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Atención plena: Mindfulness basado en la tradición budista
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Libro electrónico252 páginas2 horas

Atención plena: Mindfulness basado en la tradición budista

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Este manual basado en la tradicin budista de Dokush Villalba Roshi, auténtico maestro zen contemporneo, nos presenta la esencia de la experiencia del despertar del Buda: la atencin plena (mindfulness). Usando un lenguaje contemporneo, nos propone descubrirla y cultivarla siguiendo un método adaptado a nuestra vida cotidiana.El libro forma parte de un ecosistema educativo que hace que su método de capacitacin integral sea accesible para todos, pues satisface tres necesidades esenciales: • Presenta una espiritualidad secular, humanista y universal, adecuada para todos. En lo ms profundo de sus mltiples expresiones, el despertar espiritual es uno y su cimiento es el estado de atencin plena, abierta y compasiva.• Cultiva la armona, alivia el estrés y la distraccin emocional moderna.• Nos ayuda a reconectar con la naturaleza y a poder vivir la no violencia que respeta «al otro», al entorno y a nosotros mismos.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento31 ene 2020
ISBN9788499887241
Atención plena: Mindfulness basado en la tradición budista

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    Atención plena - Dokushô Villalba

    1. Sobre la atención

    La atención convencional

    La importancia de la atención no ha sido un descubrimiento del budismo. La atención es una cualidad natural inherente a la conciencia humana y a muchas formas de vida. La aportación fundamental del budismo ha sido la de poner de relieve que la atención es la condición sine qua non de la conciencia, así como la de haber creado y transmitido técnicas específicas que desarrollan el pleno potencial de esta cualidad innata.

    Todos los seres vivos usamos la atención de forma natural. Por lo general, la atención es una herramienta evolutiva al servicio de la supervivencia. El león necesita estar muy atento a los movimientos de la gacela si quiere alimentarse y sobrevivir. La gacela necesita estar muy atenta a los movimientos del león y otros depredadores si quiere seguir viviendo. También los seres humanos usamos la atención para satisfacer nuestras necesidades y para vivir de la mejor manera posible. Estamos atentos cuando conducimos porque nuestra vida y la de los demás depende de ello. Estamos atentos en nuestro desempeño profesional porque nuestro empleo y nuestra familia dependen de ello. Usamos la atención durante todo el día, a lo largo de todos los días del año, durante toda nuestra existencia. Nuestra vida depende de ello. No obstante, esta forma de atención al servicio de la supervivencia está proyectada sobre todo en el entorno y en nuestra necesidad de adaptarnos a él. Es un rasgo común con la atención que ha desarrollado también toda forma de vida animal. Podríamos llamarla «atención biológica» o «atención convencional».

    ¿En qué se diferencia esta forma de atención de la atención plena (sati) desarrollada por el budismo, entre otras tradiciones? En que la atención plena supone un giro de esta cualidad hacia el interior hasta abarcar el complejo mundo subjetivo del individuo. Los animales, en particular los mamíferos superiores y los primates, también poseen una cierta conciencia de sí, especialmente de sus propios procesos metabólicos, pero de forma mucho más inconsciente que los seres humanos. Esta capacidad de los seres humanos de dirigir la atención sobre sí es la que nos permite ser conscientes de nosotros mismos y, por lo tanto, la que hace de nosotros seres humanos, la que nos diferencia del resto de los animales.

    La atención convencional es, pues, una herramienta evolutiva al servicio de la satisfacción de las necesidades biológicas, emocionales, psicológicas y sociales básicas. La satisfacción de estas necesidades tiene como resultado el estado de bienestar o de felicidad básica.

    La atención plena

    La atención plena opera a otro nivel, a un nivel exclusivo del ser humano: el de la conciencia de sí y de la realidad. A nivel cognitivo, su propósito último es la clarificación de las preguntas ¿quién soy yo? y ¿qué es esto, la realidad? A nivel ético, su propósito es la liberación del dolor o estrés existencial inherente a los seres humanos autoconscientes. A esta forma de estrés el Buddha la llamó dukkha, habitualmente traducida como dolor o sufrimiento, entendido como malestar o angustia inherente a la existencia humana autoconsciente.

    Esto quiere decir que, aunque consigamos satisfacer todas nuestras necesidades básicas y experimentar un estado de bienestar convencional gracias a la atención convencional, aun así, seguimos experimentando un malestar profundo, una inquietud, una insatisfacción, una especie de angustia sorda de la que también sentimos la necesidad de liberarnos. Aunque consigamos todo lo que deseemos, no podremos evitar encontrarnos tarde o temprano con tres hechos insoslayables: la enfermedad, la vejez y la muerte. Más aún: no podemos evitar ser conscientes de ello. La conciencia de nuestro propio e inevitable deterioro y la conciencia de nuestra finitud como seres vivos nos generan una profunda, aunque a veces oculta, angustia existencial.

    ¿Cuál es la causa de esta angustia? El Buddha la llamó «ignorancia». En el contexto budista, la ignorancia es la causa última de toda enfermedad y sufrimiento. Siendo así, es importante que comprendamos qué entiende el budismo por ignorancia. En japonés, el término es mumyo y en sánscrito avijja, comúnmente traducidos como «ausencia de conciencia clara». En otras palabras, la ignorancia es un error de percepción, o una percepción errónea de la realidad.

    Todo organismo vivo necesita una cierta percepción de la realidad, tanto interna como externa, con el fin de poder desarrollar comportamientos adaptados a esta, que le permitan sobrevivir. Los organismos que no pueden adaptarse a la realidad en la que viven terminan por perecer y extinguirse. La capacidad de adaptación está indisolublemente unida a la capacidad cognitiva, es decir, al conocimiento que dicho organismo tiene de la realidad en la que vive. Para el budismo, el dolor asociado a la enfermedad, a la vejez y a la muerte tiene su causa última en un error cognitivo de la mente humana, la cual no percibe claramente su realidad interna y externa y, por lo tanto, no puede generar comportamientos adaptados a dicha realidad.

    ¿Cómo se manifiesta este error cognitivo en el ser humano?

    En primer lugar, a través del pensamiento dualista. En efecto, el software de la mente humana ordinaria, que procesa casi toda la información que nos llega de la realidad a través de los sentidos y las creaciones de la mente misma, obedece a un programa diseñado en base dos, es decir, binario, como los ordenadores: 0-1, bien-mal, yo-tú, cuerpo-mente, material-espiritual, etcétera. El resultado de esto es una percepción compartimentada, dividida ad infinitum en categorías estancas, generalmente opuestas o excluyentes entre sí. Al procesar así la información, la mente humana olvida un aspecto fundamental de la realidad: la interconexión básica de todos los elementos que la componen. Dicho de otra forma, el error de percepción básico de la mente humana ordinaria viene dado por un exceso de análisis y una carencia de síntesis, es decir, por un exceso de parcialización y una falta de totalidad.

    En segundo lugar, a través de la negación de la transitoriedad. La vida no es un estado estático, es un proceso, es decir, cambio, transformación, evolución e involución, condensación, mantenimiento y disolución. La vida humana individual tampoco es un estado inmutable, sino un proceso de transformación en el que todo, absolutamente todo en el organismo humano, tanto a nivel corporal como mental, está cambiando continuamente. Es este proceso universal el que ha hecho que una determinada cantidad de energía se condense formando una vida humana, el que permite que esta forma se mantenga durante un tiempo limitado, y el que hace que esta forma se disuelva en el océano de la energía

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