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Más fuerte que nunca
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Más fuerte que nunca

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ABNER SUFRIÓ CON EL PREJUICIO Y LA VIDA LE ENSEÑÓ A SU FAMILIA A SER MAS TOLERANTE CON LA DIVERSIDAD.

ABNER, arquitecto, bien posicionado, 35 años, guapo y fuerte, decide asumir su homosexualidad y la relación con David, su compañero. Pero no esperaba

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento27 jul 2023
ISBN9781088237625
Más fuerte que nunca

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    Más fuerte que nunca - Eliana Machado Coelho

    Romance Espírita

    MÁS FUERTE QUE NUNCA

    Psicografía de

    Eliana Machado Coelho

    Por el Espíritu

    SCHELLIDA

    Traducción al Español:      

    J.Thomas Saldias, MSc.      

    Trujillo, Perú, Abril 2020

    Título Original en Portugués:

    Mais Forte do que Nunca

    © Eliana Machado Coelho

    Revisión:

    Carla Basaldúa Basaldúa

    World Spiritist Institute      

    Houston, Texas, USA      
    E– mail: contact@worldspiritistinstitute.org

    De la Médium

    Eliana Machado Coelho nació en São Paulo, capital, un 9 de octubre. Desde pequeña, Eliana siempre estuvo en contacto con el Espiritismo, y la presencia constante del espíritu Schellida en su vida, que hasta hoy se presenta como una linda joven, delicada, sonrisa dulce y siempre amorosa, ya preanunciaba una sólida sociedad entre Eliana y la querida mentora para los trabajos que ambas realizarían juntas.

    El tiempo fue pasando. Amparada por padres amorosos, abuelos, más tarde por el esposo y la hija, Eliana, siempre con Schellida a su lado, fue trabajando. Después de años de estudio y entrenamientos en de psicografía en julio de 1997 surgió su primer libro: "Despertar para la Vida", obra que Schellida escribió en apenas veinte días. Más tarde, otros libros fueran surgiendo, entre ellos Corazones sin Destino.

    Trabajo aparte curiosidades naturales surgen sobre esta dupla (médium y espíritu) que impresiona por la belleza de los romances recibidos. Una de ellas es sobre el origen del nombre Schellida. ¿De dónde habría surgido y quién es Schellida? Eliana nos responde que ese nombre, Schellida, viene de una historia vivida entre ellas y, por ética, dejará la revelación por cuenta de la propia mentora, pues Schellida le avisó que escribirá un libro contando la principal parte de esa su trayectoria terrestre y la ligación amorosa con la médium. Por esa razón, Schellida afirmó cierta vez que, si tuviese que escribir libros utilizándose de otro médium, firmaría con nombre diferente, a fin de preservar la idoneidad del trabajador sin hacerlo pasar por cuestionamientos dudosos, situaciones embarazosas y dispensables, una vez que el nombre de un espíritu poco importa. Lo que prevalece es el contenido moral y las enseñanzas elevadas transmitidas a través de las obras confiables.

    Eliana y el espíritu Schellida cuentan con diversos libros publicados (entre ellos, los consagrados, El Derecho de Ser Feliz, Sin Reglas para Amar, Un Motivo para Vivir, Despertar para la Vida y Un Diario en el Tiempo). Otros inéditos entrarán en producción pronto, además de las obras antiguas a ser reeditadas. De esa manera, el espíritu Schellida garantiza que la tarea es extensa y hay un largo camino a ser trillado por las dos, que continuarán siempre juntas a traer enseñanzas sobre el amor en el plano espiritual, las consecuencias concretas de la Ley de la Armonización, la felicidad y las conquistas de cada uno de nosotros, pues el bien siempre vence cuando hay fe.

    Del Traductor

    Jesus Thomas Saldias, MSc., nació en Trujillo, Perú.

    Desde los años 80's conoció la doctrina espírita gracias a su estadía en Brasil donde tuvo oportunidad de interactuar a través de médiums con el Dr. Napoleón Rodriguez Laureano, quien se convirtió en su mentor y guía espiritual.

    Posteriormente se mudó al Estado de Texas, en los Estados Unidos y se graduó en la carrera de Zootecnia en la Universidad de Texas A&M. Obtuvo también su Maestría en Ciencias de Fauna Silvestre siguiendo sus estudios de Doctorado en la misma universidad.

    Terminada su carrera académica, estableció la empresa Global Specialized Consultants LLC a través de la cual promovió el Uso Sostenible de Recursos Naturales a través de Latino América y luego fue partícipe de la formación del World Spiritist Institute, registrada en el Estado de Texas como una ONG sin fines de lucro con la finalidad de promover la divulgación de la doctrina espírita.

    Actualmente se encuentra trabajando desde Peru en la traducción de libros de varios médiums y espíritus del portugués al español, así como conduciendo el programa La Hora de los Espíritus.

    Sinopsis

    ABNER SUFRIÓ CON EL PREJUICIO Y LA VIDA LE ENSEÑÓ A SU FAMILIA A SER MAS TOLERANTE CON LA DIVERSIDAD.

    ABNER, ARQUITECTO bien posicionado, 35 años, guapo y fuerte, decide asumir su homosexualidad y la relación con David, su compañero. Pero no esperaba que iba a encontrar contratiempos dentro de su propia casa, principalmente por parte de su padre, el señor Salvador, quien lo ataca verbal y físicamente.

    Los problemas familiares no terminan ahí. Las dos hermanas de Abner enfrentarán innumerables desafíos. Rúbia, la más joven, queda embarazada de un hombre casado y es expulsada de su hogar. Simone, hasta entonces felizmente casada, descubre en los primeros meses de embarazo que su bebé tiene el síndrome de Patau: su esposo Samuel, sin preparación y débil, se aleja y encuentra un amante.

    En medio de tantos eventos, aparece Janaina, madre de David y Cristiano, quien siempre guio a sus hijos en la Doctrina Espírita. Las dos familias se hacen amigas, y Janaina guía a Rúbia y Simone, mientras que Cristiano comienza a hacer que el sr. Salvador razone y supere sus prejuicios contra la homosexualidad. Ofrece al padre de Abner explicaciones claras de qué orientación sexual, identidad sexual, género sexual, transgénero, intersexual, transexuales y travestis deben demostrar, a través del razonamiento lógico, que la homosexualidad y muchas otras condiciones sexuales también son obras de Dios.

    En este MÁS FUERTE QUE NUNCA, el espíritu Schellida, a través de la psicografía de Eliana Machado Coelho, nos da una vez más una verdadera lección de humanismo, espiritualidad y solidaridad, enseñándonos que, sobre todo, todos somos hijos del mismo Padre.

    ÍNDICE

    1.– LA SOMBRA DE LOS SUEÑOS

    2.– LA VERDAD SIEMPRE APARECE

    3.– VIDA Y MUCHO MÁS

    4.– RECHAZANDO AL HIJO

    5.– UN CORAZÓN CRUEL

    6.– EL ACOGIMIENTO DE LA FAMILIA

    7.– LA DECEPCIÓN DE RÚBIA

    8.– EL ENVOLVIMIENTO ESPIRITUAL

    9.– CULTIVA LA CHISPA DE DIOS QUE HAY EN TI

    10.– ¿QUÉ ES REALMENTE CARIDAD?

    11.– CONVERSACIÓN ESCLARECEDORA

    12.– LA UNIÓN DE ABNER Y DAVID

    13.– HACER EL BIEN Y VENCER DIFICULTADES

    14.– LA HOMOSEXUALIDAD ES OBRA DE DIOS

    15.– PEDRO LLEGA A SU CASA

    16.– ES NECESARIO AMOR PARA SER FELIZ

    17.– CRISTIANO NO CONSIGUE NEGAR SU AMOR

    18.– MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

    19.– MÁS ALLÁ DE LA RAZÓN

    20.– RESPETO ENTRE HERMANOS

    21.– EL ENCUENTRO DE DAVID Y DEL SEÑOR SALVADOR

    22.– LA PELEA ENTRE SAMUEL Y CRISTIANO

    23.– EL ADIÓS A PEDRO

    24.– LA VERDADERA AMISTAD

    1. – LA SOMBRA DE LOS SUEÑOS

    LA SOMBRA del gran edificio en construcción yacía sobre la luz brillante e intensa de esa mañana soleada.

    Usando un casco, sosteniendo un portapapeles en una mano y el bolígrafo en la otra, el arquitecto le habló al capataz y le dio instrucciones precisas para seguir.

    – Así es, Dr. Abner. Lo haré bien. Puede estar tranquilo.

    – Gracias, señor Antonio – dijo el arquitecto cortésmente.

    Casi interrumpiéndolos, el ingeniero, que estaba visitando el sitio de construcción con su colega, lo llamó:

    – ¡Abner! ¿Viste los cimientos de los garajes que estarán debajo de las piscinas? – Preguntó una voz nerviosa.

    – Todavía no. ¿Qué tienen? – Preguntó con calma como siempre.

    – Tendremos que desmontar dos columnas que fueron mal calculadas. ¡Diablos! Juro que voy a despedir a Zé. Es la segunda vez que sucede algo así.

    – ¿Qué altura tienen las columnas?

    – ¡Tienen más de un metro! – respondió él, aun nervioso –. Están equivocadas. Estaba muy claro. Se suponía que debía calcular las vigas a partir del baldrame, pero no lo hizo. ¡Odio a las personas estúpidas!

    – Cálmate. Iré a ver. De repente hay alguna forma de arreglarlo.

    – ¡No hay forma, Abner!

    Tranquilo, el arquitecto fue al lugar del que hablaba el otro y comenzó a hacer nuevos cálculos, examinando cuidadosamente los planos en sus manos. Mientras tanto, el colega siguió quejándose, hasta que Abner estuvo de acuerdo:

    – De hecho, Ivan... tienes razón. La medida está mal. Sin embargo...

    – Sin embargo, ¿qué?! ¡El chico es estúpido!

    – Pero alguien debería haberte acompañado al momento de instalar el armazón y la colocación de los fierros. No es ingeniero ni arquitecto. Solo obedece las órdenes. No estudió para eso.

    – ¡Pero calculó mal! ¡Mira el daño! – Ivan estaba nervioso.

    – No le exijas a quien no puede. Tú tenías la obligación de acompañarlo cuando hizo el armazón de fierro.

    – No vengas a querer...

    – Calma, calma... – pidió en tono tranquilo, extendiendo su mano en la dirección del otro –. Dame un día ¿Ves esa área allí donde estará la rampa a los garajes? – El otro asintió y Abner continuó: – Como esa parte no estaba hecha, creo que tengo una idea. Voy a trabajar en eso hoy y mañana le echaré un vistazo. Creo que incluso tendremos más luz natural proveniente de allí, señaló.

    El otro parecía desdeñoso, dudando. Pero no dijo nada. En ese momento, sonó el teléfono celular de Abner y preguntó, alejándose:

    – Permiso –. Entonces respondió, diciendo en un tono alegre: – ¡Habla, Rúbia! ¿Todo bien?

    – Casi todo. ¿Hablaste con la gente de esa compañía? – Preguntó la hermana.

    – Todavía no. Estoy en el trabajo Voy a la oficina desde aquí y llamo a un conocido mío.

    – Oh, Abner... ya no puedo soportar estar en casa. ¡Papá está de un humor...!

    – Cálmate, hermanita... – se rio –. Encontraré una manera. ¿Qué no estoy haciendo por ti? – se rio de nuevo.

    – Simplemente no puedo soportarlo más. Dijiste que ibas a hablar con tu conocido hoy. Mirando su reloj, el muchacho se expresó de una manera divertida:

    – Hoy es hasta la medianoche. Todavía son las diez de la mañana. Creo que tengo mucho tiempo, ¿no?

    – Sabes cómo soy. Estoy ansiosa, nerviosa... No sé cómo quedarme sin trabajo.

    – Relájate. Ve a darle otra revisión al currículum. Entra en internet... distráete un poco.

    – Siento haberte molestado.

    – Nunca me molestas, Rúbia. Ahora voy a la oficina. Más tarde, si tengo alguna noticia, te llamaré. ¿Ok?

    – Está bien. Voy a esperar. Gracias... un beso.

    – Otro. Adiós

    Después de colgar, el muchacho vio que el capataz parecía estar esperando que terminara la llamada.

    – ¿sr. Abner?

    – Sí, señor Antonio.

    – Mire... creo que el sr. Ivan estaba un poco equivocado – dijo mientras caminaban uno al lado del otro.

    – ¿Por qué cree eso?

    Incluso lo vi cuando le dijo a Zé que taladrara allí mismo para los marcos.

    – ¿Está seguro, señor Antonio?

    – Sí, estoy. Y ese pobre Zé no está aquí, de lo contrario se lo confirmaría –. Ante el silencio del arquitecto, el hombre comentó: – No quiero causar un problema, pero creo que es injusto despedir a Zé por algo que no hizo.

    Acercándose a donde estaba estacionado su auto, Abner apoyó su mano sobre el hombro del caballero y lo tranquilizó:

    – Nada le pasará a Zé. Tenga la seguridad Es solo que Ivan está nervioso.

    – Sí... Él siempre está nervioso, ¿verdad, sr. Abner?

    El otro sonrió, le dio una palmada en la espalda y dijo:

    – Déjalo, arreglemos esto. No se preocupe. Hasta mañana, señor Antonio.

    – Nos vemos...

    Después de subirse al vehículo, colocar el portapapeles y los planos en el asiento a su lado, el muchacho fue a la oficina donde trabajaba y era socio.

    * * *

    A última hora de la tarde, Abner llamó a Rúbia, que estaba eufórica:

    – ¡Pucha! ¡No lo creo! ¡Lo conseguiste!

    – ¡No obtuve nada! Acabo de programar una entrevista para ti mañana por la mañana. Debes poder presentarte bien para ocupar el puesto en cuestión.

    – ¡Déjamelo a mí!

    – ¡Mira, Rúbia!

    – Habla.

    – La compañía, hasta donde yo sé, es un tipo familiar y conservador. Sé que te vistes bien. No me malinterpreten diciendo eso, pero... solo lo voy a reforzar para que puedas ir sin mostrar tus piernas por encima de tus rodillas, tus hombros, tu regazo... – se rio –. ¿Tú entiendes?

    – ¡Por supuesto! Ni siquiera necesitaba hablar. Aun así, gracias por el recordatorio. Ni siquiera usaré perfume, él también se rio.

    – Y... bien que lo recordaste. Una colonia muy suave va bien. No debemos molestar a los demás con nuestro olor. Usa poco y a quien le guste se acerca para olerlo mejor.

    La hermana se rio a carcajadas y dijo:

    – Puedes estar tranquilo. Sé cómo hacerlo bien.

    – Yo sé. Estoy seguro que puedes hacerlo.

    – Gracias Abner. No sé cómo voy a pagarte por esto.

    – ¡Yo sé! ¡Puedes dejármelo a mí, que yo sé muy como me vas a pagar! – Se expresó en tono de broma y con una voz de mocoso.

    Continuaran hablando animadamente por algún tiempo. Ella estaba muy feliz con la oportunidad y comenzó a hacer más preguntas sobre la compañía.

    * * *

    Rúbia, que estaba bien calificada, consiguió el trabajo que quería. En los últimos tiempos, se sentía realizada y muy feliz.

    Era una chica inteligente, en sus veintinueve años. Hermosa, alta, morena, una especie de piel suave cuyo color era naturalmente bronceado. Pelo largo y rizado, pero vivían lisos, porque a ella le gustaba así. Sus grandes ojos marrones eran muy expresivos. Tenía una hermosa boca carnosa, donde siempre usaba un lápiz labial llamativo que enfatizaba aun más su belleza.

    Desde el principio en su nuevo trabajo, llegaba a su hogar con una viva expresión de alegría y buen ánimo.

    Ese día, cuando entró en la cocina, vio a Abner haciendo su plato junto a la estufa, lleno de ollas y sartenes.

    ¡Hola desaparecido! – lo saludó, dándole un beso en la mejilla.

    – ¡Hola! ¡Tú eres la desaparecida!

    – Regresé al gimnasio, así que unos días, no voy a llegar a casa temprano.

    – ¿Y en la empresa? ¿Todo bien? – Emocionada, ella respondió:

    – Si mejora, se echa a perder. Estoy encantada. Hay mucho que hacer. Dirijo un equipo de veinte empleados. El otro gerente que se fue, lo abandonó en el mayor desastre. El personal estaba perdido, se rio.

    En ese momento, Rúbia tomó la olla y tomó un pequeño trozo de pollo. Estaba a punto de llevárselo a la boca cuando su madre, entrando sin ser vista, le dio una palmada fuerte y se quejó:

    – ¡Saca tu mano sucia de mis ollas!

    – ¡Ay, qué susto, mamá! ¡Pucha...! – exclamó y se echó a reír cuando vio el trozo de pollo caer al suelo –. Después de recogerlo y tirarlo a la basura, en el siguiente instante, pidió: – La bendición, madre.

    – Dios te bendiga. Pero no seas loca, Rúbia. Viniste de la calle, tienes una mano sucia y ¿quieres comer así? ¡Ten piedad! Ve a lavarte, date una ducha... Entonces comes.

    – Es solo que el olor me está matando, mami. No me resisto: se expresó con mimos.

    – Entonces al menos ve y lávate las manos. El noticiero, que tu papá está viendo en la televisión, está terminando y ya viene a cenar. Comamos juntos No hemos estado juntos para cenar en mucho tiempo.

    – Está bien. Vuelvo enseguida – estuvo de acuerdo y se fue, volviendo sin demora –. Me muero de hambre. Me ducharé más tarde.

    El señor Salvador, ya sentado a la cabecera de la mesa, esperó a que doña Celeste terminara de preparar su plato y se quejó:

    – Políticos canallas y sinvergüenzas. Prometen esto y aquello, pero luego gastan el dinero del pueblo en un séquito de más de quinientas personas para viajar al extranjero. ¡Mientras que los líderes de otros países, que también asistieron a la misma convención, tomaron un séquito de cincuenta personas o menos! ¡Mira qué absurdo!

    – Después que te jubilaste, solo sabes mirar el noticiero y quejarte de la política, de la gente... Mantén la calma, hombre, y mira si puedes comer en paz – argumentó su esposa, sirviéndole el plato humeante.

    – ¡La comida es muy buena, mamá! Una delicia. Incluso lo repetiré – dijo Abner, poniéndose de pie.

    Doña Celeste se llenó de orgullo cuando respondió, tratando de ser humilde:

    – Por qué, hijo... ¿Qué es eso? Mamá hizo lo de siempre.

    Cuando la pasó, Abner la besó en la mejilla y esperó a que su hermana terminara de preparar su propio plato.

    Todos estaban sentados cuando el muchacho preguntó:

    – ¿Y allí, Rúbia? ¿Cómo es trabajar con Jefferson?

    – Muy bien. Es un director muy tranquilo.

    – Lo conozco hace poco tiempo. Parece ser una buena persona – dijo el hermano.

    – Todos son amables para ti, Abner. Todos – dijo el padre en tono crítico.

    – Es solo que él no ve a la gente tan mal como tú, Salvador – respondió su esposa.

    – Las personas que no ven el mal de los demás terminan siendo pisoteado. Le rompen la cara – respondió el señor.

    – Papá, cenemos en paz. No comiences... – pidió Rúbia suavemente.

    – Así es, cambiemos de tema – sugirió doña Celeste alegremente.

    – Vamos – dijo el sr. Salvador con la boca llena –. Y en la nueva compañía, ganarás más que en ese banco, ¿no?

    – Casi lo mismo, papá. No puedo quejarme ni exigir nada todavía. He estado trabajando por tan poco tiempo. Debo agradecer a Dios por conseguir un trabajo tan bueno. Estuve desempleada durante cuatro meses. No fue fácil para mí.

    – Es una empresa considerable de publicidad y marketing. Genial, muy respetado en el mercado – dijo Abner a su vez.

    – Ganarías más si no hubieras retenido impuestos. Es absurdo lo que pagamos impuestos en ese país – dijo el padre, quejándose nuevamente al hablar con la boca llena.

    – Si dejaras de fumar y beber, Salvador, pagaríamos aun menos impuestos – respondió doña Celeste.

    – No fastidies, mujer. No fastidies – murmuró, mirando a su esposa con insatisfacción.

    – Hija, tienes que ir a la iglesia conmigo para pagar una promesa que le hice a Nuestra Señora. Si conseguía un buen trabajo, los dos llevaríamos flores al altar por ella –. Rúbia no habló. Unos minutos y, al ver al hijo levantarse y llevar el plato al fregadero, la señora preguntó cariñosamente: – ¿Quieres pudín de leche, Abner? Pensé en ti, hijo.

    – ¡Ok! Sí, claro – respondió con una sonrisa.

    – Es solo por Abner que ella hace las cosas. Solo piense en él – se quejó su esposo.

    – Es solo que cuando hago un pastel, un postre o cualquier comida pensando en él, no desaparece. Dicen que cuando hacemos cosas pensando en alguien y funciona, la persona en la que pensamos tiene un buen corazón.

    – Entonces, ¿por qué no pensaste en mí? – dijo el esposo.

    – Porque si hago un pastel pensando en ti, no crecerá. Se convierte en piedra.

    – ¡Caramba...! La que está llena de cosas eres tú. – Viendo a su hijo llenarse de dulce, le preguntó:

    – Ve... Dame un pedazo.

    Doña Celeste sonrió con picardía y le sirvió; fue entonces cuando Rúbia preguntó:

    – Mamá, ¿qué hay de Simone? ¿Llamó?

    – La llamé. Tu hermana dijo que irá al médico mañana. Ellos están muy felices

    – ¿Lo has pensado, doña Celeste? Cuando tengas tu primer nietecito, ¿cómo será? Entonces no horneará un pastel pensando en mí, solo pensará en él – dijo Abner enfáticamente, riendo a continuación.

    – ¿Y tú? ¿Cuándo te casarás y nos darás nietos? Eres el único que dará continuidad a mi nombre y al de tu abuelo – interrumpió al Señor Salvador de una manera grosera.

    En silencio, el muchacho lo miró fijamente y respondió:

    – No pienso en casarme, papá. Esto no está en mis planes. Diciendo eso, colocó el plato de postre sobre el fregadero y fue saliendo de la cocina cuando escuchó a su padre decir:

    – Pensé que tenía un hombre, pero no.

    – Salvador! ¡Para! ¿Vas a comenzar? – Gritó doña Celeste.

    – ¡¿Qué quieres que te diga?! ¡Este tipo tiene treinta y cinco años, no quiere casarse y vive aquí a mi costa...!

    – Puede que yo viva en tu casa, pero no puedo vivir a tus expensas, padre – respondió el joven con firmeza e inmediatamente –. Trabajo y gano muy bien. Si esta casa dependiera solo de tu jubilación... – No terminó su discurso. Sin embargo, después de la breve pausa, terminó: – Si mi presencia te molesta, debes saber que estoy preparando todo para salir de aquí.

    Afirmando esto, giró y se fue.

    Mientras el señor Salvador todavía se quejaba:

    – ¿Dónde vas? ¿Viviendo con quién? Crees que la vida es fácil, ¿verdad?

    – ¡Salvador!

    – ¡Papá!

    Exclamaron madre e hija al mismo tiempo.

    Rúbia no tardó mucho en ir a la habitación de su hermano y tocar a la puerta.

    – Adelante – dijo el muchacho, acostado en la cama, boca arriba, con las manos cruzadas detrás del cuello.

     Acomodándose en el borde de la cama, a su lado, boca abajo, apoyó los codos en la cama y sostuvo la barbilla en las manos. Al verlo pensativo, preguntó:

    – Cuando dijiste que ibas a salir de aquí, no hablabas en serio, ¿verdad?

    – Sí lo estaba. Estoy viendo un departamento Algo pequeño solo para mí. Tengo la intención de alquilarlo hasta que el que compré en la planta esté listo.

    – Si te vas, quiero ir contigo. No puedo llevarme con papá. ¿Viste cómo estaba hoy? Y mira, no había bebido. Cuando bebe, nadie puede soportarlo.

    – Tiene razón, Rúbia. Tengo treinta y cinco años. Soy muy grande. Puedo mantenerme muy bien. No hay razón para que me quede aquí. De hecho, no me fui antes por mamá. Siento pena por ella. Sin embargo... Ha llegado el momento.

    La hermana se acercó, presionó su rostro contra su pecho y lo abrazó por la cintura, diciendo suavemente:

    – ¿Tendrás un lugar para mí en tu departamento?

    – Un lugar fijo, no. Incluso puedes ir a dormir allí de vez cuando – a pesar del tono juguetón en su voz, era sincero.

    – ¡Oh, Abner! ¡Qué egoísta! – se quejó con una forma mimada.

    – Definitivamente quiero independencia, hermanita.

    – Continuarás ayudando aquí en casa financieramente, ¿no? – ella quería saber, curiosa.

    – Lo haré, por supuesto. Incluso si los ayudas, sé que no será suficiente. Lo que papá de la jubilación no alcanza. No quiero verlos con ninguna dificultad. No los abandonaré. Solo necesito mi rincón, un espacio, ¿sabes?

    – Para ser sincera... A veces pienso en encontrar un rincón para mí también. La idea de independencia me atrae mucho. Sin embargo, tengo miedo de cierta inestabilidad financiera. Mira, me despidieron en ese corte de personal y estuve desempleada durante cuatro meses. Alquilo un apartamento, lo arreglo y, de repente, pierdo mi trabajo. Es diferente contigo. ¡Socio de la empresa de arquitectura e ingeniería que funcionó tan bien! ¡Caramba! – se rio –. En lugar de Administración, debería haber estudiado Ingeniería o Arquitectura. Te veo ganar tan bien y, a partir de ahora, solo prosperarás.

    – Un momento y comentó: – Oh... Te admiro mucho... Somos muy diferentes. Estás tan tranquilo, seguro, sabes lo que quieres de la vida... Todo lo que haces funciona.

    – Es curioso cómo me ven los demás. Nadie sabe realmente lo que está pasando dentro de mí. Piensan que estoy tranquilo, que no sufro, que no me siento triste, que no tengo conflictos íntimos... Ustedes ven como si no fuera de carne y hueso.

    Alejándose del abrazo, la hermana se sentó, lo miró fijamente y dijo:

    – Estarás de acuerdo conmigo en que eres la criatura más pacífica de esta familia. No – se corrigió – es la persona más tranquila y equilibrada que conocemos.

    El teléfono celular de Abner sonó en ese momento. Se sentó rápidamente para levantarlo, pero su hermana buscó el dispositivo primero, miró la pantalla y le informó cuando se lo entregó:

    – David.

    El muchacho tomó su teléfono celular, verificó el nombre, pero no respondió y colgó.

    – ¿No vas a responder?

    – No. Hablaré con él mañana.

    – Creo que David es el único amigo que tienes y no lo conocemos. Hablando de amigos... Ricardo está bien desaparecido, ¿verdad?

    – Debido a esos problemas personales, se enterró en el trabajo. Pero está bien, se ha recuperado mucho. En cuanto a David... Algún día lo conocerán. Amarán a su madre, doña Janaina. Ella es una persona amorosa.

    Rúbia se acercó, le besó la cara y dijo:

    Gracias. No creo haberte agradecido lo suficiente por ese trabajo todavía.

    – Tú harías lo mismo por mí – sonrió tan generosamente como siempre.

    – Me voy a duchar y dormir. Tengo que levantarme temprano mañana –. Mirándolo directamente a los ojos, dijo tiernamente: – Gracias por todo. Por ser el hermano mayor que eres, sonrió –. Dios no pudo haberme dado un mejor hermano.

    – Para con eso –. Llevando la mano a su cabello, los revolvió mientras jugaba.

    Ella lo besó de nuevo, se levantó y se fue. Minutos después, Rúbia fue al baño y pasó por la puerta de la habitación de su hermano, que estaba entreabierta, y lo escuchó decir:

    – Soy yo. Hola, cuando llamaste a mi hermana estaba conmigo. No pude responder –. Breve pausa y quería saber: – ¿Estaba allí para firmar los documentos? – Otro descanso –. Es verdad. El personal sigue siendo extraño. Un apartamento a nombre de dos hombres no es común. Todo debe hacerse en nombre de los dos. Mejor así. Es más seguro. ¿Le dijiste a tu madre?

    Al hacer la pregunta, Abner se acercó a la puerta para cerrarla y Rúbia se alejó rápidamente para no ser vista. Pero ella estaba intrigada. El hermano tal vez estaba hablando con David. Él fue el único que llamó mientras estaban juntos. ¿Por qué la documentación del apartamento se haría en nombre de alguien extraño? ¿Quién era este amigo que ni siquiera conocía? ¿Era el departamento que estaba alquilando o el que había comprado y estaba siendo construido?

    Reflexionando sobre estas y otras preguntas, planeó discutir el asunto con su hermano. Necesitaría encontrar una oportunidad. Quizás incluso le dijiste que escuchó la conversación.

    * * *

    El embarazo de Simone hizo a todos muy felices. Ella era la hija del medio de doña Celeste. Tenía treinta y dos años, casada con Samuel durante cinco años.

    – ¿Sabes qué es, hija?

    – Todavía no. Es muy temprano. No puedo esperar para confirmar el sexo para hacer la canastilla, decorar la habitación... Aaaaah... ¡Vi en una tienda de ropa para bebés, cada pequeña cosa allí! – Se expresó de una manera amable y gentil –. Tienes que verlo, mamá.

    – Estas cosas modernas sobre conocer el sexo del bebé solo se interponen en el camino. Se llevan la sorpresa. En el pasado, cuando no tenías nada de esto, era mucho mejor – dijo el sr. Salvador.

    – Ay, papá, será bueno hacer el ajuar en el color correcto, decorar la habitación, comprar juguetes...

    – Es verdad. Hay un tipo de juguete para una niña, otro para un niño. El otro día vi papel para pared para la habitación de un niño que eran tan hermosos. Había uno con cochecitos y paracaídas con ositos de peluche para niños, otros con fresas, casitas y muñecas para niñas. Había uno que era solo una tira, no estaba colocado en toda la pared. ¡Fue tan hermoso! – doña Celeste se animó.

    – Yo también lo he visto. Por eso quiero saber de qué se trata – dijo Simone.

    – Si fuera una niña, le daré los aretitos – dijo la señora. La hija se echó a reír y comentó:

    – Los aretes hoy en día no son solo para chicas, mamá.

    El señor Salvador aprovechó la oportunidad y dio una opinión grosera, como siempre:

    – Es verdad. Hay mucha desvergüenza, quien dice que es un hombre y tiene un arete. ¡Cosa asquerosa! Un hombre que es un hombre no usa estas indecencias. Si agarro a mi hijo con un arete, le arrancaré las orejas. ¡A ver!

    – ¡Salvador, deja de ser una bestia, hombre! ¿Cómo criticas todo lo que ves? No se puede decir nada cerca a este hombre, porque siempre tiene algo malo que agregar.

    – Es solo que digo la verdad. Por eso no les gusta. Para mí, un hombre con cabello largo y aretes no es un hombre. Solo necesita usar una falda.

    – Papá, Jesús tenía el pelo largo y llevaba un vestido. El hombre guardó silencio. Parecía haber sido tomado por sorpresa –. Mamá tiene razón. Debes pensar que las personas no pueden ser iguales. Tienen derecho a ser diferentes. Ser diferente es ser normal. Cada uno debe ser feliz a su manera, siempre y cuando no moleste a los demás.

    – No es así. Si fuera dueño de un negocio, despedirían a mi empleado si usara aretes o me hiciera un tatuaje. Esto es algo criminal, algo hecho en la cárcel, algo de presidiario.

    – Papá, estoy de acuerdo en que los tatuajes de antaño, los que se hacen en las cárceles, como tú dices, eran cosas de alguien que no hacía nada. Hoy en día, hay tatuajes que son obras de arte y hay personas que quieren expresar o exponer este arte en su cuerpo. No me gustaría particularmente tener uno sobre mí. Hasta ahora, no pienso en hacer uno. No hay nada que quisiera expresar en mi piel por el resto de mi vida. Cualquiera que haga algo así en su cuerpo debe recordar que es para el resto de sus vidas. No critico a quien quiere mostrar, en su piel, lo que sucede dentro, en su mente, en su corazón. El tatuaje es como una obra de arte donde cada artista demuestra su interior, sus ideas, tus deseos, tu voluntad, tu forma de ver la vida. Pero en el tatuaje, la persona elige una imagen y le dice al tatuador que haga lo que quiera exhibir.

    – El otro día vi a una niña con mariposas tan hermosas en la espalda – dijo la señora.

    – Hay personas, madre, que quieren mostrar su alegría por la vida y tatuarse con mariposas, estrellas, ángeles, flores, hadas, cosas enigmáticas o filosóficas como dragones, Buda, símbolos significativos... Otros, necesitan expresar cosas tribales, porque lo hacen parte de una tribu, un grupo de amigos. Ahora, hay personas que quieren mostrar su revuelta por la vida y tatuar cosas que consideramos feas como calaveras, animales horribles, cuerpos humanos desesperados en medio de llamas... Otros incluso ponen cuernos implantados debajo de la piel de la frente y otras cosas que son agresivas para la naturaleza humana. Cada uno muestra, en su cuerpo, a través del tatuaje o lo que sea, lo que hay en su corazón. Sin duda, todos serán responsables de lo que hacen. Así como somos responsables de lo que decimos y pensamos, somos responsables de lo que mostramos en nuestros cuerpos. Tenemos el poder de animar, entristecer o atacar la vida que nos rodea.

    – Para mí, no importa. Tatuaje es tatuaje y punto – protestó el señor.

    – Ven, Simone. Vamos a la cocina. Deja a tu padre allí viendo televisión y viendo el noticiero. Así es como este hombre no se queja. No critiques a los demás.

    Madre e hija fueron a la cocina y, sentadas a la mesa, Simone comentó:

    – Cada día papá se ve peor. ¡Tan intolerante!

    – Voy a pasar un cafecito para nosotras.

    – Papá no era así, ¿verdad, madre?

    Siempre fue un quejoso. Se quejaba de todos. Pero en los últimos años, comenzó a criticar, a reclamar mucho... Como dije, cada día es peor.

    – No le importa. Casi no sale, no tiene amigos, no camina, no va a la iglesia...

    – No, hija. Él no hace nada de eso. Solo sabe cómo estar sentado frente a la televisión todo el día viendo el noticiero, tragedias, crimen... Y cuando no tiene eso, ve películas violentas. Ya le dije que esto es malo. Pero tu padre no tiene remedio.

    – Mirar un noticiero, ponerse al día, es bueno. Pero la forma obsesiva que hace... Está mal. Gustar seguir noticias de crímenes, violencia, secuestros, tragedias y más tragedias... ¡Caramba! Esto es dañino para la mente y ciertamente se reflejará en el cuerpo. Nos estamos impregnando de energías negativas. Pocas personas saben que cuando vemos o escuchamos algo violento, agresivo, nuestro cerebro lo interpreta como si estuviera cerca de nosotros o con nosotros, incluso si es algo ficticio como una simulación, una invención. Y nuestro cuerpo reacciona con cargas hormonales violentas e innecesarias que causan un gran estrés físico. Con eso, nos agotamos. Entonces, cuando surge una situación real que nos pone nerviosos, podemos estar extremadamente irritados, deprimidos y exhaustos, como ya nos hemos estresado innecesariamente con cosas y situaciones simuladas.

    – Tu padre no entiende eso. Desearía que un ángel de amabilidad apareciera frente a él para hacer que este hombre entienda y cambie. Después de jubilarse, nunca deja de fumar, bebe casi todos los días. ¿Viste las cortinas detrás del sofá donde se sienta a mirar televisión? – Antes que la hija respondiera, ella continuó: – Son amarillas, horribles. Lo peor es que el sucio humo del cigarrillo ni siquiera sale cuando se lava.

    – Creo que es el tipo de tela.

    – Imagina cómo están los pulmones de tu padre. Lo peor es que termino fumando sin ser fumadora. Debe haber una ley que prohíba fumar en el hogar, cuando otra persona que vive junta no fuma.

    – Pídele que vaya a fumar afuera.

    – ¿Y no se lo he pedido? Con padre no hay manera. Si voy a decir algo, comienza una pelea.

    – Si tan solo estuviera ocupado...

    – Él podría ayudarme con las tareas del hogar. Secar los platos, recoger la ropa del tendedero, sacar la basura, barrer un patio... ¡Pero nada! Solo él se jubiló. Nunca me jubilaré. Está la mujer de la limpieza que ayuda, pero sabes que una criada no hace todo.

    – ¿Le has pedido que seque un plato, por ejemplo? Quizás papá ayude.

    – Ya le pedí. Él responde que está jubilado. Que ya trabajó lo que necesitaba trabajar.

    Breve pausa y doña Celeste le ofreció una taza de café, diciendo: – Está delicioso.

    – Gracias mama –. Tomó un sorbo de café y luego confirmó: – Está realmente delicioso.

    – Entonces dime, Simone – preguntó ella, sonriendo, sentada frente a su hija – Samuel está loquito por tu embarazo, ¿no?

    – ¡Cómo está! Tienes que verlo. Se lo dijo a todos en la universidad –. Se rio cuando comentó: – No quieres que suba, cargue peso... Parece un tonto –. Sonrió y dijo: – Todas las noches, antes de irse a dormir, se queda hablando con el bebé.

    – Tienes un muy buen esposo. Creo que les llevó mucho tiempo para embarazarte.

    – Nada. Todo fue en el momento adecuado. Estoy feliz como nunca lo he estado en mi vida – dijo Simone con una sonrisa brillante. Luego preguntó: – Mamá, Abner me dijo que consiguió un apartamento en alquiler y que se va de aquí. Me reí, no lo creía. ¿Es verdad?

    – Así es. Tú conoces a tu hermano. Ayuda a todos y a todo, pero es un muchacho muy reservado. Nadie sabe realmente lo que está pensando.

    – Abner siempre ha sido muy calmado, tranquilo. Sólo eso.

    – No, hija. No es solo eso. Creo que tu hermano es muy callado.

    – Es su forma de ser. Solo creo que es extraño que se vaya de casa.

    – Ve a ver si quieres tener su pequeña vida sin darle satisfacción a nadie. ¿No es lo mismo? – dijo la madre, tratando de encontrar una justificación para la situación.

    En ese momento, el sr. Salvador entró a la cocina y se quejó:

    – Desde allí, en la sala, podía oler el café. Estaba esperando que alguien me llevara una taza, pero nada. Todos se olvidan de mí.

    – Es imposible olvidarte de ti, hombre. Lo iba a llevar. Solo me llevó un tiempo – respondió doña Celeste, tomando una taza para servirla.

    – Te escuché hablar de tu hermano. Este chico me preocupa mucho.

    – No te quejes de él, papá – dijo Simone con firmeza –. Hasta el día de hoy, Abner nunca te ha causado dolor de cabeza. Siempre trabajó, estudió, no se involucró en malas compañías...

    – No lo sé. No sé... Siento que todavía está tramando algo. Todo va muy bien con él. Estudió, se reunió con amigos y creó la empresa constructora o lo que sea... Trabaja, gana bien... Pero no sé. Necesitaba casarse y tener hijos. Tendría algo importante de qué preocuparme. Entonces, tal como está, sin ocupación en la vida personal, todavía me dará dolor de cabeza.

    Doña Celeste, acostumbrada a los comentarios de su esposo, no le prestó atención. Sirvió café e intentó cambiar de tema.

    2.– LA VERDAD SIEMPRE APARECE

    HABÍA PASADO ALGÚN TIEMPO desde que Rúbia comenzó a trabajar en el nuevo empleo. Estaba satisfecha con el servicio y con los nuevos colegas. Todo iba bien. Se había hecho amiga cercana de Talita, un gerente de otra sección, y siempre estaban juntas.

    Ese día, en el almuerzo, Talita preguntó:

    – Es hoy que Silvana entregará los cosméticos que compramos, ¿verdad?

    – Hoy mismo. ¡Ah! No puedo esperar para usar ese lápiz labial. Es tan hermoso, ¿no te parece?

    – En una boca como la tuya, Rúbia, todo está bien se rio su amiga.

    – Déjame preguntarte algo... el tema cambió –. ¿Qué opinas de Jefferson?

    – ¿El director?

    – Sí

    – No lo sé... no lo conozco muy bien. Es un hombre reservado. No sabemos mucho sobre él. Lo que sé de él es...

    Fue interrumpida.

    – Creo que es un hombre guapo de unos cuarenta años – se rio divertido.

    – Simpaticón, lo es. Creo que su esposa debe estar celosa –. Talita concluyó sonriendo.

    – ¡¿Jefferson es casado?! – Sorpresa sorprendida.

    – Pienso que sí.

    – No usa anillo ni habla de su familia, su esposa...

    – ¿Por qué, Rúbia, crees que todo hombre tiene que usar un anillo? ¡Sé real!

    – ¿Crees que él es...

    – ¿Qué? ¿Casado?

    – Si

    – ¿Por qué el estrés, Rúbia? ¿Se te insinuaron? – bromeó.

    – No... solo curiosidad.

    Las amigas continuaran hablando, pero ese tema surgió en la mente de Rúbia.

    En aquel inicio de la noche del viernes, Jefferson tenía su auto estacionado en una calle cerca de la empresa donde trabajaba, cuando Rúbia, apresuradamente, huyendo de la lluvia, rápidamente abrió la puerta del vehículo y se sentó a la ligera.

    – Pensé que no vendrías por el clima – dijo.

    – Hola ¿Todo bien?

    – Sí – respondió, besándola rápidamente. Luego preguntó: – ¿Quieres ir a un lugar especial?

    – Antes necesito hablar contigo – dijo ella, mirándolo fijamente. Había estado pensando toda la tarde y quería discutir sobre eso de una manera que él respondiera exactamente la verdad. Luego se aventuró: – Escuché de una persona de la compañía que estás casado.

    Jefferson pareció esperar ese descubrimiento en algún momento. Él sonrió por un momento y respondió con calma en su voz:

    – Me estoy divorciando –. Breve pausa en la que bajó su mirada triste, tomó las manos húmedas de Rúbia y se expresó avergonzado: – Justo hoy, iba a hablar contigo sobre esto.

    – ¡Entonces estás realmente casado! ¡No lo puedo creer! – Exclamó, tirando de las manos que sostenía y frotándolas en su rostro en un gesto afligido.

    – Me voy a divorciar, Rúbia. La situación es muy complicada. Ya debería haber salido de la casa, pero...

    – Me voy.

    Cuando salió del auto, Jefferson la tomó del brazo y le preguntó generosamente:

    – Por favor, quédate. Escúchame primero.

    – ¡No seré la otra! No seré la razón de tu separación.

    – No es por ti que estoy rompiendo. Créeme. Además, no eres la otra. A pesar de vivir con ella en la misma casa, dormimos en habitaciones separadas durante mucho tiempo.

    – Entonces, ¿por qué no te has separado todavía?

    – Debido a problemas familiares. Una de las razones es mi madre... Ella... Ella es una persona de cierta edad. Muy conservadora y vive con nosotros. Tienes serios problemas de salud. Su corazón, principalmente... yo... yo... – tartamudeó, mostrándose tocado, victimizado –. Traté de hablar con ella,

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