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La felicidad en la mesita de noche
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La felicidad en la mesita de noche
Libro electrónico134 páginas1 hora

La felicidad en la mesita de noche

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La felicidad está al alcance de tu mano
En este librito, Alberto Simone nos habla de que existe un tipo de felicidad duradera y a nuestro alcance, y nos da las claves para conseguir la estabilidad emocional y la paz interior que nos ayudarán a disfrutar y a ser felices con las pequeñas cosas que hacen que la vida sea maravillosa. Simone nos ofrece pequeños secretos con los que ser feliz día a día y demuestra que la felicidad depende en gran medida de nuestra relación con lo que nos rodea.
"Pequeños (y concretos) remedios para vivir mejor."
Corriere della Sera
"Alberto Simone escribe con ligereza, tiene un lenguaje sencillo y se expresa con optimismo. Parecen las palabras de un amigo que nos enseña a escucharnos y mejorar."
La Repubblica
"La felicidad en la mesita de noche es un manual con píldoras de sabiduría que te ayudarán a vivir mejor y te enseñarán a estar agradecido por cada cosa, a ver siempre el vaso medio lleno."
Sololibri
"Un libro que acompañará de la mano al lector en su evolución personal."
Pragma Magazine
"La felicidad en la mesita de noche de Alberto Simone es la linterna que nos ayuda a ver mejor."
Meddi Magazine
"Alberto Simone tiene el don impagable de hacernos sentir mejor a todos."
Maria Rita Parsi
"Alberto Simone nos regala un pasaporte al mundo de los sueños."
Antonio Mazini
IdiomaEspañol
EditorialKitsune Books
Fecha de lanzamiento11 mar 2019
ISBN9788416788293
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    La felicidad en la mesita de noche - Alberto Simone

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    CONTENIDO

    Portada

    Página de créditos

    Sobre este libro

    Premisa: El síndrome de Huckleberry

    Qué te impide ser feliz

    No eres un pez

    La plena aceptación de la vida

    Adaptarse en busca del amor

    La Sociedad de los Teléfonos

    A qué llamamos realidad

    La felicidad con F mayúscula

    La mente negativa

    Las cosas que dan sentido a la vida no se pueden comprar

    Es fácil estar bien cuando las cosas van bien

    El genio de la lámpara

    Nada está separado en la naturaleza

    Entanglement

    La felicidad escondida

    Quejarte no cambiará la situación

    Si realmente quieres salvar el mundo

    Hace tiempo sonreías cuatrocientas veces al día

    ¿Quieres cambiar tu vida? Empieza haciéndolo durante doce horas

    Ya lo eres todo

    Eres lo que sientes

    Ecología de las palabras

    Somos de la materia de la que están hechos los sueños

    La casa en la que nacemos

    El sentido de los acontecimientos negativos

    Tres simples condiciones para ser feliz

    La paz en el corazón

    Por qué enfermamos y cómo ayudarnos a curarnos

    El bien tiene una marcha adicional

    La pretensión del control

    Nacer de verdad

    La cuchara con el mango demasiado corto

    Transforma lo que no te gusta

    La ley espiritual de la reciprocidad

    Las mentiras esconden miedo

    Los vengadores y los reparadores

    No eres tu nombre

    No tengas miedo

    Recupera el mando

    Plegaria para la noche (o para la mañana, si prefieres)

    Cambia la película de tu vida

    Epílogo

    Agradecimientos

    Sobre el autor

    LA FELICIDAD EN LA MESITA DE NOCHE

    Pequeños secretos para vivir mejor

    Alberto Simone

    Traducción de Elena Rodríguez

    LA FELICIDAD EN LA MESITA DE NOCHE

    V.1: marzo, 2019

    Título original: La felicità sul comodino

    © TEA S.r.l., Milano, 2018

    © de la traducción, Elena Rodríguez, 2019

    © de esta edición, Futurbox Project S.L., 2019

    Todos los derechos reservados.

    Diseño de cubierta: Taller de los Libros

    Imagen de cubierta: Shutterstock - Unterwegs

    Publicado por Kitsune Books

    C/ Aragó, 287, 2º 1ª

    08009 Barcelona

    info@kitsunebooks.org

    www.kitsunebooks.org

    ISBN: 978-84-16788-29-3

    IBIC: VX

    Conversión a ebook: Taller de los Libros

    Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser efectuada con la autorización de los titulares, con excepción prevista por la ley.

    LA FELICIDAD EN LA MESITA DE NOCHE

    La felicidad está al alcance de tu mano

    En este librito, Alberto Simone nos habla de que existe un tipo de felicidad duradera y a nuestro alcance, y nos da las claves para conseguir la estabilidad emocional y la paz interior que nos ayudarán a disfrutar y a ser felices con las pequeñas cosas que hacen que la vida sea maravillosa. Simone nos ofrece pequeños secretos con los que ser feliz día a día y demuestra que la felicidad depende en gran medida de nuestra relación con lo que nos rodea.

    «Pequeños (y concretos) remedios para vivir mejor.»

    Corriere della Sera

    A Roberta, a mis hijos, a mis maestros

    Premisa: El síndrome de Huckleberry

    Para aquellos que todavía no sepan qué es el síndrome de Huckleberry, no recomiendo buscar la explicación en Wikipedia o en el manual de psiquiatría más reciente. No encontraréis nada al respecto, a pesar de que se trata de un síndrome muy común entre los seres humanos, independientemente del sexo, la raza, la procedencia geográfica, la edad, la condición socioeconómica o la religión.

    Yo mismo, tras décadas de estudios clínicos, observaciones psicológicas y varias especializaciones psicoterapéuticas, jamás he hallado rastro alguno de una descripción de los síntomas. Y esto a pesar de que, tarde o temprano, el síndrome de Huckleberry afecta a todo el mundo…

    Yo lo descubrí por casualidad y enseguida identifiqué los síntomas en muchas personas que conozco, incluso en mí mismo. La definición que recojo aquí se debe a uno de los pacientes más graves que he conocido, el «paciente cero», como suele denominarse al primer sujeto en el que se identifican los síntomas iniciales de una pandemia.

    La persona en cuestión se llama Roberta. Es la mujer a la que más quiero en el mundo y, para mí, ha sido la fuente de inspiración para casi todo lo que he descubierto desde el día que nos conocimos.

    Una de las características de esta criatura es la imposibilidad de reservarse solo para ella un descubrimiento interesante, un momento de dicha, un soplo de felicidad o un atisbo de belleza. Su necesidad de compartir es inevitable, compulsiva y, definitivamente, patológica.

    Nuestros hijos lo saben muy bien. Cuando comemos y prueba algo delicioso, enseguida está dispuesta a meterte el tenedor en la boca para que tú también puedas degustarlo. Si, por la noche, estamos en la cama y cada uno lee un libro, apuesta lo que quieras a que, en cualquier momento, recitará en voz alta la frase que acaba de leer y que le ha gustado. Y no hay manera de hacerle comprender que yo también estoy tan concentrado como ella en la lectura de mi libro, porque no se detendrá hasta que escuches lo que le ha hecho reír, llorar, reflexionar y no sé qué más. Para ella, cualquier descubrimiento solo tiene sentido si puede compartirse con alguien; prácticamente, es como si esa experiencia, aunque la haya vivido en primera persona, no se hiciera real hasta el momento en que alguien más participa de ella.

    Precisamente, la definición del «síndrome de compartir compulsivamente» tiene su origen en una historia de la infancia de mi mujer.

    Cuando éramos pequeños —pobre de mí, en el siglo pasado—, en la televisión había un momento que todos los críos de nuestra generación recuerdan: se llamaba «La TV de los niños» y era una sección vespertina de la escasa programación televisiva italiana de la época, una especie de contenedor de películas, dibujos animados, juegos y otros programas destinados a los más pequeños.

    Una de las series de dibujos animados que emitían era estadounidense y era obra de Hanna y Barbera, dibujante y animador respectivamente: El show de Huckleberry Hound. Huckleberry era el nombre de un simpático perro y protagonista de innumerables desaventuras cómicas que, aun así, conservaba un optimismo inagotable.

    En Italia, los dibujos empezaban con una canción en la que todos los personajes, reunidos, cantaban: «Estamos todos aquí…», en un llamamiento a convocar a los pequeños espectadores, y finalizaba con la indefectible frase: «Y todos juntos, queremos ver: El show de Huckleberry Hound…».

    Era el programa preferido de Roberta y no se lo perdía por nada del mundo. Pero ese «todos juntos» imponía unas condiciones para la inminente diversión. De este modo, en cuanto las notas de la sintonía de El show de Huckleberry Hound empezaban a sonar, si sus hermanos no estaban allí con ella, la pequeña Roberta se alejaba del televisor e iba en su busca; para ella, era inconcebible que no estuvieran «todos juntos» en aquel momento, frente a la pequeña

    pantalla, para disfrutar del programa. Su compañía, y compartir aquel pequeño momento de alegría, eran los requisitos para que aquel fragmento de felicidad fuera tal.

    De aquí nace mi jocosa definición del síndrome de Huckleberry, para ella y para todos aquellos que no pueden evitar compartir su felicidad.

    Ahora bien, debo reconocer que, a fuerza de pasar tiempo con un enfermo tan grave, ¡el síndrome también se ha manifestado en mí! He llegado al punto en que, aunque me dedico a escribir, nunca se me habría pasado por la cabeza que un día trabajaría en un libro para hablar sobre felicidad con el único objetivo de compartir con el mayor número posible

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