Xiloeh y otras historias

Por Javier Cabezudo

Una pareja incestuosa se enfrenta a un dios pagano en un aislado pueblecito de Uruguay. Una charla acerca de zombies tiene un abrupto final en el Himalaya y las delirantes confesiones que le hace un profesor universitario a un alumno en un viaje de egresados en Grecia muestran que el mundo es un lugar extraño y que las mas locas fantasias no son mas que una versión de la mas cruda realidad.

• Idioma: Español
• Editorial: Javier Cabezudo
• Fecha de lanzamiento: 18 sept 2011
• ISBN: 9781465984753

Javier Cabezudo

Javier Cabezudo es un escritor uruguayo nacido en 1973. Varios de sus cuentos han sido reconocidos nacional e internacionalmente. Algunos de ellos fueron publicados en diversas antologías. Minerva es su primera novela publicada digitalmente

Vista previa del libro

Xiloeh y otras historias.

De Javier Omar Cabezudo

Copyright 2011 Javier Cabezudo

Smashwords Editions

***

Smashwords Edition, License Notes

This ebook is licensed for your personal enjoyment only. This ebook may not be re-sold or given away to other people. If you would like to share this book with another person, please purchase an additional copy for each recipient. If you’re reading this book and did not purchase it, or it was not purchased for your use only, then please return to Smashwords.com and purchase your own copy. Thank you for respecting the hard work of this author.

***

Indice

Rolang

Xiloeh

La carcajada del profesor Barrios

Notas finales

ROLANG

Los Sherpers se alejaron del campamento al galope. Desaparecieron en dirección al poblado, en medio de una gran polvareda.

El topógrafo y el Mayor se quedaron solos; atados al poste, espalda con espalda, mientras la fogata jugueteaba a unos quince metros de ellos. Los camellos, dormitando en sus establos, parecía extraños artefactos entre las ráfagas de aguanieve y niebla. Esa zona del Himalaya parecía en constante crepúsculo.

-No debimos intentar hacerles trampas, mayor, los sherpers no son tontos. _dijo el topógrafo.

El Mayor inglés chasqueó la lengua.

-No se preocupe. Hacer trampas en el juego es prácticamente una norma de etiqueta en esta región. Los sherpers solo nos están gastando una broma, no quieren hacernos daño, es solo....folklore.

Frente a ellos, con su blanca ladera prácticamente levantando en ángulo el campamento, el Pico Makalu se alzaba imponente. Mas atrás, perdiéndose entre la neblina, aparecían el Nanga Parbat, el Comunismo, el Gashembrum II, alineados como un pelotón de gigantes nevados.

-Nuestra situación dista mucho de ser mala. Fíjese en el tipo ese, a lo lejos, en la montaña, ese si parece estar en problemas.

El topógrafo aguzó la mirada. A media ladera del Makalu, un puntito negro se agitaba con la ventolina. Estaba lejos, daba la idea de ser una

persona perdida en medio de la nieve.

-¿Que demonios le pasa a ese?

_No se. Es raro que se encuentre allí, solo, con este clima. Puede ser una viuda o una suplicante que va a Ciudad De La Muerte a cumplir una promesa.

-Mas bien parecería que viene de allí.

El Mayor era un oficial colonial inglés total. Prácticamente salido de las páginas de Kipling. Su sombrero con un ala doblada, su collar adornado con garras de fieras, su estado flemático y calmado ante cualquier situación eran famosos en la expedición. Al topógrafo, en cambio, parecía que hacía 15 minutos que lo habían sacado de su oficina de Liverpool .

Habían pasado toda la noche jugando con los guías locales (Sherpers) al Phachamaka; esa diabólica e innoble mezcla de dominó y dados que se practica solamente al Norte del valle de Lantang. El Mayor había inducido al topógrafo a hacer una trampa completamente idiota. Los sherpers se dieron cuenta y les dieron una amable paliza, golpeándolos en el cuerpo a fin de que sus gruesas chaquetas de cuero curtido y engrasado lo protegieran de cualquier herida seria.

Solo el topógrafo se había lastimado un poco al caer de rodillas a consecuencia de una patada. Ambos habían sido amarrados a un poste y abandonados en el campamento. Los sherpers estarían bebiendo y riéndose de ellos en la aldea.

El topógrafo recorrió con la mirada el valle de Makalu. Frente a él, a media ladera, se alzaba el motivo de su presencia en el Himalaya.

Las ruinas de un modesto cementerio mogol pomposamente denominado Ciudad de la Muerte (Aunque en las actas del topógrafo figuraba simplemente como; emplazamiento 6, cuadrado 2B, cota: 80 pies). Desde hacia dos meses trepaba todas las mañanas la ladera para relevar las piedras, los monolitos, las alineaciones y los movimientos de tierra de la pequeña necrópolis