CUANDO Leonor se unió al aplauso general del público congregado en el teatro Campoamor de Oviedo tras dar su discurso en la entrega de los Premios Princesa de Asturias, nos brindó la gran anécdota de la ceremonia y un gesto más para la historia.
Su padre, el Rey Felipe, que la había estado contemplando absolutamente arrobado mientras ponunciaba sus palabras, la recibió a su vuelta a la mesa presidencial diciéndole “muy bien”, sin parar de mirarla y sonreírle, para a continuación hacerle notar que no podía aplaudirse a sí misma.
En ese mismo instante, ella se dio cuenta y cesó sus palmas con una espontánea reacción de sorpresa y sin poder reprimir las risas. En ese instante descubrimos a una Leonor como pocas veces, y desde luego como una adolescente que está en pleno aprendizaje de ser Princesa. Cada año, en cada acto oficial, la heredera al trono va dando pasos hacia