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Ficción Extraña para Llevar: Volúmen 2: Ficción Extraña para Llevar, #2
Ficción Extraña para Llevar: Volúmen 2: Ficción Extraña para Llevar, #2
Ficción Extraña para Llevar: Volúmen 2: Ficción Extraña para Llevar, #2
Libro electrónico130 páginas1 hora

Ficción Extraña para Llevar: Volúmen 2: Ficción Extraña para Llevar, #2

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La ciencia ficción y el horror se encuentran en esta exquisita colección de microrrelatos de ficción, ofreciendo historias intensas y totalmente pensadas para aquellos con una cantidad limitada de tiempo para leer, aquellos sin descanso, o aquellos deseosos de una lectura rápida entre el trabajo o las clases.

Una mujer debe buscar comida para su hambriento hijo luego de un evento catastrófico... Un amante de los cómics es obligado a convertirse en el líder durante una invasión alienígena... Una prima donna embarazada lucha por sacarse del vientre un bebé demonio... El alcoholismo de una ama de casa trae consigo consecuencias inesperadas... una estrella muerta viaja a través del universo llevando caos a su paso... Estas son tan solo unas cuantas de las historias de ciencia ficción y horror reunidas en "Ficción Extraña para Llevar: Volúmen 2."

La segunda temporada de los populares microrrelatos de Jae El, además de incluir varias historias nuevas e inéditas, se enfoca en los géneros más vanguardistas. Ya sea que tus gustos literarios sean de invasiones alienígenas, planetas extraños, futuros distópicos, inteligencia artificial o tecnología, tribus caníbales, amables brujas, personas buscando venganza, o incluso niños con curiosidad sobre de dónde vienen los bebés... has venido al lugar indicado.

IdiomaEspañol
EditorialJae El Foster
Fecha de lanzamiento16 dic 2020
ISBN9781071580103
Ficción Extraña para Llevar: Volúmen 2: Ficción Extraña para Llevar, #2

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    Ficción Extraña para Llevar - Jae El Foster

    Ficción Extraña para Llevar

    Volúmen 2

    Escrito por Jae El Foster

    Traducido por Cosmic Pan

    «Cuando muera, quiero donar mi cuerpo a la ciencia ficción».

    ~Steven Wright~

    TABLA DE CONTENIDO

    Podrías sentir una presión

    Corre – Parte 1

    De dónde vienen los bebés

    Sra. Wordswhittle – Parte 1

    Un plan de acción

    Cincuenta años

    Tenía que pisarlos

    Corre – Parte 2

    Envuelto y en una cesta

    La ama de casa – Parte 1

    GIF

    Sigue la corriente

    Terrible sufrimiento

    Sra. Wordswhittle – Parte 2

    Debería de usar una máscara

    La ama de casa – Parte 2

    Transmisiones de Tonos

    Dulce té

    Transporte en espera

    Corre – Parte 3

    La ama de casa – Parte 3

    Tenía un amigo

    Voces (extraído de Bajo la cama de Timmy)

    Podrías sentir una presión

    Tenía que tomar un trago mientras juntaba todas las piezas, conectando días, citas, hombres y menstruación. A lo largo del último año, ella había estado con tantos hombres que ahora le parecía ridículo. La mayoría de ellos había usado protección; estaba segura de ello. Pero, aun así, siguiendo la pista de los que habían sido precavidos y de los que no, había probado ser imposible. Solo estuvo con dos hombres antes de su último periodo y ella sospechaba que uno de ellos la había embarazado.

    El cuerpo de Wendy era como un reloj. Cuatro días al mes, usualmente en la segunda semana, tenía retortijones, sangrado de abundante a ligero, bochornos, antojos extraños de comida y su estado de ánimo la hacía desear no querer levantarse nunca más.

    A los tres meses después de su último periodo, odió lo obvio. Tenía veinticuatro años, recién salida de la universidad y trabajaba en un cubículo en una megacorporación en la que esperaba escalar. Un bebé solo la detendría. Necesitaba avanzar.

    Había sufrido de algunos malestares matutinos en las últimas semanas, pero no había estado mal. Nada como lo que había visto en las películas. También aumentó uno o dos kilos, lo que se hacía notar cuando intentaba vestir otra cosa que no fueran aquellos pantalones o faldas holgadas

    Nadie parecía notarlo a pesar de eso, nadie de su círculo íntimo ni de su trabajo, por lo que continuó con su vida normal, ocultando su aparente embarazo por tanto tiempo como fuese posible.

    Cuando su estómago empezó a crecer, lo hizo de una manera extraña, como si no hubiera ganado peso. De hecho, al final del quinto mes, comenzó a bajar de peso. Mientras el bebé crecía en su interior, ella se demacraba. Perdió su colorido, su belleza perfecta y natural. El rubor de sus mejillas se esfumó y sus labios se tornaron pálidos y azulados. Círculos oscuros comenzaron a formarse alrededor de sus ojos y su cabello empezó a caerse en forma de pequeñas bolas en la regadera o cuando se lo cepillaba.

    En la tercera semana de su octavo mes, visitó al doctor por primera vez. No había podido trabajar en semanas; no había tenido la fuerza. Normalmente habría conducido sola al consultorio del doctor, pero no podía reunir la energía para volver a manejar. Tuvo que usar un viaje compartido.

    Mirando el ultrasonido, el doctor se sorprendió y suspiró. «Bueno... parece que estás embarazada de un bebé demonio».

    «¿Disculpe?», preguntó con incredulidad. «Estoy embarazada de un... ¿un qué?».

    «Un bebé demonio», le repitió. «No es poco común hoy día. Hay tantas mujeres buscando algo de diversión... Es fácil para cualquiera de ellas terminar con un demonio en forma humana. Apuesto a que eso te ocurrió y logró embarazarte».

    Ella gruñó y se sentó sobre la cama de hospital. «Mi suerte de siempre... Bueno, no quiero tenerlo, eso se lo aseguro. ¿Cómo nos deshacemos de él?».

    El doctor la miró y luego se encogió de hombros. «Creo que, estando en la última etapa del embarazo, solo podemos extirpar al bebé demonio», ofreció.

    «¡Oh!», ella exclamó, levantando una mano. «No va a hacer una cicatriz en mi vientre. ¿Hay alguna otra forma? ¿Una píldora? ¿Un elixir?».

    «La única otra opción es que yo entre y lo saque, pero podría ser peligroso».

    «No me importa el peligro», replicó ella con una voz llena de angustia. «¡Solo saque a ese bebé demonio de mi vientre!».

    El doctor asintió y caminó hacia una mesa con una jeringa y una botella de morfina líquida. Llenó la jeringa hasta un punto en que sintió que era apropiado, se aproximó a su paciente y clavó la aguja en su cuello. Ella gritó cuando le fue introducida, pero conforme la morfina comenzó a hacer efecto, los gritos se calmaron.

    «Quédate quieta», le dijo mientras se colocaba sus guantes blancos de látex. «Esto puede sentirse incómodo». Dirigiéndose a otra mesa, abrió un frasco y se lubricó los guantes. De regreso con la paciente, le dijo que levantara los pies y separara las rodillas tanto como pudiera. Cuando lo hizo, el doctor se arrodilló frente a ella y examinó el terreno. «Esto no debería doler mucho», comentó bruscamente. «Podrías sentir una presión cuando el bebé demonio salga».

    «Duele demasiado», pensó ella cuando el doctor entró con ambas manos, subiendo por el abultado vientre hasta donde el bebé demonio descansaba. Pudo sentir los movimientos mientras él luchaba por sujetar a la criatura, luego sintió uñas clavarse en sus adentros y arrastrarse mientras el bebé demonio luchaba por no salir. Ella gritó de una manera más horrenda que antes, sollozando a través de sus respiraciones y pausas.

    «Aquí vamos», le dijo el doctor mientras intentaba tirar del bebé demonio lo que restaba del camino. Sintió que había desgarrado algo y que lo arrastraba consigo. A pesar de eso, en un momento ella sintió la presión de la que el doctor habló, y el bebé demonio se encontró fuera de ella. «Oh... Dios mío... es horrible», susurró el doctor.

    Su siguiente sonido fue un grito de sorpresa, uno que condujo a una serie de gritos llenos de horror y terror.

    «¿Doctor?» le preguntó, intentando ver qué es lo que ocurría, pero él se encontraba en alguna parte del piso lejos de su vista. «Doctor, ¿qué ocurre?».

    Sus gritos se detuvieron y fueron reemplazados por un gorgoteo. Intentó sentarse y enderezarse de nuevo, pero no podía. El dolor de lo que sea que fue desgarrado era demasiado intenso, incluso con la morfina en su sistema.

    «Doctor, ¿se encuentra bien?», preguntó mientras luchaba contra más gritos y sollozos. «Por favor, doctor, ¡hábleme!».

    Solo escuchaba ese gorgoteo, pero ahora venía de dos diferentes direcciones. Desde el piso, cerca de los pies de la cama, y desde debajo de ésta.

    «¿Doctor?».

    La endeble cama médica se sacudió un poco. Un momento después se sacudió de nuevo. Las sacudidas persistieron y se volvieron más bruscas hasta que, a su izquierda, vio dos sanguinolentos cuernos surgir. Los contempló con frenéticos y temerosos ojos. Entonces, cuando el rostro del bebé demonio apareció y la criatura reptó por la cama hasta estar a su lado, vio a su nuevo hijo demonio por primera vez.

    «Ahh...», suspiró, meneando la cabeza mientras miraba los ojos del bebé demonio. «Ahora sé quién es tu padre».

    Ella gritó una vez más cuando el niño saltó hacia ella y mordió su cuello, deleitándose con su deliciosa sangre hasta haberse saciado y habiendo evitado su aborto.

    Corre – Parte 1

    «¡Corre!» gritó a través de la ventanilla del viejo Buick. El motor rugía y él estaba listo para ponerlo en marcha. «¡Entra!».

    Mandy se apresuró hacia el asiento trasero, cerrando y asegurando la puerta detrás de ella. «¡Adelante! ¡Vamos, vamos, vamos!» gritó, llena de pánico y con todas las razones para estarlo.

    Mientras pisaba el acelerador, Davy los pudo ver aproximarse a través del reflejo del retrovisor. Eran rápidos, mucho más rápidos de lo que creía.

    «¿No deberían de tener rigor mortis o algo?» comentó mientras se dirigía al camino.

    «El rigor mortis se desvanece luego de un tiempo», escuchó decir a Tandy, la hermana gemela de Mandy, respondiendo desde el asiento trasero.

    «Eso ayuda mucho», añadió Brandon, quien se encontraba a lado de Davy.

    «¡Aun no sé cómo puede estar pasando todo esto realmente!», gritó Mandy a través de su llanto pese a estar histérica. «¡Estábamos en una fiesta! ¿Cómo puede ser real esto?».

    «Es la última vez que tenemos una fiesta en la casa de Bethany», gruñó Brandon.

    «Bethany se llevó a Tommy justo cuando regresábamos. Se marchó a gran velocidad en el auto de su madre un minuto después de que nos estacionamos. Debimos saber que algo estaba mal», dijo Davy mientras ponía el auto en dirección al sinuoso camino rural. Había estado nevando por un tiempo y el camino era resbaladizo y peligroso.

    «¡Ten cuidado amigo!», gritó Brandon cuando el

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