Sol naciente
Por Eric Labrador
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Julie es una mujer que a pesar de haber atravesado algunas dificultades en su entorno personal pudo experimentar un don espiritual desde su niñez: vivir con la presencia de Dios y dominar su palabra. A los 17 años su vida da un giro radical tras ser víctima de una polémica que surge en la iglesia a la cual pertenecía, lo que trae como consecuenc
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Sol naciente - Eric Labrador
I. María Julia Otero: Amanecer
Nacida en Toa baja, Puerto Rico, pero su crianza se produjo en Dorado, un pueblo muy lindo cerca de la costa de la conocida isla del encanto. María Julia Otero, Julie
fue la primera hija de los nueve hijos fruto de la unión de sus padres, un matrimonio entre un señor de 40 y una joven de 17 años; una relación que se ve afectada con el paso del tiempo como consecuencia de los problemas de alcoholismo del padre de la familia. Al ella ser tan joven y aguantar las condiciones en las que su marido se encontraba se comenzaron a producir peleas y agresividades constantes. Tras persistir esas trifulcas en este hogar, se produce un acuerdo para que la pequeña niña se vaya a vivir al pueblo de Dorado con sus otros hermanos mayores, hijos de su padre con otra mujer, personas de las cuales nunca la niña supo de su existencia hasta ese día. Una vez se traslada de su casa para estar con ellos por primera vez, entra en una iglesia a la edad de 6 años. Anteriormente nunca había sido expuesta a una escuela bíblica o había escuchado de Dios, lo que supuso para ella esta experiencia su primer paso en este mundo. Por aquellos tiempos la asistencia a la iglesia era a diario; todo sumamente puntual y estricto, por consiguiente, al estar mucho más presente en la casa de Dios no tarda en recibir su primera biblia. En la casa donde vivió durante esa etapa había un cuarto al fondo muy humilde que se convirtió en el sitio más importante de su vida; ese espacio era su cuarto de oración, el lugar donde mantenía conversaciones con Dios y donde comenzó a leer su palabra.
En esos años de su niñez se produjo un distanciamiento con sus padres; presenciaba frecuentemente el carácter amargo de su madre y vivía en medio de tensiones y conflictos. Nada de esto impidió que continuara descubriendo su amor por el señor y es cuando a los 7 años mientras se realizaba un culto de niños recibe la primera oportunidad para predicar. Aunque pocos lo crean, daba la sensación de que había estado siempre en ese altar… ¡nada de nervios!; muy segura de lo que estaba diciendo. Ella había estudiado previamente lo que iba a hablar para luego sentir una fluidez de palabras; se podía percibir que nada de lo que decía provenía de ella, sino de una presencia especial que hablaba a través de su persona. Fue un mensaje muy bien trazado, sin una nota escrita. Una semana después de suceder esto se lleva a cabo una campaña de niños en otra iglesia y a pesar de no haber sido invitada a predicar, el pastor de dicha iglesia la selecciona tras no llegar quien iba a hablar en un principio. Cuando se posiciona al frente del podio, apenas puede verse su cabeza debido a lo alto que era; el pastor se percata y sale corriendo a buscar unos bloques para que ella pudiera posicionarse encima y mirar hacia al frente. Se expresó formidablemente y después de haber sido un éxito rotundo fue invitada para otros encuentros. Ahí se inicia un hermoso proceso que no se detuvo hasta que cumplió 17 años.
Transcurrieron muchas cosas positivas a su alrededor; quedó claro que fue testigo de la presencia del rey de reyes de una manera impresionante, sin embargo, en el instante que comienza a ocupar el altar por vez primera, su niñez culminó ahí. Dejó de recibir regalos de navidad propios para una niña acorde a sus años. Los adultos a su alrededor la hacían sentir como a un ser exótico con frases como: tú eres diferente
, te vas a separar para Dios
, o, tan solo debes dedicarte a estudiar la palabra
. Se envolvió tanto en eso que aún en la escuela creía no estar al mismo nivel de sus compañeros. Una vieja amiga del centro escolar, con quien comparte amistad actualmente en facebook, le confiesa que por esos años llegó a pensar que no tenía dientes porque jamás la vio reírse; se veía muy seria para su edad; pero Julie sentía que ese era su rol correcto. En nuestros días, ya con más de 50 años, preserva la misma mentalidad y perspectiva que tuvo durante esos primeros años. A medida que adquiere experiencia pastoreando, creyendo en el ministerio de los niños, llega a la conclusión de que a alguien de esa corta edad no se le debe despojar
de su infancia; se le debe guiar en los caminos del evangelio sin obviar esta importante fase. Nunca tuvo un arrepentimiento de haber llevado la palabra de Dios a muchos lugares, pero, sí se arrepiente de no haber sido como los demás y no haber vivido una etapa necesaria como lo es esta en nuestras vidas. El resultado de sentirse alguien especial era la gestación en su ser interno de un falso orgullo espiritual
. Para alguien de su edad, aproximadamente 14 años, su mentalidad era superior comparada a otros individuos.
La vida matrimonial de sus padres había quedado completamente destruida; su madre continuaba siendo una mujer víctima de la amargura que tampoco conseguía aceptar a su hija mayor pese a ser consciente de sus buenas actitudes y su noble personalidad. María Julia ignoraba las razones de tanto rechazo; difícil comprender no tener su aceptación. Por otro lado, su padre vivía sus últimos minutos de vida en medio de delirios; esa parecía ser su última noche y ella estaba a su lado…. Él le decía: Mira, si vieras ese lindo camino que se ve, muchos árboles a los lados…
. Su amada hija permanece todo ese rato cerca, sintiendo en lo más profundo de su corazón que estaba llegando al final. Estuvieron juntos hasta bien tarde en la madrugada. Horas más tarde de esa larga noche alguien toca la puerta de la casa para anunciar algo:
—¡Papito está muerto! — aseguró el hermano mayor por parte de padre que vivía cerca de la casa.
Ella se queda sorprendida y le