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Quinta essentia
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Libro electrónico264 páginas3 horas

Quinta essentia

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El gran héroe Mr. Luz regresa a la Tierra pero lo que encuentra es un planeta irreconocible.
La humanidad vive aterrorizada por culpa de unos extraños y macabros seres que se han adueñado del planeta en su ausencia, sembrando el terror en los corazones humanos.
Acompaña al héroe en una oscura aventura cuántica en la que deberá liberar a la humanidad de las garras de un inquietante enemigo, un mal ancestral que había permanecido oculto durante miles de años, alimentándose del miedo...
La batalla que decidirá el destino del universo está a punto de comenzar.

IdiomaEspañol
EditorialBenji de Lara
Fecha de lanzamiento23 abr 2020
ISBN9780463307854
Quinta essentia
Autor

Benji de Lara

Autor independiente de obras variadas especializado en ciencia ficción y fantasía, así como en cuentos infantiles que transmitan valores positivos.Me gusta dotar a mis obras de mensaje y profundidad psicológica, para que no solo sean solo un entretenimiento, sino que dejen pequeños posos de sabiduría en el lector y que contribuya a que viva con mayor plenitud su experiencia de vida.

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    Quinta essentia - Benji de Lara

    El reinado del terror

    El gran Mr. Luz se encontraba en medio de la gran plaza en la ciudad de Sumadia, tras regresar de la aventura vivida en Íruzbin. Se encontraba totalmente solo e incapaz de encontrar explicación al hecho de que todo el mundo huyera al verle. La situación era extraña y la confusión enorme pero, al menos, volvía a estar en casa.

    Levantó la cabeza y pudo cerciorarse de que no solo el pensamiento de las personas había cambiado, la ciudad entera parecía distinta. Decenas de carteles publicitarios repletos de neones inundaban las azoteas de los edificios más bajos y engalanaban las fachadas de los grandes rascacielos. Nuevos hologramas publicitarios se habían sumado a la fiesta lumínica, e incluso había algún nuevo edificio que nunca antes había visto.

    «¿Qué demonios ha pasado aquí?»

    Al volver a bajar la mirada y dirigirla a la plaza, comprobó que se había quedado solo. A lo lejos podía ver como el jovencito con el que había hablado se alejaba a toda velocidad, corriendo como si de ello dependiera su vida. El héroe quedó pensativo. Era la primera vez en su vida que veía la gran plaza, históricamente punto de mayor bullicio de la ciudad, totalmente desierta.

    Estaba comenzando a oscurecer y poco a poco toda esa luminaria comercial ganaba protagonismo en la oscuridad de la noche, comenzando a producir su hipnótico efecto. El héroe decidió detenerse un momento en uno de los bancos de la plaza, en los que hacía mucho tiempo que no se sentaba. Desde que se convirtiera en el gran héroe de Sumadia había disfrutado de muchas cosas: auténticos cochazos, apartamentos de lujo, los mejores trajes, las más bellas damas y un sinfín de excesos, pero también había perdido otras cosas, como el pasear tranquilamente, el poder sentarse apaciblemente en un banco y disfrutar de la paz, quedar con amigos sin que le rodeara una multitud, disfrutar de una tranquila cena en pareja... Y pensando en sus amigos un nombre le vino a la cabeza.

    —Jonhy..

    Todo lo que había sucedido desde su regreso a la Tierra era de lo más extraño. La ciudad parecía otra, pero era imposible ya que solo habían pasado un par de semanas. Pero lo de los ciudadanos era más extraño aún. Esperaba un ferviente recibimiento y, sin embargo, lo que encontró es que todo el mundo huía al verle. ¿Es que acaso ya no se acordaban de él? Tenía la extraña sensación de haber viajado al futuro, a un futuro lejano en el que Mr. Luz no era ni tan siquiera un recuerdo. Necesitaba hablar con alguien y que le contara que había sucedido.

    —¡Jonhy! Seguro que él sabe explicarme lo que ha pasado.

    Jonathan era la única persona a la que Rafael podía considerar realmente su amigo. Como Mr. Luz, el gran héroe al que encarnaba, tenía muchísimos conocidos, de hecho era la persona más popular de toda la ciudad y parte del extranjero (o al menos lo era antes de partir a Íruzbin junto a Gábriel). Sin embargo no podía considerar esas relaciones como amistad. Con algunos de ellos, como el presidente, el alcalde, el jefe de policía o el alcaide de la penitenciaria, era tan solo una relación puramente laboral lo que les unía; Otros eran miembros gubernamentales que le ayudaban en ocasiones durante sus misiones; Y había mucha otra gente a la que saludaba e incluso charlaba con ellos, como Frank, el camarero del pub Silicio; Charles, el conserje del hotel en el que llevaba hospedado el último año y medio, además de las muchas mujeres que habían pasado por su vida y con las cuales le gustaba mantener el contacto y quedar como un caballero; Y, como no, los miles de fans, de todas la edades, que se deshacían en elogios hacia él. No obstante a Jonhy era al único al que trataba como un verdadero amigo, ya que efectivamente lo era.

    Ambos se criaron juntos en el orfanato Kraik, situado al norte de la ciudad. El carácter atrevido y despreocupado de Jonathan le hacía meterse en líos continuamente, líos de los que un joven Rafael le tenía que sacar. Jonhy siempre había apuntado maneras en cuanto a tecnología se refería. Desde pequeñito se le daban bien los ordenadores y conforme fue creciendo se convirtió en todo un hacker autodidacta. Mr. Luz supo aprovechar ese potencial y darle un buen uso, recomendando a su amigo, una vez fue el héroe de Sumadia y se hubo ganado el respeto, para un puesto dentro de la puntera empresa Acad Tecnología. Gracias a su influencia, Jonhy consiguió la oportunidad de entrar a prueba, pero fue por su talento, deslumbrando a sus superiores, lo que le hizo ganarse un puesto fijo e ir ascendiendo.

    El héroe debía averiguar lo que estaba pasando y si pudiera hablar con su amigo seguramente podría esclarecer en gran medida sus numerosas dudas. Así que su siguiente paso estaba decidido, iría a la sede de Acad Tec. en busca de su amigo.

    Ya hacía un rato que había oscurecido, pero la actividad en la gran plaza y alrededores seguía siendo nula. No había visto a nadie caminando por las calles.

    Mr. Luz se puso en pie y se preparó para alzar el vuelo cuando algo a lo lejos llamó su atención. Un grupo de militares apareció por una de las calles colindantes. Un convoy formado por una pequeña tanqueta blindada, escoltada por dos soldados a cada lado empuñando rifles de asalto, y encabezada por otro hombre también fuertemente armado. La tanqueta, además, contaba con una ametralladora instalada en el techo del vehículo. El convoy se detuvo en seco al vislumbrar en mitad de la oscura plaza un extraño personaje vestido totalmente de blanco.

    —¿¡Quién eres!? —exclamó con autoridad uno de los militares, dando un paso al frente y apuntando con su arma al solitario personaje—. ¡Ya ha empezado el toque de queda! !No puede estar aquí!

    «¿Toque de queda?»

    Los cuatro soldados que aguardaban a los lados del vehículo, al no recibir respuesta alguna, prepararon sus armas.

    —¡Levante las manos y acérquese lentamente! Si hace algún movimiento sospechoso morirá.

    «¿Qué demonios está pasando aquí? ¿Se ha impuesto la ley marcial?»

    Mr. Luz levantó las manos para indicar que no tenía malas intenciones.

    —No quiero problemas —dijo—. Soy Mr. Luz —esperó unos segundos con la esperanza de que alguno de esos militares le reconociera. Estos cuchichearon entre ellos, pero al ver que no confiaban, prosiguió—. He estado fuera un tiempo y no se que ha sucedido en mi ausencia. Desconocía que se hubiese implantado la ley marcial. Si fueran tan amables de explicarme que ha pasado...

    Los hombres lo inspeccionaban con la mirada.

    —Esto no me gusta señor —murmuró uno de los soldados—. No tiene ni pies ni cabeza, ¿dónde se supone que ha estado para no saber lo que está pasando? ¿En otro mundo, o qué?

    —Dicen que pueden adoptar diferentes aspectos —intervino otro.

    —No deberíamos fiarnos...

    —Tened cuidad —concluyó el soldado al mando—, quizá sea uno de ellos. Estad atentos, a la menor sospecha disparad —ordenó a sus hombres.

    —Solo busco una explicación, por favor.. —insistió el héroe, que permanecía con los brazos en alto.

    —No vamos a seguirte el juego, seas quien seas. Si quieres seguir viviendo acércate lentamente y no hagas ningún movimiento sospechoso —amenazó el soldado.

    Esto le hizo dudar. Esos hombres no confiaban en él y no iba a obtener de ellos ninguna explicación que pudiera servirle para esclarecer los hechos. Estaban fuertemente armados, e intuía que si cooperaba, en el mejor de los casos, lo detendrían y encarcelarían, y en el peor probablemente lo matarían. Si quería descubrir que estaba pasando debía permanecer libre y encontrar a Jonhy, así que no podía hacer lo que esos militares le exigían.

    La situación se tornaba más tensa a cada segundo que pasaba. El héroe con los brazos en alto, analizaba la situación mientras los soldados, tensos e impacientes, apuntaban hacia él todas sus armas, con los dedos preparados en los gatillos, esperando el menor indicio de rebeldía por su parte.

    Intuyó lo que estaba a punto de suceder y sabía que no tenía más alternativa. Hizo un rápido gesto, contrayendo su cuerpo hacia abajo, arrodillándose ligeramente para, acto seguido, dar un potente salto con todo el impulso acumulado y salir proyectado hacia los cielos.

    —¡¡Disparad!!

    Una intensa ráfaga de balas, procedente tanto de los rifles de los soldados como de la ametralladora del convoy, se dirigió con rapidez en dirección al héroe. Este exprimió al máximo las capacidades anti-gravitatorias de su traje para salir volando a toda velocidad, intentando esquivar la metralla que le llegaba. Afortunadamente los pocos proyectiles que consiguieron alcanzarle fueron absorbidos por su traje, haciendo que saliera indemne de tan comprometida situación.

    —Malditos sean... —se lamentó uno de los soldados mientras observaban un punto blanco disiparse en la noche oscura.

    Mientras surcaba el cielo nocturno iba dándole vueltas a la cabeza pero, por más que intentaba hacerse una idea de lo sucedido, no conseguía comprender que podría haber pasado en el tiempo que había estado ausente para que la situación hubiera llegado a ser como era: gente aterrorizada, la ley marcial impuesta, grupos de militares armados hasta los dientes patrullando la gran ciudad de Sumadia... y todo lo que aun no sabía. Necesitaba respuestas y las necesitaba ya.

    Finalmente llegó a la zona nordeste de la ciudad, frente a la gran sede de Acad Tecnología. Mientras descendía sobre la azotea del edificio solo pensaba en una cosa:

    «Ojalá estés bien colega.»

    Acad Tec.

    Mr. Luz conocía bien el interior de la sede de Acad Tec., ya que estos eran los creadores de su supertraje. La había recorrido cientos de veces cuando acudía a recibir nuevas mejoras o a solicitar que repararan los desperfectos sufridos en las duras batallas que había vivido protegiendo a la ciudad y a sus habitantes.

    Aunque el traje era un producto muy especial en el que la empresa había volcado sus esfuerzos y recursos, era tan solo uno de sus muchos proyectos. Acad Tec. era una importante empresa responsable en gran medida de los últimos grandes avances en el sector bélico, probablemente la más influyente del planeta. Los tratos de favor de que gozaba Acad Tec. por parte del gobierno le habían sido de gran ayuda para consolidarse y conseguir situarse a la cabeza de la industria, dando una superioridad armamentística a Sidonéa frente a sus enemigos.

    El héroe accedió al edificio por la entrada que sabía más despejada. Avanzó cautelosamente a través de las distintas secciones de la enorme sede intentando no llamar la atención de los pocos trabajadores que aún seguían trabajando, pese a las horas, y de los guardias de seguridad nocturnos que debían estar entrando en sus puestos. Tras unos minutos llegó finalmente a la sección en la que su amigo trabajaba, Investigación y Desarrollo, pero, como había temido, Jonhy ya no estaba ahí. Era tarde y lo lógico era que estuviese en su apartamento descansando.

    Tras sopesar la situación, con el toque de queda y las patrullas armadas, lo mejor sería pasar la noche allí y esperar la llegada de su amigo al día siguiente.

    Le esperaba una larga noche por delante y, aunque estaba deseando volver a dormir en su comodísima cama de bioespuma, de la cual no había podido disfrutar desde que comenzara su periplo, no le costaría mucho conciliar el sueño ya que traía el cansancio acumulado de un largo viaje interestelar. Echó un vistazo a su alrededor, cogió dos sillas y colocó una enfrente de otra, fabricándose una improvisada cama. Se sentó en una de ellas, recostándose hacia atrás y apoyó los pies en la otra. No era una postura especialmente cómoda, pero era lo mejor que había encontrado. Cerró los ojos y no tardó en sumirse en un profundo sueño...

    —¿¡Pero qué...!?

    Mr. Luz se despertó sobresaltado. La luz del Sol se dejaba ver a través de las rendijas de la cortina que cubría la ventana. La voz que le había despertado venía de detrás suyo.

    —¡¡Benditos los ojos que te ven!! ¡Eres tú, Rafael!

    Una enorme sonrisa se dibujó en el rostro del héroe al contemplar ante él a su amigo de la infancia. Sus ojos marrones brillaban de emoción tras sus gafas de diseño. Estaba igual de bien que siempre.

    —Maldita sea, me tenías muy preocupado —le recriminó acercándose a él. El héroe se puso en pie y le tendió la mano, pero Jonhy le propinó un enérgico abrazo.

    —Yo también me alegro de verte —sonrió el héroe devolviéndole el abrazo.

    —Tío, ¿dónde has estado? Ya casi había perdido la esperanza —durante unos segundos se quedó contemplándole, mirándole de arriba a abajo satisfecho de comprobar el buen aspecto que presentaba—. Con todo lo que ha pasado pensé que debías estar muerto, si no hubieras hecho algo para impedirlo. No podía creer que el bueno de Mr. Luz dejara desamparados a sus queridos ciudadanos. No quería creerlo...

    —De eso precisamente quería hablarte.

    Jonhy se quitó la chaqueta que llevaba, dejando ver una camisa blanca bajo un chaleco ceñido que combinaba con el tono grisáceo de los tejanos. Colgó la chaqueta en el perchero, cambiándola por una bata blanca con el logo de Acad Tec. que se colocó tranquilamente. Después volvió hacia el escritorio.

    —Estaré encantado de escuchar lo que tengas que decirme. Estoy deseando saber donde has estado todo este tiempo —se apoyó sobre la mesa, cruzó los brazos y esperó con interés a que Rafael comenzara su relato.

    —Te lo contaré todo, pero es una historia larga y antes necesito saber algo ¿Qué es lo que ha sucedido en mi ausencia? Todo el mundo ha huido al verme en la gran plaza, y más tarde me he topado con un grupo armado patrullando la ciudad. Se ha instaurado el toque de queda... Y lo más extraño, la ciudad está diferente, como remodelada.

    Jonhy se lo quedó mirando con incredulidad.

    —Vaya, así que no sabes nada de nada...

    —Así es, y necesito saberlo.

    —Muy bien, te lo contaré todo amigo mío —Jonhy carraspeó aclarándose la voz—. Veamos, el día en que desapareciste una gran nave espacial alienígena irrumpió en la capital. Se formó un gran colapso. El gobierno no tuvo más remedio que admitir la evidencia: no estamos solos. Puedes imaginar el miedo que despertó el comunicado: Hay seres ahí fuera, y son más avanzados que nosotros. Poco después comenzaron los ataques.

    —¿Ataques?

    —Si —contestó Jonhy—. Naves extraterrestres atacaron varias ciudades. Hubo mucho ajetreo en el gobierno. El presidente Davids dimitió y Edgar Follen cogió el mando. Su discurso acerca de la incapacidad del gobierno a hacer frente a la amenaza alienígena caló hondo y forzó la salida de Davids. Él asumió el mando prometiendo que volcaría sus esfuerzos en plantar cara a los invasores.

    Mr. Luz no entendía nada.

    —Y poco después comenzaron las abducciones. Al principio se daban en zonas alejadas o en las afueras de las grandes ciudades. Pero poco a poco comenzaron a ser más frecuentes y a producirse incluso en los grandes núcleos urbanos. Algunos de los abducidos vuelven a aparecer, los encuentran vagando desnudos y totalmente desorientados. Nunca recuerdan nada. Pero la gran mayoría nunca vuelve. Por ese motivo, y a fin de proteger al pueblo, se instauró el toque de queda, ya que cuando anochece es cuando más abducciones se producen.

    —¿Quién está detrás de esas abducciones? —preguntó el héroe.

    —No lo sé. Alguna raza alienígena hostil, imagino —dijo encogiéndose de hombros.

    Rafael lo contempló meditativo durante unos segundos, después bajó la cabeza y permaneció sentado.

    —Está bien. Aún me quedan muchas incógnitas, pero ya es algo —dijo—. Ahora yo tengo que explicarte algo.

    —¡Y tanto que tienes que explicarme! ¿Dónde has estado metido todo este tiempo?

    —Está bien colega, ¿recuerdas la última vez que nos vimos?

    —Si, fue cuando viniste a Acad Tec. a recoger una mejoras para tu traje.

    —Exacto. ¿Y cuanto tiempo hace de eso?

    —Pues... casi cuatro años —respondió Jonhy.

    Mr. Luz se lo quedó mirando sin decir una palabra.

    —¿Cuatro años? —repitió con incredulidad—. Para mi hace solamente quince días...

    Jonhy lo miró con los ojos muy abiertos.

    —¡¿Me estás diciendo... que has viajado en el tiempo?! —preguntó arqueando una ceja.

    —No lo sé —el héroe se levantó de la silla y dio varios pasos en dirección a la ventana, mientras pensaba sobre el asunto—. Creo que más bien tiene que ver con el viaje espacial...

    —Ey, ey, eyyy... ¿Viaje espacial? Tío, ¿¡pero dónde has estado!?

    —De acuerdo, te lo contaré todo. Puede que tu seas capaz de entender que me ha pasado...

    Más de una hora le llevó al héroe relatarle toda la historia, y eso dejando a un lado, de momento, detalles importantes como las declaraciones de Enuk sobre el origen de la raza humana.

    —¡Joder colega! Solo puedo decir que es una historia... alucinante —exclamó—. Podrías escribir un libro con eso.

    El héroe sonrió.

    —Quizá algún día lo haga, pero ahora tenemos otras prioridades. ¿Qué opinas, crees que el problema del tiempo puede ser debido al viaje espacial?

    —Sin duda parece la respuesta más coherente. Conozco un caso parecido, el de un astronauta que permaneció en una misión en el espacio casi veinte años. Cuando volvió descubrió que, en comparación con todos sus familiares y amigos, él no había envejecido apenas.

    Rafael fue a decir algo, pero Jonhy le interrumpió.

    —No es lo mismo, lo sé. Pero demuestra que hay ciertas anomalías con el tiempo cuando sales del planeta.

    —Si, puede ser... —masculló su amigo.

    Jonhy se puso en pie y se dirigió hacia la mesa en la que se encontraba su ordenador.

    —Dando esa explicación como válida, aunque sea de manera temporal, resolvemos el primer misterio, pero nos queda otro. ¿Quién es el autor de los ataques y las abducciones? Si dices que no pueden ser los iruzbianos..

    —No, imposible. Ni Enuk ni Ank-tu lo hubieran permitido. Además Gábriel sigue allí con ellos.

    —Bien, y entonces, ¿quién está sembrando el terror y abduciendo humanos?

    Jonhy estaba eufórico. La historia que le había contado su amigo le había encantado, la vivió intensamente. La gran aventura interestelar de su amigo Rafael. Héroes, reptilianos, extraterrestres, tecnología futurista... le pareció fascinante. Tanto se había metido en el relato que ya se sentía protagonista, y estaba usando todos sus poderes deductivos para esclarecer el caso. Se sentó ante su mesa, pulsó un botón y una imagen holográfica se materializó ante él.

    —Ven, quiero que veas esto —añadió mientras tecleaba algo en el equipo.

    El héroe se acercó lentamente, asombrado al contemplar el monitor holográfico. Era la primera vez que veía algo así. Cuando se fue

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