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La Bella y la Bestia
La Bella y la Bestia
La Bella y la Bestia
Libro electrónico540 páginas8 horas

La Bella y la Bestia

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Información de este libro electrónico

Un cuento para los siglos. Un amor que trasciende el tiempo. 

Se requiere que la Princesa Gabrielle se case con un hombre para proporcionar un heredero para el reino de su familia, pero está enamorada de su mejor amiga de la infancia Rosie, que tiene secretos y obligaciones propios.

Un error horrendo cambia su destino para siempre...

Charmaine, una inocente renacida en otra época, puede liberar a todos de la maldición que cayó sobre ellos si simplemente puede descubrir el amor que una vez tuvieron.

Este no es el típico y viveron felices para siempre...

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento5 may 2023
ISBN9781667456270
La Bella y la Bestia
Autor

K'Anne Meinel

K’Anne Meinel è una narratrice prolifica, autrice di best seller e vincitrice di premi. Al suo attivo ha più di un centinaio di libri pubblicati che spaziano dai racconti ai romanzi brevi e di lungo respiro. La scrittrice statunitense K’Anne è nata a Milwaukee in Wisonsin ed è cresciuta nei pressi di Oconomowoc. Diplomatasi in anticipo, ha frequentato un'università privata di Milwaukee e poi si è trasferita in California. Molti dei racconti di K’Anne sono stati elogiati per la loro autenticità, le ambientazioni dettagliate in modo esemplare e per le trame avvincenti. È stata paragonata a Danielle Steel e continua a scrivere storie affascinanti in svariati generi letterari. Per saperne di più visita il sito: www.kannemeinel.com. Continua a seguirla… non si sa mai cosa K’Anne potrebbe inventarsi!

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    Vista previa del libro

    La Bella y la Bestia - K'Anne Meinel

    LA BELLA Y LA BESTIA

    Una novela de K’Anne Meinel

    Edición E-Book

    ––––––––

    Publicada por

    Shadoe Publishing para

    K’Anne Meinel en libro electronico

    Copyright K’Anne Meinel Mayo 2022-2023

    LA BELLA Y LA BESTIA

    Notas de Licencia para la Edición E-Book:

    Este eBook está autorizado para  su disfrute personal solamente. Este eBook no puede ser vendido o regalado a otras personas. Si usted quisiera compartir este libro con otra persona, por favor compre un ejemplar adicional para cada persona con la que lo comparta. Si usted está leyendo este libro y no lo compró, o no fue comprado sólo para su uso, entonces debería devolverlo y comprar su propio ejemplar. Gracias por respetar el trabajo del autor.

    ––––––––

    K’Anne Meinel está disponible para comentarios en K’Anne Meinel@aim.com así como en Facebook @http://www.facebook.com/K.Anne.Meinel.Fan.Page, LinkedIn @https://www.linkedkin.com/in/k-anne-meinel-a026385a, o en su blog @http://kannemeinel.wordpress.com/, o en Twitter @https://twitter.com/KAnneMeinel, o en su sitio web @www.kannemeinel.com si usted quisiera seguirla para saber sobre historias y publicaciones de libros, o revise en www.ShadoePublishing.com o http://ShadoePublishig.wordpress.com/

    Dedicado a cualquiera que piense que escribo sobre ellos.

    Soy

    K’Anne

    CAPÍTULO UNO

    Los sonidos de risa de niña se oían por todo el jardín. El Rey Sebastián miró con indulgencia mientras luego se volvía hacia su reina y sonreía. Parece que se está divirtiendo mucho, comentó él.

    Está corriendo como un marimacho, tal vez yo debería... ella comenzó preocupada, pero él levantó la mano para silenciar su condena de su princesa, su única hija. Él no hubiera permitido que su hija fuera de otra manera.

    Déjala ser; ella será una niña sólo una vez. Volvió a mirar los extensos jardines que conducían al castillo, sonriendo de nuevo al ver a su hija jugando en el laberinto que se había construido allí el año pasado. Sólo ahora estaba sobre su cabeza, pero ella conocía bien los caminos. ¿Esa que veo es la hija se Lord Rosenblaum?

    Sí, Lord Rosemblaum me imploró que consintiera en la amistad de su hija, respondió la Reina Isabella, una pequeña sonrisa formándose en sus propios labios mientras veía a su hija confundir completamente a la otra niña. El laberinto aún no era tan alto, pero estaba sobre la cabeza de ambas chicas. Si uno no conocía los caminos como la princesa, podría volverse confuso. Desde el balcón donde el rey y la reina estaban de pie, podían ver fácilmente los diversos pasajes para entrar y salir. Ese pobre hombre, se quedó solo para criar a su hija.

    La niña será buena para nuestra hija; ella no permite que la princesa se salga siempre con la suya como hacen los sirvientes. El rey observó a la joven ponerse en cuatro patas y deslizarse entre los setos que aún crecían, encontrar a la joven princesa, y hacerla tropezar.

    ¡No es justo, hiciste trampa! acusó la princesa.

    ¿Por qué hice trampa? reclamó la otra niña pequeña, levantándose, sus manos en sus caderas.

    La princesa se puso de pie, también, y sacudió su vestido que estaba lleno de tierra. Simplemente lo hiciste, dijo con un tono de arrogancia que sólo una princesa real podía imponer en esas palabras.

    La niña pequeña se rió de la altiva princesa, y, cuando la princesa quiso alcanzarla, salió corriendo, la princesa persiguiéndola.

    Ella necesitará un baño esta noche, dijo la reina secamente mientras miraba jugar a las dos niñas.

    Ella necesitará un hombre fuerte a su lado algún día, respondió el rey, y no sonaba disgustado. Sabía lo mucho que la reina había tratado de dar a luz al hijo esperado, pero tuvieron que contentarse con esta hija suya que tanto adoraba.

    ***

    Pero Padre, no me gusta el Príncipe Friedrich, la Princesa Gabrielle, ahora una mujer joven en edad de casarse, se quejó ante su padre, mientras practicaban el baile en el salón de baile, los músicos tocando exclusivamente para su rey.

    Has rechazado a varios cortesanos, mi querida, él la reprendió, no tan disgustado como sonaba. Le gustaba la idea de conservar a su hija un poco más. Él sabía que, teniendo sólo una hija, sería mejor que su reino se uniera a un vecino poderoso, y habían recibido varias ofertas de jóvenes de noble cuna, muchos que nunca habían visto a la Princesa Gabrielle.

    Ninguno de ellos ha tocado mi corazón, Padre, confesó ella, mientras doblaban las piernas al ritmo de la música, su reverencia un poco menos suave de lo que podría haber sido.

    No, cariño, sabes mejor que eso, le dijo él, amonestando su baile así como su respuesta.

    Increíblemente, la Princesa Gabrielle hizo gala de un paso que hizo que su padre se riera de su exuberancia. La hizo ver mucho más atractiva para los cortesanos que la danza normalmente permitida, pero también mostró que ella de hecho tenía los conocimientos necesarios que le habían enseñado sus instructores de baile en los últimos años. Ella sólo estaba presumiendo ahora mientras el baile continuaba. La música se volvió un poco más exuberante, y miró a los músicos que estaban disfrutando mientras tocaban para la princesa.

    Te estás poniendo demasiado vieja para no casarte y casarte bien, continuó él, su espalda rígida, mientras la guiaba expertamente a través de los pasos.

    Pero, Padre, ¿no debería también casarme por amor? ¿No lo hiciste tú? replicó ella, dando tres pequeños pasos con sus zapatillas de baile, dando palmadas al ritmo de la música antes de volver a ser atraída a los brazos de su padre.

    Yo tuve suerte de que tu madre me amara tanto como yo la amaba a ella, pero, como sabes bien, no siempre es así. Quizás tengas que encontrar el amor más tarde pero en cambio casarte por tu reino.

    ¿Por qué en lugar de ser el reino de un rey no puede ser el reino de una reina? ella preguntó y luego sonrió ante el fuego que brilló temporalmente en sus ojos. Ella sabía cómo sacarlo de sus casillas.

    El sacudió su cabeza a su hija y luego un dedo. Así no es cómo funciona el mundo, cariño, y tú lo sabes.

    Gabrielle de hecho lo sabía y no le importaba. No le gustaba ninguno de los hombres, tanto jóvenes como viejos, que habían venido a cortejarla. Sólo estaban tras el reinado de su padre, sabiendo que casándose con ella conseguirían las riquezas que contenía. Algunos querían el poder, también. Su padre sólo le permitía conocer a aquéllos que tenían o tendrían su propio reinado y sabía que implicaría gobernar a ambos.

    Lentamente, practicaron su baile, a través de varios valses, tanto los tradicionales como los regionales. Algunos eran exclusivos de sus propias tierras nativas, la gente siempre disfrutando del sonido de su música local tocada por los músicos del castillo y viendo a sus miembros de la realeza bailar con ella. La música salía por las ventanas del palacio, a los patios, hasta el pueblo donde muchos bailaban en la calle al ritmo de las melodías familiares. Mientras el rey y su princesa bailaban en el salón de baile, varios de los sirvientes dejaron lo que estaban haciendo para mirar, chismeando sobre la buena figura que hacían los dos mientras practicaban.

    La Princesa Gabrielle será una buena reina algún día, dio uno, y varios otros estuvieron de acuerdo.

    ¿Puedo interrumpir? preguntó la reina mientras le tocaba el hombro.

    ¿Estás interrumpiendo para bailar conmigo o con tu hija, querida dama? bromeó él.

    Ella sonrió pero lo sorprendió cuando dijo, Con mi hija, por supuesto.

    Él se rió mientras hacía una profunda reverencia, besó las yemas de los dedos de su hija y retrocedió para ver a la reina tomar la mano de su hija para bailar, tomando la iniciativa. Ella realmente era muy hábil y él se rió más. ¿Por qué no lo sería? El rey miró a su alrededor, y viendo a la hija de Lord Rosenblaum entre los cortesanos que observaban, caminó hacia ella e hizo una reverencia a la joven doncella.

    Lady Rosenblaum, ¿puedo tener el honor de este baile?

    Nerviosa por un momento, ella se ruborizó pero asintió y extendió su mano. Ella no estaba vestida para bailar, habiendo venido para observar a su hija en sus lecciones, pero fácilmente le siguió el paso al rey. Por supuesto, su alteza.

    ¿Y qué la trae hoy al castillo? preguntó él con indulgencia, admirando a la joven que había sido amiga de la princesa desde que eran jóvenes. Las recordó jugando en los jardines sin cesar, construyendo castillos de arena, pescando, e incluso cazando bajo la atenta mirada de él mismo, sus hombres, y su esposa y sus damas –aprendiendo todo lo que las jóvenes de su reino deberían aprender. Él había pensado que era extraño que esta chica se hubiera entregado a la caza, pero recordó que nunca había matado nada. De hecho, se habían burlado de ella porque, a pesar de su progreso con varias armas, ella nunca había traído carne a su mesa.

    ¿Gabrielle y yo íbamos a practicar con nuestros arcos hoy? Rosie le hizo una reverencia en el transcurso del baile.

    Ah, sí, había olvidado que la lección era hoy. ¿Cómo le va en el deporte? Él sabía muy bien que era una excelente tiradora y tenía un buen ojo.

    No soy tan buena o tan precisa como la princesa, pero me defiendo, ella dijo con bastante firmeza, tal vez un poco diplomáticamente, siempre consciente de que estaba hablando con el rey.

    Él se rió con ganas, su cabeza cayendo hacia atrás para reírse a carcajadas en voz alta. Varios de los cortesanos y sirvientes se preguntaron qué había dicho la joven para causar tal alegría en su soberano. Gabrielle parece necesitar sobresalir en los deportes en los que ambas juegan, comentó cuando dejó de reír tan exuberantemente.

    Ella puede ser competitiva, asintió la joven con una sonrisa traviesa. Sin embargo, ella admiraba a su amiga porque era ingeniosa, amable, y cariñosa con todos sus muchos amigos, pero sobre todo con ella, su mejor amiga durante todos estos años.

    El rey sabía que probablemente era su culpa que su hija disfrutara de los deportes masculinos así como de las habilidades femeninas. No habiendo tenido un hijo, él la había consentido. Sin embargo, él estaba orgulloso de la hermosa joven en la que se había convertido su hija. Lanzó una mirada de admiración a la princesa antes de volver a centrar su atención en su mejor amiga. Incluso su elección de amigos era algo que lo complacía. Lady Rosenblaum era un exquisito ejemplo del tipo de mujeres jóvenes que quería para su hija.

    ***

    Madre, mi Padre dice que debo elegir entre los hombres que se la pasan pidiendo mi mano, Gabrielle se quejó ante la reina mientras bailaban.

    Sí, mi querida hija, ya es hora de que te cases. Necesitaremos un heredero o dos en tu cuerpo para que continúe el linaje. Tu marido querrá un hijo para su reino y, si Dios quiere, le darás dos, para que el segundo pueda gobernar nuestra tierra.

    Cualquier hombre con el que me case querrá nuestras riquezas, dijo ella, un toque de burla en su tono mientras recordaba a algunos de los hombres que había conocido.

    Es verdad, la reina asintió estando de acuerdo, ejecutando un pequeño giro propio para coincidir con el de su hija, aunque no era parte del baile. Varios cortesanos aplaudieron la exhibición. Vio que la princesa estaba repentinamente cohibida, e hizo un gesto con su mano, indicando que los que estaban de pie debían unirse en lugar de observar a la princesa practicando las diversas danzas. También le enseñaría a bailar entre sus cortesanos, ejecutando los pasos de las diversas danzas y hábilmente evitando chocar con ellos.

    Ella miró a su hija que ya era más alta que ella, habiendo tomado el ejemplo de su padre, el rey. Cualquier hombre que su hija eligiera para casarse sería afortunado de conseguir a esta joven. Tenía una alta educación para ser una mujer de la nobleza, una indulgencia en la que el rey insistía cada vez que su curiosidad sacaba lo mejor de ella. Él había desafiado a ella y a sus tutores para enseñarle no sólo acerca de su propio reino, sino también acerca de los que rodeaban sus tierras y más allá. Varios tutores habían sido despedidos porque no estaban de acuerdo con el rey en que las mujeres, incluso las de nacimiento real y destinadas a ser reinas por derecho propio, deberían recibir educación.

    Creo que algunos te querrán por tí misma, agregó, viendo lo encantadora que se veía su hija mientras hacía piruetas a través de la danza. Sintió que la joven temblaba un poco y se echó hacia atrás para preguntar, ¿Qué te sucede, cariño?

    No creo ser natural, Madre, la joven princesa casi sollozó, tratando de evitar que su rostro rompiera en llanto frente a los que observaban. No creo que quiera casarme con ninguno de los hombres que han venido a pedir mi mano.

    ¿Por qué dices eso? se inquietó la reina. ¿Alguien ha sido demasiado directo contigo? De repente se preocupó de que las chaperonas no hubieran sido suficientes para proteger a su hija. Miró a su hija más de cerca.

    No, Madre, han sido muy respetuosos. Ella no mencionaría al que había tenido que amenazar con su cuchillo de caza –para gran sorpresa mutua. Él, al principio, se rió, pensando que ella no se atrevería a derramar una gota de su sangre igualmente real, pero masculina, y por lo tanto superior. Él se había ido pensando que ella debería haber disfrutado de sus intenciones amorosas y no olvidaría su insulto a su persona con la cicatriz permanente que ahora llevaba  sobre su corazón con la amenaza de que ella lo contraría más profundamente si él se atrevía a tocarla de nuevo. Ella no sabía cómo explicarle a su madre que no disfrutaba de la atención que recibía de estos hombres. Jóvenes o viejos –ninguno de ellos hacía palpitar su corazón. Ella cumpliría con su deber si sus padres insistían, pero ninguno de ellos hacía nada por ella.

    Vamos, dijo su madre, palmeándole la mano mientras bailaban, ¡encontrarás a tu príncipe, tal vez a un rey! dijo con confianza, indulgentemente, y quizás un poco condescendiente. Recordó sus propias preocupaciones acerca de su casamiento con el rey. Él había sido tan varonil que ella había quedado muy abrumada. Ella estaba segura de que su hija estaba experimentando sus propios aires de doncella.

    La reina sonrió mientras los bailes finalmente llegaban a su fin, habiendo terminado la práctica por ese día tanto para los participantes como para los músicos. Ella se unió al rey y observó mientas su hija se iba con sus amigos, la mayoría mujeres jóvenes. Pero casi exclusivamente con la joven Lady Rosenblaum, que enlazó su brazo con el de la princesa mientras caminaban en el jardín. Se veían jóvenes, saludables, y vibrantes. El rey y la reina compartieron su placer por su hija, con muchas ganas de que eligiera a su compañero y les diera nietos.

    CAPÍTULO DOS

    Oh, Rosie, dijo Gabrielle mientras se escapaban del castillo, pronto dejando atrás a las otras mujeres a las que consideraban amigas. No habían querido cazar con las dos mejores amigas, considerando a los caballos sudorosos y a la posibilidad de matar animales por debajo de ellas. Las dos mejores amigas se habían cambiado a trajes de caza, todavía usando sus faldas pero con calzas debajo para que montar a horcajadas sobre sus caballos fuera más fácil. Sus corsés de cuero permitían la libertad de movimiento de sus brazos pero sostenían sus encantos de manera apropiada, las blusas debajo de ellas de un blanco brillante contra el cuero. Estaban rodeadas por los hombres del rey para proteger a la princesa mientras ella disfrutaba de uno de sus pasatiempos favoritos. Tanto mi Madre como mi Padre mencionaron que debo elegir y pronto.

    Estaré triste cuando te cases, admitió Lady Rosenblaum. Pero tienen razón, debes tener un heredero. Ella señaló la tierra a su alrededor, mientras pasaban por el parque que era la entrada a la ciudad frente al castillo. Estaba lleno de figuras de topiario, incluso ahora siendo recortadas para darles forma. Cabalgaron a través de un gran conjunto de campos antes de entrar en los oscuros bosques.

    ¿Qué hay de ti? ¿No deberías casarte tú también? le preguntó a su mejor amiga, sintiéndose un poco despojada de sólo pensarlo.

    Mi padre ha elegido por mí, pero no necesito casarme pronto, admitió. Mis hermanos pueden continuar con sus herederos, y puedo esperar un rato todavía.

    ¿Has conocido a tu futuro marido? preguntó Gabrielle, no habiéndose dado cuenta de que Rosie estaba comprometida.

    Por supuesto, ella se rió. Él es el más agradable de los caballeros. Él tampoco desea sentar cabeza y está de acuerdo con mi padre; no hay prisa.

    Gabrielle pensó por un rato. El ruido de los cascos de los caballos era silenciado por la profunda pila de agujas de pino en el suelo del bosque. ¿Has... has besado alguna vez a tu prometido?

    No, ¿por qué tipo de doncella me tomas? Rosie preguntó con indignación, indignada por la sugerencia de su amiga. 

    ¿Entonces cómo sabrás qué clase de amante es? ¿Serán compatibles? preguntó la princesa de manera práctica, sin desanimarse en lo más mínimo por la ira de su amiga.

    Tendré que confiar en la decisión de mi padre en esto. Bajó la voz para que no pudieran oírlas. Sin embargo, he oído rumores... ella dejó la frase sin terminar, sonrojándose de modo favorecedor.

    ¿Realmente? ¿Qué rumores? preguntó Gabrielle, intrigada. Sus ojos marrones brillaron positivamente mientras esperaba oír la respuesta a su pregunta.

    Rosie se rió de la emoción de su amiga. Oí que él era un buen amante antes de convertirse en mi prometido, mientras las mujeres chismeaban sobre su destreza.

    Desilusionada, Gabrielle frunció el ceño. ¿Por qué está bien que los hombres practiquen antes del matrimonio pero nosotras no podemos?

    ¿Porque somos mujeres?

    Bah, eso no significa nada, respondió, deslizando su mano de un lado a otro para rechazar el pensamiento. No hay razón para que una mujer no deba ser igual que un hombre. Mírame, dijo, señalándose. Yo seré reina, sea hombre o no.

    La tuya es una situación única, Gabrielle, señaló Rosie. Tú eres la hija única de dos familias reales que se unieron. Serás reina por derecho propio, pero tu marido tendrá prioridad.

    No si encuentro al hombre adecuado. Se dará cuenta de que no puede enseñorearse de mí sólo porque es un hombre, ella afirmó resueltamente, ansiosa por compartir esta información con su amiga pero demasiado asustada para decírselo a sus padres. No quiero a un hombre que no reconozca que soy su igual.

    Rosie meneó la cabeza ante su amiga. Ningún hombre haría eso.

    Seguramente en algún lugar allí hay un hombre que lo haría... comenzó, y luego vio al jabalí y olvidó al instante de lo que estaban hablando. Sacó su ballesta de los cueros que la ataban a su silla de montar y rápidamente insertó una flecha que estaba hecha especialmente más corta para el aparato. Usando la punta de su bota, ella lo tiró hacia atrás y lo preparó. Ella apuntó rápidamente y soltó la flecha. Su caballo se dio cuenta de su compromiso en la caza por sus músculos apretados del muslo para mantenerla en la silla de montar, ya que necesitaba ambas manos para el arco.

    El chillido de sorpresa e indignación del jabalí resonó por todo el bosque. Gabrielle deslizó otra flecha y recargó su ballesta, sin notar que Rosie se estremecía al ver al jabalí herido. Recargar demostró ser innecesario, sin embargo, ya que su disparo había sido certero y el animal cayó muerto después de sólo unos pocos pasos. Uno de los hombres del rey se apresuró a recoger el cadáver.

    Continuaron su caza, apenas errándole a un ciervo mientras completaban un amplio círculo de las tierras del rey. Saludaron a los campesinos que habitaban las tierras. Estaban familiarizados con ver a la princesa cazando, ya que ella frecuentemente compartía los animales más pequeños que había matado con ellos, cuidando de su gente como hacía una buena castellana. Hoy, sólo cuando había logrado matar a una cerda, le dijo al hombre que llevaba el jabalí que distribuyera la carne entre los campesinos por igual, llevando a la cerda dulce de vuelta al castillo para su propia despensa.

    ¿Sólo un cerdo, cariño? bromeó el rey, poniendo su brazo alrededor de su hija orgulloso mientras los hombres entraban con el animal que había matado.

    No, Padre, esa era la cerda. El jabalí hice que lo cortaran para que nuestra gente lo compartiera, ella le dijo, entregando el arco ahora descargado a uno de los sirvientes que se adelantó.

    Esa es mi chica, dijo él orgulloso, abrazándola más fuerte mientras entraban al castillo juntos. Miró sobre su hombro a Rosalyn Rosenblaum y sonrió. ¿Nada para usted hoy, Lady Rosenblaum?

    No, su Majestad, ella le aseguró, sin estar molesta en lo más mínimo. Sin embargo traje escaramujos para la mesa, así como algunos otros artículos de nuestro propio jardín."

    Él sonrió, complacido. Los jardines de los Rosenblaum eran extensos, y Lord Rosenblaum era conocido no sólo por sus rosas y otras flores, sino por los excelentes vegetales en sus vastos campos. Sus sirvientes los vendían en los pueblos y en las ciudades, pero el castillo también compraba algunos. Los especiales eran traídos por la hija del Lord en tributo a su mesa donde ella comía tan a menudo. Él esperaba con ansias la cerda asada para la cena de esta noche así como las contribuciones que la joven Lady Rosenblaum había hecho.

    Después de la cena, las dos jóvenes caminaron por los jardines del castillo, sin necesidad de una escolta a excepción de un guardia ocasional en los terrenos del castillo. Podían ver a hombres armados en las torres y a lo largo de los largos muros en varios niveles, protegiendo a todos los que vivían dentro.

    ¿Alguna vez sientes la necesidad de besar a tu prometido? Gabrielle retomó su conversación anterior como si el tiempo no hubiera pasado. Estaban caminando del brazo mientras charlaban.

    ¿Necesidad de besarlo? preguntó Rosie, sin entender la pregunta.

    ¿Nunca sientes algo aquí, Gabrielle presionó alrededor de su ombligo sobre su vestido, como si quisieras que te besaran o como si quisieras besar a alguien?

    No, ¿tal vez comiste algo que no te cayó bien? preguntó ingenuamente.

    No, no es así, le aseguró la princesa. Entonces se le ocurrió un pensamiento errante. ¿Nunca te han besado?

    Sonrojándose, Rosie no le respondió a su amiga. Ella le siguió el paso a la princesa, pero sus pensamientos eran pesados mientras consideraba la pregunta. Ella negó con la cabeza ya que Gabrielle se había detenido para mirarla. ¿Y tú?

    Ahora era el turno de Gabrielle de sonrojarse. Ella negó con la cabeza y dejó caer sus  brazos. ¿Cómo sabemos si somos buenas para eso?

    Nuestros maridos nos dirán, Rosie le aseguró con confianza.

    ¿Pero cómo sabemos si son buenos en eso?

    ¿Otra vez con eso? Su reputación debería ser buena pero no demasiado buena, ¿sabes?

    Sí, ¿pero cómo sabremos hasta que sea demasiado tarde? ¿Cómo sabremos si es un fanfarrón y su reputación falsa?

    Te preocupas por nada. Él será tu marido, y sus besos lo suficientemente buenos, Rosie se sentía incómoda. Su amiga cuestionaba cosas comúnmente establecidas.

    Gabrielle estuvo en silencio por un tiempo, mientras caminaban cerca del laberinto, ahora más alto de lo que cualquiera de ellas podía ver por encima de él. Los jardineros tenían que usar escaleras para recortar las hermosas paredes que confundían a tantos que no conocían sus secretos. Rosie había aprendido esos secretos hacía años. Recordaba haberse burlado de su amiga entre sus interminables filas y misterios ocultos. De repente, Gabrielle agarró la mano de su amiga y la llevó hacia la sombra de los altos setos del laberinto. ¡Ven conmigo! ella imploró en un susurro. Después de haber caminado varios pies en la oscuridad del laberinto, reunió su valor y preguntó, ¿Me dejarías practicar besarte?

    Al principio, alarmada por el pedido de su mejor amiga, ella se quedó allí incapaz de responder. No era un pedido irrazonable. Después de todo, Gabrielle era su mejor amiga y no la lastimaría. Por supuesto, respondió antes de seguir pensándolo.

    Gabrielle se inclinó. La oscuridad de los altos setos hacía imposible ver realmente a su amiga, pero ella todavía sostenía la mano de Rosie y sabía dónde estaba. Mientras consideraba cómo besar a la otra joven, la luna se levantó sobre el seto e iluminó lo suficiente para que pudiera ver el rostro de su amiga. Apuntó sus labios a los de Rosie y se concentró en ellos, dándole un pico en la boca.

    No provocó nada, en ninguna de ellas. Ella se echó hacia atrás, decepcionada.

    ¿Eso es todo? preguntó Rosie, tocándose los labios con los dedos de su mano libre. El pico no había sido incómodo, pero no le había provocado nada.

    No, eso no puede ser todo, dijo Gabrielle, decidida a practicar esto tanto como practicaba la caza, el baile, y otras actividades. ¿Tal vez deberíamos intentarlo de nuevo?

    Como Rosie asintió, ella se inclinó de nuevo y le dio algo más que un pico, permaneciendo cerca por un tiempo.

    Ambas se miraron a los ojos, lo que podían ver de ellos por el reflejo de la luna –marrones los de la princesa y verdes los de Rosie. Cuando Rosie abrió la boca para hacer una pregunta, Gabrielle se dio cuenta de que lo había estado haciendo mal. Recordando a sus padres, lo que había visto de ellos y de la pasión, se dio cuenta de que necesitaba hacer más que un pico en los labios de su amiga. Ella relajó sus labios fruncidos, alineándolos a lo largo de los labios exuberantes de Rosie, y profundizó el eso. Eso se sintió mucho mejor. Se sintió... mientras lo analizaba... correcto.

    Rosie se sorprendió mientras preguntaba si Gabrielle sentía algo y el beso cambió. Los labios se relajaron contra los suyos. Se sentían cálidos, no demasiado húmedos, y... deliciosos. Mientras el verdadero primer beso se profundizaba, se dio cuenta de lo suaves que se sentían los labios de Gabrielle. Mientras respiraba a través de su nariz, se dio cuenta de lo dulce que olía su amiga. Sus labios permanecieron ligeramente separados mientras Gabrielle exploraba, sus propios labios moviéndose a lo largo de ellos. Ella sintió un poco... algo, y levantó su mano libre para mantener el equilibrio mientras tomaba el hombro de Gabrielle. Gentilmente, pasó del hombro al rostro de su amiga, queriendo sentir la piel de la princesa. Dejó que las puntas de sus dedos corrieron a lo largo de la mandíbula de Gabrielle y luego su cuello.

    Gabrielle se estremeció ligeramente, mientras la piel de gallina enviaba un escalofrío por su cuello y sus brazos. Sin poder respirar lo suficiente con su nariz, se apartó ligeramente para respirar por la boca. Miró a Rosie y pensó que la veía teniendo el mismo problema. ¿Eso fue mejor?

    Rosie asintió. Creo que necesitamos practicar más, ¿pero crees que es la manera correcta?

    ¿Alguna vez has visto besar a tus hermanos? preguntó la princesa, curiosa ya que ella no tenía hermanos para decirle.

    Sí, han llevado doncellas al granero e incluso han llevado algunas a hurtadillas por las escaleras de los sirvientes a sus habitaciones. Mi padre estaría muy decepcionado por su temeridad. Él habría estado más molesto al saber que la joven Lady Rosenblaum estaba al tanto de las actividades de sus hermanos.

    ¿Te gustó?

    ¿Lo que hacían mis hermanos? preguntó, horrorizada por el giro de su conversación.

    No, tonta, ¿nuestro beso?

    Ella se rió para cubrir su vergüenza. Sí, dijo en voz baja, bajando la mirada. Me gustó.

    ¿Te gustaría practicar de nuevo? Gabrielle levantó la barbilla de Rosie para poder mirarla a los ojos, al menos lo que podía ver a la luz de la luna.

    ¿Crees que deberíamos?

    Nadie puede vernos, y yo por lo menos no quiero ser alguien que besa mal. ¿Y tú?

    No lo había pensado, admitió. No tenía importancia de todos modos; su padre había elegido a su marido. Ella no tenía apuro por casarse y tener a sus hijos.

    Bueno, piénsalo, la alentó su amiga mientras se inclinaba de nuevo, dándose cuenta de que no necesitaba fruncir los labios para besar de manera efectiva. Cuando relajaba sus labios besaba mejor. Lo que no sabía era que la dopamina liberada por sus besos la haría encontrar ese anhelo que no había entendido antes, ella quería seguir besando a Rosie, y más fuerte. Ella gentil y lentamente tomó a su amiga en sus brazos, envolviéndola en un abrazo, sosteniéndola mientras profundizaba el beso. Tímidamente, ella usó la punta de su lengua para lamer los labios de Rosie y probarla. Tenía el sabor de las frutillas que habían comido en la cena y un ligero matiz de la cerveza que había acompañado su comida.

    Durante las siguientes semanas, practicaron siempre que podían encontrar tiempo a solas lejos de las miradas indiscretas. Sólo cuando Gabrielle cerró la puerta con llave para evitar que los sirvientes o su madre irrumpieran, se sintieron seguras en sus habitaciones. Por las noches cuando paseaban por los jardines, la mayoría de las veces oían a hombres armados caminando por los terrenos, interrumpiendo lo que se había convertido en una exploración, mientras aprendían más y más de esta cosa llamada besarse.

    La segunda vez que estuvieron juntas descubrieron que usando sus lenguas, más y más en profundidad en la boca de la otra era emocionante. Para la tercera vez, estaban mordisqueando y chupando suavemente a lo largo de las mandíbulas y el cuello de la otra, murmurando palabras de cariño mientras exploraban. Sus manos no estaban quietas, tampoco, al darse cuenta de que su exploración se veía reforzada por el tacto, por la sensación, mientras sus cuerpos se tocaban.

    Gabrielle, no sé si deberíamos seguir haciendo esto, se preocupó Rosie, mientras descubría una vez más que le faltaba el aliento. No es que no lo disfrute, agregó rápidamente cuando vio la expresión preocupada de su amiga. Simplemente no sé si es apropiado.

    Rosie, eres mi mejor amiga y te quiero. Pienso que algo que se siente tan bien no puede estar mal, respondió, preocupada de podría perder su amistad. Ninguna de las otras doncellas que eran sus amigas la hacían sentirse así. Ella no había besado a ninguna de ellas, pero tampoco quería hacerlo. Sólo Rosie hacía que quisiera explorarlo, aprender lo que necesitaban saber.

    Pensando en ello y viendo la expresión seria en el rostro de su princesa, ella se relajó. Yo también te quiero, Gabrielle, dijo en voz baja, inclinándose para besarla de nuevo.

    Sus caricias se volvieron más audaces mientras descubrían lo que le gustaba a la otra. La primera vez que Rosie tocó el pecho de Gabrielle hizo que ambas inhalaran fuertemente ante su audacia. A medida que avanzaba bajo el corpiño del vestido, encontraron placer en eso para ambas. El favor devuelto hizo que ambas jadearan, ya que incitó más entre ellas.

    ¿Crees que esto es lo que llaman hacer el amor? Gabrielle le preguntó a su amiga en un susurro mientras comenzaban a quitarse sus corpiños para verse la carne.

    No sé, pero por lo que he observado, dijo, refiriéndose a lo que había visto hacer a sus hermanos y a los sirvientes, necesitaríamos sacarnos más ropa o tocar debajo de nuestra ropa interior. Rosie miró tímidamente a Gabrielle, viendo sus pechos femeninos por primera vez y queriendo acariciarlos. Ella se sorprendió por su osadía.

    Ví a uno de nuestros cortesanos tomar a una de las criadas en un rincón, confesó Gabrielle, extendiendo la mano para acariciar el hombro desnudo de Rosie, sorprendida por la textura y suavidad. No pude ver su miembro viril, pero ambos seguían vestidos y parecían disfrutar el deporte.

    ¿Crees que es como cuando un semental toma a una yegua? preguntó Rosie, satisfecha con el toque de Gabrielle. Se volvió más audaz cuando su ropa cayó hasta su cintura. El toque de las yemas de los dedos de su amiga acariciando su tórax y luego vacilante sus pechos desnudos le trajo tanto placer. Sus pezones estaban más duros de lo que nunca había recordado. Mientras Gabrielle tomaba con su mano una de sus pequeñas esferas, ella suspiró en su cálido tacto, maravillándose de lo bien que se sentía.

    No, creo que entre un hombre y una mujer, es diferente, ella susurró, inclinándose para besar a lo largo de los hombros de Rosie y seguir adónde habían ido sus dedos.

    ¿Pero y entre dos mujeres? Jadeó mientras la cálida palma de la mano de Gabrielle se movía contra su pezón hinchado.

    ¿Te gusta eso?

    Asintiendo, agregó, Sí. Ella duplicó los esfuerzos de su amiga, besando, incluso mordisqueando su hombro desnudo. Su mano acariciando y luego tomando el pecho de la princesa. Estaba sorprendida de que los pechos de Gabrielle fueran más grandes que los suyos, pero a su amiga no parecía importarle mientras tocaba y aprendía.

    La primera boca en un pezón hizo que la joven jadeara de placer. Ella estaba siendo traviesa, pero disfrutó de la sensación de su amiga más confiable haciéndole esto. Los besos, las caricias –todo había llevado a este momento, ¿verdad? Estaba segura de que era todo lo que podía esperar, pero entonces, atrevidamente, Gabrielle metió la meno debajo de su vestido y dentro de sus pantalones, deslizando su dedo y su mano dentro.

    No creo que... comenzó, pero Gabrielle levantó la cabeza para besarla y ella respondió sin pensarlo a la pasión creciente de su amiga. Una vez que Gabrielle descubrió el calor escondido entre las piernas de su amiga, no pudo evitar explorar su humedad. Se había sorprendido al descubrir que también estaba mojada, y ansiosamente esperaba las exploraciones de Rosie. Mientras tanto, tenía curiosidad por las respuestas de Rosie a sus propias atenciones. Siguió tocando y explorando no sólo con sus dedos sino también con la palma de su mano presionando firmemente allí hacía que Rosie se retorciera en sus brazos mientras la besaba profundamente.

    Rosie comenzó a machacar contra el calor de la mano de Gabrielle, sosteniéndola allí sujetando sus piernas juntas. Los pantalones estaban en el camino, pero Gabrielle mantuvo su mano en su lugar mientras machacaba de vuelta, besando a su amiga desesperadamente. Rosie comenzó a gemir, casi jadeando mientras sentimientos que nunca antes había sentido comenzaban a asaltar sus sentidos. Ella corcoveó debajo de Gabrielle, tratando de acercarse, de lograr algo que ella no entendía. Su mundo se centró mucho en las sensaciones que comenzaban en su centro. Se extendieron mientras la sangre comenzaba a retirarse de sus miembros y de su centro donde la mano de Gabrielle le estaba administrando. La sensación crecía más y más y su cuerpo se arqueó, su respiración atrapada en su garganta mientras corcoveaba. El sentimiento siguió y siguió, pero Gabrielle se mantuvo firme, continuando con su mano a pesar de los temores de que podría estar causando daño a Gabrielle. Sin embargo, cuando intentó apartarse, las piernas de Rosie la mantuvieron prisionera mientras machacaba. Finalmente, Rosie echó su cabeza hacia atrás, lejos de su beso para respirar con dificultad el oxígeno del que se había visto privada, su cuerpo lentamente  relajándose debajo de su amiga. Gabrielle detuvo sus movimientos para observarla.

    ¿Estás bien? preguntó mientras los jadeos disminuían y pudo retirar su mano. Podía oler la humedad en su mano y miró hacia abajo para ver la mancha que la cubría.

    Rosie alzó la mirada, sorprendida por lo que habían hecho pero no avergonzada. Se sentía demasiado bien por eso. "¿Qué fue eso?" preguntó finalmente.

    Creo que eso fue la pasión, admitió Gabrielle maravillada, sorprendida por lo que su amiga había experimentado. Creo que esto ahora nos convierte en amantes.

    Rosie no estaba disgustada. Deseó que su madre estuviera viva y le hubiera podido explicar esto. ¿Puedo hacértelo a ti? se preguntó en voz alta.

    No sé, pero me gustaría descubrirlo. Ella sonrió con picardía.

    Exploraron y aprendieron sobre el cuerpo de la otra, encontrando la pequeña protuberancia dura entre las piernas de la otra que les daba tanto placer. Aprendiendo a poner uno y luego dos dedos dentro, como un hombre ponía su apéndice allí, encontraron incluso más placer. Con el tiempo se dieron cuenta de que sólo querían esto entre sí, nadie más podía compararse con lo que encontraban entre ambas.

    CAPÍTULO TRES

    No deseo casarme con esos hombres que siguen permitiendo en nuestra corte, Gabrielle le insistió a su madre, dando un golpe en el suelo con el pie para dar énfasis. Ninguno de ellos me desea por mí misma sino más bien por el reino de mi Padre.

    Gabrielle, debes casarte. Cumpliste dieciocho en tu último cumpleaños. No agregó que para la mayoría de la gente ella era casi demasiado vieja. En lugar de eso, alentó a su hija. Estás en la mejor edad para contraer matrimonio, y debes estar con un hombre para tener un heredero, no sólo por sus tierras sino por las tierras de tu padre. Tu padre ha decidido que tu segundo hijo heredará estas tierras.

    Ni siquiera he heredado estas tierras y no lo haré durante mucho tiempo, si Dios quiere. ¿Para qué necesito a un hombre?

    Creo que es hora de que aprendas lo que pasa entre un hombre y una mujer, le dijo su madre con una pequeña sonrisa, divertida por la ingenuidad de su hija. Yo había tenido la esperanza de esperar a tu noche de bodas, pero necesitas saber lo que esperamos de ti y por qué necesitamos un heredero varón para retener estas tierras.

    Seré reina por mi propio derecho. No necesito a un hombre para retener mis tierras. Nuestro pueblo es leal.

    Sí, son leales, pero es la costumbre de este mundo que un hombre es más propenso a mantener un ejército y la lealtad de su pueblo. Necesitas a un hombre para proteger tu reino. El reino está encabezado por un hombre, no por una mujer, agregó con una sonrisa irónica.

    Eso no es justo.

    No, mi querida, no es justo. Te diré un secreto, sin embargo. Mientras que un hombre es necesario para que te de su semilla para crear a un bebé, los encantos de una mujer lo mantienen cautivo y sus artimañas a menudo pueden hacer que él haga lo que ella desea.

    ¿Usas artimañas femeninas con mi Padre para que él haga lo que quieres? preguntó ella, horrorizada.

    No, eso no es necesario ya que tu padre es único para darme lo que quiero. No pido mucho ya que él desea mantenerme feliz y se anticipa a mis necesidades. No todos los hombres son así, admitió. Ella pasó a explicar los diferentes tipos de hombres.

    Eso no suena como un matrimonio que yo querría, argumentó Gabrielle. Ella estaría intercambiando la casa y las reglas de su padre por las de un hombre extraño que podría exigir de ella tantas cosas, incluyendo su persona.

    La Reina Isabella suspiró mientras trataba de explicar suavemente las reglas no escritas que una mujer debe cumplir. Luego dirigió la conversación a la procreación y a lo que una mujer debe someterse, incluyendo las atenciones, la pasión, y las demandas de su marido.

    Gabrielle era consciente de algunas de estas cosas. Ella no era tan ingenua, ya que había visto a su semental cubriendo a las yeguas. Habiéndole hecho el amor a Rosie ahora en numerosas ocasiones, se dio cuenta de que prefería el toque suave de su amante a cualquiera de los hombres que intentaban robarle besos en el pasado.

    Gabrielle, a tu Padre y a mí nos gustaría que fuera tu elección. Sin embargo, si no encuentras que ninguno de los hombres jóvenes... comenzó a explicar, no queriendo que fuera una amenaza o advertencia para su joven hija.

    ¿Jóvenes? ¡Ja! ¡Lord Esteba tenía la edad de mi padre! se burló.

    Sí, pero es fuerte y apropiado debido a las tierras que aporta al acuerdo.

    Ni siquiera es un príncipe.

    Es un duque, que, como sabes, es una forma de ser un príncipe, ella señaló. Estás siendo deliberadamente obstinada. No tienes otra opción más que casarte, y nos gustaría que el hombre con el que vas a tener que vivir el resto de tu vida, te de hijos, que sea un hombre con el que al menos puedas ser compatible. Ella sabía que muchas veces no era la elección de la pareja, pero ella quería darle esto a su hija, su única hija. Quería que fuera feliz.

    Gabrielle dejó caer los hombros. Ella lo sabía y estaba agradecida por los intentos de sus padres.

    "Cariño, no es el final. Queremos que ames a tu marido o al menos lo respetes

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