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Sector Agrícola de Pakistán
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Libro electrónico152 páginas2 horas

Sector Agrícola de Pakistán

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Aunque Pakistán ya no es un país predominantemente agrícola a causa del sostenido desarrollo económico de las últimas seis décadas que resultó en cambios estructurales, la agricultura todavía tiene un rol importante en la economía política del país. Todos los indicadores socioeconómicos del país son afectados, directa o indirectamente, por el desempeño de este sector. Sin embargo, el sector agrícola de Pakistán no está desarrollando todo su potencial dado a ciertas restricciones y errores de gestión. Este libro es un intento de identificar esas restricciones y debilidades y sugerir un plan de acción para su revitalización.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento2 jun 2020
ISBN9781071550663
Sector Agrícola de Pakistán

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    Sector Agrícola de Pakistán - Shahid Hussain Raja

    Sector Agrícola de Pakistán

    Desafíos y respuesta

    Shahid Hussain Raja

    Dedicatoria

    Dedicado a los agricultores a quienes John F. Kennedy les dijo hace más de 50 años:

    El agricultor estadounidense es el único hombre en nuestra economía que compra todo al por menor, vende todo al por mayor y paga ambos transportes.

    ¡Señor, las condiciones no han cambiado mucho! Ni siquiera en Estados Unidos.

    Tabla de contenido

    Prefacio

    No practico la agricultura. Soy un propietario absentista que simplemente nació en una familia con un historial agrícola. Sin embargo, interactúo frecuentemente con los agricultores que cultivan nuestras tierras. Además, tuve un puesto administrativo en el Ministerio de Agricultura y Alimentación del Gobierno de Pakistán durante casi cuatro años. Esto me otorgó varias oportunidades de visitar las áreas más alejadas de Pakistán y pude ver de primera mano las condiciones en las que se encuentran los agricultores. Además, tuve que visitar varios países para asistir a reuniones y congresos relacionados con temas agrícolas, donde mantuve muchos debates productivos con colegas de distintos países en desarrollo.

    Estos intercambios frecuentes me convencieron de que el agricultor es una figura desgraciada en cualquier parte del mundo. Desde Bangladés hasta Burkina Faso o desde Pakistán hasta Perú; sí, en cualquier parte. Parece haber cierto prejuicio contra los agricultores tanto en los distintos sectores del Estado como en la sociedad. Incluso la naturaleza parece interesarse menos en ellos. ¡Imagínense! Al esparcir las semillas en sus cultivos, los pájaros se aparecen de la nada para comerlas impunemente. Si el cultivo sobrevive a los caprichos del clima, el cual muchas veces puede arruinar la cosecha en pie, los distintos tipos de roedores están listos para hacerse un festín con el producto que tanto les costó cosechar a los agricultores. Cuando el agricultor lleva el cultivo al mercado para venderlo, los depredadores están listos para atacar el fruto de su esfuerzo.

    Si bien los precios de los productos agrícolas suelen debilitarse en tiempos de cosecha debido a la complicidad de los interesados más que como una consecuencia de las fuerzas de oferta y demanda del mercado, el intermediario se llevará una considerable porción de la producción bajo cualquier pretexto. De hecho, el intermediario obtendrá su ganancia de tres formas. Primero, aumentará los precios de los insumos que le proporciona al agricultor. En segundo lugar, cobrará tasas de interés usurarias por los préstamos que le ha adelantado para este objetivo. Finalmente, le pagará menos que el precio del mercado cuando compre el producto agrícola que el agricultor le trae para vender. Lamentablemente, el agricultor nunca se da cuenta de que no fue compensado justamente por sus esfuerzos al producir ese cultivo, menos de conseguir buenos precios.

    Por desgracia las urbes solo ven ostentosos automóviles, conducidos por los descendientes de los grandes propietarios y asumen que todos los agricultores se llenan de oro. Para nada. Esta gente representa menos del uno por ciento de la comunidad agrícola. El resto simplemente vive al día, tratando de sobrevivir a los tiempos difíciles. A quienes quieran desafiar mi afirmación, los invito a arrendar un pedazo de tierra agrícola y déjenme mostrarles cómo ganar dinero con la agricultura.

    Sin embargo, mi mayor reclamo es contra aquellos consumidores que están dispuestos a pagar altísimas sumas por ropa y otras necesidades vitales, pero que siempre fruncen el ceño al comprar productos agrícolas. Como si tuvieran el derecho natural de comprar estos bienes por una miserable suma. Pagarán cualquier precio por los productos de un empresario industrial, pero por la mercancía agrícola, solo uno razonable. No pueden imaginarse cuánto trabajo han realizado innumerables personas para asegurarse que nuestros supermercados estén abastecidos de frutas, verduras y cereales frescos. Los invitaré aquí a ver la siembra en un arrozal. Con la temperatura rondando los 37 grados centígrados, las mujeres plantan brotes en agua tan caliente como la de tu café al minuto que te lo sirven. Y cada una de esas mujeres tiene que encorvarse cientos de veces para plantar estos brotes en un trabajo agotador. Levantarse a las dos en punto en invierno para charlar es una cosa; ir a regar los campos en la oscuridad total es otra.

    Sinceramente, el mayor culpable de la explotación del campesino es el Estado, quien intenta asegurarse de que tanto los términos del intercambio agrícola, como la proporción de los precios agrícolas y los precios industriales (ambos índices de precios) se mantengan a favor del sector industrial. Hay dos objetivos en mente para este trato injusto hacia los agricultores: por un lado, se busca asegurar la disponibilidad de la materia prima agrícola a precios descartables para el sector industrial; por el otro lado, se busca contener los precios de los productos alimenticios por miedo a disturbios civiles en caso de que los agricultores obtengan buenos precios por sus productos.

    Es por esto que, con algunos años excepcionales, estos términos de intercambio siempre están en contra del sector agrícola, más por diseño que por defecto. Tienen la impresión de que cualquier aumento en los precios de los productos agrícolas en general y de los cultivos alimentarios en particular aumentaría directa y proporcionalmente el nivel general de precios en el país, creando disturbios laborales.  Los defensores de este punto de vista siempre aportan mucha evidencia estadística para probar su hipótesis, basándose en teorías neoclásicas con una batería completa de sinsentidos. Desafortunadamente, los agricultores pobres no tienen estas habilidades sofisticadas para responder, por lo cual sus argumentos para una devolución justa quedan sin efecto. ¿Es realmente así? La evidencia y la lógica no corroboran esta hipótesis.

    Todo estudiante de economía sabe lo complejo que son estos problemas que tienen múltiples fuentes de origen y se ven afectados por varios factores tanto económicos como de otra índole. Sin duda, cuando un país enfrenta presiones inflacionarias, los precios de los alimentos aumentan junto con los precios de otros productos no alimentarios. Se espera la suba de precios porque la inflación, por definición, significa un aumento en el nivel general de precios durante un período de tiempo, pero de ninguna manera se puede culpar a los agricultores por causar esta escalada en la inflación. Es extremadamente difícil identificar una sola causa de una situación compleja y en constante evolución; se la debe tratar con el uso prudente de un remedio de amplio espectro, no con una única dosis.

    En segundo lugar, si aceptamos esta hipótesis de que los precios altos de los alimentos conducen a un aumento más que proporcional en el nivel general de precios que afecta más a las personas pobres, entonces es más importante para el Estado desarrollar una seguridad social integral y redes para ayudar a los afectados por las tendencias inflacionarias. No se puede poner toda la responsabilidad de salvar a los pobres sobre los hombros de un especialista en economía; se debe permitir que otros sectores también jueguen un papel en esta noble causa, pagando los impuestos correspondientes. En tercer lugar, si no incentivamos a los agricultores para que produzcan alimentos pagándoles precios justos, se reducirá la producción de los mismos cultivos alimenticios que al parecer es lo que mantiene estable el nivel general de precios. Lo que sucederá es que habrá pérdida en la productividad de los cultivos o se desviará el uso de la tierra hacia cultivos comerciales más lucrativos. Solo durante las crisis alimentarias, los Gobiernos aumentan los precios de adquisición de los productos agrícolas, pero compran por la fuerza el excedente de los agricultores, privándolos de la oportunidad de percibir los verdaderos precios de mercado de sus productos.

    Este breve libro trata de presentar los argumentos de los agricultores, quienes se enfrentan a una fuerte oposición.

    Escrito principalmente para estudiantes y lectores en general en el contexto del sector agrícola de Pakistán, contiene propuestas de políticas para quienes toman decisiones no solo en Pakistán, sino también en todos los países en desarrollo para detener esta presión sobre los campesinos. Esencialmente trata de responder las preguntas básicas que se hacen en cada país, es decir, ¿cómo transformar una agricultura que apenas subsiste en una comercial, haciendo de la agricultura un sector eficiente, productivo y rentable de la economía, de manera que su crecimiento sea sostenible y su producción competitiva? ¿Cómo podemos mejorar la eficiencia y, por lo tanto, la rentabilidad del sector agrícola? ¿Cuáles son los requisitos esenciales para mejorar la calidad de vida de quienes habitan en las zonas rurales?

    No reclamo ningún derecho con respecto a los hechos y cifras presentados en el libro. Todos estos son vox populi y se pueden buscar fácilmente en Internet. Sin embargo, me doy el crédito de presentar los argumentos de los agricultores ante ustedes lo mejor que puedo. Si les gusta, pueden escribir una breve reseña y compartir la URL de este libro con sus amigos en las redes sociales.

    Sin embargo, si detecta cualquier inexactitud en los datos o errores de ortografía o gramática, escríbanme a mi correo electrónico personal shahidraja@hotmail.com

    Capítulo 1: Introducción

    Aunque Pakistán ya no es un país predominantemente agrícola, gracias a los rápidos avances que ha logrado en la búsqueda de la transformación industrial, la agricultura todavía ocupa un lugar destacado en su estructura económica general. Siendo un eje sobre el cual se mueven todas las demás actividades económicas, la agricultura es una gran contribuyente a la economía del país en términos de PBI, ingreso de divisas, generación de empleo, materia prima para la industria manufacturera (mayoritariamente textil) y lo más importante, la seguridad alimentaria nacional.

    De hecho, la supervivencia y el crecimiento de Pakistán dependen directamente de la agricultura debido a su interconexión sociopolítica y sus vínculos económicos y financieros: hacia atrás y hacia adelante, y horizontal y vertical. Su desempeño todavía ordena nuestros macro indicadores: las tasas de crecimiento de la economía, el perfil de pobreza, las reservas de divisas, las presiones inflacionarias, etc. Esa es

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