S E X T E R C I O
Por Juliana Sextina
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mundo en que moriremos, suelen dar sobrenombres al amor, negamos los
sueos ms atrevidos porque civilizacin y religiones podrn poner rienda a
instintos, pero no han logrado eliminarlos. Secretamente aspiras y ensueas,
en das ciegos de voluptuosidad, te acuerdas de las fotos en el Internet, la
pelcula porno arrendada con engaos y la prima aventurera que se ensayaba
con tu cuerpo.Quin no ha tenido un(a) primo(a) para probar las primeras
aventuras anatmicas, aquel pariente que meta una rodilla por entre las
piernas de su parienta que bailaba con nosotros? Cmo poder evitar los
roces bailables con nuestras primas de cuerpo frutal, los pechos agresivos
y las nalgas insinuantes? Mis camaradas me han contado de primitas de
13 aos que se haban convertido en mujercitas irresistibles, durante un
verano, y que volvan al ao escolar con pechos pujantes por sobre el suter,
muslos divinos que nos obligaban, en la mesa, a dejar caer la servilleta
para mirar ese blancor y grosor de piernas regordetas y un calzn blanco
que amuaba la regin genital de hembrecitas irresistibles. Me obsesionaba
fijarme cmo las nalguitas empujaban la falda hacia arriba a cada paso que
daban y en cuanto not las piernas de la ropa interior danzando al comps
de las caderas, comps que acompaaba la inquietud genital de nuestros
sueos blanquecinos.
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S E X T E R C I O - Juliana Sextina
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Contents
INCITACIÓN
LA HUACHA MENDOZA
Es durante el sexo cuando el ser humano
está más lejos de la muerte
INCITACIÓN
Antes de hacer el amor contigo, te diré que yo no soy hipócrita. En este mundo en que moriremos, suelen dar sobrenombres al amor, negamos los sueños más atrevidos porque civilización y religiones podrán poner rienda a instintos, pero no han logrado eliminarlos. Secretamente aspiras y ensueñas, en días ciegos de voluptuosidad, te acuerdas de las fotos en el Internet, la película porno arrendada con engaños y la prima aventurera que se ensayaba con tu cuerpo.¿Quién no ha tenido un(a) primo(a) para probar las primeras aventuras anatómicas, aquel pariente que metía una rodilla por entre las piernas de su parienta que bailaba con nosotros? ¿Cómo poder evitar los roces bailables con nuestras primas de cuerpo frutal, los pechos agresivos y las nalgas insinuantes? Mis camaradas me han contado de primitas de 13 años que se habían convertido en mujercitas irresistibles, durante un verano, y que volvían al año escolar con pechos pujantes por sobre el suéter, muslos divinos que nos obligaban, en la mesa, a dejar caer la servilleta para mirar ese blancor y grosor de piernas regordetas y un calzón blanco que amuñaba la región genital de hembrecitas irresistibles. Me obsesionaba fijarme cómo las nalguitas empujaban la falda hacia arriba a cada paso que daban y en cuanto noté las piernas de la ropa interior danzando al compás de las caderas, compás que acompañaba la inquietud genital de nuestros sueños blanquecinos.
Cómo nos turbaban las curvas del aviso publicitario de la natación, el restregón terso de sábanas, las carnes desnudas de tu vecina o el morro recio de tus primos. Fiebre de sueños, bulto empinado en la playa y roces callejeros, tu imagen franca por el espejo y falsas hazañas de las parejas en los videos. Voyerismos de animal doméstico cumpliendo el llamado de las especies. La diferencia no es ya de atacante y víctima: la diferencia entre macho y hembra no lo es: las mujeres admiran culos masculinos, los hombres se trasforman en masculones. Las féminas te aprietan la cintura, al bailar, gozan del strip-tease
masculino, hablan ya no sólo de posiciones misioneras sino de besos negros y de la variedad del amor dorsal. Una compañera de enseñanza media me escribió una carta:¿cuántos bebés me habré tragado ya, al saborear el néctar pegajoso de los miembros estrujados?
¡Recuerda, m’hijita que el semen es poroteína y que la proteína te hace ENGORDAR la barriga! Nos olvidamos del tieso catequismo con el primer par de pantimedias, o los primeros pantalones largos que usamos, nos aguardan muslos pálidos bajo las mesas desde el primer pantalón largo de los muchachos. ¡Amigos! ¿cómo creen que nuestros padres y los tan recatados abuelos, nos trajeron paridos a esta vida, si no hubo antes el beso oculto, yemas atrevidas y bulto en la braga, manos intruseando en los escotes disponobles, dedos vírgenes explorando penes o invadiendo vaginas, al darse placeres manuales como descorchar una botella de champaña, que chorrea de la punta, exactamente igual que el pene? Y todo eso para evitar que los hombres tengan acceso a las nanas o que se vayan a amar a tarifa. ¿Quién no dio beso incestuoso a primos/as gansos/as o, aprovechándose de la seguridad familiar? ¿Quién no deseó a cónyuge ajeno? Imagínate a tus padres en pleno coito, si tienes honestidad, y huevos suficientes para admitir el animal en tu alma. Te verás en el espejo de alcobas y no sería para afeitarte en cama sino para presenciar lo opuesto que la vida ofrece a la muerte. El coito es el rito pagano más ejercido, danza lenta y única al desvestirse, beber a las mujeres y los hombres el licor más bebido en su fuente, tocar la carne en máximo secreto, oir los suspiros ocultos entre las piernas, gozar los ojos con esa nalga galopante.
Este libro no es para cobardes ni timoratos, contiene la base de las pasiones ocultas, de nuestra reacción hacia quien no sabe que lo deseamos con animalidad presente en sueños vividos pero no contados, de un vivir total antes de que amanezca, bajo la luna oscura de esa secreta obsesión. Todos hemos sentido esa ansia incontrolable, al saltar sobre el vecino o a la chica de al lado que está cayéndose de madura, o sobre ese bulto del matador
que nos atraca en el Metro, o con un pezón pujando a reventar por meterse en tu boca. Cuánto vicio solitario de masturbarse porque no te atreves a decirle, con los ojos, la lengua, un culito encantador, las piernas abiertas y los genitales a dos manos, que ya no aguantas de culearlo/a hasta que se te salten los ojos. ¡Vive otra vez tu amor al máximo, el de los poemitas pendejos, recuerda aquel amor primero y su ardor perdido, que sea un estímulo para la pasión dormida! No importa edad, religión ni tamaño, el cuerpo implora una más humana expresión, una válvula de escape para un mundo tan cruel.
Y así han de abandonar este mundo, los recatados y recatadas, sin probar de todo aquel goce supremo, de la gloria del clímax simultáneo, de la golosina de curvas de aquella diosa esquiva y disfrazada de inocencia, del beso húmedo y la ansiosa lengua, la caricia sabia del amante diestro y de esos momentos en que estaremos a la distancia más grande en tu vida, del abrazo congelado de los tentáculos de la muerte.
Cierro los ojos para mantener la respiración bajo control, tratando de absorver desordenadamente, las caóticas sensaciones que sus dedos provocaban en mí como un fuego atravesando mis venas.
Eres tan dulce y tan rápido que te apasionas…oh, Marcelita, me gustas tanto, tanto!…
Me tiene atrapada debajo de él aunque puedo moverme hacia los lados para facilitar su entrada manteniendo un ritmo constante, lento y tortuoso al mover sus caderas hacia los costados para que su invasión me acarice las paredes de la vagina.
Eres absolutamente exquisito
, gimo otra vez y se remueve de repente. ¡Abre la boca!", me ordena y mete su dedo gordo a través de mis labios.
Los ojos se me abren espantadamente y pestañeo casi sorprendida, ¿Ves como es mi sabor?
, respira en contra de mi oido, ¡chúpame, mi hembra!…" Su dedo presiona mi lengua y mis labios la rodean, sorbiéndola salvajemente. Siento el gusto salado de su piel, ¡santo coito—esto es algo malo pero que me domina!
¡Quiero fornicarte la boca, Marcela!" su voz parece un gruñido y empuja su dedo hacia la garganta. ¡Mi boca también es tuya, Luisito!
Lo muerdo un tanto y me tira del pelo. ¡Eres una mujercita muy sinvergüenza y alarga un brazo para encontrar un círculo forrado en celofán.
¡Quédate quieta—no te muevas!… " Abre el paquete circular y oigo mi respiración entrecortada por la anticipación, la sangre me canta en las venas, se inclina hacia mí, su peso está sobre mi cuerpo, nuevamente, y me vuelve a tomar el pelo para controlarme la cabeza y bajarla a mi entrepierna. No puedo moverme, estoy prácticamente atada a sus manos,
Esta vez, vamos a ir muy despacio, Marcela
. Resopla y procede a inmiscuirse dentro de mi cuerpo, lento muy lento hasta que se entierra en mí, enanchándome, llenándome implacablemente. Retorno a gruñir, lo siento aún más adentro y deliveradamente, hace circular las caderas y se sale, hace una pausa y, otra vez, se adentra bruscamente. Repite este movimiento varias veces y me está volviendo loca de gusto- me embroma con falsas embestidas y el sentimiento intermitente me llena de alborozo.
Marcela, te siento tan deliciosa
, y mi interior empieza a temblar. Se sale y espera, oh, no mujer, todavía no
, murmura y cuando percibo las cosquillas monumentales, en mi interior, empieza el proceso de nuevo.
¡Oh, por favor
. Le ruego, no estoy segura de poder continuar, otra vez, mi cuerpo se siente tan tirante, ansío que te salgas por unos segundos, me duele todo el vientre
.
¡Te quiero adolorida, mi monta!
y procede con su dulce y goloso tormento, hacia atrás y, luego, hacia adelante. Cada vez que te muevas, mañana, quiero que te acuerdes de que eres mía, sólo mía y que YO estuve dentro de ti por horas. Sólo yo y nadie más
.
Por favor
, le suspiro.
¿Qué quieres, Marcela?, ¡Dímelo!…"
¡A ti, mi macho!…
Apura el ritmo y su respirar se hace más errático, mi interior titila de placer, Eres tan, pero tan caliente, te deseo mucho, mucho más, con locura!…
Suspiro y su emisión de aire por la boca me hace temblar de gusto.
¡Eres totalmente mía, Ya vamos, dame tu segundo orgasmo, vamos
acaba conmigo, al mismo tiempo!
Mi cuerpo se convulsiona y mi placer máximo se aproxima. Me oigo gritar palabras sucias y se colapsa dentro de mí. ¡Vamos, bastardo animal, poséeme, dame más pene y no dejes de bombearme hasta que tus bolas me acaricien el culito…¿es eso TODO lo que tienes?…¡échame semen, inúndame, hasta que tus jugos se salgan de vuelta por la vagina, mientras me montas
!
¡Qué mujer más cachera…mamona, más buena para el pene…si lo adoras, eres golosa por él, vamos, abre la boca que te echo mis últimas gotas sobre la lengua y vamos, trágatelo, todo-todo, bébeme los testículos, a los machos nos gusta que se lo traguen hasta la última gota—así, así, sécame mi perra, déjame vacío entero!
¡Ooooh, Marcelita, que mujerón eres…anda, vente
conmigo y te chuparé entera, hasta el culito!…"
Sus gemidos se convierten en gritos cuando empiezo a vaciarme dentro de su vientre, ¡vamos, pendejo, mételo más, hazme sonar la vagina, que se rebalse tu jugo y me corra hasta el culito—guarda un poco para chupártelo después y no me des todo tu semen en un orgasmo pero—no te salgas, déjalo allí y muévete hacia los lados para abrirle paso a tu pija hasta que me reviente—ay, chorréame, maricón!, ¿dónde estás?—no te siento…sácalo despacito, todo afuera y todo adentro, otra vez…ay, ay, ay que
me voy, ¡échame más semen, vámonos juntos—refriégame la cabeza del pene contra el clítoris hasta que yo estalle, me estoy viniendo, me estoy viniendo, dame más pichula, maricón, que me muero por
acabar…sí-sí-sí, quédate ahí mismo y bombéame hasta que me escupas con el pene, más adentro, que me salga por la boca…ah, te siento tan adentro, cuánto
pucho" me has metido, vamos galópame, que se me entre y se me salga, así-así, escúpeme semen sobre los labios de mi tajo, mételo otra vez, quiero sentir tus testículos!…
¡…Qué verga más deliciosa tienes! -ah-ah-ah, méteme un dedo por el culito…no, más, dos-tres dedos, maricón, hazme venirme por el potito, no lo saques, vente conmigo-los dos-a la vez-aahahahaha, qué herramienta
más riiicaaa tienes, la adoro, me fascina, me vuelve loca…qué machote eres, quiero más y más, TODA la noche, aunque mañana no pueda caminar…eres enorme…morrocotudo, pareces un buuuurrooo!…¡MI burro!!! "
No sabes lo que me calienta ver a un burro poco antes de montar a la buuuurra ¡y me mojo entera, con la tanguita sopeada!! Tus eyaculadas son mi comida, quiero tragarlas tres veces al día, son proteína, déjame mamarte tres veces al día o cuando tengas más semen, deseo que tu moco me corra por la pera, que haga cosquillas en la garganta, ¡que me atore!
Realmente oí que tu vagina hace un ruido de chapaleo cuando estoy dentro de tí hasta los testículos. Es que se confunden nuestros jugos ventrales pero, lo más importante es- para mí, Marcelita, no sabes lo que significa hacerte mía y hacerte gozar como una perrita en celo. Te he mirado por tanto tiempo al caminar tú por la calle y por mucho que te tapes con ropa, el vaivén de tus cachetitos traseros mata-hombres
continúa a cada paso tuyo (creo poder acabar
a cada paso), el subir y bajar de tu tanguita me calienta hasta que el pene me gotea. No te culpo, es como te hizo Dios para que los hombres pecaran. Un ex-amante tuyo me dijo que te desvirgaron muy joven, quién sería, quiero matar al conchesuma
. Espero que no te haya dolido mucho, que no te haya tocado un percherón así de grande. Pero apuesto mi vida que todavía la tienes estrechita, como tu boca y tu esfínter anal. ¡Cómo sueño perforándote, deslizándome hacia tu palacio del placer, despacito para que sientas sólo un gusto enloquecedor, te preguntaré cuántos centímetros más quieres!…
¡Ah, Marcelita!
Grita a toda boca cuando logra su eyaculación, y yo me vengo
otra vez, un tercer orgasmo, me siento traspasada, llena de él y no creo que me lo haya metido todo porque lo vi enorme, hecho un monstruo, ¿cómo puede caber todo eso dentro de mí?…"
¡Ay-ay, no me lo saques, huevoncito, no me lo quites todavía, quiero gozarte otra vez para que no te quede una gota para ninguna otra mujer…váciate, mójame, tómame como un animal…ay, sí, ahí no más, ahí!…
Y gemimos, nos atoramos con palabras obscenas, gritos, resoplares, órdenes y ruegos. Adoro tu vagina…
"¡Ojalá pudiera llevarme tu pene conmigo, todo el día, tenerte entre mí a todas horas—caminar con tu morro metido en mi culito adonde vaya y cuando me siente, te sentiré atravesándome las tripas para luego recibir tus chorros deliciosos…¡más, más!…Ambos gritamos palabras ininteligibles aunque reconozco algunas de la noria de