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El secuestro de Jenny
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El secuestro de Jenny
Libro electrónico257 páginas6 horas

El secuestro de Jenny

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Información de este libro electrónico

Luego de tres desgarradores abortos espontáneos, Tom y Jenny Callahan están anticipando felizmente el nacimiento de su sexto hijo. Sin embargo, su vecina está maquinando un plan siniestro que llevará a Jenny y a su bebé neonato a luchar por sus vidas.

"El secuestro de Jenny es una novela apasionante llena de personajes interesantes, con un misterio atrapador y una enseñanza que resalta la valiosa dignidad de la vida. Literalmente no pude dejar de leer, vale mucho la pena leer El secuestro de Jenny, la recomiendo."  

Lisa M. Hendey, fundadora de CatholicMom.com y autora de "A Book of Saints for Catholic Moms"

"Ellen Gable es una narradora brillante.  El secuestro de Jenny es un relato de suspenso bien escrito y escalofriante. Hay momentos terribles y desgarradores que ponen a la fe católica y la esperanza a prueba. Por encima de todo, la santidad y el privilegio de una nueva vida son indiscutibles y evidentes. ¡No quería que se terminara la historia!"

Therese Heckenkamp, católica tradicional Novels.com

“El secuestro de Jenny te pondrá los pelos de punta y muy probablemente destruirá tú patrón de sueño ya que no podrás acostarte a dormir intentando averiguar qué va a pasar a continuación. Pero más allá de ser una novela de suspenso genial, también es un excelente ejemplo moral en lo que respecta a acciones y a la vida de una familia redimida. ¡Muy pronto voy a comprar su camiseta, soy muy fan de su trabajo!

Sarah Reinhard, autora "Welcome Baby Jesus: Advent and Christmas Reflections for Families”

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 ago 2018
ISBN9781547539840
El secuestro de Jenny

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    El secuestro de Jenny - Ellen Gable

    El secuestro de Jenny

    Una novela

    ––––––––

    Ellen Gable

    ––––––––

    Full Quiver Publishing, Pakenham, Ontario

    ––––––––

    Este libro es una novela de ficción. Los nombres, personajes e incidentes son producto de la imaginación de la autora. Any similarity to actual events or persons living or dead is purely coincidental.

    EL SECUESTRO DE JENNY

    propiedad de Full Quiver Publishing

    PO Box 244

    Pakenham, Ontario

    K0A 2X0

    Número ISBN del libro electrónico: 978-0-9736736-8-5

    Portada diseñada por

    James and Ellen Hrkach

    Catalogación en la publicación por  la Biblioteca Nacional de Canadá (National Library of Canada)

    Gable, Ellen 1959 -

    Solo en nombre /Ellen Gable

    TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

    Ningún segmento de esta publicación puede ser reproducido, almacenado en un sistema de recuperación o transmitido, de ninguna forma o por cualquier medio - electrónico, mecánico, por  fotocopias, grabaciones y más - sin previa autorización escrita.

    Para mi hermana, Laurie.

    En Dios he confiado, no temeré.

    ¿Qué puede hacerme el hombre?"

    Salmo 56:11

    4 de agosto

    Todo lo que Jenny Callahan quería era sostener a otro bebé en sus brazos.  Luego de los tres desgarradores abortos espontáneos por los que había pasado, cada punzada y cólico al comienzo de su embarazo le hacía temer sobre la vida de su hijo nonato. Pero ahora, con menos de seis semanas hasta la fecha pautada para dar a luz, sentía que no debía preocuparse por nada más. 

    Al comienzo, Jenny no notó el fluido color rojo oscuro que giraba en el piso de la ducha, bajo su enorme barriga de embarazada. Cuando finalmente vio el charco escarlata en el agua, ahogó un grito. No podía parar de temblar. La única persona en la casa era Caleb, su hijo de tres años, que estaba sentado frente al televisor viendo un DVD de ‘Barney el Dinosaurio.’ El esposo de Jenny, Tom, y sus cuatro hijas habían salido a un cine en Ottawa. El camino de regreso les tomaría una hora. Rápidamente cerró el grifo de la ducha, se puso una toalla entre sus piernas y su bata de baño. Comenzó a hiperventilarse por lo que tuvo que reunir toda su fuerza de voluntad para calmarse. Tengo que llamar a mi mamá. Su madre llegó pocos minutos después y la llevo a ella y a Caleb al hospital. El trayecto al hospital duró cinco minutos, durante ese tiempo no paró de pedirle a Dios que permitiese que Amiguito, su bebé, naciera de forma segura. Su bebé se encontraba en peligro, la toalla estaba empapada con su sangre; sangre que comenzaba a extenderse en el asiento. El olor metálico era repugnante. Por favor Dios, haré lo que me pidas, pero permite que Amiguito esté bien. Su mamá seguía repitiéndole que todo estaría bien, pero eso es lo que se supone que las madres deben decir. Poco después, Jenny suspiró del alivio cuando un ultrasonido reveló que el corazón de su bebé seguía latiendo y que este se movía. Sin embargo, el doctor le advirtió que debía ser hospitalizada por un par de días para que ellos pudiesen detener la hemorragia.

    Uno

    8 de septiembre

    Un mes después

    Jenny se arrodilló frente al inodoro, su protuberante estómago tocaba el cuenco de porcelana. Su hijo la miró con curiosidad. 

    —¿Mami bien? —Preguntó Caleb.

    —Ajá. Solo estoy... —Vació por completo el contenido de su estómago, se enderezó y respiró profundo. 

    —Puaj. —Caleb se inclinó hacia ella pero mantuvo una distancia prudente.

    Ella no estaba particularmente encantada con las náuseas pero lo había aceptado ya que su médico le había comentado que eso era un indicio de que Amiguito estaba a salvo dentro de su vientre.

    La maternidad y el embarazo eran un gran reto, especialmente estando a cargo de sus otros cinco hijos pequeños. Pero cuando sostuvo por primera vez a su hija Christine en sus brazos, entendió que ese era su propósito de vida: ser madre. 

    Durante el último mes, guardar reposo en cama había sido bastante difícil, por decir algo. Afortunadamente, hacía una semana, su doctor le había dado permiso para realizar tareas domésticas sencillas y para buscar a sus hijas en la parada de autobús, pero le recomendó permanecer sentada la mayor parte del tiempo. 

    Tomó la toalla de mano en la encimera y se limpió la boca. 

    —No gusta eso. —La pequeña mano de Caleb acarició su cabeza.  —¿Bien mami?

    —Sí, estoy bien. —Se puso de pie y miró su reflejo en el espejo del baño. Algunas mujeres embarazadas brillaban, pero el embarazo sacaba lo peor de ella, su cabello se ponía más aceitoso, le salía acné y su cara adquiría un tono verdoso. Por lo menos su camisa de maternidad era brillante y hermosa, con flores azules y blancas.

    —Vamos Caleb. —Tomó a su hijo por la mano y lo llevó hasta la cocina para darle su merienda, luego notó que aún no se había terminado de comer su emparedado de queso.  Ahora que su estómago estaba vacío, el almuerzo a medio comer le parecía bastante apetitoso. Tras darle un par de mordidas se sintió mareada una vez más, por lo que decidió dejar el resto.  

    Agarró una caja de galletas saladas de la alacena y le dio un puñado a Caleb, quién se las llevó a la boca de un solo golpe.

    Un montón de platos sucios estaban apilados en la encimera. Sabía que tenía que lavarlos, pero a esta hora del día su cuerpo le pedía un descanso. Además, el doctor le dijo que debía evitar estar parada por largos períodos lo más posible.

    Apoyándose contra la puerta corrediza, Jenny se quedó mirando el amplio patio trasero. Era un hermoso día de verano. Inhaló fuerte, absorbiendo todo el aire fresco que le fuese posible. Una de las mejores cosas de estar embarazada era su mejorado sentido del olfato, aunque también podría ser una desventaja, dependiendo de la fragancia.

    Detrás de ella, Bootsie ladró, indicando que quería salir al exterior. Jenny deslizó la puerta del patio y el beagle salió corriendo hacia este. 

    Agarró la mano de su hijo, lo sentó frente a la televisión y puso un DVD de ‘Las Pistas de Blue.’

    Jenny aprovechó para sentarse, su pesado cuerpo de embarazada se hundió en el sofá. Inmediatamente, el perro comenzó a lloriquear y a rasguñar la puerta de atrás.  Suspiró y se puso de pie, atravesó la sala de estar y la cocina y abrió la puerta corrediza de vidrio. El perro entró corriendo.

    El reloj en la pared le indicó que era un cuarto para las tres. En media hora sus hijas llegarían a la parada de autobús. El nuevo año escolar había iniciado la semana anterior.  Jenny había tenido la esperanza de convencer a su hija Chris de que caminase con sus hermanas hasta la casa por cuenta propia. Después de todo solo eran un par de cuadras. Por desgracia, Chris estaba atemorizada de caminar sin la compañía de un adulto ya que había escuchado a varios de sus compañeros hablar sobre una chica que había sido secuestrada en Toronto. Jenny trató de tranquilizarla diciéndole que ese tipo de cosas no ocurrían en una comunidad tan pequeña como esa, pero Christine no estaba para nada convencida.

    Jenny se dirigió al sofá una vez más, se sentó y apoyó su cabeza en el respaldar.

    Una vez cerró sus ojos, comenzó a dormirse. Justo cuando estaba por dormirse, Amiguito aprovechó para estirarse y patearla en las costillas.  —¡Amiguito más vale que te detengas! —‘Amiguito’ era el nombre que Tom había usado para cada uno de sus anteriores bebés mientras estos se encontraban en su vientre. Ese era el nombre que Skipper le había otorgado a Gilligan en la serie de comedia transmitida durante los años 60 en 'La Isla de Gilligan'. 

    Durante el último ultrasonido, no se pudo observar el género del bebé debido a la posición en la que estaba. Tom estaba seguro de que sería un varón; aunque Jenny no estaba muy segura. 

    Cuando su esposo le comentó a su madre, Doris, que Jenny estaba embarazada hacía ya ocho meses, su respuesta estuvo acompañada de una sarta de palabras bastante desagradables. Jenny sabía que eso ocurriría. Ella se mantuvo callada al lado de su esposo Tom, mientras escuchaba. Su suegra hablaba como si Jenny ni siquiera estuviese allí.

    —Te estás buscando un problema.  

    —¿Un problema?

    —Jenny tuvo tres abortos espontáneos seguidos.

    —Sé que nos consideras tercos mamá, pero ambos queremos tener otro hijo.

    —¿Es que no pueden estar agradecidos por los cinco niños que tienen?

    —Lo estamos, mamá.

    —Bueno, es bastante irresponsable.

    —Queremos una gran familia, y podemos costearla. Tú y papá nos tuvieron a nosotros cuatro, ¿no es así?

    —Nadie puede permitirse tener tantos hijos hoy en día, —les dijo Doris. —Y yo no tuve las complicaciones que tu esposa tiene.

    Jenny y Tom escucharon en silencio a Doris, quién añadió—: Además, su casa es demasiado pequeña.

    Más adelante, cuando le dijeron al papá de Tom, este simplemente permaneció callado, sacudiendo la cabeza de un lado a otro y chasqueando la lengua de tanto en tanto.  Tom se parecía mucho a su padre, cuyo cabello comenzaba a caerse y a tornarse gris, y su pálida piel se arrugaba. A pesar de las similitudes, el papá de Tom rara vez sonreía.

    En el trabajo, Tom se había convertido en el hazmerreír, siendo el blanco de chistes  como: «¿no sabes que condición está causando esto?», o «¿es que acaso no puedes controlarte a ti mismo?» Tom le confesó que había reaccionado jocosamente, pero en el interior le dolía. A Jenny le provocaba marchar hasta su oficina para decirle a los compañeros de trabajo de Tom que él tenía más autocontrol en su dedo meñique que ellos tenían en el cuerpo entero.

    Jenny miró una vez más al reloj mientras permanecía sentada en el sofá. Eran las cinco para las tres. Tiempo suficiente para tomar una siesta de diez minutos, luego tendría que ir hasta la parada a buscar a sus hijas.

    Dos

    En su sala de estar, Denise Kramer se asomó por la ventana y se fijó en la parada de autobús que estaba al otro lado de la calle. Le dio la última calada a su cigarrillo, y lo aplastó en un cenicero al mismo tiempo que exhalaba el humo lentamente. Muy pronto Jenny Callahan caminaría por dicha calle para recoger a sus hijas en la parada de autobús.

    La primera vez que se percató de Jenny había sido 4 meses atrás en la clínica veterinaria en la que Denise trabaja como técnica veterinaria. Denise no soportaba la manera en la que Jenny lucía su gran barriga de embarazada frente a ella, presumiendo que ella estaba en cinta, y que Denise no lo estaba. Luego, durante esa semana, Denise se encontraba trabajando sola por un par de horas en la clínica, realizando tratamientos postoperatorios a los animales. Tomó el expediente de Bootsie Callahan y descubrió que Jenny vivía a solo dos cuadras de su casa. Mejor aún, las hijas de Jenny tomaban el autobús escolar en la parada que está justo frente a su casa. 

    Durante las semanas siguientes, Denise se estacionó de forma ocasional en la calle frente a la casa de los Callahan y los observó a través de la ventana frontal, que rara vez estaba tapada por las cortinas. No podía soportar a su pintoresca familia feliz, a su pintoresca casa y a sus pintorescos hijos. Ninguna familia podía ser tan feliz.

    Durante los últimos cuatro meses, pasó mucho tiempo en Internet buscando información acerca de los Callahan. Mientras más aprendía sobre ellos, más los odiaba, eran el tipo de pareja que quedaba en cinta con solo mirarse.  

    Muy por el contrario, Denise trató por años de quedar embarazada con su esposo Lou. Primero tomaron medicamentos para la fertilidad; más tarde, intentaron tres fecundaciones in vitro y jamás lo lograron. El colmo fue cuando la agencia de adopción rechazó su solicitud diciendo que por ser fumadora y debido a los cuestionables resultados de su evaluación psicológica, no podían dejar a ningún bebé bajo su cuidado. Finalmente Lou la dejó. Le dijo que estaba obsesionada con la idea de tener un bebé.

    Muy pronto, Denise le confesó a sus compañeros de trabajo, a sus vecinos y a su prima, la noticia de que ‘estaba embarazada.’ Cuando se le preguntó, ella les dijo que había decidido intentar in vitro de nuevo sin Lou y esta vez sí había resultado. Muchas celebridades e incluso la 'Octomom' han demostrado que es posible tener hijos sin tener una pareja. ¿Quién necesita un padre de todas formas?

    Excepto que ella no intentaría una fertilización in vitro de nuevo; había dado con un plan mejor.

    En el trabajo, Denise salía disparada hacia el baño varias veces al día y fingía que estaba enferma, incluso llegando a hacer sonidos de arcadas para completar la mentira. A pesar de que su estómago ya era redondeado, ordenó una panza de goma de embarazada (con insertos para hacerla más grande) de una página de Internet que vende vestuario para obras de teatro, y finalmente, comenzó a usar ropa de maternidad.

    Solía meter su mano por debajo de su camiseta y la panza de goma para rascarse el abdomen. Usarla era una molestia, pero Denise disfrutaba la atención adicional de sus compañeros de trabajo, sus vecinos e incluso completos extraños que le sonreían.

    La semana pasada, le había explicado a su jefa que iba a tomar el permiso de maternidad un poco antes ya que estaba teniendo problemas con el embarazo.

    La doctora Eastman, una veterinaria quien acababa de regresar al trabajo luego de haber dado a luz a su bebé un par de meses atrás, se mostró muy comprensiva. 

    Denise planeaba pasar la mayor parte del tiempo observando a los Callahan. De igual forma, necesitaba de este tiempo para perfeccionar su plan. 

    El Plan 1 de la Operación Bebé, consistía en esperar a que Jenny estuviese cerca de su fecha para dar a luz y luego secuestrarla en la parada de autobús. Ella escuchó a Jenny decirle a la recepcionista que su fecha para dar a luz sería el 20 de septiembre, lo que significa que Denise tendría que actuar dentro de los próximos días. La ubicación de su casa era perfecta ya que una llanura enorme se extiende a un lado de esta, y ya que su hogar es el único con una vista despejada. De igual forma, este era uno de los vecindarios más silenciosos de Sutherland, ya que muchas de las madres, incluso Loretta, su vecina y la arrendadora de la casa en la que Denise vive, trabajaban durante el día.

    Una vez naciera el niño de Jenny, Denise se teñiría el cabello, probablemente de rubio, y asumiría otra identidad. Ya había comprado una identificación, una tarjeta sanitaria de Ontario usando su segundo nombre y apellido, Joanne Cox, al igual que placas de matrícula de Ontario, todas falsas por supuesto. También ordenó un certificado de nacimiento falso para el bebé. Decidió pedirlo con un nombre unisex, Taylor en este caso. Los documentos forjados le costaron una gran suma pero eran necesarios para llevar a cabo el plan. Hoy en día, cualquier cosa puede ser comprada en Internet.

    Si por algún motivo Jenny daba a luz antes de que Denise pudiese secuestrarla, el Plan B de Operación Bebé entraría en marcha.

    Encendió otro cigarrillo y continuó vigilando la ventana. 

    El autobús se detuvo dejando escapar un silbido; en el aire se sentía el característico olor a escape del motor, el autobús de la escuela se detuvo y las niñas Callahan se bajaron de este. ¿Dónde estaba Jenny?  La hija mayor se veía desconcertada e incluso se fijó en Denise que estaba en la calle del frente de pie en a la ventana. Denise de escondió detrás de la ventana para estar fuera de su vista pero se asomó levemente para observarlas. La chica se inclinó y les susurró algo a sus hermanas menores, luego se enderezó y las tomó a ambas de la mano. Al alejarse, Denise apretó su puño con fuerza. ¿Era posible que Jenny ya hubiese dado a luz?

    No entres en pánico, logró calmarse. Debo averiguar qué le ocurrió a Jenny.

    Denise salió de su hogar y siguió a las niñas hasta su casa, procurando mantener una distancia prudente, las vigiló desde el otro lado de la calle. En una ocasión, la mayor de las hermanas miró hacia atrás por lo que Denise desvió la mirada, intentando fingir indiferencia, luego se agachó detrás de un carro hasta que ellas estuviesen cerca de su casa. 

    Una vez llegaron a su casa, Denise aprovechó para seguir adelante. Cuando las chicas entraron, ella se puso de pie y miró lo que ocurría a través del gran ventanal en el frente de la casa. Jenny estaba sentada en el sofá mientras que su hijo pequeño miraba la televisión. Denise se apoyó contra el poste telefónico, y suspiró del alivio. Mañana pondría en marcha su plan.

    *    *    *

    —¡Mamá, ya llegamos! —La voz de Christine despertó a Jenny. Ella abrió sus ojos y se enderezó en su asiento al mismo tiempo que las cuatro pequeñas entraban a la sala de estar. 

    —¿Por qué no nos fuiste a buscar en la parada? Me asusté cuando no te vi. Vi a una mujer observándonos de forma extraña desde la casa que está al frente de la parada de autobús. Me puso los pelos de punta. Creo que también la vi siguiéndonos hasta la casa.   Su hija mayor la miraba con el ceño fruncido y se inclinó sobre ella. Chris era la única de las Callahan que no había heredado el cabello de Tom. Su largo cabello castaño le recordaba a Jenny de sí misma cuando tenía su edad.

    —Cielo, realmente lo siento, me quedé dormida. Gracias por traer a tus hermanas.  ¿Una señora te miró de forma extraña?

    Su hija asintió.

    Jenny respiró profundamente, luego exhaló. Chris se preocupaba demasiado, rozando la paranoia. 

    —¿Sabes que las personas tienen derecho a mirar por sus ventanas y a caminar en la calle, no?

    —Sí, y bueno, su cara me pareció familiar.

    —¿Familiar?

    —Sí, pero no puedo recordar dónde la he visto antes.

    —Bueno, si vive cerca de la parada lo más seguro es que la hayas visto en el vecindario.

    —No lo creo. —Chris sacó un papel de su mochila escolar—. Mira, saqué 100 en mi examen de ortografía. —Lo sostuvo delante de

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