Morir Sin Patria
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Perdido en el Inframundo, es el relato de algunos de los momentos vividos por el autor en su prisin poltica entre los aos 2006 y 2007 en el penal Cermica Roja de la ciudad de Camagey, Cuba. La degradacin moral en esos centros penitenciarios llega al extremo y los Derechos Humanos son sistemticamente violados en todos sus artculos; desde la atencin mdico-sanitaria hasta la agresin fsica por parte de oficiales y guardias.
La mala aplicacin de las leyes y leyes absurdas en s mismas, han llevado a miles de jvenes a guardar prisin por aos y a miles de campesinos trabajadores y honestos a responder con la crcel por delitos como compra y venta de carne de res proveniente de sus propios rebaos pero que segn las leyes del gobierno comunista de la Isla, los convierte slo en cuidadores de una propiedad Estatal sin ser usufructuarios de ella.
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Morir Sin Patria - Armando Andrés Betancourt Reina
ÍNDICE
MORIR SIN PATRIA
PERDIDO EN EL INFRAMUNDO
DIFERENTES PERO TE AMO
VOCABULARIO POPULAR
author photo.jpgAcerca del Autor
Nací el 30 de Noviembre de 1961 en la ciudad de Camaguey, Cuba. Mis primeros estudios fueron en la escuela interna Alfredo Gómez Cabrera de donde extraje mis experiencias para plasmarlas treinta años más tarde en mi primer trabajo literario como testimonio por el que obtuve el tercer premio de ese concurso. Terminado los estudios secundarios ingresé en el Instituto de Economía de esa ciudad en la especialidad de Planificación de la Economía graduándome de técnico en el año 1980. Trabajé varios años en diferentes empresas hasta que en el año 2004 comienzo mis actividades dentro de la disidencia interna de la Isla como periodista independiente. En 2007, a raíz de un desalojo masivo por parte de fuerzas especiales y del gobierno en el reparto Guernica, tomo parte activa en un reporte completo de los hechos y es cuando los oficiales de la Seguridad del Estado me detienen y me envían a prisión por un año y tres meses bajo los cargos de Desorden Público.
Excarcelado en 2007, la oficina de refugiados de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, me concede la aprobación para salir de Cuba como refugiado político y abandono el país en Junio de 2009.
MORIR SIN PATRIA
Aquella sombría mañana de octubre de ese año, Laura se movía con pasos lentos por las estrechas callejuelas del cementerio de su ciudad, pisando al andar, las hojas de los árboles caídas por el viento desde que días antes empezó a sentirse en la ciudad algo parecido a la llegada del otoño. Lamentablemente en el clima de Cuba, no existe esa estación bien definida.
Minutos antes había estado por más de una hora sentada sobre una tumba de mármol blanco a veces leyendo poemas, otras llorando y hasta conversando… con él. El viento la despeinaba y la melena le caía por debajo de los hombros desnudos haciéndola lucir más sexi con los casi seis pies de su estatura. Con un jean acampanado y un poco raído, una blusa blanca de tirantes ajustada al cuerpo y unas sandalias también blancas, Laura se mostraba sencilla a pesar de ser de una familia de buena posición económica. Sus ojos pardos y expresivos aún estaban húmedos y sus mejillas tenían las huellas del llanto reciente. Abrió la cartera de mano y sacó un pañuelo para secarse los ojos y un pintalabios para retocarse. A la salida del cementerio, recogió una estampilla de Santa Rosa de Lima que le ofreció una trabajadora de la iglesia. En esta provincia de Camagüey, llamada en Cuba la ciudad de las iglesias, el templo católico de El Cristo del Buen Viaje
, se encuentra ubicado a la entrada del cementerio provincial y atiende con sus servicios religiosos, este campo santo todos los días y en especial los domingos, cuando los dolientes acuden allí, como es costumbre, a visitar las tumbas de sus seres queridos.
Caminó de prisa hasta el parque ubicado unos veinte metros cruzando la calle y se abrió paso entre los niños que a diario juegan en el lugar y más concurrido estaba ese día por ser domingo. El griterío, las pelotas, los barriletes, todo rodeó a Laura hasta que atravesó el parque. Sabía que no podía llegar tarde a la visita a casa del profesor Gutiérrez. Es un señor mayor y de un carácter muy recto y de mucha disciplina pero al mismo tiempo tan comprensivo con los problemas que aquejan a sus amigos que es excelente en buscar soluciones sabias. Tal vez por ese carácter se ha ganado el prestigio que tiene en la sociedad dentro de la rama magisterial. Desde las primeras visitas que le hizo Laura, empezaron a compenetrarse como buenos amigos y de muchos rincones oscuros de su alma, ella le abrió su corazón poco a poco sin saber a ciencia cierta qué la empujaba a eso, revelándole temores, decepciones, situaciones vedadas por sus padres y que sin embargo ella, en su momento, tuvo el atrevimiento de experimentar y así le fue entregando al viejo sabio, las herramientas necesarias para conseguir de él los consejos más valiosos que necesitó desde que ocurrió la tragedia en el verano que acababa de pasar y que tales remedios no pudo conseguir de sus padres, ni siquiera del psicólogo que la estuvo tratando por un tiempo. El tratamiento de este psicólogo lo recibió en la propia casa del doctor por un acuerdo de amistad familiar de este con los padres de ella. De hecho, nunca considero tal amistad como sincera, pues al cabo de algunas sesiones de terapia, notó que el muy simberguenza psicólogo se estaba aprovechando de la amista para llevarsela a la cama.
Situada en una de las calles más estrechas de la ciudad y de una arquitectura colonial española de más de cien años, se levantaba o más bien se sostenía el caserón que vio nacer al señor Gutiérrez y quizá también a su progenitora. Los suaves rayos del sol de la mañana se posaban sobre las tejas españolas humedecidas por el rocío y tambien sobre los helechos que colgaban del alero a medio derrumbarse. Los balaustres de los ventanales a cada lado de la inmensa puerta de cedro, se veían agrietados por el paso de los años.
Laura subió con cuidado el quicio alto de la entrada, agarró la aldaba de bronce y dio tres fuertes toques. Siempre los da bien fuerte porque la casa es inmensa y el hombre a veces esta en el fondo y no puede escuchar. Al rato, se abrió la pesada puerta y asomó la cabeza un anciano muy sonriente de ojos muy azules y con la cabeza un poco despeinada y blanca en canas. Su alegre sonrisa indicaba que ya sospechaba que el toque provenía de su amiga Laura. Le ha tomado tanto cariño en los pocos meses que hace que la conoce, que a veces la ve como si fuera su nieta.
Gutiérrez siempre ha vivido solo en esa casa desde que sus padres murieron. En su juventud su apariecia era bastante atractiva más sin embargonunca contrajo matrimonio. El se convirtió en un hombre solitario a causa de una decepción amorosa que tuvo muchos años atrás. Cuando tenía alrededor de treinta años, decidió ingresar en el seminario San Carlos en La Habana y consolidar su sueño de ser sacerdote. Tres años más tarde, abandonó el seminario porque su corazón se desvió repentina y definitivamente hacia una muchacha a la que repasaba las lecciones de filosofía de la Universidad junto a otros tres estudiantes y que conoció en casa de sus tías de él donde vivía en ese entonces. Este trabajo para él era muy necesario porque con el dinero que ganaba se mantenía sus gastos personales y ayudaba en parte a las tías solteronas. Gutiérrez vivió ese amor intenso por espacio de dos años hasta que la muchacha, avergonzada por haber truncado la vida religiosa del muchacho, decidió regresar a Camagüey y abandonó a su repasador de filosofía, sugiriéndole que volviera al seminario porque allí estaba su destino. Desde entonces, sintió una vergüenza enorme el tratar de regresar al seminario y quizá el trauma lo afectó tanto que nunca más sintió atracción hacia otra mujer.
Después del habitual saludo, Laura se acomodó en el mismo sillón de siempre, el profesor en un balancín frente a ella y entonces vino un momento de silencio. Ella siempre contempla a través de una verja de hierro en la saleta, los maceteros de plantas ornamentales cubiertas de flores en el patio central y el trinar de los gorriones que anidan en las oquedades de las tejas y que ya le son tan familiares que le parece que se trata siempre de los mismos gorriones.
-¿Te traigo un poquito de café como siempre o prefieres un jugo?—Por fin Gutiérrez la sacó del embeleso.
-Sí profe, tráigame sólo un poco de café bien caliente pero no ahora. Primero tengo deseos de hablar, de desahogarme un poco. No sé.
-Hoy hace una mañana bella. De acuerdo a mi gusto, claro. Aunque veo que hay algunas nubes grises.—El hombre intentaba aplacar el disgusto que se veía en el rostro de la muchacha.—Está suavemente soleada, fresca y sin calor, pero no se corresponde con la melancolía que veo en tus ojos. ¿Qué te sucede hoy?
-¿Se olvida que hoy es domingo y los domingos voy al cementerio?
-¡Ah! Verdad.-Dijo el hombre un poco apenado por su mala memoria-. En todas las conversaciones anteriores Laurita, siempre has evitado enfrentarte al problema abiertamente. De hecho los detalles aún no los conozco. Sin embargo, me he dado cuenta que has logrado superar el peligro de otra crisis nerviosa fuerte que te hubiera traído consecuencias desastrosas. Debo admitir que tienes coraje. Cuando empezaste a venir a mi casa, recomendada por alguien que te dijo la tontería esa de que yo tenía algo de psicólogo y que podía ayudarte, realmente estabas muy mal. Necesitabas de un amigo o una persona allegada que te sacara de esa angustia. Empecé a tratarte como si fueras mi nieta y te di la oportunidad de que confiaras en mí plenamente. Ahora es el momento de que enfrentes la realidad sin esquivar los detalles por crudos que sean.
-Profe, yo siento que estoy preparada para eso.-explicó Laura—Pero mi disgusto visible es por otro problema que me está asfixiando y no puedo soportarlo más. No se si deba contárselo a usted. Tengo temor que mi sinceridad destruya nuestra amistad.
Gutiérrez, que hasta ese momento estuvo escuchando y dando bocanadas de humo de una pipa de madera bien torneada que acababa de prender, se la quitó de los labios y argumentó:
-Todo lo que pueda perjudicar tu recuperación psicológica quisiera que me lo contaras para ayudarte a encontrar el camino. No estas en condiciones todavía de vencer obstáculos sin alguien que te ayude.
-Estoy desesperada. Me acosan constantemente en la Universidad y sutilmente me presionan para que abandone los estudios.—Laura hablaba y gesticulaba y a la vez se ruborizaba de rabia relatando los hechos.—Usted sabe que por la posición de mi padre no me han expulsado, pero me abochornan constantemente en reuniones en el aula y todos me ven como si fuera un bicho raro. Yo estoy cansada de decir que están en un error pero no me creen. Sólo unos pocos amigos valientes se atreven a dirigirme la palabra, mis notas tienen que ser excelentes para no ser desaprobada y expulsada. Y todo porque creen que intenté abandonar el país ilegalmente. Profe, yo siento mucho lo que paso en la travesía pero este régimen ya me hartó con tanta hipocresía, falta de respeto y falta de libertad. Esas son las cosas que obligan a tanta gente a abandonar el país a costa del sufrimiento de otros incluso de la propia familia. Y si usted está de acuerdo con el sistema, entonces yo no puedo seguir viniendo a esta casa.
-¿Y qué tú resuelves con eso si en definitiva tu papá es comunista y para colmo militar y lo tienes en tu propia casa todos los días?
-Sí. Es cierto, pero al menos a él se lo perdono porque es mi padre y me ama a pesar de la decepción que tengo del comunismo. Pero si usted me sale ahora conque es comunista, ahora mismo me largo y no me ve más el pelo.
Hubo un espacio de silencio en el que ella miraba afuera por la ventana con un movimiento nervioso de la pierna que descansaba sobre la otra y Gutierrez la miraba fijamente con una leve sonrisa en un lado de la boca y en el otro sostenía la pipa humeante.
-De todas formas no tienes que preocuparte por nuestra amistad Laura. Yo nunca he sido ni seré comunista. Al menos al estilo cubano… nunca.-Ella entornó los ojos al cielo y abrió los brazos como dando gracias por lo que acababa de escuchar.-El comunismo no es más que una utopía en los libros de Marx. Considero que Santo Tomás de Aquino fue muy previsor al dejar escrito en el siglo trece, que el sistema más avanzado era el democrático porque practicaba una economía competitiva que es precisamente el tipo de economía que no existe en Cuba. Y no es que yo sea apátrida. Amo a Cuba como pudo haberla amado José Martí pero la verdad es la verdad. Además, el sacerdocio y el comunismo no van de la mano.
-Entonces usted me comprende cómo me siento con todo este acoso que estoy viviendo?—Indagó ella más aliviada.
-Perfectamente. Pero dime algo. ¿Por qué ese acoso especialmente contigo si existen muchos otros, universitarios incluso, que de verdad han tratado de abandonar el país ilegalmente y no están sufriendo ese ensañamiento?
-Es que… yo era miembro de la Unión de Jóvenes Comunistas de la facultad de Derecho.
-Pero. En qué quedamos?—sorprendido, Gutierrez quedó sin entender nada.-
-Eso era