Afraid? So what!
Pero el aspecto más significativo de su personalidad es su audacia. Es arriesgada. Cuando era niña, quería unirse al Ejército, pero su padre detuvo esa idea. Doce años después de que comenzó a tomar fotografías, se convirtió en una reportera ganadora de múltiples premios, publicando su trabajo en medios internacionales. Véronique produjo algunos reportajes destacados para Marie Claire con su amiga y colega, Manon Querouil-Bruneel.
Cuando nos conocimos, las dos acababan de regresar de Irak, después de haber estado diez días allá. Diez días aguantando actitudes degradantes de los chiítas iraquíes: a Véronique y Manon se les pidió que usaran un velo y un burka, guantes e incluso calcetines negros para ocultar sus pies. Regresaron de este reportaje sintiendo que las mujeres sunitas iraquíes, solo liberadas del gobierno de Daesh, están en peligro de caer bajo el control del extremismo antimujer de Shia...
MC: Has conocido a algunos de los hombres más terribles de la Tierra. ¿Qué te atrae a este tipo de reportajes?
No me gusta ver el mundo en blanco y negro, odio la idea de “buenos” y “malos”. La primera vez que fui a Afganistán, estaba con soldados estadounidenses. Llegué con ideas preconcebidas sobre el Ejército norteamericano y la forma en que trataron al pueblo afgano. Pero solo eran niños, de 17 a 18 años de edad, algunos de ellos se habían inscrito para pagar la universidad y nunca habían querido enfrentarse al combate... De repente, me di cuenta dedarnos cuenta de que, a pesar de sus acciones, eran agradables. Música en sus teléfonos, tenían tonos de Britney Spears, nos ofrecían jugo de naranja y trataban de comunicarse con nosotros usando las tres o cuatro palabras que sabían en inglés. Conocer a estos dos grupos de soldados, uno tras otro, fue una revelación: tuve la profunda sensación de que estaba cansada de ver el mundo en blanco y negro, de que quería hacerlo más humano. No voy a justificar a los talibanes, pero después de este reportaje, tenían una cara.
