Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Maneras De Decir
Maneras De Decir
Maneras De Decir
Libro electrónico191 páginas2 horas

Maneras De Decir

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

¿Una novela? No. ¿Un ensayo? Tampoco. ¿Una colección de relatos? Frío... Maneras de decir es un Puzzle emocional y sentimental de su autor, de su tiempo, de su vida, de la ciudad de Barcelona, con notas de reflexiones que se acercan a la filosofía y la psicología... a veces. Supongo que cada autor clasifica su obra como inclasificable. Este libro, sin duda, lo es.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento26 may 2020
ISBN9780463503324
Maneras De Decir

Relacionado con Maneras De Decir

Libros electrónicos relacionados

Romance contemporáneo para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Maneras De Decir

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Maneras De Decir - El Falso John Boy

    El Falso John Boy

    Maneras

    de

    Decir

    © El Falso John Boy

    El Falso John Boy

    Vicenç Llivina 4

    08940 Cornellá de Llobregat

    España

    www.elfalsojohnboy.com

    Prólogo

    -o DESMONTANDO A EL FALSO JOHN BOY-

    Hace días que ando pensando en cómo hacer un retrato. Supone un trabajo de orfebrería para el obrador de un compañero de viaje y tiene el propósito de servir como trazado de un pseudo-prólogo o "login" de acceso a este espacio. Un posible precepto orientador o simplemente contraindicaciones como aviso para navegantes…

    Si tuviera que desmontar, o montar según se mire, al Falso John Boy, lo haría por piezas. Elegiría fundamentalmente tres. Y con cada una de ellas sabría dónde y encontraría el porqué con el que lograría entender el todo. ¿Por dónde empezar?

    En primer lugar lo haría por el corazón. Justo en el centro de todo. Engranaje con el que en John, todo tiene explicación o a su vez todo parece inexplicable. Corazón de aquellos de raza, en el que no cabe nada a medias. En él todo es intenso, pasional, a ratos visceral, pero sobretodo imperfecto. En la imperfección radica la belleza y en John incluso el nombre es imperfecto. Este "trasto" director de orquesta o jefe de estado que a menudo se desborda y le juega malas pasadas, es su línea de flotación y su principio y final que proyecta en una pantalla cuando las emociones se le abrazan a la razón.

    Seguiría con los ojos. De mirada conspicua y pertinaz que a menudo cuenta más que las palabras, ve la vida a su alrededor a veces pasar y a ratos de frente. Es con la mirada con la que no logra esconderse y es sólo en ella donde encontramos el filtro de sus emociones y en la que, si te fijas bien, puedes apreciar un caleidoscopio que aún guarda el brillo aquel que en la infancia nos hace pensar que algún día seremos grandes.

    Y finalmente me detendría en el cerebro. Laberinto virtuoso con el que John descifra el mundo. Un mundo a sus ojos, tantas veces críptico e indescifrable. La inquietud no descansa y a veces malvive, pero sabe cuidarse bien. La ración de bohemia es un billete para volar en primera en el viaje de las mentes libres. En él habitan todo tipo de ideas, pensamientos y se gestan innumerables proyectos.

    Con estas tres piezas tenemos el mapa y el espejo que debemos mirar para entender la proyección del personaje o a lo mejor para alcanzar a hacerlo de algún rincón de nosotros mismos. Pasen y vean. Pero sobretodo… cierren los ojos y déjense llevar!

    Nicolás Rodríguez Pérez

    Capitulo 0. Prefacio

    Querido lector, Bienvenido a mi caos ordenado.

    No sé decirte qué has comprado. Quizás sería adecuado decir que me has comprado a mí, desnudo, sin envoltorios. Sin duda en los capítulos de este experimento escrito hay mucho de crónica emocional y sentimental, También hay espacio para hablar de los tiempos que vivimos, o hemos estado viviendo en un pasado muy inmediato. También hay espacio para la reflexión personal sobre temas pseudo-filosóficos. Preguntas que todos nos hacemos. Un poco como un Puzzle desordenado que tendréis que ir montando, y esperar al final para encontrar respuestas. Ya os avanzo que en este libro se habla de una única historia de de (des)amor, o antihistoria de amor, como prefiero llamarlas. También hablo de las figuras que han conformado el paisaje de la vida de un no joven del extraradio Barcelonés. Se habla de relaciones de amistad, y que como todas las que solemos tener en la vida, algunas perduran, y otras, tampoco. Os hablo del pasado, y cuento historias verídicas donde pasó exactamente lo que cuento. Otras, no tanto. Otras, solo pasaron en esta cabeza.

    Si sabes montar las piezas del Puzzle, podrás mirarme directamente a los ojos. Pasarás a ser uno de los nuestros, y como yo te habrás unido irremediablemente al Club de Fans de John Boy, club al que le debo mucho más que el nombre. Así cuando me conozcas así de bien, para que querrás saber mi nombre y mi DNI.

    No me extiendo más, espero que disfrutes tanto leyendo como yo escribiendo.

    El Falso John Boy

    Capítulo 1. Tutorial para volver a sonreír

    Si hay algo que todos los humanos tenemos en común, es que en mayor o menor medida, hay un momento en nuestras vidas que no paramos de recibir ostias como panes. Lo que no es tan común es que esta situación se repita en el tiempo de manera recurrente, pasando a formar parte de nuestra cotidianidad. Vamos, que el estar jodido deja de ser un estado excepcional para ser algo más que un estado de ánimo. Cuando eso pasa es muy difícil no caer en la tristeza, y de algún modo, hace que nos olvidemos de los buenos momentos que hemos tenido, y entonces sucede algo que no es nada deseable, que es que se nos olvida hasta sonreír... y eso no es nada bueno, porque la risa nos aporta muchísimas cosas.

    Pero yo quiero ir un poco más allá. Cada uno tiene sus referentes en la vida y para mí sin duda dos de los más importantes son Charles Chaplin y Freddie Mercury. El primero era y es considerado el mejor cómico de la historia. Chaplin nos hizo reír y nos emocionó a generaciones enteras, y su vida que en apariencia fue sencilla no fue un camino de rosas. Además de su paupérrima infancia, plasmada en The Kid (inolvidable la escena en la que se come una bota), creo que no debe ser nada fácil hacer reír, sobretodo cuando en tu vida están ocurriendo cosas que te están destrozando por dentro... pero al final siempre quedaba la risa, que al fin y al cabo, cuando vienen mal dadas es lo que hace que la vida merezca la pena...

    El otro referente del que os hablaba ers del gran Freddie Mercury. Como sabréis Freddie murió de SIDA. En aquella época, cuando Freddie contrajo la enfermedad el SIDA era sinónimo de una condena de muerte y Freddie asumió su situación, y la verdad no se me ocurre una situación peor que saber que te estas muriendo y que tu vida está llegando a su fin. Freddie, en lo que para mi es uno de los ejemplos de vida más impresionantes que he visto reunió a su banda y les contó lo que le pasaba y que su única intención era seguir componiendo y cantando hasta que no le quedara ni un sólo sorbo de vida... The Show must go on, decía...

    Y así lo hizo, y con una entereza que costaría creer si no tuviéramos los documentos gráficos que lo atestiguan. La última canción que escribió These are the days of our lives es el más desgarrador de los documentos que prueba lo que digo. Ese momento final dónde un Freddie completamente consumido por la enfermedad nos mira a la cámara, nos sonríe y nos dice Still I love you ... ¿Se os ocurre una forma mejor que afrontar la vida?

    Pues si la respuesta sigue siendo que no, solo espero desearos que las nubes que hoy dejan tormentas sobre vuestras cabezas desaparezcan. Saldremos de esta, os lo aseguro...

    Y si aún pensáis que no, y seguís sumidos en la negatividad, pues me tendré que encomendar aL arzobispo de España... ¿Qué más puedo hacer?

    Capitulo 2. Feliz cumpleaños John

    Hoy deberíais, los que me queráis al menos, felicitarme. Os preguntareis algunos por qué, otros ya lo sabéis de sobra. Como casi todo lo que me envuelve, tiene su historia y es la que voy a proceder a contaros.

    Hará tal día como hoy dos años que estaba en mi sofá liándome un enorme porro de buen hachís marroquí con papel King Size de Smoking mientras veía el programa salvados. Sí, era domingo y previamente había pasado por casa de mi hermana y de mi amigo Agustín. La cosa es que en casa de Agustín solo estuve el tiempo de fumarme un cigarrillo con él y Carmen porque no me encontraba bien. Volviendo al sofá y al porro que me acababa de liar, recuerdo que lo encendí, pero ni siquiera llegué a darle una sola calada. Algo no iba bien. Fui al baño y me puse a vomitar como creo que nunca antes  lo había hecho. El cuerpo me temblaba y tenía unos sudores tremendos. Realmente algo fallaba. Me vestí, cogí la chaqueta y el casco y me fui al ambulatorio con la moto. Llegué y les dije que me encontraba mal, describiéndoles los síntomas. El médico, aún viendo que no podía valerme por mí mismo, me hacía cargar con el casco y mi ropa de un lado a otro. Quería hacerme un electro, pero como soy bastante velludo la tarea era harto difícil si no me rasuraba el pecho. Se ve que no tenía muchas ganas el hombre de usar la cuchilla porque me dio dos diazepam y me mandó para casa. Esta vez no me atreví a coger la moto para volver, así que emprendí el camino a casa sólo y renqueante. Seguía temblando. Serían las dos de la mañana cuando llegué a casa. Mi último recuerdo de aquella noche es que me desplomé en el sofá y vi el porro, allí liado. Lo cogí, traté de encenderlo, pero algo me dijo que no lo hiciera. Lo volví a posar sobre el cenicero y me dormí.

    Dormir, lo que es dormir, sólo dormí unas cuatro horas. A las seis ya estaba despierto y no, no me encontraba mejor. A las 7 y media de la mañana decidí llamar a mi hermano para que me llevara al hospital, Me dijo que se tenía que duchar y le dije que no había problema, ya que tampoco quería alarmarle en demasía. A las 8 pasó a recogerme y me dejó en la entrada de Urgencias del Broggi. Bajé solo y él se fue a buscar aparcamiento. Al llegar a la recepción estaba realmente débil y la recepcionista no hacía más que requerirme la tarjeta sanitaria y yo que en ese momento ya solo alcanzaba a decirle que me encontraba mal, muy mal. Me pasaron a una sala y empezaron a mirarme las constantes. Sin mediar palabra me rasuraron y me hicieron un electrocardiograma. Entonces entró mi hermano y alguien en la sala pronunció la palabra infarto. Solo acerté a decirle a mi hermano coge mi móvil y llama a Rubén, el médico. Mi siguiente recuerdo ya es dentro de una ambulancia camino a Bellvitge. Las sanitarias que me atendieron me chutaron algo que hizo que estuviera especialmente risueño. Una vez llegamos al Hospital me pasaron directamente a un quirófano y recuerdo que una enfermera jovencita trataba de desnudarme sobre la mesa de operaciones y al bajarme los calzoncillos le dije Cariño, dame un beso al menos, que a mí, así en frío, como que me da corte.. Todos los presentes echaron a reír. Yo era consciente de que probablemente me quedaba poco de vida, así que quería que mis últimos momentos fueran entre risas. A pesar de mis ganas de cachondeo el cirujano puso orden y empezó a realizarme el cateterismo. Las sensaciones que tuve en aquellos instantes cambiarían mi vida por completo. Por un lado me inundaba una enorme paz. Tenía muy claro que en aquellos instantes aquel hombre me estaba intentando salvar la vida. Aún no era consciente si viviría o no, y ni mucho menos quería morirme, pero tenía la tranquilidad de saber que si me iba había vivido una vida realmente intensa y llena de experiencias que mucha gente ni siquiera hubiera podido ni soñar, y sobretodo, me quedaba la tranquilidad de haber querido a los míos de la mejor manera que había sabido. Si, en Aquel momento pensé en mi madre y en mi padre, en mis hermanos, en mis sobrinos, En Joan Y Lorena, en Agus, en Vane, en Alberto y Meri, en Rubén y Mireia, en Montse e Iván, en Marta y Raúl, en Ivan y Silvia y perdonadme que no siga con la interminable lista, porque es eso, interminable y os prometo que todos estabais en mi mente en aquel momento.

    Bueno, pues se ve que el cirujano tuvo una buena tarde e hizo una faena sensacional. Yo le hubiera dado las dos orejas... el rabo, bueno, dejémoslo. Recuerdo que al salir del quirófano  la primera cara querida que vi fue la de Rubén, quien me tranquilizó y con el que tengo una deuda de aquellas que no se pueden pagar. Luego me llevaron a la UCI y empezaron a desfilar por allí mis hermanas y hermano. Yo a todo esto andaba como loco intentando que alguna enfermera me trajera papel y un boli. Había vivido la experiencia más brutal de mi vida y no me podía quedar sin escribirla, y sí, en aquel preciso instante nació John Boy, el falso, el que lleva ya unos cuantos meses martilleando vuestra tolerancia al buen gusto literario desde este blog. Y sí, esa es básicamente la historia del drama, pero lo realmente bueno vino después.Desde todas las muestras de cariño recibidas en el hospital, (recordaré siempre tu abrazo, Lorena; tus revistas de guitarras, Alberto y el volver a verte después de tanto Raúl Menjibar), la primera gota de lluvia que me cayó sobre la nariz nada más salir por la puerta del hospital que me hizo sentir tan maravillosamente vivo, los cuidados de todos aquellos que son más cercanos en mi día a día una vez ya estaba

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1