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Deus
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Libro electrónico358 páginas5 horas

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Información de este libro electrónico

La paz reina en la Tierra.
Los grandes héroes Mr. Luz y Adora lideran a la humanidad hacia un nuevo sistema, justo y respetuoso con el planeta.
Pero no tardarán en aparecer detractores...
Un grupo terrorista de origen desconocido, llamado Omega, pondrá en jaque la estabilidad del nuevo proyecto y el provenir de la humanidad.
Acompaña a los héroes en esta agónica aventura en la que deberán enfrentarse a una temible conspiración que hará tambalear los cimientos de sus propias creencias.
El destino del universo está en sus manos.. ¡y en las tuyas!

IdiomaEspañol
EditorialBenji de Lara
Fecha de lanzamiento23 abr 2020
ISBN9780463410448
Deus
Autor

Benji de Lara

Autor independiente de obras variadas especializado en ciencia ficción y fantasía, así como en cuentos infantiles que transmitan valores positivos.Me gusta dotar a mis obras de mensaje y profundidad psicológica, para que no solo sean solo un entretenimiento, sino que dejen pequeños posos de sabiduría en el lector y que contribuya a que viva con mayor plenitud su experiencia de vida.

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    Deus - Benji de Lara

    Remordimientos

    El Sol lucía esplendoroso coronando el cielo matutino y totalmente despejado de la gran ciudad de Sumadia. Esta presentaba un aspecto tranquilo y sosegado en los primeros días de primavera. Rafael, mientras contemplaba las bellas vistas desde el balcón de su ático, olía la fragancia a jazmín que la brisa transportaba desde los jardines cercanos, una fragancia que desde bien pequeñito le había apasionado. Se recostó sobre la barandilla y adoptó una postura relajada para quedarse contemplando la gran ciudad que podía considerar su casa. Desde su posición tenía unas vistas privilegiadas. A su derecha podía observar el verde césped del Parque Real, que se extendía durante varios kilómetros, bordeando al rio Tigris. Al otro lado del rio, podía contemplar la zona centro de Sumadia, y en esta si era más visible el daño causado por los clones de Kumrad años atrás: la gran plaza, con su dolmen central alzándose al cielo, lucía llena de andamiajes y lonas; El ayuntamiento, con su peculiar y vanguardista arquitectura era de los que menos daño había sufrido, aun así un andamio cubría parte de la cúpula superior; Media biblioteca estaba en reconstrucción, al igual que los juzgados, al norte. Y un poco más al este comenzaba la zona comercial, con algunos de sus grandes edificios de cristal repletos de luces y publicidad, mientras que otros se apreciaban repletos de agujeros y cristales rotos. Mirando al oeste el héroe podía observar la zona industrial. Entre las grandes naves y kilométricos almacenes que seguían en pie, destacaba la sede de Acad Tecnología, con su inmejorable aspecto y su enorme logo (una A y una T entrelazadas con un diseño modernista). Al contemplar la sede de Acad Tec. los recuerdos volvieron a su mente.

    «Kumrad..»

    En los tres años pasados desde que pusieran fin a la amenaza que suponía Kumrad, habían sucedido muchas cosas. Tras conseguir derrocar el anterior sistema que había sido impuesto en el mundo, de la mano de Serssek y demás reptilianos, en el que había una clara manipulación en la repartición de bienes y recursos, fomentando la creación de distintas clases, con una clara diferencia en cuanto a poder económico se refería, ahora los héroes encabezaban un nuevo pensamiento. Ya no iba a haber más esclavitud disfrazada de libertad, eso se acabó. La humanidad había comenzado de nuevo, intentando esta vez crear un sistema justo y respetuoso, aunque no estaba resultando sencillo.

    El primer paso tomado fue erradicar el dinero, ya que fue el dinero y la manera de crearlo y administrarlo de la élite lo que convirtió a la humanidad en esclavos. Propusieron el sistema de trueque, como en los tiempos de antaño, pero era un cambio demasiado drástico y no podía hacerse de un día para otro, así que se decidió introducir el trueque pero mantener el dinero, para que estos convivieran hasta que el primero ya no fuera necesario. Se creó el banco de horas, cuya función principal era el truque mediante horas invertidas en trabajo, ya que el tiempo era lo único verdaderamente valioso. Cada persona invertía determinadas horas de trabajo en funciones concretas, ya fueran de reconstrucción, de tutelaje, de ayuda al prójimo, de cocina, etc.., (se intentaba que cada persona pudiera ayudar haciendo cosas que le fueran satisfactorias) y con esas horas que acumulaban, después podían intercambiarlas por objetos o servicios. No obstante, no tardaron en aparecer enemigos a este nuevo ideal, principalmente las familias acaudaladas, los peces gordos y las altas esferas, que vieron peligrosamente amenazada su privilegiada posición.

    Hubieron continuos boicots a las asambleas y congresos realizados para estudiar el nuevo plan a seguir y definir las nuevas pautas por las que se regiría a partir de entonces la humanidad. El cambio había comenzado, pero se necesitaba tiempo para sentar las bases de un proyecto de tal envergadura. La situación llegó a su punto álgido de tensión varios años atrás cuando Vincent Rose, en aquel momento dueño de Acad Tec., encabezó a las altas esferas hacía un golpe de estado.

    Pretendía hacerse con el control por la fuerza y de paso eliminar a las dos únicas personas capaces de impedírselo, Mr. Luz y Adora, y estuvo cerca de conseguirlo. Vincent había desarrollado un rencor profundo hacia los héroes, estos fueron las primeras personas que se rieron de él en toda su vida, y estaba decidido a que fueran las últimas. Arrastrado por la locura y ayudado por un ejército de sus cyborgs de última generación puso en jaque el futuro de la humanidad. Pero, una vez más, los héroes consiguieron detenerle y salvar la situación.

    Desde entonces, el ambiente se había tranquilizado, las familias acaudaladas que seguían a Vincent Rose desaparecieron, escondiéndose para ponerse a salvo cuando este cayó ante los héroes. El proceso para instaurar el nuevo sistema seguía adelante y parecía que pronto podría convertirse en una realidad. Había que organizar nuevas estructuras y nuevos gobiernos a escala mundial, por lo que el esfuerzo por parte de todos los implicados estaba siendo titánico. Pero finalmente parecía que las estructuras estaban definidas y todo el mundo de acuerdo. Tan solo faltaba la parte final: decidir quienes serían las personas elegidas para ocupar los nuevos cargos.

    Se estaban preparando las campañas electorales donde se decidirían, de entre los previamente seleccionados por asambleas, a los nuevos cargos, tanto en política, como en leyes. El resto de campos, como economía, comercio, seguridad ciudadana, agricultura, ciencia, etc.., ya habían sido designados.

    Ya faltaba poco para que el mundo del mañana se convirtiera en el mundo de hoy.

    ―¿Cariño?.. ―se escuchó una dulce voz procedente de la habitación.

    ―Estoy aquí, mi amor ―contestó Rafael, volviéndose hacia el interior de su apartamento. Caminó de nuevo hacia la habitación, esquivando a un Gábriel juguetón (su pequeño gato) que se cruzaba entre sus piernas. Al llegar junto a Adora, se sentó suavemente en una esquina de la cama.

    ―Buenos días.

    ―Buenos días ―respondió ella, que seguía tumbada en la cama medio tapada con la fina sábana. Levantó un brazo lo suficiente para rodear el cuello de Rafael y luego lo atrajo hacia sí para darle un apasionado beso―. Te quiero ―le susurró al oído.

    El héroe la contempló, con verdadera pasión y devoción en la mirada.

    ―Y yo a ti, Mía.

    Vivía con Mía y estaba perdidamente enamorado de ella. Juntos habían conseguido encauzar la situación política de Sidonéa y, en consecuencia, del resto del mundo. Habían tenido que hacer frente a situaciones complicadas, pero gracias al gran equipo que formaban ambos, lograron salir airosos. Mía era la compañera perfecta, mejor aún de lo que nunca podría haber imaginado. Su carácter le complementaba, tenían afinidad en los gustos e ideas, formaban un equipo de héroes como nunca antes se hubiera visto, y en la cama eran una pareja muy apasionada. Realmente, para él, la vida era perfecta... Sin embargo había algo que no le permitía ser todo lo feliz que se le supondría. Había ciertos pensamientos en su cabeza que no podía simplemente olvidar, y no sería porque no lo había intentado...

    ―¿A qué hora es la asamblea de hoy? ―preguntó Mía, captando la atención del héroe y haciendo que se centrara de nuevo y dejara a un lado sus preocupaciones.

    ―Dentro de un par de horas ―respondió―. Voy a hacer el desayuno, tu vístete mientras.

    ―Muy bien ―convino la chica―. Y mañana, al fin, probaremos el vuelo intergaláctico de nuestra nueva nave.

    ―Si. La verdad es que ha resultado muy interesante trabajar en nuestra propia nave espacial y poder crear la Isantya a nuestro gusto. Y será genial probar ese nuevo vuelo juntos... Jonhy dice que será la bomba.

    ―Nos irá bien un poco de acción ―bromeó.

    El héroe se acercó a ella con una sonrisa y la besó antes de retirarse a la cocina.

    Todo estaba preparado para la asamblea popular que tendría lugar en el Parque Real. Nadie había querido perdérsela y una gran multitud se encontraba sentada sobre el césped, formando un gran círculo. Cuando Rafael y Mía llegaron se unieron a la multitud, sentándose en un pequeño hueco que encontraron. En la asamblea se presentaría el proyecto de Isaac Albín, uno de los candidatos políticos para la ciudad de Sumadia, después del habitual coloquio inicial. Los héroes, tras haber conocido a los cuatro candidatos, creían que Isaac sería, probablemente, el más adecuado. Era joven, culto y sus ideas se adecuaban bastante a lo que los héroes tenían en mente. Sin embargo no eran ellos quienes escogerían al nuevo líder, sino el pueblo, mediante votaciones populares.

    Un hombre se puso en pie y se dirigió al centro de la multitud.

    ―Bienvenidos todos ―saludó el portavoz. Él se encargaría de conducir la asamblea―. Comenzaremos, como siempre, con un debate abierto en el que podréis dar vuestras opiniones. Como ya sabéis lo haremos en orden y respetando el turno de palabra. Bien, ¿quién quiere comenzar?

    Varias manos se alzaron al aire, el portavoz cedió la palabra a uno de ellos. Un hombre, que debía rozar la cincuentena, se puso en pie y comenzó a hablar.

    ―Hola a todos, me llamo Víctor. Yo, como tantos otros, estoy ayudando en la reconstrucción de la ciudad (esta había quedado muy dañada tras el ataque de los clones), pero creo que el dinero que recibimos por nuestra contribución es demasiado poco.

    ―Perdón por la intromisión Víctor ―dijo una voz―, yo soy uno de los encargados de las tareas de reconstrucción, y sabes que, como agradecimiento a vuestro esfuerzo, se os paga una cantidad más que aceptable, la mitad en dinero y la otra mitad en bolsa de horas.

    ―Lo sé, y precisamente de eso quería hablar ―contestó Víctor―. No veo justo que el pago se reparta de esa manera. Yo querría recibir el pago integro en dinero, y no en bolsa de horas.

    Un cuchicheo creció entre la multitud. Víctor había tocado uno de los temas que más problemas estaba dando, la bolsa de horas. Pese a que la intención era que el dinero desapareciera y convertir el trueque en el sistema económico único, la gente no acababa de asimilar la idea. La mayoría seguía pensando que era mejor el dinero, llevaban toda una vida con esa idea metida en la cabeza y, pese a las continuas informaciones que se ofrecían, intentando hacer entender que los billetes no tenían valor real alguno, solo eran papel, la gente seguía aferrándose a sus ideas obsoletas. No estaba resultando fácil conseguir ese cambio de mentalidad necesaria para el nuevo mundo.

    ―Las bolsas de horas están bien ―añadió Víctor―, pero me limitan a la hora de gastarlas. Yo quiero comprar productos extranjeros, y para esos casos es muy complicado hacer las gestiones de intercambio de horas. Ustedes denme mi aportación en dinero y yo decidiré como la gasto.

    ―¡Es cierto! ¡Tiene toda la razón! ―gritaron varias voces desde la multitud. El ambiente comenzó a caldearse, la gente comenzaba a dar la razón a Víctor y a mostrar su malestar con el nuevo sistema de trueque.

    ―Señores, señores ―intervino otro hombre―, entiendo vuestro malestar, pero debéis comprender que lo que pretendemos es crear un sistema económico que no pueda ser manipulado ni utilizado con malos fines, como había pasado hasta ahora. Por eso optamos por el trueque.

    ―Pero si se administra bien, no debe haber ningún problema. Para nosotros es mucho más cómodo cobrar en dinero ―intervino una mujer.

    Adora y Mr. Luz se miraron. Por desgracia estas desavenencias eran algo habitual en las asambleas. A la mayoría de gente le estaba costando demasiado cambiar el chip.

    El revuelo iba creciendo entre los presentes, así que el portavoz cogió nuevamente la palabra.

    ―Muy bien, tranquilizaos todos. Apunto la queja del señor Víctor y será enviada al consejo para que sea estudiada. Pero debéis comprender que solo se pretende el bien común, aunque es probable que para ello muchos de nosotros tengamos que abandonar ideas obsoletas que...

    ¡¡ BOOOOMMM !!

    El aire vibró y una gran explosión no muy lejana tronó en los cielos de la ciudad, cortando el discurso del portavoz y sorprendiendo a todos los presentes.

    Adora y Mr. Luz se levantaron de un salto.

    ―¿Qué demonios ha sido eso? ―exclamó el héroe. Sus palabras apenas pudieron escucharse entre el tumulto.

    Todos los presentes en la asamblea se habían puesto en pie y debatían acaloradamente sobre el posible origen de la explosión. La mayoría estaban asustado. Otros, en cambio, parecían emocionados. En los últimos años Sumadia había estado muy tranquila, centrando sus esfuerzos en las tareas de reconstrucción. Quitando el gran altercado sucedido con Vincent Rose, al cual los héroes consiguieron detener, los pocos delitos que se habían cometido en los últimos tiempos, la gran mayoría de ellos hurtos menores, eran perpetrados por jóvenes rebeldes o algún delincuente de poca monta que seguía anclado a sus antiguos hábitos, pese al esfuerzo que se estaba realizando por integrar a todas las personas, indiferentemente de cual fuera su pasado, en la actual sociedad, una sociedad justa e igualitaria. Estos escasos incidentes habían sido solucionados con presteza y gran éxito por parte de los héroes protectores de la ciudad: Mr. Luz y Adora. Y, al parecer, algunos ciudadanos echaban en falta la acción de años atrás.

    ―Ha sido una explosión ―contestó Adora, haciéndose oír por encima del sonido ambiente―. Y no ha sido lejos. Diría que en la zona oeste de la ciudad.

    El héroe la miró y, cuando estaba a punto de decir algo, el receptor de su oído emitió unos pitidos cortos, indicando que tenía una llamada entrante. Activó el aparato con su dedo índice.

    ―Héroes, ha habido una explosión provocada en el monumento de la plaza Atlas ―era el organizador del nuevo cuerpo de seguridad ciudadana(C.S.C.). Adora, que desde que formara pareja oficial con Mr. Luz como héroes de la ciudad también llevaba un pinganillo y había oído toda la conversación, dijo: ―Ese es nuestro monumento...

    ―Es cierto ―meditó el héroe―, así que parece que esto va con nosotros... De acuerdo Antón ―añadió dirigiéndose al organizador del C.S.C. por su nombre― enseguida estamos allí.

    ―Vamos ―le dijo a su compañera tras finalizar la llamada―. Tenemos que ver que está sucediendo.

    La chica asintió y ambos salieron corriendo en dirección a su piso, dejando a toda la gente de la asamblea confundida y enfrascada en sus propios debates. Habían bajado de paisano a la asamblea, e iban a necesitar sus trajes. Llegaron lo más rápido que pudieron, se enfundaron sus supertrajes y volaron a toda velocidad hacia la zona de la explosión.

    Al llegar encontraron allí a Antón junto a varios oficiales más y varias unidades de asistencia sanitaria que se encargaban de atender a los afectados.

    ―¿Qué ha pasado? ―preguntó Mr. Luz que, con velocidad y precisión, había hecho una espectacular maniobra de aterrizaje para posarse junto a él.

    ―Me alegra que estéis aquí ―dijo Antón al tiempo que hacía un gesto para saludarles, tanto al héroe como a Adora, que había aterrizado tras él. Este era un hombre de mediana edad, algo mayor que el héroe, de complexión robusta, poco pelo y una mirada afable―. Bien, se ha producido una explosión provocada. Y, a juzgar por los daños, han utilizado una gran cantidad de explosivos ―añadió, poniéndoles al día de la situación mientras señalaba con la cabeza el enorme boquete que había quedado en el lugar que ocupaba la estatua―. Ha sido terrible, una explosión muy violenta, pero afortunadamente los daños personales han sido reducidos. Gracias al creador no había nadie cerca. Aún así han habido varios ciudadanos alcanzados por los restos resultantes de la explosión. Nada grave, ya están siendo atendidos.

    ―Gran trabajo Antón ―le felicitó el héroe al ver que tenía la situación controlada―, me alegra comprobar que el pueblo no se equivocó al elegirte.

    ―Gracias Mr. Luz. Aunque falta saber quien ha hecho esto..

    Los héroes contemplaron su alrededor. Humo, escombros por doquier, caos, miedo... Esta escena les hizo recordar tiempos pasados, tiempos que esperaban no tener que volver a vivir.

    ―Parece que a alguien no le está gustando el trabajo que estamos haciendo... ―comentó Adora pensativa.

    Entonces el comunicador volvió a sonar, pero esta vez con el particular tono que les indicaba que era Jonhy quien les llamaba.

    ―Chicos, ¿me oís?

    ―Si, te oímos ―contestaron al unísono.

    Desde que acabaran con Kumrad y comenzaran el proceso de encaminar a la población hacia un nuevo mundo, Jonhy decidió abandonar su puesto en Acad Tec. para convertirse en asesor personal de los héroes y acompañarles, virtualmente, en sus misiones. Se había convertido en sus ojos y sus oídos, y gracias a sus amplios conocimientos en la tecnología, así como en otros muchos campos, y el libre acceso a toda la información y recursos necesarios, los héroes contaban con un valiosísimo apoyo. A Jonhy pocas veces se le escapaba algo, como en ese caso.

    ―Acaban de colgar un vídeo en la red. Es un grupo que asume la autoría del atentado. Y si, usan la palabra atentado.

    ―¿Quiénes son?

    ―Es difícil de explicar... Tenéis que ver el vídeo. Lo único que os puedo decir es que se hacen llamar Omega... Y no os va a gustar lo que dicen.

    ―¿Omega?...

    Los héroes se miraron.

    ―Está bien, vamos para allá.

    Omega

    Jonhy tenía el buen aspecto de siempre, con su pelo engominado, sus modernas gafas, su perilla de chivo y su habitual sonrisa. Había abandonado la bata blanca de Acad Tec. y ahora vestía de manera informal con unos pantalones vaqueros y un elegante chaleco sobre una camisa a cuadros. Se encontraba junto a su escritorio cuando pulsó con un dedo sobre el cristal y este se convirtió en un teclado. Un instante después la pantalla holográfica se materializó ante él. Rafael y Mía estaban a su lado.

    ―Muy bien, echad un vistazo ―dijo apartándose ligeramente para que los héroes tuvieran buena visión para contemplar el vídeo que estaba a punto de comenzar.

    La grabación comenzaba mostrando una habitación envuelta en sombras. Sus paredes eran lisas en tonos grises, sin ningún tipo de ornamentación. Se oyeron unos pasos y un ser entró en escena. Gracias a un extraño y magistral juego de luces y sombras no se podía apreciar más que una silueta oscura con efectos engañosos, debido a unas extrañas y continuas interferencias que no acababan de definir su cuerpo y hacían imposible determinar su estatura, peso, sexo o simplemente especie. Su oscuro rostro mostraba unos ojos blancos espectrales que emitían un inquietante brillo y parecían superar las interferencias. El ser quedó inmóvil en mitad de la pantalla con mirada amenazante.

    ―¡Somos Omega! ―exclamó, pero la manera en que lo dijo resultó perturbadora. Su voz la formaban dos tonos al unísono, uno masculino, con tonos graves y roncos, y otro femenino, más dulce y armonioso... La mezcla de ambos erizaba la piel.

    ―El atentado del parque ha sido solo un aviso. Tenemos capacidad para mucho más...

    El ser quedó en silencio durante unos segundos, dotando a la escena, oscura y tenebrosa, de cierto dramatismo.

    ―Exigimos control total (hizo especial énfasis en estas palabras) de este planeta ―sentenció.

    El ser, de aspecto humanoide, se irguió desafiante lanzando una mirada aterradora. El vídeo se cortó segundos después.

    Al héroe le dieron escalofríos. Se giró para contemplar a Adora con mirada inverosímil.

    ―¿En serio?

    ―¿Control total? ―añadió esta.

    ―Si que resulta bastante extraño. ¿Qué era eso? ¿Humanos o algún nuevo vecino intergaláctico? ―comentó.

    ―Por eso preferí que lo vierais ―explicó Jonhy girándose hacia ellos―. Sean quienes sean, son muy buenos, he intentado seguir el rastro y me ha sido imposible. Han ocultado extremadamente bien sus huellas.

    ―¿Qué es lo que pretenden? ¿Control total del planeta? ¿Pretenden que nos rindamos sin más? No han puesto condiciones ni plazo, ni manera de contactar... Nada.

    ―Eso es lo malo amigo ―advirtió Jonhy apretando los labios y mirándole con preocupación―. Me temo que este no será el último vídeo que veamos de Omega. Habrán más...

    ―Y más atentados ―añadió Adora, a lo que Jonhy asintió.

    Mr. Luz pensó, pero no se le ocurrió nada.

    ―¿Qué podemos hacer Jonhy?

    ―Por desgracia, en este caso, no podemos hacer nada, tan solo esperar.

    El joven se levantó, estiró la piernas y se acercó a la ventana, mientras Adora y Mr. Luz seguían meditando.

    ―Y, cambiando de tema, ¿cómo fue la asamblea? ―preguntó, mientras observaba las vistas de la ciudad.

    Mr. Luz no respondió, parecía concentrado, por lo que Adora tomó la palabra.

    ―Fue bien, dentro de lo que cabe... La explosión la interrumpió.

    ―¿Isaac Albín no llegó a presentarse?

    ―No.

    ―Vaya.. ―lamentó―. Ese chaval es justo lo que esta ciudad, y el mundo en general, necesita. Espero que la gente sea capaz de verlo.

    ―Confío en que si.

    El héroe seguía pensativo.

    «¿Quién es Omega? ¿Qué es lo que quieren? Ese extraño vídeo... resultaba estremecedor.» «Tu sabes lo que quieren», le dijo una voz dentro de su cabeza.

    Jonhy al ver a su amigo contrariado se acercó hasta él.

    ―No te preocupes, los detendremos. Pero ahora nada podemos hacer. Lo mejor será que os vayáis a casa y descanséis, quien sabe lo que nos deparará el mañana...

    ―Lo sé ―respondió el héroe―, es solo que... Da igual, tienes razón.

    Se puso en pie, se despidió de su amigo estrechándole la mano y se fue junto a Adora.

    Bajo el agua caliente de la ducha Rafael intentaba relajar su mente. Llevaba un tiempo tranquilo, incluso demasiado tranquilo, y ahora de nuevo se veía sumido en problemas. ¿Quiénes eran esos que se hacen llamar Omega? ¿Quizá algún grupo de humanos intentando dinamitar el trabajo que estaban haciendo para lograr un nuevo mundo? ¿O puede que otra raza de seres desconocida con problemas más antiguos que nuestra propia existencia? Sea como fuere, todas esas situaciones de golpe, sumadas al estrés que estaban llevando con todo el proceso democrático, el cual se acercaba ya a su final, le estaban superando. Y como olvidar las pesadillas... Las había ido teniendo desde que luchara y venciera a Kumrad, pero últimamente estaban siendo más frecuentes, y más vívidas. Además de esa voz...

    Cerró el grifo y salió de la ducha. Cogió la toalla, se secó y se dirigió a la habitación, donde Adora le esperaba en la cama.

    ―Vamos, relájate ―dijo ella al verle preocupado―. Ya sabes lo que dicen: si un problema tiene solución, soluciónalo, y si no la tiene, no te preocupes. No puedes hacer nada.

    Mía se acercó a él, ambos completamente desnudos, y lo envolvió con sus brazos.

    ―¿Por qué no nos distraemos un poco? Nos irá bien ―le susurró al oído. Después pasó sus labios suavemente por su mejilla hasta llegar a su boca y, con delicadeza, le besó.

    Ella sabía provocarle muy bien y, ante algo así, no podía luchar. Le dio un firme abrazo y ambos se fundieron en una noche de pasión carnal.

    Ahí estaba Kumrad, mirándole fijamente con sus intensos ojos carmesís.

    ―Tu... Tu... ―le repetía.

    Al mirar a su alrededor todo se desvanecía, la materia se deformaba, aparecía y desaparecía haciendo extrañas intermitencias, rayas amarillas y circuitos entre formas poligonales aparecían de la nada... Entonces todo se quedó en blanco. El final se acerca.. Oyó un susurró y, acto seguido, un fogonazo le cegó...

    Rafael se levantó de un salto. Estaba sudando y con el pulso acelerado. Otra pesadilla.

    Mía se desperezó y, al ver a su compañero inquieto, acudió a él con un abrazo.

    ―¿Otra vez? ―le preguntó en tono suave, mientras le acariciaba la cabeza con dulzura.

    ―Si...

    ―No te preocupes, es normal. Hemos vivido momentos muy intensos que no son fáciles de olvidar. A mi también me pasa ―le tranquilizó.

    ―Lo sé, pero es que... Últimamente son más.. intensas ―la miró con semblante preocupado―. Creo que se avecina algo grande y... me da miedo.

    ―Son solo sueños mi amor.. ―contestó Adora contrariada―. Con todo este tema de Omega y el estrés que llevamos con la implementación del nuevo sistema es lógico que estés más inquieto últimamente.

    ―Ojalá sea eso ―respondió pensativo―. Saldré a tomar el aire, tu sigue durmiendo un poco más.

    El héroe se levantó cabizbajo y salió de la habitación, dejando a Mía en la cama. Fue hasta su despacho, apartó la silla y se encontró en ella a Gábriel, hecho una bola.

    ―Buenos días amiguito ―le susurró cogiéndolo en sus manos―. ¿Compartimos sitio?

    Rafael se sentó en la silla y colocó al gatito sobre sus piernas. Este se desperezó un poco y maulló sutilmente en señal de protesta. Después miró a su alrededor, volvió a hacerse una bola y comenzó a ronronear hasta que se durmió nuevamente. El héroe lo contempló con cierta envidia. Daba gusto ver lo despreocupado que vivía. Alargó la mano y encendió el holomonitor.

    En los últimos años todo había estado bastante tranquilo en su vida. Por increíble que parezca la delincuencia bajó en picado después de que tomaran el control y comenzaran el proyecto del nuevo sistema. En consecuencia ellos habían dedicado la mayor parte de su tiempo en gestiones, preparativos, reuniones y debates populares donde se decidía el camino a seguir... Seguían siendo los héroes e impartiendo justicia, pero su presencia cada vez era menos necesaria. Los nuevos cuerpos de seguridad ciudadana se encargaban de la mayoría del trabajo. Así que el tiempo libre del que disponía lo repartía en entrenar con Mía y en aprender cosas nuevas. Afortunadamente para él en la red había toda la información que podía necesitar.

    Se había interesado por temas variados, con la intención de intentar entender un poco más, comprender como funcionaban las cosas, para poder librarse de esas inquietudes que corroían su mente desde su encuentro con Kumrad. Si podía demostrar que todo lo que este le dijo era falso podría, al fin, liberarse de esos pensamientos.

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