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Historias de Erana: la maldición del guerrero.
Historias de Erana: la maldición del guerrero.
Historias de Erana: la maldición del guerrero.
Libro electrónico37 páginas31 minutos

Historias de Erana: la maldición del guerrero.

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Información de este libro electrónico

Aquel que haga tratos con monstruos, ¡cuidado! Un héroe forja un impío trato con una bruja y aprende que la magia nunca olvida.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento27 jul 2020
ISBN9781071557280
Historias de Erana: la maldición del guerrero.

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    Historias de Erana - A L Butcher

    El mundo de Erana es un mundo de contrastes, la magia está prohibida y su práctica es castigable con la muerte; aun así, en este mundo donde los bandidos abundan, la ley es dura y la ignorancia es una herramienta política, la magia persiste. La magia no obedece las leyes de los hombres, de los trolls y ni siquiera de los elfos. La magia se abre paso a través de sangre oculta, a través de mitos e historias caseras, y repta por cuevas y ruinas perdidas con el paso del tiempo. Las historias de los ancianos son contadas, murmuradas y luego olvidadas usualmente. . . pero no por todos.

    ****

    Leif se acomodó cerca de la fogata, con sus húmedos pies calentándose ante el resplandor ámbar. Deseó, no por primera vez, poder costearse unas botas sin agujeros y que realmente se ajustaran a sus pies. Esperó que luego del día de hoy él podría comprar aquellas botas finas de cuero de dragón, unas hermosuras forradas en piel que había visto en la Calle de los Artesanos. Mientras movía los dedos de los pies y frotaba las ampollas que cubrían sus plantas, sonrió. Ya no tendría que rogarle al panadero por piezas rancias o usar ropa desechada encontrada entre los puestos de los comerciantes del Enclave. No es que todos en el Enclave tuvieran mucho con lo que comerciar, al menos nada que realmente les perteneciera. Incluso el pobre poblado humano era mejor que el Enclave élfico, aunque en estos días había más humanos desesperados e incluso el extraño troll hallaba lugar en sus nefastos callejones.

    Nunca más tendría que esperar que sus antiguos amos humanos se apiadasen de él y lo trataran con amabilidad, una situación que no había ocurrido a menudo antes de que huyera. Un hombre solo puede soportar cierta cantidad de palizas antes de quebrarse o escapar, y Leif no era una persona violenta. ¡Quizás Leif incluso tendría un sirviente propio! Por supuesto, como semielfo, no podía poseer nada, aunque había aprendido que el dinero podía abrir muchas puertas, hacer muchos ojos ciegos e incluso pagar a la Orden de Cazadores de Brujos. La ley podía ser comprada por el precio correcto en esta tierra.

    Mientras pasaba una mano llena de cicatrices a través del ondulado cabello castaño, Leif sonrió; se encontraba aquí, frente a un fuego de su propia creación, sin nadie a quién llamar «amo» y con aventura rodeándolo. Si era atrapado, lo mejor que podía pasar es que fuese regresado al Enclave, y lo peor sería que fuera enviado a las minas de sal o de cobre, o ejecutado

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