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Sardónia
Sardónia
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Libro electrónico96 páginas53 minutos

Sardónia

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Sardónia es una colección de 22 cuentos cortos Grotescos basados en la observación del devenir cotidiano, humano, aparentemente aburrido, intrascendental... La brutalidad de tragicómedia humana ensortijada con la hermosura de la lengua.

Personajes entrañables y despreciables obtendrán un lugar en tu memoria, como algo de lo que quizá no siempre has deseado admitir con respecto a tus pasiones y anhelos negros, rojos, blancos, rosas... incluso hay situaciones que no has considerado y que quizá te ofendan si eres de mente estrecha, seguro que habrá mínimo una.

Y aunque están basados en Lo humano, aquello que nos hace tan hermosamente monstruosos con respecto a los otros animales, no significa que sus fundamentos provengan de algun caso concreto... aunque irónicamente, casos similares, han existido muchos desde que los humanos comenzaron a justificar sus actos con palabras.

Lo cual convierte a Sardónia (acentuada la "o" a propósito) en un pequeño pero profundo almanaque sardónico, grotesco y brutal.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento27 abr 2019
ISBN9780463152164
Sardónia
Autor

Jose Luis Paolo Garcia Morales

El lado ficccional-especulativo de la ciencia me ha seducido, por lo que en los últimos años me he dedicado a leer más acerca de ello. Finalmente he decidido escribir una novela, que pronto saldrá en versión eléctrica.Aún exploro mi estilo, pero por lo que sé al respecto, puedo decir que actualmente escribo prosa-poética, con la precisión y la profundidad del cuento y de la poesía

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    Sencillamente alucinante... Variedad de temas, pero que de alguna manera están relacionados entre sí.

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Sardónia - Jose Luis Paolo Garcia Morales

Índice

¡Suben!

El After

Alcibíades

Y es que desde siempre me decía que me quería

Sweater Rojo

Vulvagia

Tiempo

Son trescientos pesos joven

Lunes

Tercer día

Rosas

Epifanía cuarenta y cinco

Implosión

Sardónia

Día de suerte

Velos en la azotea

Noche Agria

Dádiva

Vaya ser que venga

Año sabático

N

Un alma en el atrio

Acerca del autor 55

"La vida de cada individuo, considerada en

su conjunto y en su generalidad, sin fijarse

más que en los rasgos principales, es siempre

una tragedia; pero que examinada en sus

pormenores se convierte en comedia".

Arthur Schopenhauer

1

¡Suben!

Estira el cuello con hastío en busca de algún microbús, siente un fuerte apretón de nalgas, voltea, quiere agradecer el halago y reclamar el dolor. Se topa la cara de un hombre viejo que parece desecha con los ácidos gástricos del tiempo, huele a cerveza y rosas blancas frescas mezcladas con humo de cigarro que avienta por la nariz y la boca. Le da una cachetada falsa que es más bien una caricia, él abraza su cintura con un movimiento suave y preciso para luego estrecharla contra su pecho arrugado, pellejudo y con la dureza de los huesos expuesta, que le inspira a pararse más erguido imaginando que es un icono de hombría. Hunde el rostro entre sus tetas firmes, suaves y con aroma a silicón, ella se sonroja y ríe con la boca abierta succionando la curiosidad de los transeúntes que esperan también el transporte colectivo. La invita a que lo acompañe a chupar-chela. Ella ríe, lo piensa detenidamente, hay en su mueca reflexiva un atisbo de dolor, de haber probado algo amargo, agrio y dulce proveniente del fondo de su ser, pero no del corpóreo, sino del metafísico, del etéreo, de donde suponía ella viene el alma.

La memoria comienza entonces a quitarse las medias caladas sostenidas por un liguero bien apretado, pero algo interrumpe la invocación del recuerdo: un extraño está detrás de ella con un revolver en la mano.

─serena morena… y tú, calmado ruco… ─Se coloca entre los dos y les muestra un trozo del cañón de su arma─ namás quiero su varo, no la hagan de pedo y aflojen…

El viejo asiente con la cabeza y busca entre las bolsas del pantalón y de la chamarra, ella revolotea el interior de su bolsa de mano luego de haberle dado anillos, cadenas y aretes; mientras siente en su pierna el pene duro del ladrón, quien está bien repegado y con la respiración agitada, entrecortada y carraspeada. Las demás personas esconden sus miradas en hoyos imaginarios de aire, se sienten allí seguros, a la vez que alejan lentamente sus cuerpos de la escena. El viejo lanza sus brazos lo más rápido que puede hacia el arma del agresor que está distraído alimentando su excitación. Forcejean brevemente hasta que la juventud y la fuerza del delincuente derriban al anciano, que cae de espalda al suelo y de inmediato levanta su tullido torso, la inercia abre la chamarra para mostrar su pecho desnudo, y pela los labios para enseñar su fiereza, pero sólo se le desprenden los dientes falsos de las raíces; en sus ancianos ojos de cazuela hierve el miedo hasta vaporizarse en valentía que flota, penetra y reta la mirada del asaltante, le recorre sus nervios ópticos, llega a su corazón y lo aprieta como raíz a la tierra, le exprime adrenalina y en un segundo vacía el revolver dentro del viejo, quien comienza a retorcerse, a convulsionar, a sentir que la limadura de fi erro que trae en la sangre se arremolina en su garganta, se desborda, recorre sus mejillas, su cuello, el negro suelo.

A ella se le agrieta la voz con gritos de dolor, caen sus rodillas, su mente desliza suavemente el liguero y las medias caladas que aprietan los muslos de su memoria. Se acerca a los labios de su galán agonizante, absorbe la sangre que mana de él y se mezcla con lo amargo de sus lágrimas; los recuerdos ya desnudos y excitados comienzan una orgía: se ve a sí misma cuando era niño suspirando su primera palabra de amor: Papá. Le acaricia su entrepierna; de inmediato evoca el día que vieron a su madre envuelta en una mortaja echa con un automóvil de llamas rojas y le dijeron adiós, padre e hijo, juntos como amantes. Saca el pedazo de carne blando oculto tras el cierre del pantalón y comienza a babearlo, lo succiona, usa su lengua

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