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Triple juego de Espías
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Libro electrónico190 páginas2 horas

Triple juego de Espías

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Tres complejas misiones para un servicio de inteligencia estatal

Recibe inesperadamente un encargo especial del vaticano: rescatar en Siria, en plena guerra civil a un sacerdote secuestrado por fuerzas insurgentes y sacarlo de allí. La operación no es sencilla y está plaga de riesgos enormes…

La CIA recluta a un empresario norteamericano que vende autos usados en Rusia para contactar a un general y tratar de convencerlo para desertar y llevarlo a Estados Unidos para interrogarlo. Sin embargo, la operación aparentemente sencilla no es lo que parece…

El servicio intenta sacar de Estados Unidos a un general del ejército estadounidense para después interrogarlo. Sin embargo las cosas salen mal y el equipo de agentes debe salir del país, con los servicios de seguridad norteamericanos pisándoles los talones. Escapan a Canadá, pero la CIA les mostrará que allí tampoco van a estar a salvo. Un persecución salvaje con un final incierto.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 sept 2021
ISBN9798201323035
Triple juego de Espías

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    Triple juego de Espías - GABRIEL MELCHIOR

    Triple Juego

    De Espías

    Acción de Novatos

    Fue toda una situación curiosa y casual. Sanchez fue misa un domingo en la iglesia de Sagrado Corazón en Lanús, y un sacerdote muy joven se le acercó, sugiriéndole que se confesara e indicándole a cuál confesionario ir. El ministro de defensa, llevado por la curiosidad, accedió. En el confesionario, hechos los rigores de confesar pecados y recibir la absolución y penitencia, el sacerdote allí dentro le indicó como un favor que vaya al salir de su trabajo el siguiente lunes a la iglesia del Santísimo Sacramento en Buenos Aires. Por supuesto, el sacerdote agregó que debía hacerlo como un acto de fe para reforzar el pedido.

    Sanchez no tenía nada que perder. De todos modos rechazarlo le implicaría roces con la iglesia, y al final, eran curas, no terroristas. Además, se había educado en un colegio católico así que el lazo de fe y de religión era fuerte. El lunes siguiente, ya eran más de las 19:00 horas y anochecía cuando llegó a la iglesia del Santísimo Sacramento ubicada detrás del Edificio Kavanagh. No bien entró y se persignó ante el altar, un empleado encargado de la limpieza le indicó el confesionario al cual debía ir. Sanchez se arrodilló a un costado de él e hizo la señal de la cruz.

    -Padre he pecado...

    -Olvídese de eso. No se confesó ayer?

    El tono de voz que salía de adentro de confesionario era grueso, casi autoritario y con leve acento italiano. Eso sorprendió a Sanchez en un principio pero al mismo tiempo lo hizo poner en guardia.

    -Qué desea de mí?

    -Un favor.

    -Qué favor?

    -Tengo un hermano de la iglesia en peligro, y necesito que usted me ayude a rescatarlo.

    Sanchez estaba muy sorprendido por lo que le pedían.

    -Porqué yo?. Que yo sepa el Vaticano tiene sus propios recursos, y muchos amigos en el mundo para pedirles ayuda antes que yo.

    Se escucha un resoplido de adentro del confesionario.

    -En el mundo árabe nuestros recursos son exiguos. Y nuestros amigos tampoco quieren comprometerse a meterse allí. Además, sabemos que Usted está formando un buen servicio de inteligencia, y además es católico, y por eso apelamos a Usted.

    -Bien. Supongamos que puedo ayudarlo. Qué quiere que haga?

    -Quédese aquí unos minutos. El empleado lo llevará a una oficina y hablaremos.

    Sanchez obedeció. La puerta del confesionario se abrió y Sanchez alcanzó a ver una figura corpulenta incorporarse e irse de allí. Pudo ver también la sotana negra y la faja roja que identifica a los obispos.

    Un par de minutos después el mismo empleado que lo llevo allí lo ayudó a incorporarse y llevarlo hasta detrás de altar y caminar hasta una oficina sencilla, con agradable aroma a incienso, con un mobiliario de madera sólida muy antiguo y espartano, y decorado lógicamente con crucifijos, rosarios y el retrato del Papa Francisco. Detrás de un escritorio de tamaño medio bien cuidado a lo largo de décadas había un hombre que parecía fuerte como un toro, con facciones de granito y un rostro que a Sanchez le hacía acordar al actor italiano Raf Vallone. Su voz, por supuesto exudaba autoridad. En ambos bordes del escritorio había tazas de porcelana. La del lado de aquel sacerdote estaba vacía y éste lo usaba para depositar la ceniza del cigarrillo amarillo que tenía entre sus dedos en su mano derecha. La del lado de Sanchéz estaba llena de té humeante. A una indicación, el ministro de defensa se sentó despacio. Decidió ir al grano.

    -Usted es obispo?

    -Monseñor.

    -Qué espera usted de mí?

    El monseñor se inclinó levemente sobre el escritorio apoyando ambos brazos sobre el mueble, acercando su rostro al de Sanchez en una postura de confidente.

    -Tengo un sacerdote que decidió hacer una misión pastoral en Siria para la minoría católica que hay allí. A pesar de ser un país árabe, hay unos 200.000 católicos. Enviamos a alguien en parte para que pueda cumplir con la misión de Dios de acercarse a los católicos de Siria y tratar de atender algunas de sus necesidades. No tenía ninguna iglesia para dar misa ni nada tal como se conoce por aquí, simplemente desde una vivienda en Damasco que nosotros le conseguimos recibía a pobres y enfermos y trataba de ayudarlos con fe, algo de comida y medicamentos que nosotros le enviábamos por diversos canales. Tenemos claro que la fe a veces es difícil de sostener en un creyente si tiene el estómago vacío y encima está enfermo.

    El monseñor apoyó su espalda en el respaldo de su sillón, le dio una pitada a su cigarrillo Gitanes y miró hacia la puerta de entrada a la oficina. Hizo silencio por unos segundos, luego añadió:

    -También estaba allí para tenernos informados sobre lo que ocurría en Siria. Lo enviamos justo cuando comenzó la primavera árabe en 2011. Al principio todo funcionaba relativamente bien pese a la guerra civil que vino después, ya que la capital no estaba en medio de los bombardeos, pero él decidió ir a ayudar a Alepo, y nosotros le dijimos que sí.

    Sanchez abrió los ojos hasta hacerlos parecer platos.

    -Pero en qué estaban pensando?

    -No lo sé!. –El monseñor estaba a punto de perder los estribos pero se controló, luego volvió a apoyar los brazos sobre el escritorio mirando hacia abajo- lo que sí sé es que tiempo después no bien se enteró el Papa Francisco se armó un tremendo revuelo en el Vaticano. Sobre todo cuando supimos que su misión pastoral cambió para ese sacerdote y comenzó a ayudar a la población civil de allí junto con los médicos y misiones humanitarias. La comunicación fue esporádica con nosotros hasta que en uno de los contraataques realizados por el ejército sirio perdimos su rastro. No supimos nada de él hasta hace un par de semanas, en la que nos enteramos que está en manos de Estado Islámico...

    Mientras el monseñor hablaba, Sanchez degustaba el té que por cierto era de la mejor calidad, probablemente importado. Pero al escuchar la última frase del monseñor no pudo evitar apoyar la taza sobre el plato con cierta brusquedad. Qué quería que él hiciera?.

    -Tiene idea de dónde está ese sacerdote ahora?

    -Creemos que en un pequeño poblado cerca de la ciudad de Al Hasakah muy cerca de la frontera con Irak, en medio de la región dominada por Estado Islámico.

    -Qué dicen las potencias occidentales sobre organizar una operación de rescate?

    -No se quieren comprometer por un sacerdote y de todas maneras consideran que es arriesgado.

    -No entiendo porqué no lo mataron todavía. Después de todo, para los islámicos un cristiano es un infiel o algo así...

    El monseñor miró fijamente a Sanchez.

    -Eso tampoco lo entendemos nosotros. No creo que haya llevado sotana mientras estuvo en Alepo, por eso quizás al ser capturado no fue degollado por el EI. Pero es italiano, así que posiblemente lo tengan vivo para proponer algún canje por dinero o algún otro trato. Ni el gobierno italiano ni nosotros tenemos contacto con ellos, y además, están sometidos en estos momentos a fuertes ataques militares no solo de los sirios, sino también de los norteamericanos, los rusos, otros árabes y hasta de los turcos. Sabemos que está vivo gracias a que una alemana que fue a pelear con ellos, volvió de allí hace unos días embarazada y después de ser arrestada por las autoridades alemanas fue interrogada y allí mencionó a un hombre muy maltratado, enfermo y desnutrido que llamaba la atención porque todas las noches rezada con un rosario que durante el día escondía entre sus ropas, además de hacerle la señal de la cruz y bendecir a otros prisioneros que por desgracia eran ejecutados. Según la alemana era la fe lo que lo mantenía vivo y nada más. Creemos que es él.

    -Porqué yo?

    El monseñor dibuja una leve sonrisa entre sus labios.

    -Por ser católico, porque sabemos que su servicio de inteligencia SIME es incipiente, pero muy profesional y entrenado por los rusos y cubanos y porque es de la misma nacionalidad que Su Santidad, y él sugirió que habláramos con usted, ya que tiene una buena impresión de su persona.

    -Ah si?

    -Créalo.

    -No, le creo, es sacerdote y ustedes no mienten...

    -Puede hacerlo?- El tono del monseñor de repente se volvió firme, casi como una orden.

    -Necesito tiempo...

    -Una semana, máximo. No creemos que viva más que eso.

    -Debo hacer algunas llamadas y pedir algunos favores...

    -Le daremos todo el financiamiento que necesite. Pero debe ser una operación de rescate. Si sus agentes llegan hasta allí y matan a alguien, no queremos saberlo. Solo queremos que nuestro siervo de Dios vuelva a casa a salvo y entero.

    -Cómo me contacto con usted otra vez?

    -Siga yendo a misa a la iglesia a la que usted va en Lanús y siga confesándose. Vamos a tener allí un sacerdote con autoridad para recibir y dar mensajes. Le abrimos una cuenta temporal en Suiza a su nombre con fondos para la operación. Solo va a estar disponible durante un mes máximo, después se cerrará. Utilice el dinero a discreción pero no se exceda. Si necesita algo más, avíseme.

    El monseñor se incorporó. Definitivamente era fuerte como un roble. Si no estuviera al servicio de Dios podría tranquilamente ser el guardaespaldas de algún jefe de estado o luchador profesional, pensó Sanchez. El prelado le ofreció la mano y el ministro de defensa se le estrechó por encima del escritorio.

    -Buena suerte.-El monseñor dibujó su mejor sonrisa de confianza, mostrando sus dientes cortos y casi cuadrados.

    Sanchez salió de la iglesia y se dirigió a la cercana plaza San Martín a caminar un poco y respirar aire fresco del anochecer porteño. Tenía mucho en qué pensar y planificar. También meditó sobre los beneficios. Si todo salía bien a pesar de ser  la primera misión del SIME en el exterior, lograría una buena alianza con el servicio de inteligencia del Vaticano, que es el más antiguo y uno de los más eficientes del mundo. Le podría ser muy útil a la hora de necesitar información vital.

    Pero si todo salía mal... el Papa lo excomulgaría?. Qué problema...

    A pesar de que el SIME estaba empezando sus actividades en tareas de inteligencia y el edificio sede de la agencia apenas se estaba terminando de montar su infraestructura, Sanchez decidió arriesgarse y actuar, aunque no lo haría solo. Comenzó por hacer un par de llamadas. Una era al mariscal ruso Borozov, al que le pidió apoyo militar para una operación encubierta. Borozov le prometió todo su apoyo. Luego habló con su colega israelí, el general Benjamín Ben Ami, para pedirle en alquiler un avión IAI Arava para una misión de rescate. Este avión de transporte pequeño tiene una gran capacidad STOL y un buen alcance. Israel los había retirado de servicio en 2004, pero algunos los tiene en reserva. Sanchez se tuvo que comprometer a pagar el valor del avión y darles un seguro de vida a los tripulantes de la nave por si algo sale mal. Por supuesto como el Vaticano pagaba todo no había problema. Sanchez se ocupó de girar el dinero de Suiza a Tel Aviv para tener todo asegurado.

    El plan en principio era organizar la operación de rescate del sacerdote en medio de un ataque ruso contra el Estado Islámico en esa área, llevarlo hasta un punto determinado aislado y plano para que aterrice el Arava, y con el avión llegar a Tel Aviv. Los agentes volverían a la Argentina y el sacerdote, previo paso por un hospital, de regreso al Vaticano.

    Pero qué llevar hasta allá?. Y cuántos?. Después de cavilarlo detenidamente con el flamante director del SIME (al que todavía no le habían puesto un nombre clave), se decidió finalmente que enviarían... dos personas. Un hombre y una mujer. Dentro del personal del SIME estaban los candidatos, con ascendiente árabe (ya que sus abuelos fueron inmigrantes sirios y eso ayudaba), además de hablar árabe y haber viajado a Siria alguna vez, a juzgar por la información que figuraba en los expedientes. Para qué más gente?. Una operación de fuerzas especiales demandaría enormes recursos de transporte y logística inalcanzables para el ministerio de defensa y el SIME, además que la aparición de comandos en el área atraería fuerzas del EI y todo podría terminar en algo parecido a la batalla de Mogadiscio. Era cuestión de hacerlo con discreción y que no llamara la atención de nadie. Los rusos darían el apoyo militar y los israelíes el transporte. Todo lo demás dependía de él y los agentes que enviaría a aquel caldero de Oriente Medio.

    El nuevo director del SIME se ocuparía de seleccionar a los dos agentes que se ocuparían de ejecutar la misión de rescate. Luego de revisar cuidadosamente los legajos y consultar a la computadora,

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