Malas pulgas
Por Ana Morán y Francesc Gómez
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Sin pistas claras de dónde se ha escondido, y con la certeza de que Silvia no tenía sangre lobuna, el caso recae sobre la inspectora Eva Valdés y la subinspectora Sara Fernández de la Unidad de Vigilancia Sobrenatural.
Ya han pasado tres décadas desde que se produjo el Estallido, plagando nuestro mundo de feéricos y hechizos, pero pronto las dos agentes se verán arrastradas a enfrentarse a los viejos demonios personales que la investigación reaviva en su interior, y ninguno de ellos es mágico. Solo simples recuerdos.
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Malas pulgas - Ana Morán
MALAS PULGAS
MALAS PULGAS
Ana Morán Infiesta
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©Ana Morán Infiesta, 2021
©Ilustración: Francesc Gómez, 2021
©Edición y corrección de texto: Elia Vela Laviña, 2021
©Ediciones Dorna, 2021
www.edicionesdorna.com
Impreso en España por Podiprint
ISBN: 978-84-123894-1-8
IBIC: FK
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A mi yo pasado. Déjame que te explique el Estallido Sobrenatural.
Lidia Morgan. Facultad de Estudios Esotéricos de Asturias.
Querida Morgan del pasado.
Ya sé que ese nombre lo usas únicamente en redes sociales, pero créeme, se convertirá en tu apellido oficial y mucha gente se olvidará de que tu nombre de pila no es «profesora». O igual lo sabes ya porque, aunque nunca haya recibido respuestas tuyas ni hayan cambiado mis recuerdos de los Días de Estallido, esta no es la primera carta que te escribo. Ya no sé si lo hago como experimento para comprobar si podemos contactar con el pasado o cambiarlo o si es una simple costumbre que me ayuda a lidiar con el cambio brutal que vivió nuestro mundo a mediados de 2018.
Porque Morgan, tú y todo el maldito planeta vais a sufrir el Estallido Sobrenatural. Sí. Ya sé que suena fantasioso y, si me estás leyendo, estarás mascullando «anda ya, tía» o algo similar. Pero, en el fondo, una parte de ti me cree. Esa parte que tiene aficiones que otros ven raras y afirma sentir simple curiosidad por el tarot o captar psicofonías, pero no creer en «nada de eso».
La cuestión es que seguimos sin saber qué provocó el Estallido. Y a algunos ya nos importa poco cuál fuese la causa, en realidad. Hay quien lo considera el resultado de alguna conjunción atípica de rituales simultáneos. Otros piensan que las fuerzas del «otro lado» estaban hartas de que destruyésemos el planeta y decidieron actuar (y mira, nunca he descartado esta teoría). Y hay quien también defiende la contaminación como causa de las mutaciones que provocaron la existencia de personas con poderes (dotados, los llamaremos) o criaturas feéricas, los amantes de la conspiración aún hablan de experimentos gubernamentales echando sustancias experimentales en el agua y podría aburrirte con otros cientos de teorías más o menos minoritarias.
En Europa hubo una teoría de moda durante un tiempo. El Estallido lo causó un grupo de druidas que, reunidos en Stonehenge, realizaron un ritual que provocaría el Brexit definitivo al escindir Inglaterra del resto de Gran Bretaña. No se sabe si eran escoceses y galeses deseosos de librarse de los ingleses u orgullosos hijos de Inglaterra dispuestos a alejarse de los impuros. Sea como sea, el hechizo funcionó y los druidas ocultos entre mortales, o un puñado de caraduras con dones mágicos que se autoproclamaron tal cosa, se apresuraron a unirse en un lobby que extendió un breve dominio por toda Europa. En otros países, chamanes y otros brujos ejercieron ese poder.
En Europa hubo una teoría de moda durante un tiempo. El Estallido lo causó un grupo de druidas que, reunidos en Stonehenge, realizaron un ritual que provocaría el Brexit definitivo al escindir Inglaterra del resto de Gran Bretaña. No se sabe si eran escoceses y galeses deseosos de librarse de los ingleses u orgullosos hijos de Inglaterra dispuestos a alejarse de los impuros. Sea como sea, el hechizo funcionó y los druidas ocultos entre mortales, o un puñado de caraduras con dones mágicos que se autoproclamaron tal cosa, se apresuraron a unirse en un lobby que extendió un breve dominio por toda Europa. En otros países, chamanes y otros brujos ejercieron ese poder.
Sí. Me temo que la nueva realidad no extinguió el patriarcado. Al menos no de golpe. Los señoros intentaron por todos los medios ser quienes ostentasen el poder sobre sus iguales, quienes guiasen a la humanidad en su nuevo camino. Ellos dominaban la magia poderosa, la buena. Por eso se esforzaban en calificar de paparrucha cualquier teoría que convirtiese a las brujas en generadoras del Estallido.
No te preocupes. El reinado de esa gentuza será breve. Más o menos, durará lo que la humanidad tarde en acostumbrarse a una nueva normalidad y en descubrir que los ilustres hechiceros eran unos caraduras con demasiada afición a atribuirse méritos ajenos.
A ti te será fácil adaptarte, dentro de lo que cabe. No te quedará otra, tampoco. La gente que se reía de tus aficiones o te tenía por una frikaza te suplicará consejo. Además, serás una de esas personas que desarrolle poderes. Sí. Lo que tal vez estás leyendo. Tú, que cuando te disfrazabas de bruja en cualquier evento te sentías más tú que en ningún momento del año, serás una bruja de verdad, respetada por sus conocimientos y por lo bien que luces el sombrero de pico. Ah. También serás profesora universitaria, en la Facultad de Estudios Esotéricos, aunque ahora no haya semana que no te cagues en el mundo académico y el día que escogiste estudiar psicología.
Por cierto, aunque no suene muy glamuroso, el Estallido te pillará en el sofá, vestida con la bata que tu madre siempre te sugiere que deberías tirar y tu pijama de murciélagos y fantasmitas. También tendrás a Xana instalada en el regazo y estarás disfrutando de una maratón de La Maldición de Hill House. Os daréis un sustaco (más tú que la gata) cuando se os aparezca el fantasma de tu tía abuela Hortensia. Te saludará con un «¡Ay, neña! ¡Menos mal que queda en la familia alguien con sangre guerrera!» y se convertirá en uno de los espectros habituales en tu vida. Eso sí, te dejará el salón hecho un caos del ataque de felicidad que le dará cuando se compruebe que las grandes religiones no podrán sacar tajada del Estallido. Sus símbolos y nociones rancias del Bien y el Mal se mostrarán inútiles. De hecho, las iglesias serán refugio habitual de vampiros errantes porque en ellas se está fresquito.
Por supuesto, muchos intentarán negar la existencia del Estallido. El presidente del Gobierno español se convirtió en sapo mientras afirmaba que el Estallido Sobrenatural era tan falso como la corrupción en su partido. Será un momento épico, te lo prometo, y aunque habrá intentos de censurarlo, el vídeo subido a Youtube inmortalizando la transformación será uno de los más vistos de la historia de la plataforma. Y nosotras contribuiremos con varios cientos, si no miles, de visualizaciones.
Otros mentirosos y manipuladores se transformaron en lagartijas y demás animales beneficiosos para el ecosistema. Nada de criaturas peligrosas o venenosas, no fueran a dañar a quien no lo merecía. Muchos malnacidos sufrieron la justicia expeditiva de los fantasmas. También los traficantes de armas y otros buitres sin escrúpulos. Algunos prefirieron confesar sus pecados ante la justicia de los hombres antes que sucumbir a la sobrenatural. Otros optaron por renunciar a su poder, sobre todo después de ver al presidente de Estados Unidos convertido en calabaza.
España se convertirá en una República Federal. La celebración de humanos y viejos fantasmas fue épica en todo el país y tú quedarás afónica a fuerza de cantar con tu bisabuela canciones de la Segunda República.
Con el Estallido nacieron nuevos grupos políticos, se cerraron industrias contaminantes, se abrieron otras nuevas. Crecieron grandes bosques, parques poblados de árboles que no causaban alergias, pulmones que sanearon la atmósfera mientras se creaban los primeros drones capaces de reparar la capa de ozono. Disminuyeron los crímenes sexuales, acosos o maltratos. Surgieron nuevos delitos y conflictos, porque siempre existirá gente con necesidad de joder al prójimo.
También se crearán policías especializadas. En España, como casi siempre, más tarde que en otros lugares, en medio de una confusión de competencias y, en un principio, formada por deshechos de otros cuerpos. Menos mal que la cosa fue cambiando. Ahora, la Unidad de Vigilancia Sobrenatural cumple en casi todos los rincones la tarea de proteger tanto a personas humanas como feéricas y perseguir los delitos sobrenaturales sea quien sea el criminal. Y tú serás una de sus asesoras favoritas, sobre todo en la Unidad de Gijón. Y te gustará esa parte de tu trabajo. Con algunas agentes simpatizarás tanto que las verás como a una especie de sobrinas.
Creo que lo dejo aquí. Si estás leyendo esto, querrás descubrir algunas cosas por tu cuenta. Si no, ya me he cansado de escribir y los gatos tienen ganas de mimos.
Función de sangre
Los responsables de El Aullido de un lobo enamorado estaban seguros de que la obra reventaría las taquillas. Cuando la gira llegó al Teatro Jovellanos de Gijón, apenas vendieron la mitad del aforo para cada una de las tres funciones proyectadas.
La precedían las quejas por los tópicos falaces sobre los licántropos que contenía, a las que el director y el productor habían respondido con lloros sobre su derecho a la libertad de expresión, además de una colección de malas críticas por la nula calidad del libreto. La decisión de usar humanos disfrazados para interpretar a los hombres lobo había supuesto un boicot por parte de las asociaciones de personas feéricas, ya cansadas de semejantes discriminaciones. El reparto tampoco añadía lustre al asunto. Estaba formado por un puñado de intérpretes famosos por haber acumulado fiascos en tramos recientes de sus carreras, fuese en el cine o en la televisión.
La única con algo de caché era Silvia Castro. Tres años antes había protagonizado una serie de éxito entre los adolescentes, cuya segunda temporada había sido cancelada poco después de ser anunciada. Desde entonces, había trabajado en anuncios, cortos minoritarios y alguna net-serie.
Dentro de aquel fiasco, al menos, hasta los críticos más furibundos coincidían en que era casi la única que imprimía algo de profesionalidad y carisma a su interpretación.
En ese momento, Carlos Sánchez, que encarnaba al licántropo protagonista, se arrodillaba frente a Silvia, vestida como un remedo