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El campamento bíblico de la franela roja del Tío Bob: El libro del Génesis
El campamento bíblico de la franela roja del Tío Bob: El libro del Génesis
El campamento bíblico de la franela roja del Tío Bob: El libro del Génesis
Libro electrónico248 páginas3 horas

El campamento bíblico de la franela roja del Tío Bob: El libro del Génesis

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Aquí está.

La historia completa del libro del Génesis, contada por el mejor contador de historias del mundo, el Tío Bob.

Si crees que sabes la historia detrás las narraciones de la Biblia, será mejor que tomes una copia de este libro.

Pero si usted es de las personas que consideran de mala educación unos pocos murmullos en la Iglesia, quizá deba dar un buen vistazo a la muestra gratuita antes de gastar su, tan duramente ganado, dinero. Este recuento de las historias de la Biblia no es exactamente solemne. De hecho, le garantizo un par de sonrisas a lo largo del camino. El texto es la forma en que un caballero rural del sur de Estados Unidos, que ha leído varias veces la Biblia, cuenta las historias que en el libro del Génesis aparecen.

Es posible que en el transcurso de la narración se tome una o dos libertades con la Palabra. O en palabras del propio Tío Bob, casi todo es Verdad, solo le pongo un poco de sal y pimienta, para darle más sabor.

No digan que no se los advertí.

IdiomaEspañol
EditorialSteve Vernon
Fecha de lanzamiento22 ene 2021
ISBN9781071584514
El campamento bíblico de la franela roja del Tío Bob: El libro del Génesis
Autor

Steve Vernon

Everybody always wants a peek at the man behind the curtain. They all want to see just exactly what makes an author tick.Which ticks me off just a little bit - but what good is a lifetime if you can't ride out the peeve and ill-feeling and grin through it all. Hi! I am Steve Vernon and I'd love to scare you. Along the way I'll try to entertain you and I guarantee a giggle as well.If you want to picture me just think of that old dude at the campfire spinning out ghost stories and weird adventures and the grand epic saga of how Thud the Second stepped out of his cave with nothing more than a rock in his fist and slew the mighty saber-toothed tiger.If I listed all of the books I've written I'd most likely bore you - and I am allergic to boring so I will not bore you any further. Go and read some of my books. I promise I sound a whole lot better in print than in real life. Heck, I'll even brush my teeth and comb my hair if you think that will help any.For more up-to-date info please follow my blog at:http://stevevernonstoryteller.wordpress.com/And follow me at Twitter:@StephenVernonyours in storytelling,Steve Vernon

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    El campamento bíblico de la franela roja del Tío Bob - Steve Vernon

    El campamento bíblico de la franela roja del Tío Bob: El libro del Génesis

    Por

    Steve Vernon

    2016

    Introducción

    Todo el mundo necesita a un Tío Bob.

    A primera vista no parece mucho.

    Desde que tengo memoria, él SIEMPRE anda vestido con una camisa roja de franela. Su camisa parece que fue comprada de un Wal-Mart en alguno de los tres días siguientes a la primera guerra de Mesopotamia. El Tío Bob parece un pequeño hombre tetera, los hombros caídos, un aliento que huele a una mezcla de tabaco y enjuague bucal y una panza que luciría una bola medicinal que ha parido cuatro juegos de quintillizos.

    El Tío Bob es un hombre que habla derecho —significa que él SIEMPRE dice exactamente lo que está en su cabeza en un momento dado —aunque a veces puede parecer que está tomando el camino largo alrededor del granero para llegar a su punto final.

    De hecho —puedes contar con que el tío Bob exprese en alto EXACTAMENTE lo que todos, en una habitación, están pensando en silencio.

    —Algunas historias deben ser contadas directamente —, me dijo el tío Bob una vez. —Y hay algunas historias que se deben guardar y hay historias que deben ser gritadas por todo lo alto. El verdadero problema es saber exactamente CUALES son las historias que deben ser dichas directamente y cuáles son las que deben ser evadidas y ocultadas. De hecho, más guerras y argumentos han iniciado porque alguien le ha sacado la vuelta a contar una historia que debía salir directamente, de las que un hombre podría contar con una mano llena de dedos multiplicada por la capacidad de un bolsillo lleno de calculadoras de bolsillo.

    Sí, señor, ese hombre era puro talento. Podía pasarme un día entero escuchando al tío Bob, y en algunas ocasiones hice exactamente eso.

    Ocasionalmente, incluso me permitía dar mi opinión en la materia.

    Pero, si quieres la verdad sin tapaderas, lo cierto es que el tío Bob me ha enseñado prácticamente todo lo que sé sobre las cosas que es importante saber en este mundo — y está listo para contarme sobre todo lo demás.

    Déjame darte un ejemplo:

    Te voy a contar sobre el campamento de Biblia de la franela roja del Tío Bob.

    Todo empezó cuando el tío Bob me atrapó escapándome de la escuela dominical. Lo que hice fue levantar mi mano, pedir autorización para dejar el salón, salir caminando y seguir de frente hasta que estaba fuera del edificio, la parroquia de mi colonia, y por lo que a mi tocaba podía seguir caminando hasta que entre la escuela dominical y yo hubiera un continente de distancia.

    Verán, yo NUNCA entendí el concepto de tener que ir a la escuela en domingo. Es decir, yo iba a la escuela de lunes a viernes durante casi todo el año. ¿Cómo es que los adultos pueden creer que voy a querer un día extra de escuela?

    —No me gusta ir —, le dije al tío Bob. —El padre solo habla del perdón, de amar a tus enemigos y cosas así.

    —Bueno, el amor y el perdón son importantes —, dijo el tío Bob. —Especialmente cuando se habla sobre tus enemigos.

    Sacudí la cabeza.

    —No estoy seguro sobre eso —, le dije. —Benny Jeeters siempre me está molestando y empujando en la escuela.

    —Es un bully, ¿no? —, dijo el tío Bob. —Su papá también lo fue.

    —Bueno, ¿Cómo exactamente se supone que yo perdone ESO? —, le pregunté. —El único camino viable para que yo perdone, de corazón, a Benny Jeeters es después de que me haya escabullido a su espalda, y con una enorme roca lo haya golpeada en la cabeza y luego volverlo a golpear unas doce o trece veces, quizá entonces pueda pensar en perdonarlo, mientras lo pateo en las costillas. Quizá también le presente mi bate de béisbol cinco o seis veces. Todo antes de que se levante y me ataque por sorpresa nuevamente.

    —¿Es un ataque sorpresa si lo ves venir? —, me preguntó mi tío Bob. —Todo el asunto no me parece muy deportivo.

    —Todo depende de cómo te manejes, mientras lo haces —, le dije. —El que pega primero, pega dos veces, y no dejar que el otro ría al último.

    El tío Bob se quedó valorando la verdad de esas palabras.

    —De cualquier manera, eso no explica porque odias tanto la escuela dominical —, dijo el tío Bob. —¿Podrías, por favor, explicármelo?

    Calculé que la magnitud de la tarea que el tío Bob me pedía era tal, que podría tomarme todos los domingos de un mes para completarla. Pero tenía que hacer el intento antes de que al tío Bob se le metiera en la cabeza la idea de llevarme de regreso a la parroquia.

    —Ya me sé las historias —, dije. —La he escuchado cientos de veces. Sé que Eva metió en problemas a Adán por escuchar a una serpiente, sé que Caín mató a Abel con una roca y que Dios en su furia hizo llover por cuarenta días y cuarenta noches. Sé que Moisés logró escapar de Egipto luego de ahogar al Faraón y su ejército en el Mar Rojo y que la Torre de Babel se derrumbó en algún momento entre el hola y el amen.

    —Bastante bien —, dijo el tío Bob. —Al parecer si has estado poniendo atención.

    Era verdad.

    Lo cierto es que, si disfrutaba esas historias, las disfrute las primeras veinte o treinta veces que las escuché. Pero después de escucharlas una y otra vez cada domingo, hizo que empezara a pensar que el padre necesita encontrar un nuevo libro.

    —¿A ti te gusta ir a la biblioteca no? —, me preguntó el tío Bob.

    —Claro —, dije. —Los libros son como la televisión, pero sin los comerciales. Tienen efectos especiales, batallas feroces, peleas de espadas, tiroteos, robos de banco, dragones y guerras y muchas cosas más. Los libros son geniales, siempre.

    Muchos compañeros se burlaban de mí y me molestaban, por lo mucho que yo amaba los libros, pero la verdad es que prefería pasar un buen día metido dentro de la historia de un buen libro a tener una docena de fiestas de cumpleaños al año. A menos de que las fiestas fueran dentro de una librería.

    —Bueno, ¿y no sabes que la escuela dominical se trata fundamentalmente de la Biblia? —, me preguntó el tío Bob. —Y ¿tampoco sabes que la Biblia es uno de los mejores libros del mundo?

    Claro que sabía sobre la Biblia.

    Incluso en alguna ocasión había intentado leerla, pero me había confundido todo lo de engendrar y más engendrar.

    —La Biblia está llena de batallas, de escapes de la muerte, de leones, incluso hay uno o dos dragones. Hay guerras y hay héroes, y hay más efectos especiales que en una película de Hollywood.

    —Te estas burlando de mí —, le dije. —No leí nada de eso.

    —No estoy burlándome y no estoy inventando —, dijo. —Aunque a veces hay que inventar algo, para hablar sobre lo que a uno le está molestando.

    No entendí completamente lo que me estaba queriendo decir. Pero más bien seguía pensando que me quería tomar el pelo. A veces los adultos lo hacen si tú los dejas salirse con la suya.

    —Solo déjame contarte una de esas historias —, me pidió el tío Bob. —Es más, te hablaré de todo el primer libro y luego tú me dirás si vale o no vale la pena escuchar esas historias.

    Bueno, mientras no me hiciera volver a esa iglesia vieja, no tenía nada que perder, así que le daría una buena oportunidad a la versión de la Biblia del tío Bob.

    —Bueno aquí va la historia del primer libro llamado el Génesis —, inició el tío Bob. —Bueno todo empezó así...

    ––––––––

    Capitulo Uno: Fiat Lux

    —Haya luz —dijo Dios. —y hubo luz y brillo y una claridad tranquila a lo largo de todo el universo.

    Dios no hizo la luz, en el sentido de que fuera algo externo a él. Simplemente nos dejó verlo, del modo en que tú muestras a veces tu sonrisa. Por eso de alguna manera pienso en Dios como el mayor foco del universo. Algunas personas lo entienden o lo piensan como un interruptor, que solo encendió la luz, pero yo prefiero pensar en Él como si la luz hubiese sido desde siempre parte de Él y en un momento simplemente decidió compartirla con el universo.

    Bueno ahora que saben que el resto de la historia será mi tío Bob hablando, voy a dejar de lado todos los guiones de dialogo y las partes: el tío Bob dijo, para que puedas concentrarte en lo verdaderamente importante y leer y escucharlo todo directamente.

    —Fiat Lux —, dijo el tío Bob.

    Ese es el último guion y el ultimo dijo el tío Bob. Prometo no interrumpir nuevamente.

    Fiat Lux es el latín para Hágase la luz, y sé que suena como una la mezcla de un carro de carreras y una aspiradora a la que se le atoró un jabón en la manguera. Pero es porque la luz es algo resplandeciente y brillante y más rápido que cualquier otra cosa en la que tú puedas pensar.

    —Eso es bueno —, dijo Dios.

    Llegó el siguiente día, y ahora Dios podía ver lo que estaba haciendo, se metió a la tarea de la construcción del mundo.

    Primero hizo el cielo, de la misma manera en que tú y yo levantaríamos un techo sobre un viejo granero. Me gusta pensar que estaba protegiendo al mundo, como si fuera una sombrilla para evitar que se echara a perder.

    —También eso es bueno —, dijo Dios.

    Luego, en el tercer día, con un par de sólidos golpes de karate Dios separó la tierra del agua, tan fácil como tú te haces un apartado en el cabello. Separar el mar de la tierra era importante, porque tú te puedes poner de pie en el suelo firme, pero no así en el agua, a menos que tengas un par de tenis inflables en los pies.

    Y sé que algunos sabelotodo y pequeños hámsteres de biblioteca están muriendo por detenerme y decirme, de un joven galileo que logró exactamente eso de caminar sobre las aguas. Pero les recuerdo que estoy hablando sobre el Viejo Testamento. Llegaremos al Nuevo, pero todo a su tiempo.

    —Esto también es bueno —, dijo Dios.

    Algunos me dirán, bueno y ¿por qué, hablas de autos de carreras, aspiradoras y focos, cuando nada de eso había sido inventado? Porque lo que intento hacer, es dar la palabra de Dios, accesible a todo el mundo. Y la palabra de Dios está siempre, desde el principio hasta el final, desde entonces hasta hoy.

    Lo que intento decir es que la palabra de Dios es eterna, no hay anacronismos que se apliquen a ella.

    Ese mismo tercer día, Dios se dio a la tarea de plantar y sembrar todo tipo de semillas que te puedas imaginar. Antes de que te dieras cuenta había césped por todos lados y arboles creciendo de la tierra y campos enteros de coliflor y tomate y zarzamora y papas y zanahorias y todo lo verde lanzaba aleluyas pidiendo la cena.

    Pero no había coles de Bruselas, ni siquiera Dios tocaría las coles de Bruselas. Y no sé QUIÉN inventó las coles de Bruselas, lo que sí sé, es que no era bendito.

    —Esto es mejor que bueno —, dijo Dios, un poco impresionado de sí mismo. —Debo tener toda la suerte del universo conmigo.

    Llegó el cuarto día y Dios decidió que la luz necesitaba venir de un lugar y lanzó el sol al cielo y luego decidió que era muy fuerte su brillo y que el mundo necesitaba un poco de descanso e hizo la luna, un poco de brillo para la oscuridad. Luego perforó unos pequeños hoyos en el firmamento y los llamó estrellas y les dio formas, y las llamó constelaciones para que los hombres pudieran divertirse imaginando cosas diversas en el cielo. Luego descansó y se permitió un cigarrillo, porque hasta Dios necesita un descanso de vez en cuando. Luego decidió que el humo de su cigarro se llamara de otra forma.

    —Espera un momento —, lo interrumpí. —¿Me estás diciendo que Dios fuma?

    —No dije eso —, contestó el tío Bob. —Lo que estoy intentando hacer, es contarte una historia.

    No estaba creyendo nada.

    —No recuerdo que el padre hablara de cigarros en la Biblia —, le dije. —Tampoco recuerdo nada de que hablara sobre un condado Marlboro.

    El tío Bob pensó un poco mis palabras.

    —Escucha, te estoy contando una historia. Lo que significa que estoy usando MIS palabras, MIS ideas y MI imaginación para hacerlo. No, es cierto, no dice nada de cigarrillos de Dios en la Biblia, pero a mí me gusta pensar de esa manera, es lo que te quiero decir.

    —¿Por qué? —, le pregunté.

    —Digamos que tomas el periódico y lees una narración sobre alguna acción del presidente. ¿Crees que la historia mencione lo que el presidente comió o cenó? O ¿Qué hable si se tomó una cerveza o se fumó un cigarrillo antes de ir a dormir?

    —No, no creo que la nota del periódico hable sobre nada de eso, no van a decirnos que comió o que cenó o si tomó una cerveza o fumó un cigarrillo.

    —Exacto —, dijo el tío Bob. —La historia sería sobre lo que el presidente está haciendo por el país. Hablará sobre algún punto de su programa político, o si ordenó la construcción de una presa, o si nuestro país le declarará la guerra a otro. El periódico y en este caso la Biblia, creo que rara vez se interesan en lo que Dios o el presidente hacen en su tiempo libre. Es más importante dar a conocer las acciones que tienen un impacto en las vidas de todos los demás.

    Me pareció que lo que decía tenía cierto sentido.

    —Claro que yo no estoy escribiendo una nota de periódico —, dijo el tío Bob. —Estoy contando una historia sobre Dios y lo que hizo en el pasado. Y eso mis propias palabras, mi voz y mis ideas de Dios y sus acciones.

    Podía seguir ese razonamiento.

    —Dios me creó a su imagen y semejanza —, argumentó el tío Bob. —Así que cuando cuento historias, me gusta pensar de Dios de alguna manera similar a mí. Me ayuda a entender mejor SU palabra, mejor que sentarme a leer y memorizar TODA una Biblia.

    —¿Alguna vez has leído toda la Biblia? —, le pregunté a mi tío Bob.

    —Dos veces —, me dijo. —Y ahora le estoy leyendo, de poco a poco, por tercera vez. Pero cuando estoy contando una historia, la estoy contando por primera vez. Y cuando la cuento, trato de hacerla comprensible para quien me está escuchando.

    —¿Significa que estas mintiendo? —, pregunté.

    —No —, dijo el tío Bob. —No estoy mintiendo, lo que estoy haciendo es contar la historia como a mí me gusta recordarla. Verás, para mí, esos chicos, Adán, Moisés, Abraham o Caín, son chicos como tú y como yo. Mientras vivían no sabían que estaban volviéndose bíblicos. Ellos estaban enfrentando su día a día y haciéndolo lo mejor que podían, igual que tú y yo.

    También tenía sentido.

    —Veo a Dios de la misma manera —, dijo el tío Bob. —Lo veo siendo como yo, un ser que desea el bien para todos y que hace su trabajo lo mejor que puede.

    —¿Entonces ahora Dios tiene un trabajo? —, pregunté.

    —Claro que lo tiene —, dijo el tío Bob. —Tiene un trabajo y lo hace tan bien como puede, está tratando de cuidar a su familia, a todos nosotros aquí en la tierra.

    —Si tú lo dices —, dije sin estar plenamente convencido de sus palabras.

    —Lo que trato de decir es que yo no sé exactamente COMO es Dios. Pero tengo la esperanza de que Dios sea un poco por tú y como yo, porque al final no me sentiría cómodo con un Dios que no sabe cómo relajarse y fumarse un cigarrillo después de un duro día de trabajo.

    Supongo que eso lo podía entender mejor. Yo mismo disfrutaba imaginar que Dios se tomará un momento para leer algún comic de vez en cuando. Pues incluso Dios puede disfrutar un buen comic donde Hulk se pone a patear a Superman por todo el planeta.

    —¿Entonces, Dios NO fuma? —, pregunté.

    —¿Cómo podría YO saberlo? —, preguntó el tío Bob con una mueca que dejó ver todos sus dientes falsos y los poco reales que le quedaban. —Solo estoy contando una historia —. Espero un momento. —¿Puedo continuar?

    —Sí, sigue por favor.

    ––––––––

    Entonces Dios colgó las estrellas y la luna y se preparó un cigarrillo a mano. Empezó a fumarlo y lanzó el humo. Y cuando descansó decidió como lo llamaría.

    —Los llamaré nubes —, dijo Dios. —Eso hace mucho más sentido que llamarlas vientos aulladores.

    Ahora, algunas estrellas solo eran desgarrones en el firmamento, donde Dios había colocado mal un clavo o donde había fallado el golpe del martillo.

    Y sí, Dios a veces se da en el pulgar mientras está martillando un clavo.

    Cuando Dios hubo terminado de construir los cielos, puso toda la construcción a girar y nos dio las estaciones y los años, y probablemente también pensó en los impuestos. Pero está bien, debemos recordar que todas las cosas

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