Cuentos fantásticos sin historias I
Por Andrea Hull
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Queridos amigos,
Aprendí a leer desde muy niña buenas lecturas, cuando ya leía de “corrido" me nutrí en la biblioteca de mi abuelo, un militar ermitaño ya pensionado; mi imaginación también volaba oyendo los cuentos de las tertulias de antaño, que se daban en
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Cuentos fantásticos sin historias I - Andrea Hull
Legales
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Publicado por Ibukku
www.ibukku.com
Diseño y maquetación: Índigo Estudio Gráfico
Copyright © 2018 Andrea Hull
ISBN Paperback: 978-1-64086-269-2
ISBN eBook: 978-1-64086-270-8
Legales
PRÓLOGO
CABEZA DE FÓSFORO
SANTOS AMISTOSOS
LA DESPEDIDA
EL HOMBRE DEL SOMBRERO
EL HOMBRE DEL MORRAL
PRÓLOGO
Empezaré por decirles que la vida en si, es un sueño; por supuesto que no les estoy diciendo nada nuevo, lo nuevo es que, a lo mejor al hacerles mis cuentos quizá encuentren alguna similitud con sus propias experiencias; me imagino que como yo, cuando se dice que la vida es un sueño
por lo regular entendemos a la ligera, que es un sueño por lo corta que es la vida: Nacemos, somos niños, llegamos a la adolescencia, somos jóvenes; a la edad media, maduramos
y llegamos a viejos, y morimos. Entre estas etapas, del nacer y morir empezamos nuestra historia como personas comunes, de las cuales no hacemos historia, sino vida; muchas veces con momentos increíblemente inverosímiles que se quedan flotando en el espacio infinito de una eternidad, indiferente y incomprensible, y ya remotas, estas experiencias cuando llegamos a viejos, ya no alcanzamos a discernir, si fue un sueño o una realidad; recordar una experiencia es igual que recordar un sueño reciente; las mismas imágenes de un sueño que de una realidad aparecen en la penumbra de nuestra memoria, esa es la sensación al pasar el tiempo. Historias desconocidas para el mundo, pues hay cosas que no tienen respuestas ni para el más inteligente ni para el mas letrado ni para la ciencia misma; la única respuesta es la perplejidad sin respuestas, y dejar de lado en el tiempo aquello que alguna vez nos cautivo de una manera especial.
El individuo que vivió en un momento crucial una eternidad extraña e inexplicable y sujeta al misterio, experimentada en carne propia, Ese individuo fue para siempre marcado por el velo de la duda, de las preguntas sin respuesta que nos encierra en esta vida y que nos lleva, muchas veces a callar por el temor que nos tilden de locos, desequilibrados o mentirosos. Mis cuentos que aquí voy a narrarles, podríamos decir que, son verdades a medias, cuestión de tiempo por mi edad; no tengo pruebas tangibles de estos cuentos, solo épocas pasadas y remotas; gentes que van desapareciendo y apareciendo en el caminar de nuestras vidas, lugares que ya con el tiempo cambiaron, recuerdos casi borrados sin ninguna coordinación lineal de ellos; caras borrosas, casi desconocidas… pues, ese lumbral entre el espacio y el tiempo no hay ni tiempo ni espacios
es solo una ilusión de nuestra percepción; solamente nos llevamos la captación de una eternidad en un momento, donde el tiempo y el espacio es ignorado, como un trasfondo a la escena vivida, digámoslo así; y que pareciera detenerse por un momento... todo lo que nos rodea; como la brisa tierna y suave de un primer beso primaveral y inolvidable en nuestras vidas. Es ese momento vivido intensamente que ni siquiera cabe en el pensamiento la malicia, es simplemente la captación del momento de eternidad mismo, es como para que lo lleves por siempre en el alma colgado como un talismán de la suerte… es el lumbral de lo ignoto a una eternidad en el que el tiempo pareciera detenerse y el espacio,un trasfondo de la existencia; solo los hechos quedaran indelebles en la memoria, sin nada que se interponga, un regalo mágico que te hace el misterio de la vida.
En esos momentos no existe nada mundano, o tan mediocre como la malicia; y valga aquí la redundancia, hay un proverbio que dice: Dios no tiene malicia.
Habría que preguntarse aquí, o al que lo dijo, ¿a qué Dios se referia? ¿acaso a un niño? es lo único que logro comparar con esta definición, ¿que Dios no tenga malicia? Desde el momento que se piensa con premeditación ya hay cierta malicia; y si esta virtud se diera en los seres humanos, ¿cómo sería nuestro mundo entonces? ¿En qué forma se vivirían nuestras vidas? ¡Estos sueños, de momentos eternos en un falaz espacio del tiempo, en todas las circunstancias y formas, físicas, mentales, sueños conscientes, por que estas despierto! e inconscientes también, en esos sueños proféticos que te despiertan angustiado a medias de la noche; en lapsos impensantes; en momentos apremiantes; en la oración misma, con una alta dosis de fe inquebrantable, ¡hay grandes milagros fortuitos e inesperados! pues, no es por que se le este rezando a una Deidad específica, ya que Dioses hay muchos en nuestras culturas, cada una de ellas tiene sus propios Dioses… y, todos los devotos dicen que sus Dioses hacen milagros, ¿será que ellos
están en todas partes? ¿cómo pueden estar en todas partes? Si se les ocurre una idea, o una explicación por muy inverosímil que esta sea, me lo hacen saber, ¡ja ja ja ja!… lo cierto es que lo que yo sospecho de todo esto es que: Los Milagros se manifiestan a través de nuestras creencias, volviendo mágicas nuestras culturas... a través de la fe.
Que en momentos apremiantes ¡no nos cabe en ese pequeño corazón clamando amor!
Bueno, descifrándoles aquí lo que yo creo captar, es que, es un sueño fantástico, real e imposible de creer, y es por que la duda nos acecha siempre; ¡pero muy posible llevarlos a una realidad sin darnos cuenta! y nos rodean todos los días, y que si algunos no lo notamos así de increíble como se nos presentan, es porque ni siquiera volteamos la mirada a un lugar que no sea de nuestro interés, muchas veces egoístas, siempre estamos empecinados y enclaustrados en resolver problemas materiales que nosotros mismos algunas veces provocamos porque queremos vivir una vida que no está en nuestras capacidades, o si está, no hemos encontrado nuestra verdadera fuente del Tesoro dentro de nosotros, y nos llenamos solamente de cosas superficiales que al fin y al cabo no nos llenan ese vacío anhelado de llenar; tal vez sea por que no sabemos enfocar las cosas bien, debido a las ofuscaciones que nos llevan a nuestros problemas cotidianos del diario vivir corriendo
y siempre a querer alcanzar aquello que creemos que nos dará la felicidad, dejando por alto los pequeños detalles sin percibir, observando con paciencia que hay mensajes y respuestas, que nos envían del más allá,
o del más acá
, pero los hay, y son para ayudarnos. Pero siempre todo es posible, aunque a veces no lleguemos a descifrar esos mensajes por que somos despistados, tenemos un espíritu único y contable para las estrellas; por que todo lo que existe, primero estuvo en el mundo de la imaginación (de los sueños) para luego ser posible y ya están plasmadas en algún lugar del firmamento todos nuestros deseos esperando por que tu los disciernas con sincera sabiduría. Eso está dentro de nosotros mismos, debemos llegar allí, y dejarnos llevar con una fe inquebrantable y más que eso con un sentido de la vida como la del explorador que va por camino disfrutando de todo el paisaje, porque las preguntas y respuestas de tu adentro también están afuera si miras las cosas desde adentro hacia fuera con tu amor.
Para mis conciudadanos de este espectacular planeta, llamado tierra aquí van los cuentos en mi caminar por este mundo, sencillos pero al fin y al cabo cuentos fantásticos de personas como Usted Y como yo.
Corazón lapislázuli.
CABEZA DE FÓSFORO
Al primer sol, el sol del agua,
se lo llevó la inundación.
Todos los que en el mundo moraban
se convirtieron en peces.
Memorias del Fuego
Eduardo Galeano.
De este cuento que les voy a contar paso hace mas de sesenta años, haya por los años cincuenta, Marianita, la protagonista de este cuento andaba entre los tres o cuatro añitos, y yo, unos doce; nuestras madres eran buenas amigas, vecinas, y se ayudaban mutuamente, y es que como dicen que en la necesidad hay mas solidaridad y buenos amigos, que en la opulencia y la abundancia,
en la que hay mas envidia e hipocresía. Bueno, pues a veces hacía yo de niñera de la Marianita, me encantaba cuidarla, aparte de que la Tillita,
como yo le decía a la mamá de la niña, me ayudaba con cualquier cosita que me hiciera falta, y eso era ya una extra para ayudar a mi mamita. Pero también disfrutaba jugar con ella, a pesar de la diferencia de edades de las dos, nunca fue un obstáculo entendernos, ¡ella lo entendía tooodo! y era mandona como si supiera siempre lo que hacía, y yo me dejaba llevar por sus exigencias
que eran muy ingeniosas y sorprendentes a su corta edad. Jugábamos a que ella era la dueña de un restaurante
en este juego en especial, era muy muy divertida, pues, le había copiado a la madre cuando le decía: Mira, Mayito ¿qué vamos a cocinar hoy? Quieres huevito, frijolitos, o te hago mamazo con tortillita? o como la clienta de un supuesto
salón de belleza en la que me decía como quería que la peinara. Tenía la combinación de la belleza y la ingenuidad de un ángel por sus años y su frágil cuerpecito, parecía una muñequita de las figuritas de Lladró. Yo la cuidaba hasta con el temor de no hacer bien mi trabajo, algo en mi me hacia sentir esa inclinación, como la constante responsabilidad de un guardián. Sus cabellos eran rojos y rizados y caían por todos lados de su cabecita, sus ojos verdes parecían estar siempre adormitados, nada les hacía cambiar ese estado melancólico de sus ojitos. Esa figurita tan especial llamaba la atención por no ser el prototipo de las niñas lugareñas del barrio que por lo regular eran de piel morena y de rasgos indígenas, como lo era yo; ellas, las niñas del vecindario le llamaban
cabeza de fósforo quiza con cierto deje de envidia, pues esta espina se hace sentir hasta en los niños, aunque ellos en su inocencia no comprendan el por qué de esos sentimientos y
los dejan ir sin darse cuenta. En una ocasión yo le había preguntado a mi madre por que la Mayito era tan linda y mi mamá sin inmutarse, me contestaba:
Quizá la familia de su papá son claros y sarcos." Mi madre no divagaba en el pasado de nadie, vivía muy ocupada con los días presentes pensando en cómo iba a darme unos cuantas pesetas para que pudiera gastar algo para comer en la escuela, o angustiada siempre cuando miraba mi zapatos que ya casi llegaban las suelas al ras del piso y había que meterles papeles para no sentir que ya casi andaba descalza. Quizá por esta razón, a mis doce años, yo era ya una niña madura de pensamiento, por que miraba el sufrimiento de mi madre como el de la madre de Marianita, aunque ambas eran madres solteras, y sus vidas estaban llenas de dificultades económicas para poder sobrevivir, aun eran jóvenes, fuertes, y bonitas por decir que todavía tenían una vida por delante a pesar de todo, pero ellas no premeditaban sobre esto en la miseria en que nos encontrábamos y la guerra del diario vivir no las dejaba pensar en otras posibilidades.
En ese entonces, Se acercaba la Semana Santa, y mi madre andaba feliz por que hacía unos años, para ser exactos dos años, que ella trabajaba en La cazuela
un restaurante de los mejorcitos de la ciudad; el dueño Don Balbino era un español venido de un lugar llamado la Costa Brava
así le dicen a toda la zona costera de España, –decía el Señor orgulloso– Que no había espectáculo mas digno de verse que los tumbos embravecidos al golpear las rocas de la Costa Brava, chocaban y así mismo se desvanecían ante la dureza de aquellas rocas impetuosas que se alzaban en el mar, convirtiéndose en mansas olas
. Cuando hacía este comentario, parecía dar a entender que él era como esas rocas de ese bello lugar, pero su apariencia estaba lejos de verse así, más bien parecía un viejo bonachón, gordito y simpático, con una ética, por cierto, de jefe muy de respeto, nunca gritaba, y si alguien cometía una falta, lo llamaba a su pequeña oficina y allí lo reglamentaba, cuando algún empleado le pasaba eso, salía muy azorado y todos los demás empleados se ponían curiosos y nerviosos de lo que había pasado. Yo estaba sorprendida de que mi mamá hubiera durado un largo tiempo en ese trabajo, pues en los demás trabajos que había tenido, siempre venía cantando el pelado
, que la habían botado; así es que,