?

    ¿Cómo emito las facturas?

    ¿Y si facturo a la Administración?

    ¿Qué es la factura electrónica?

    En resumen...

    Capítulo 3. Cómo sobrevivir al IVA

    ¿Por qué tengo que pagar el IVA?

    ¿Qué obligaciones tengo sobre el IVA?

    ¿Cómo sé el tipo que tengo que aplicar?

    ¿Cómo calculo el IVA que tengo que pagar?

    ¿Tengo que pagar el IVA que no he cobrado?

    ¿Me puedo desgravar parte del IVA?

    ¿Qué régimen de IVA me corresponde?

    ¿Qué me puede pasar si cometo errores?

    En resumen...

    Capítulo 4. Cómo sobrevivir al IRPF

    ¿Qué es el IRPF?

    ¿Por qué me retienen dinero de las facturas?

    ¿Estoy obligado a poner la retención?

    ¿Cómo calculo la retención?

    ¿Qué hago si hay una discrepancia?

    ¿Qué ocurre si sólo hago tickets?

    ¿Qué gastos me puedo deducir?

    ¿Y si tengo la oficina en casa?

    ¿Qué hago si pierdo las facturas?

    En resumen...

    Capítulo 5. Cómo sobrevivir a las gestorías

    ¿Tengo que contratar una gestoría?

    ¿Es buena idea contratar una gestoría?

    ¿Cómo elijo mi gestoría?

    ¿Se dice gestoría o asesoría?

    ¿Qué tipo de gestorías hay?

    ¿Qué son las gestorías low-cost?

    ¿No sería mejor un servicio cloud?

    En resumen...

    Epílogo

    Mejora continua

    Agradecimientos

    Dedicatoria

    Sobre los autores

    Otras obras de Rafael Morales

    Fuera de colección:

    Títulos de próximo lanzamiento:

    En la colección Emprendimiento Ágil:

    En la colección LegalScrum

    En la colección Cuadernos de Consumo

    Introducción

    En muchas series de televisión norteamericanas, tanto de dibujos animados como reales, aparecen una serie de escenas típicas de la vida en los suburbios. Zonas residenciales inmensas, formadas por la acumulación de cientos de casas unifamiliares, con su pequeño jardín y la rampa de entrada al garaje, normalmente con un vehículo familiar aparcado en medio.

    Parte de esa escena está formada también por un pequeño puesto de venta de limonada, hecho con unas cuantas cajas de cartón. En los casos más elaborados, con tablones de madera que incluso soportan el correspondiente cartel publicitario sobre la cabeza de nuestro protagonista: algún crío de nueve a doce años que trata de juntar dinero para comprarse algo por su cuenta. Forma parte de la cultura americana, tanto por la forma que tienen de hacer la limonada (un líquido horroroso saturado de azúcar), como por la manera en que refleja su concepto del emprendimiento personal.

    Desde niños aprenden que tener iniciativa, que montar pequeños negocios, que el trabajo personal pueden tener una recompensa económica. Que el resultado está a la altura del esfuerzo, siempre y cuando estudies el mercado (la gente que pasa por tu calle), elabores un producto con salida (no se vende mucha limonada helada en Chicago durante las ventiscas de invierno) y pongas un precio competitivo (el vaso de limonada a seis dólares no tiene nada que hacer frente a la botella de un galón, unos cuatro litros y medio, que te venden en Walmart o cualquier gran superficie por $1.50).

    Así, los niños aprenden a esforzarse, a luchar por sus ideas, a entender el concepto de oferta y demanda del mercado. En definitiva, a emprender, entendiendo esto como una alternativa de vida más, junto al trabajo por cuenta ajena o el funcionariado.

    En esa típica escena de serie americana, el sol está radiante en el cielo, no llueve y en poco tiempo se forma una cola de vecinos, familiares y extraños que compran sus vasos de limonada. Con el dinero ganado, nuestro pequeño protagonista se compra su bicicleta, su videojuego, sus zapatillas deportivas o la suscripción a Netflix. El bien triunfa sobre el mal, todos son felices, el sol se pone al oeste, arrojando destellos dorados sobre el océano Pacífico y la bandera americana ondea en un puesto de vigilancia de los Vigilantes de la Playa.

    ¡JA! Pero esto es en Estados Unidos. Ese chaval no lo ha intentado en España. ¿Por qué no vemos puestos de limonada en el acceso a esos chalets residenciales, en tantas y tantas urbanizaciones que hay repartidas por toda España? ¿Cómo es que no inculcamos a los niños la posibilidad de emprender como una forma de trabajo, tan válida como cualquier otra?

    Si a cualquier chaval de ocho a trece años se le ocurriera poner un puesto de limonada por la calle, se encontraría con la dura realidad del mercado de trabajo por cuenta propia en España. Para empezar, es muy posible que se acercara un policía municipal y le pidiera la licencia de actividad, las hojas de reclamaciones, el registro sanitario y el certificado de trazabilidad de los limones. Además, casi seguro que le toca pagar algún tipo de tasa por el uso del suelo público, al haber colocado su puesto de limonada en la acera.

    Si ha tenido la picardía de colocarlo en la rampa de acceso al garaje, tampoco es que lo tenga mucho mejor. ¿Ha dado de alta ese lugar como sitio de trabajo en Hacienda? ¿Tiene el preceptivo informe de salubridad? ¿Dispone de un certificado de reciclado de residuos orgánicos para las pieles de los limones usados? ¿Está usando un sistema de refrigeración homologado por Industria?

    Mientras nuestro joven protagonista empieza a disfrutar de los placeres de su nueva vida como emprendedor en España, es más que probable que le empiecen a llegar una serie de requerimientos y notificaciones. ¿Se ha dado de alta como autónomo? ¿Tiene registrada su actividad y el Impuesto de Actividades Económicas? ¿Ha practicado la autoliquidación trimestral de IVA? ¿Emite las oportunas facturas simplificadas a sus clientes? ¿Está preparado para emitir facturas electrónicas, con notificación inmediata a la Administración? ¿Tiene el certificado digital para atender todas sus obligaciones tributarias?

    Cualquier retraso o fallo en la presentación de estos impuestos, liquidaciones, certificados o papeles varios supondrá la inmediata imposición de sanciones, recargos, multas y embargos, en caso de que no los pague inmediatamente.

    Así que nuestro chaval de diez años, que quería conseguir un dinerillo para pagarse la suscripción al Minecraft, comprarse unos patines o lo que sea, se acaba de dar cuenta que tiene que contratar inmediatamente una asesoría o un despacho especializado en derecho tributario para gestionar todos sus asuntos. Eso, aparte de la cuota de autónomos que, quizás por ser emprendedor, pueda disfrutar con la tarifa plana bonificada, siempre y cuando reúna un legajo de papeles en los que cuente su vida con detalle a cada funcionario con el que tenga que hablar. Un sudor frío recorre su espalda y empieza a considerar las ventajas de un trabajito como funcionario en alguna oscura administración, como celador en el Puesto Avanzado de Vigilancia de Pingüinos en el Ártico, financiado por el CSIC. Ahí seguro que la limonada no le da problemas. A fin de cuentas, las oposiciones no son para tanto: dos o tres años de estudio ininterrumpido en jornadas de 6 a 9 horas. Mucho mejor que la vida de autónomo, no fastidies.

    ¿Le extraña a alguien que España no sea el paraíso del emprendimiento? Seguro que nada de esto te ha pasado a ti, pero seguro que has conocido a alguien, un pariente lejano o un amigo, que alguna vez te ha comentado eso de que emprender es muy bonito, pero que el papeleo y los impuestos son asfixiantes.

    No sé si conoces a Bear Grylls, un presentador de televisión británico, ex-miembro de las fuerzas especiales, que durante años ha protagonizado varias series ambientadas en la naturaleza. En esas series, como El Último Superviviente ("Man vs Wild" en el original) muestra técnicas de supervivencia en los entornos más duros y hostiles del planeta y parte del extranjero.

    Bear es capaz de comer gusanos, lagartijas, ranas vivas y testículos de cabra. Puede atravesar junglas, desiertos y montañas heladas, protegiéndose con grasa de ñu y hojas secas recogidas del suelo. Hay un chiste por aquí que dice que Bear Grylls murió el día que intentó ser autónomo en España. Así que la idea de sobrevivir como emprendedor en nuestro país se acerca mucho a la realidad.

    Nuestro país es un erial, un desierto, un infierno para los autónomos y emprendedores. Los sucesivos gobiernos de la Democracia han tratado a nuestro colectivo con auténtico desprecio, viendo en nosotros sólo a sujetos tributarios a los que hay que esquilmar tanto dinero como sea posible, a través de todas las figuras impositivas que se les ocurra. La carga de tributos locales, autonómicos y nacionales hacen que, antes siquiera de abrir la puerta de tu negocio, ya tengas una deuda considerable.

    Por poner un ejemplo, una de las novedades más recientes ha sido la respuesta del Gobierno a la reclamación histórica del colectivo de autónomos de que la cuota mensual de la Seguridad Social, ese impuesto al trabajo propio, se adecuase a los ingresos reales y fuese proporcional. Sin entrar en muchos detalles, porque no se trata de números específicos, sino de la situación en general, sólo por decir soy autónomo ya te toca pagar unos 300 € al mes.

    Ya sé que alguien me va a decir que hay tarifas bonificadas y esto y lo otro, pero eso no dura para siempre y no puedes hacer tus planes de rentabilidad a largo plazo de esa forma. Lo mínimo son unos 300 € al mes y, si eres autónomo societario, un poco más. ¿Qué pasa con los autónomos que ganan 600, 800 ó 1.200 € mensuales? Que puede llegar a darse el caso de que tengas que pagar casi la mitad de lo que ganas sólo por ese concepto. Y, del resto, te quitarán otro tercio en concepto de IRPF al final del ejercicio. Según los datos actuales, son más de un millón trescientos mil autónomos en esa situación.

    La respuesta del Gobierno ha sido una propuesta de ley por la cual lo mínimo que se va a pagar son 250 € y, a partir de ahí, el cielo es el límite. Si cometes el error de tener éxito y facturar, por ejemplo, 2.000 € al mes, tendrás que pagar 440 €, el 22% de tus ingresos o un poco más de la quinta parte. Sólo en ese concepto. ¡Así se fomenta el auto-empleo! Pero este libro no es una queja sobre la justicia o injusticia del sistema tributario español.

    Las dos personas que hemos colaborado en escribir este libro acumulamos más de 50 años de experiencia en emprendimiento desde ambos lados de la mesa de una gestoría.

    Amparo fundó, en el cambio de siglo, una asesoría contable y fiscal para autónomos y emprendedores. Han sido veinte años en los que han ayudado a cientos de personas a sacar adelante sus sueños, resolviendo sus dudas y necesidades en esa maraña de impuestos, requisitos y normativas mezcladas a las que hacía referencia un poco más arriba.

    En todos estos años han surgido un montón de situaciones llamativas, un montón de problemas que ha habido que resolver. Miles de dudas que te plantea una persona que llega al despacho sorprendida, porque sólo quería ganarse la vida con aquello que le gusta, pero se encuentra una auténtica batalla diaria con cada una de las administraciones que le pide un papel, un certificado, un impuesto o un trámite, de los que no había oído

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