El Camino de las Leyendas: El Periplo del Caminante

Por H. Oes

Algunas historias míticas, sencillamente no tienen un punto inicial de partida y su punto culminante no es necesariamente el final de la historia. En esta ocasión puedes presenciar una de ellas, pues su inicio se encuentra en el final, y caminando hacia él, se ha de llegar al inicio, porque poco importan dónde empiezan o terminan las historias, si no conocemos los entrañados relatos que las componen.

Y eso parece ser una buena historia, que podríamos contar con más detalle en otra ocasión...

• Idioma: Español
• Editorial: H. Oes
• Fecha de lanzamiento: 22 nov 2021
• ISBN: 9781005409012

H. Oes

Hombre solitario, misterioso y de pocos sonidos. Eso pensaría cualquiera que me observe de lejos, por sobre mi esbelta apariencia, mi buen gusto para los pantalones y mi fino criterio para andar elegantemente despeinado.

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H. Oes

El Camino de las Leyendas:

–El periplo del caminante

Copyright © 2021 Oesile Henriquez

Todos los derechos reservados.

Agradecimientos

Porque existen innumerables historias, y seguirán existiendo, quiero agradecer a todos aquellos que se han tomado, tomaran o se están tomando el tiempo para leer esta armoniosa combinación de letras que dio como resultado un aglomerado de palabras que cobran sentido al ser leídas secuencialmente en las páginas siguientes.

Particularmente, agradezco a mis primeros lectores, entre ellos, Carluchina, JekkyJen y Jinh que, de alguna forma u otra, en su oportuno momento, contribuyeron al desarrollo de la misma a través de mis ideas; y, por supuesto, a ti, que en este momento estas aquí, compartiendo un rato conmigo.

¡Gracias, muchas!

Contenido

Iliana, el Tulipán que lo Encuentra Todo

Flux, el Máximo Domador de Bestias

Damictria, la Legendaria Bestia Fulgurante que lo Controla Todo

Los Jinetes Espectrales del Sur

Alfiler, el Gólem del Lir

Telra y Telsa, los Hermanos Cazadores

La Leyenda de Victo, el Inhumano

Polosh, las Manos Invisibles del Lir

Lertania, de las Maravillas

Nunca se la había quitado desde aquella vez. Hace tanto tiempo estuvo ahí que ya formaba parte de su cuerpo. Fue como si todavía la llevase puesta. Dejó resplandecer una sonrisa, mientras el anillo caía al cesto de cristal.

Esas palabras lo desconcertaron. Ella abrió la puerta y, una vez adentro, la cerró.

Él esperó un instante, se dirigió a la puerta, pero dudoso de la situación dejó por un momento su mano extendida ante el picaporte. Sintió una necesidad de llamar. Entró en razón, la abrió como si de llegar a su hogar se tratara.

Todo estaba oscuro, solo unas pequeñas y tenues luces brillaban en la habitación, asemejando estar acomodadas sobre una estantería; flotar parecían.

****

Una corona posa sobre la cabecera de un sillón. Labrada en oro y tallada a mano. La corona de un gran soberano, que quizá fue abandonada aquí por él mismo o fue robada de sus manos en algún momento y terminó en este lugar por cosas del destino. La verdad es que su final es el mismo que ya hemos escuchado en otra ocasión, pero lo que menos nos importa es el final de las historias u objetos. Lo que realmente importa, es la historia que llevó a ese final tan repetido, repetitivo e insípido. Que al final, no importa mucho que el inicio sea el final o que el final sea el inicio. Lo más seguro es que sean lo mismo. Una misma cosa de un todo. O como dicen por ahí, las dos caras de una misma moneda. Pero lo que nos parece verdaderamente relevante es el valor de la moneda, no sus caras.

****

Habitaciones y habitaciones llenas de objetos y más objetos. Cualquier cosa imaginable hay en este lugar. Y dentro de lo que parece un interminable desorden, hay una clasificación premeditada. Si ha de suponerse que entre todas estas cosas hay algo que le pertenece, se ha de inferir sin lugar a dudas que será realmente difícil encontrar lo que crea suyo. Aunque con un poco de astucia, esa labor ha de tornarse un tanto más sencilla.

Un hombre inteligente siempre será inteligente, aun así no recuerde su pasado. O quizá tan sólo es sentido común que cualquiera pudo haber usado sin saber más que, hablar. Sin embargo, la búsqueda es difícil y laboriosa, más cuando no sabes qué es lo que realmente buscas. Sin indicios, ni ayuda alguna.

Con ojos anegados como nubes de tormenta, niega lentamente con su cabeza. Ansiedad y desesperación llenan su corazón. Y en un último intento de encontrar lo que está buscando, en llanto amargo de desesperanza ha de caer. La tormenta empezó, y la fogata por apagarse está.

Mientras el agua corre entre sus dedos logra atisbar su reflejo, es la primera vez en la vida que se ve a sí mismo. Un completo extraño, no se reconoce. Y mientras sus manos lavan su rostro, ha de preguntarse quién es y que hace aquí, pero la verdad es que no tiene idea alguna, no tiene pasado, al menos para sí. Sus ojos ya están cansados de ver tantas cosas, y tiene miedo de elegir erradamente sobre su vida. Pero al final quizá no importe mucho lo que termine eligiendo, tendrá de vuelta una vida, tal vez suya, tal vez no.

Entre sus húmedas y blancas manos hay una marca extraña, algo que se ha ido borrando poco a poco de ese lugar y que, si no la hubiese visto ahora, nunca lo iba a poder ver. Esta borrosa. Las marcas en la piel no están bien definidas y mucho menos entendibles. Pero no hay que ser muy perspicaz para saber que se trata de una inscripción, ¿pero qué objeto peculiar la puso allí? Tanto tiempo dejó en evidencia lo curtida que se tornó su piel, pues aun después de remover el objeto, este dejó la marca de la piel sana y joven que nunca sintió la presencia del sol ¡Un momento!

Desesperado, recurre a buscar lo que cree suyo. Por fin tiene un indicio. La luz al final del túnel, el abrevadero en medio del desierto, la fogata en plena helada de invierno. Ahora únicamente toca probar, una y otra vez hasta encontrar el que coincida. La sortija predilecta, la que va puesta ahí, en el cuarto dedo de su mano izquierda. Nunca antes estuvo más seguro de que el objeto que lo sacaría de allí sería una sortija, un anillo especial y único, pero ¿Cuál? Si hay miles en este lugar, aunque es fácil descartar cuando el anillo ideal dejó su marca atrás para que lo pudiese encontrar.

Dentro del anillo hay unas letras en relieve que recitan: Siempre Saludable debes estar. El ya lleva un buen rato pensándolo.

Una rendija grabada en el anillo debió también una marca dejar, pero en su dedo marca semejante no existe. Es prueba suficiente para descartarlo y seguir escarbando entre los recuerdos y vidas de este lugar.

No, nada aun, aunque ya está fatigado de buscar, todavía no va a parar. Sólo uno más, siempre uno más, el siguiente seguro da.

Sin más rodeos en el asunto el muchacho por fin se decidió, un anillo blanco como el sol que no puedes ver, y con una inscripción en su interior Nunca dejes de estar Saludable. Curiosa situación, muy parecido al anterior, pero este calza perfecto en el dedo que alguna vez lo llevó. Esa sensación, es la que sientes cuando algo vuelve al lugar de donde vino, al lugar que ocupó toda una vida. Como dicen por ahí, cayó como anillo al dedo, de forma literal.

Este es el que quiero le dijo, ella sonrió y le respondió, entonces tuyo es. Aunque todo seguía igual, nada pasó, su vida no recuperó.

El vamaral, tiene un sabor curioso, es como agrio al degustar, pero cuando lo tragas, al final, una frescura te ha de dejar. Lo extraño es que el segundo trago no sabe igual, este más insípido al principio, y, al final, ya no es fresco sino un poco dulzón al tragar. Por último, el tercer trago es el más fresco y refrescante de todos, como el viento que roza las praderas en un invierno cualquiera. Eso es lo divertido del vamaral, disfrutar de su cíclica composición, pues cada trago tiene algo diferente en su sabor. La suerte está, en cuál es el último trago que te tocara saborear.

––Descansa aquí viajero––

Se encuentra pasmado con lo que acaba de escuchar ¿Quién le habla? ¿Lo atraparon? No, no puede ser. Es una voz femenina muy dulce y encantadora que le susurró desde la espalda. Decide voltearse para mirar. Al ver a la persona que se encuentra tras tan dulce voz se queda mudo y admirado. Es la mujer más hermosa que en su vida haya visto. Tiene el cabello liso como la seda, blanco como una nube que adorna el cielo azul en un día de primavera; pero algo sucede, a medida que su larga cabellera va cayendo sobre sus hombros, baja sobre la curva de sus senos y llega a su cintura, se transforma en finos Hilos de Oro. ¡Sí! Es oro de verdad, o eso ha de parecer. Las puntas de su cabello aparentan convertirse en el oro más puro existente, y, además, brillan con la misma intensidad de los grandes ojos pardos que adornan su delicado y fino rostro, de tez blanca como la nieve, con la piel tan tersa que solo puede ser comparada con su sedoso cabello blanco, bañado en riqueza.

¿Taller de Magos? Ildin no lo puede creer, sigue en Árzun, en un lugar que nunca antes había visto. Quiere conocerlo y explorarlo todo de inmediato. Su deseo de aventura lo está llamando, no puede esperar para descubrir este fascinante lugar al que ha llegado. ¿Qué cosas nuevas e impresionantes esconde? ¿Qué cosas producen y hacen aquí?

Ildin estira su brazo y acerca su mano derecha con la palma totalmente abierta para recibir el objeto que la chica de los ojos dorados le está entregando. Un anillo blanco con una inscripción que recita: Nunca dejes de estar Saludable. Al leer ese pequeño aforismo se siente más tranquilo y calmado, así que decide ponerse el anillo donde ella le indicó.

Inmediatamente, luego de colocarse la sortija, lo toma de esa mano y en menos de lo que dura un parpadeo, para Ildin, pues ni se había fijado que la misteriosa mujer lo había hecho caminar inconscientemente, aparecieron en un cuarto de color blanco, con las paredes adornadas de manchas doradas que parecen escurrirse sobre ellas. A Lo largo de los muros hay estantes y vitrinas llenas de rocas de todos los tamaños, formas y colores; en el medio de la habitación hay una mesa con una lupa enorme enganchada en ella, de tal forma que queda suspendida en el aire y, debajo de ella, sobre la mesa hay unas esferas que pareciese contuvieran un humo de color rojo intenso que no deja de moverse dentro, como buscando la forma de salir de ahí. El piso del salón esta hecho de tablones de oro de tal forma que se encuentran entrelazados perpendicularmente entre sí, cosa que hace que el piso del lugar sea un poco irregular, pero no incomodo; en el techo se forman cinco cavidades circulares llenas de bastones blancos y sinuosos, cruzados unos con otros, que brillan intensamente proporcionando luz a la agradable morada en que se en encuentran.

Al caminar hacia la salida de la habitación a Ildin le llama la atención la curiosa forma de la puerta. Es diferente a todo lo demás, está hecha de un marco hexagonal formado por varas blancas entretejidas, de las cuales, aparenta brotar oro en estado líquido, creando una cortina espesa que al tocar el suelo desaparece. Da la misma sensación que al ver una fuente, pero en este caso no es de agua, sino, de oro. Tres pasos antes de llegar a la puerta, el estor dorado se abre por la mitad y se desplaza sutilmente hacia los lados para dar paso a las dos personas que salen de la habitación. Al salir, se encuentra con un mundo nuevo. Es una plaza gigante llena de personas que cabalgan salamandras enormes, marzonones, frazos, sagos y de más bestias suntuosas; repleta de estantes y tiendas que venden todo tipo de artefactos místicos como pociones cambia–forma, polvos de restauración, frascos que guardan todo tipo de cosas para ser invocadas, males y elementos embotellados, armas de captura de bestias; armas hechas de bombas Vlauyu, de cáscaras negras de Gallienn, de conchas rojas de Frazos, de corteza de Samania, de cachos esmeralda de Lotauros y muchas más; artefactos que permiten flotar cortas distancias, transportarse de un lugar a