SUEÑOS PREMONITORIOS EL INCREÍBLE CASO DE OLIVIA
“Ya llevaba casi un año esperando mi doble trasplante de riñón y páncreas. Debido al estrés y angustia generadas tanto a mí como, especialmente, a mis padres, quienes llevaban un tiempo soportando una situación extrema, decidí irme unos días de agosto con ellos a Torrevieja. Aunque no me apetecía demasiado, lo hice por ellos, porque ser un mero e impotente observador en circunstancias tan dramáticas, era realmente duro para ambos, que veían como la vida de su hija se apagaba poco a poco. De hecho, aún llevaba el catéter y no podía bañarme ni tomar el sol”, relata Olivia.
Y añade: “En aquel viaje, me sucedieron un par de hechos tan surrealistas como insólitos. El primero de ellos aconteció un día antes de volver a casa. Mis padres, mi perro Vipi y yo salimos a dar un paseo a orillas de la playa. Las vistas eran preciosas y, cuando cayó la noche, pedí a mi madre que me hiciera una foto con las luces de la ciudad de fondo. Me acerqué casi al borde de un pequeño acantilado que daba a la arena de la playa. De repente, vi a un niño de unos siete años y cabello rubio que corría hacia mí, riendo. Iba con otro niño que se dirigió hacia el lado”.
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