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Operador Zero
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Libro electrónico321 páginas3 horas

Operador Zero

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Información de este libro electrónico

Un joven piloto de la fuerza aérea se ve envuelto en una guerra terrestre clandestina al ser derribado durante una misión clasificada durante el bombardeo a Libya en Marzo del 2011 y la subsecuente guerra civil.
Mientras la atención mundial está dirigida a las imágenes de bombas inteligentes y misiles disparados desde drones el deberá llevar adelante la misión en solitario enfrentando a las tropas de Gadafi, las fuerzas terroristas y lealtades constantemente cambiantes.
Marcado por tragedias familiares y la pesada herencia militar de su familia su primera aventura pondrá a prueba sus valores, determinación y coraje.
Holden Black esta tras la pista de Muamar Gadafi, el dictador más esquivo, cruel y rico del mundo. El viaje le llevara a dejar atrás su inocencia al tiempo que deberá depositar su confianza en personajes cada vez más oscuros para llevar su misión a buen término.
Un amor completamente inesperado aparecerá para complicar esta trama llena de acción, combate, conspiraciones, dictadores y el crimen organizado.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento25 nov 2020
ISBN9781005862435
Operador Zero
Autor

Scott Pershing

Scott Pershing was born in 1989. He traveled throughout Europe, South America, and the Caribbean for nine years while working in real estate development.He moved to the beach in 2019 and now it stays at home with his wife and daughters to write and design high-end furniture.

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    Operador Zero - Scott Pershing

    El veterano agente de la CIA me miro a los ojos sobre la vulgar mesa metálica tratando de sonar sincero. Para un agente con tantos años en la agencia era todo un desafío.

    -No sé para quien estuvo trabajando, - dijo – pero no fue para nosotros.

    -Ya veo. – Dije.

    -Va enserio, somos la única fuerza de tareas integrada CIA/NSA en este teatro de operaciones.

    -Seguro haya programas encubiertos por todo el lugar de los que nunca escucho.

    -No, créame que no. Yo lo sabría, no interferimos unos con otros sin que los oficiales superiores estén informados.

    Hizo una pausa para tomar un trago de su botella de Mountain Dew y para dejar que la información hiciera efecto. Su compañero me miraba con expresión escéptica; era mucho más joven y vestía un traje caro, me calló mal de inmediato.

    -Porque no empieza por contarme la historia. La historia completa. – Sugirió.

    -Mira, ya la conté a los de NCIS en Sicilia, al comandante de la base, a los de AFSOC, al oficial de inteligencia de la Fuerza Aérea y a los del JAG. – Dije abriendo los brazos.

    -Pruébeme.

    No dije nada. Los minutos pasaban y el ambiente se tensaba cada vez más. Podía quedarme así todo el día, pero el agente buscaba algo y su estrategia para hacerme hablar era distinta.

    -Verá. – Continuo. – Su situación es muy particular. La Fuerza Aérea quiere una corte marcial con cargos por los artículos 86 ausente sin autorización, articulo 108 robarse un avión de treinta y cinco millones de dólares, artículo 119 homicidio no culposo y artículo 131f por violar los códigos de conducta. Por otro lado, el gobierno provisional libio lo busca para condecorarlo y darle una recompensa. ¿A quién debo entregarle?

    No respondí, sino que dejé su pregunta suspendida en el aire. Si este tipo quería escuchar una buena historia sería mejor que se recueste en esa silla y prepare el trasero para una buena paliza porque iba a ser una larga.

    -Comience desde el principio. – Invitó con un gesto de la mano.

    CAPITULO 1

    19 de marzo del 2011 22:47 – Mar Mediterráneo 80 millas náuticas al sur de Malta.

    La negra y opaca forma había surgido de las transparentes aguas justo después del anochecer. Dentro todas las estaciones se encontraban en alerta máxima. Comunicaciones, sonar, radar, armamento y defensa se encontraban con todos sus tripulantes en posiciones de combate.

    La excitación llegaba a su punto máximo. Ni un alma dormía dentro del submarino USS Florida de la clase Ohio; ni siquiera la tripulación fuera de servicio. Nadie se quería perder lo que estaba por suceder. Para la gran mayoría de ellos se trataba de su primer acto de guerra.

    El capitán decidió aguardar unos momentos antes de girar su llave ya que en la pantalla táctica del submarino podía ver numerosos puntitos identificados como RF2 y M2000D pasando justo sobre su unidad. Se trataba de los cazabombarderos franceses Rafale y Mirage que se dirigían a gran velocidad hacia sus objetivos en tierra.

    Cuando estuvo despejado giró la llave y el oficial de armamento presiono el botón rojo. Sobre el lomo del submarino una compuerta se abrió. Cabalgando sobre una lengua de fuego el primer misil tomahawk se elevaba rumbo a su propio objetivo programado dentro del territorio libio.

    Se trataba del inicio de la operación Odyssey Dawn. Una intensa campaña de bombardeo por parte de once países y aprobada por el consejo de seguridad de la ONU para tratar de provocar el derrocamiento de Muamar el Gadafi.

    En el poder desde el año 1969 y acusado de haber apoyado numerosos grupos terroristas, así como de homicidio, genocidio, bombardeos en áreas civiles, desarrollo de armas y gran cantidad de violaciones.

    7 horas después – Base de la Fuerza Aérea Aviano norte de Italia.

    Finalmente me levante, ese día no me tocaba volar, pero por la noche habían comenzado a salir los primeros vuelos hacia la costa africana y quería ver algo de la acción.

    Me encontré con mis compañeros en los comedores para desayunar y luego salimos a dar una vuelta por los hangares.

    Nuestros anfitriones se encontraban muy ocupados y no tenían tiempo para charlas. Nos dirigimos a nuestros aviones para revisarlos y así al menos tener una excusa para preguntar a los mecánicos de nuestro escuadrón si habían escuchado algo.

    Llegada la hora nos reunimos a un lado de la pista como manda la tradición. Todos los pilotos que no volábamos junto a los mecánicos nos alineamos a un lado para despedir a los aviones que partían al combate.

    Los ocho F16 se aproximaron por la calle de rodaje. Se trataba de dos patrullas de combate de cuatro aviones cada una. Al llegar a la cabecera de la pista cada avión encendió sus postquemadores y salió lanzado hacia delante.

    A esa hora de la mañana se podía ver claramente la llama de ocho metros que los seguía mientras aceleraban vertiginosamente por la pista. Con su carga de seis misiles aire/aire y dos tanques suplementarios recorrieron bastante pista antes de hacerse al aire y poner rumbo a la costa africana.

    Esa tarde mientras tomaba un café me indicaron que debía dirigirme a la sala de información. Pensé que sería para revisar el vuelo de rutina para mañana, pero cuando llegue la puerta se encontraba cerrada y junto a ella esperaba únicamente mi líder de escuadrón capitán Peter Boomer Nowak.

    Mala señal.

    -Boomer – dije a modo de saludo.

    -Burner ¿Tú también? – Preguntó. Me había ganado el apodo al haber accidentalmente apagado el motor del avión durante un entrenamiento. La metedura de pata casi me cuesta mi lugar en el escuadrón. – ¿Acaso la cagaste?

    -No que yo sepa.

    -¿Te metiste con la hija del coronel? – Bromeo.

    -No, pero dime ¿tu volviste a romper ventanas sin darte cuenta? – Respondí bromeando, se había ganado su apodo hacía mucho tiempo cuando por un error de navegación realizo una pasada supersónica sobre un pequeño pueblo al norte de Texas.

    -Si tú no la cagaste y yo no la cague, ¿que podrá ser?

    -Todo lo desconocido es malo. – Sentencié

    -Amen hermano.

    Boomer y yo nos llevábamos bien, lo que no es normal entre el líder y el segundo ya que el segundo inevitablemente quiere el puesto del primero. Pero nuestra situación era especial y yo quería ser el mejor individualmente no me interesaba el trabajo extra que significaba tener un escuadrón propio.

    La puerta se abrió y el comandante del grupo, coronel Whitman nos invitó a pasar. Otra mala señal.

    Dentro dos civiles con traje. Siempre una mala señal. Boomer y yo saludamos con un gesto y nos miramos entre nosotros mientras las malas señales se amontonaban.

    -Bueno señores, - comenzó el coronel – esta vez no se trata de una sesión de información común. Lo que estos señores tienen para decirles es confidencial. Pero escúchenlo con atención, podría ser la oportunidad que estuvieron esperando toda su vida y si la dejan pasar quizá no tengan otra.

    El coronel nos saludó y salió de la sala dejándonos con los civiles de traje. Mire a mi compañero, ambos estábamos muy ansiosos por escuchar lo que tendrían que decir.

    De haber sabido quienes eran y lo que pasaría nueve años después, hubiera sacado mi beretta y encajado una bala en cada una de sus cabezas. Y probablemente me hubieran dado una medalla por eso. Pero era inocente por aquel entonces, demasiado inocente.

    Hasta el 19 de abril de 1995 mi vida había sido un sueño. Vivíamos en una hermosa casa en el rico vecindario de Piedmont, mi escuela era una de las mejores del estado y tenía a mis amigos.

    Mi padre por ese entonces era capitán instructor para TWA y mi madre empleada del departamento de comercio de los Estados Unidos.

    Su oficina se encontraba en el sexto piso del edificio federal en Oklahoma City y ese día voló por los aires.

    Yo no supe del atentado terrorista hasta años después. A los dos días, mi padre perdió la chaveta, tomó un retiro adelantado y nos llevó a la remota cabaña de caza del abuelo Rutford en Idaho.

    La antigua cabaña de troncos de dos pisos estaba enclavada en lo más profundo del tupido bosque de Bruin Mountain, cerca del parque nacional Payette. Contaba con servicio de luz y agua, pero no mucho más. Los únicos vecinos que no estaban a una hora de camino eran ermitaños que vivían de cazar y poner trampas en el invierno para luego vender las pieles cuando llegara la primavera.

    Desde el momento en que nos mudamos nos convertimos en la práctica en niños educados en casa. La escuela más cercana se encontraba a una hora y media de camino en auto y casi la mitad del trayecto era sobre una calle sin pavimentar que se retorcía en su camino hacia el pie de la montaña.

    Hasta ese momento yo creía que mi padre era el mejor del mundo y que nadie lo superaba, al menos cuando estaba en casa. Pero desde el momento en que llegamos a la cabaña un rasgo de su personalidad que no había notado con anterioridad tomo el control de su mente y ya no hubo vuelta atrás.

    Se le fijo en la cabeza la idea de que tenía que enseñarnos a mi hermano mayor y a mí a sobrevivir en los entornos más hostiles con nada más que nuestro cerebro y un cuchillo de supervivencia modelo 499.

    El objetivo de todo esto no estaba claro, algunas veces se trataba de grupos terroristas en nuestro propio suelo, o los árabes, o los chinos. Siempre existía un enemigo distinto al acecho.

    Tom que era varios años mayor que yo solo tuvo que aguantar las torturas durante cuatro años antes de lograr enlistarse con diecisiete en los marines. Llegó justo a tiempo para la invasión de Afganistán y luego también se dio un paseo por Irak.

    La experiencia irónicamente lo convirtió a él en un ermitaño. No tenía esposa ni hijos y vivía en los bosques de Virgina Occidental. Me llamaba para mi cumpleaños y yo para el suyo, ese era todo el contacto que teníamos.

    Durante nuestros años de torturas en Idaho fuimos muy unidos, el me ayudaba a sobrellevar las duras sesiones de entrenamiento. Pude ver que le fue muy difícil dejarme solo con mi padre para irse al entrenamiento básico en Camp Lejeune, pero para ese entonces Tom ya no era un adolescente normal sino un hombre con una misión. Su único objetivo en la vida era matar terroristas y a cualquiera que se opusiera a Estados Unidos o lo que nuestra bandera representara.

    Yo me quede atrás otros cuatro años, solo con el viejo. Con los años fue aflojando la mano y yo pude obtener el carnet de conducir. Comencé a recorrer las tres horas de camino ida y vuelta hasta la preparatoria en New Medows en la vieja Ford pickup del abuelo que estaba tan vieja y destartalada como la cabaña. Pero por entonces el combustible aún era muy barato y no importaba.

    Durante las nevadas en invierno y las tormentas en verano la ruta resultaba intransitable y nos quedábamos aislados por semanas en la vieja cabaña. No nos aburríamos sin embargo porque el viejo consideraba que era el mejor momento para bajar de la montaña a cazar.

    Cuando conseguíamos una pieza uno de nosotros debía volver a pie hasta la cabaña y volver en moto nieve o cuadriciclo según la época. Luego despellejábamos la presa de turno en el garaje y la poníamos en el viejo y traqueteante freezer del sótano; de esos tan antiguos que se abrían con una gran palanca cromada.

    Finalmente lavábamos cuidadosamente el garaje con desinfectante para no atraer a los osos negros.

    En la preparatoria obtuve muy buenas calificaciones y sumado a eso mi padre había sido cuando joven, licenciado con honores de la Fuerza Aérea. Así pude comprar mi boleto de escape enlistándome en la Fuerza Aérea.

    En comparación a mi adolescencia en Idaho el servicio era un juego de niños. Me pagaban un cheque dos veces al mes, me brindaban alojamiento y me ayudaban a pagar la comida. Encima de todo me pagaban la universidad. Todo a cambio de años de servicio.

    La paciencia y concentración que había desarrollado con el viejo pronto ayudaron a destacarme y luego de los cursos de oficial pude ganarme un lugar como piloto.

    En el 2009 tras obtener el primer puesto con honores en el curso SERE me transfirieron al recién formado 500º Grupo de Operaciones Especiales que estaba adjunto al AFSOC, el comando de operaciones especiales de la fuerza aérea en Hurltburt Field, Florida.

    Nos entregaron unos F16C Block 52 recién salidos de la fábrica en Texas. Luego nos dijeron que voláramos a Florida y nos preparáramos para todo. Nos dedicamos al entrenamiento y a desarrollar nuevas tácticas. Volábamos sobre el golfo sin que nadie nos molestara; comenzamos a aburrirnos y a cometer estupideces hasta que el llamado por fin llegó.

    Las fuerzas de la OTAN se preparaban para la acción contra Libia. Nos desplegaron primero al Reino Unido y luego a Aviano en el norte de Italia. Allí nos dieron las órdenes, pero no eran las que esperábamos.

    Los escuadrones de caza locales en la base 510º y 555º con sus F16C habían sido designados para la cobertura aérea y las patrullas de combate. A nosotros nos tocaba cubrirlos en sus tareas regulares que consistían en broncearse al sol y volar cada tres días para mantener la seguridad de la base. Una base en el corazón de la unión europea, a nadie se le ocurriría atacarla.

    -Caballeros, – comenzó el de la izquierda – quisiera recordarles que todo lo que se diga aquí es alto secreto y que ustedes hicieron un juramento.

    Ambos asentimos con la cabeza queríamos saber de qué se trataba la misión, sin duda habría una; de otra manera no nos habrían llamado.

    -Muy bien, - ahora hablaba el de la derecha – aquí va. Israel tiene un sistema de monitoreo de las comunicaciones a nivel mundial. Es como una versión pequeña de nuestro sistema ECHELON. Hace tres años detectaron comunicaciones en Corea del Norte posteriores a una colisión frontal entre dos trenes. En la lista de fallecidos los agentes de inteligencia israelí notaron la presencia de 22 nombres árabes. Identificaron a la mayoría como científicos sirios lo que puso al Mossad en alerta. Tras investigar llegaron a la conclusión de que existía un programa de cooperación nuclear entre Siria y Corea del Norte para construir reactores y posiblemente bombas atómicas a posteriori. Ante una inspección más detallada de imágenes satelitales lograron identificar un reactor ya en construcción en territorio sirio. Se especuló por los datos recogidos en bases de Corea del Sur que el número de reactores comprados era en realidad de dos.

    -Con la ayuda de los Estados Unidos – continuó ahora el otro – se estableció un bloqueo comercial en Siria impidiendo llegar partes para terminar el primero y comenzar la construcción del segundo reactor.

    -La armada nos informó que inmediatamente luego de establecido el embargo, tres barcos norcoreanos cambiaron su destino y atracaron en Trípoli y Bengazi. En todo este tiempo no se detectó ninguna actividad sospechosa hasta ahora.

    -Las fuerzas rebeldes en el centro de Libia, que son nuestros aliados nos reportaron de actividades de construcción sospechosas. Pudimos corroborar por satélite que son idénticas a las construcciones sirias del reactor. Se nos había pasado por alto porque lo están construyendo en la región de los lagos de Ubari en el centro sur del país. Mientras que nosotros buscábamos actividad en la costa, donde el agua para enfriar el reactor es más abundante. Pero tiene sentido, en esa zona es menos vulnerable a ataques de Israel desde el norte y de Francia desde Chad en él sur.

    -Hay que destruir ese reactor a toda costa, pero de manera discreta. Las naciones unidas no autorizaron la operación debido a que nuestros aliados no consiguieron las pruebas de radiación en el agua que les solicitamos.

    -Se trata de una operación encubierta, no existe. O sea, sin apoyo; solo dos patriotas llevando la bandera por sí solos.

    -Sus nuevos F16 Block 52 con tanques confórmales y auxiliares pueden realizar todo el viaje de ida y vuelta sin repostar, no habrá apoyo de aviones tanque, ni AWACS, no se espera en la zona ningún tipo de cobertura antiaérea.

    -Será imposible colarse sin ser detectados por nuestros propios AWACS – sentenció Boomer.

    -Tendrán una cobertura para la misión. Irán como aviones de apoyo del 510º, luego ya en la costa nadie les prestará atención. Al regreso dirán que son los aviones del ejercicio Dusk y estarán cubiertos. Nadie lo sabrá, solo la comunidad de inteligencia.

    -Esto no es un juego, la zona hierve de rebeldes y campos de entrenamiento terroristas que son leales a Gadafi. Imaginen si solo logran obtener material radioactivo para bombas sucias, seria devastador.

    -Por algo son el grupo de operaciones especiales señores. Deben decidir ahora, o están dentro o no.

    Boomer y yo nos miramos, la propuesta era una locura total. Estaría lleno de aviones de varias fuerzas aéreas aliadas realizando todo tipo de misiones. Muchos de ellos buscando aviones libios para poder anotarse un derribo. La idea de colarse por allí era una locura.

    Pero luego pue ver en su rostro que estaba pensando lo mismo que yo. Habíamos invertido más de dos años en formar el escuadrón, entrenarnos al máximo y por cómo se perfilaba el futuro podría ser la única oportunidad de una misión de guerra real, como las que realizaron nuestros padres.

    -Estamos dentro – dijo Boomer.

    -Que se pudran las naciones unidas, hagámoslo. – fue mi respuesta. – ¿Qué hay de la navegación?

    -Por eso no tienen que preocuparse, instalamos un nuevo firmware en la computadora de misión de sus aviones y en el sistema de navegación. Ustedes tienen que seguir precisamente el rumbo marcado y la maniobra de aproximación. Las bombas serán lanzadas automáticamente como es normal.

    Boomer y yo nos miramos nuevamente y asentimos satisfechos; a fin de cuentas, yo no era el único inocente después de todo.

    -La misión será mañana a primera hora, saldrán junto a los aviones del 510º rumbo a Bengasi y desde allí continuarán la misión. Aquí tienen todos los detalles, esta carpeta no debe salir de esta habitación. Deberán memorizar todos los detalles relevantes. – Mientras salía por la puerta agregó. - Volveremos a buscarla en una hora.

    Comentamos los detalles con el optimismo propio de los soldados antes de una gran batalla, ignorando todas las alarmas que normalmente se habrían activado.

    Temprano al día siguiente nos encontramos al pie de los aviones, hablamos unos minutos mientras se acercaba la hora. No era como en las películas donde legiones de mecánicos revisan cosas y ayudan a subir al piloto.

    La Fuerza Aérea había aprendido por las malas que, si realizan la inspección, carga de combustible, de armamento y de piloto en simultáneo y ocurría un ataque la perdida de personal calificado sería terrible.

    Los nuevos protocolos mandaban y los nuevos modelos de F16 arrancan solos en menos de un minuto y a pedido del piloto. No necesitan carro auxiliar ni APU.

    Los aviones estaban ya cargados por los artificieros y firmados por los mecánicos prontos para volar. Revisamos la carga, estaba todo tal cual la planificación de la misión que nos habían presentado. Teníamos dos misiles AMRAAM de alcance medio en la punta de las alas, dos bombas guiadas Paveway II, dos tanques auxiliares y un contenedor con el sistema de guía laser para las bombas.

    Nos revisamos mutuamente el equipo, chocamos manos e hicimos señas a un equipo de personal de rampa para que viniera a quitar las escalerillas.

    Ya en la cabina, accione un interruptor y la carlinga comenzó a bajar; el sonido del motor eléctrico recordaba a la ventanilla eléctrica del auto, pero sonaba más fuerte. Revise el panel de la derecha, tres luces verdes. Quité el seguro del acelerador y apreté el botón de encendido.

    El JFS se activó. Sonaba como una aspiradora de estación de servicio, pero producía 210 caballos de fuerza; suficientes para poner el motor Pratt and Whitney en marcha.

    Pasados un par de minutos con el motor en marcha, ambas pantallas cobraron vida. Todo estaba allí. El Block 52 es lo que llamamos un modelo de lujo; contaba con dos pantallas color panorámicas donde según pude comprobar todo lo que necesitaría en la misión ya estaba pre programado.

    En ese momento vi como la carlinga del 701 se volvía a abrir y a Boomer haciendo señas para que trajeran la escalera. Me hizo señas indicando problemas con su avión y luego deseándome suerte. La misión dependía de mí.

    CAPITULO 2

    Realice todos los chequeos de pre vuelo como un autómata. Salude a mi compañero que en esos momentos abría junto a dos mecánicos las compuertas de servicio debajo de la cabina con gestos de fastidio y frustración mientras yo carreteaba con mi avión frente a él.

    Seguí las instrucciones que me habían dado y me identifiqué como vuelo de apoyo del escuadrón 510. Explique que mi compañero tenía problemas mecánicos y que sería una formación de una sola nave.

    Me dieron instrucciones para carretear hacia la pista. La calle de rodaje se encontraba vacía; pero al llegar

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