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No quiero ir a trabajar
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No quiero ir a trabajar
Libro electrónico165 páginas2 horas

No quiero ir a trabajar

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Información de este libro electrónico

Porque a través del humor también se puede reflexionar y dar un giro radical a tu vida... Si quieres.

Hoy no quiero ir a trabajar es un libro de desarrollo interpersonal. Comprender a tu jefe o a tu empleado desde la empatía y el sentido del humor es la clave de este libro. Con un lenguaje sencillo y muy directo, Hoy no quiero ir a trabajar te hará pensar, si quieres; te hará reír, si quieres o, al menos, te hará pasar un rato entretenido.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento11 dic 2020
ISBN9788418435454
No quiero ir a trabajar
Autor

Óscar Montejo

Nacido en Valladolid hace cuarenta y seis años, Óscar Montejo ha estado siempre relacionado con la escritura. Primero, como compositor del grupo vallisoletano Palabra Maldita, donde ejercía como uno de los letristas; posteriormente, entrando de lleno en el mundo del desarrollo personal, a través del blog Reflejas, donde expone sus pensamientos y enfoque vital a través de textos claros, sencillos y directos con la intención de hacer reflexionar al lector. Ha publicado en portales de internet como La Nueva Ruta del Empleo y Natural Revista. En la actualidad, está terminando un máster de coaching y Hoy no quiero ir a trabajar es su proyecto final de curso, proyecto que, como él dice «se le ha ido de las manos» hasta convertirse en libro».

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    Vista previa del libro

    No quiero ir a trabajar - Óscar Montejo

    No quiero ir

    a trabajar

    Oscar Montejo

    No quiero ir a trabajar

    Primera edición: 2020

    ISBN: 9788418435966

    ISBN eBook: 9788418435454

    © del texto:

    Oscar Montejo

    © del diseño de esta edición:

    Penguin Random House Grupo Editorial

    (Caligrama, 2020

    www.caligramaeditorial.com

    info@caligramaeditorial.com)

    Impreso en España – Printed in Spain

    Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a info@caligramaeditorial.com si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    Gracias a Darío, por hacerme pensar

    que todo es posible.

    Gracias a Ana, por creer en mí cuando

    ni yo mismo lo hacía.

    Gracias a María, Carmen, Graziella y Juan Carlos, por darme más hostias que una estera cuando lo necesitaba.

    Gracias a Vicky, Sol, María, Lore, Noe y Noa,

    por vivir este proyecto conmigo desde el principio.

    Y gracias especialmente a todos los jefes y compañeros que han pasado por mi vida, fuente de inspiración para que me haya lanzado a escribir este libro.

    Prólogo

    El que fue cocinero antes

    que fraile sabe lo que pasa en la cocina.

    Refrán español

    Como con todas las cosas delicadas o que no se pueden empezar a utilizar así como así, este libro que tienes en tus manos tiene manual de instrucciones. No hagas lo de siempre y léelas, por favor. Están justo después del índice, a tu disposición desde el principio. Venga, deja de leer este prólogo ahora y, cuando las hayas leído y aceptado, vuelves.

    ¿Las has leído? ¿Seguro? Bien, confío en ti. Puedes seguir.

    Sumergirse, disfrutar y aprender de este texto de Óscar implica aceptar de manera explícita tener el suficiente sentido del humor y la necesaria apertura mental para ser capaz de descubrir, bajo el estilo plagado de ironía y sarcasmo que utiliza, el verdadero valor que esconde. Que no es otro que la propuesta de ver al otro, al jefe, al empleado, al compañero, a todos los personajes del mundo laboral, desde otro punto de vista.

    Con una combinación vertiginosa de diferentes maneras de contar, pero siempre utilizando un estilo franco y directo, rotundo y muy cercano, nos metemos en la piel de quien lleva muchos, muchísimos años en una posición privilegiada para observar atentamente a toda la «fauna» que puebla nuestras empresas y puede, con fundamento, sacar conclusiones al respecto: el empleado. Solo mezclando una gran capacidad de observación con la habilidad de analizar desde diferentes puntos de vista las situaciones y comportamientos recurrentes en los lugares de trabajo es posible poner bajo la lupa del lector el origen de muchos de los conflictos, que muchas veces consideramos inevitables, entre compañeros, o entre jefes y empleados. Óscar defiende que no, que no son inevitables y nos muestra la solución para un mejor ambiente laboral, para obtener mejores resultados empresariales y para, en fin, que el simple hecho de trabajar no sea el suplicio que es para muchas personas cada día y que no es otra que ver a los demás desde otro punto de vista: como seres humanos.

    Es posible que te reconozcas en alguno de los personajes que pueblan este libro que estás a punto de comenzar. Y seguro que también reconoces a tus compañeros, a tus jefes y a tus subordinados, si los tienes. Pero más allá de las sonrisas que provoca leer cómo se describen con maestría las características de comportamiento más habituales en entornos laborales y las relaciones típicas que se producen entre las personas —y cómo tú, en tu cabeza, les pones nombres y apellidos de forma casi automática—, te sugiero que te quedes con el fondo, con todo aquello que nos hace comportarnos así, de esa manera concreta, y que Óscar explica muy claramente.

    Es importante porque solo con el conocimiento del fondo, de las motivaciones, de las emociones, de los valores, de todo aquello que nos hace humanos antes que trabajadores podrás, si es que así lo quieres, remangarte, ponerte manos a la obra y conseguir, seas mal o buen jefe, empleado o compañero, darle la vuelta a lo que tienes ahora y no te gusta; cambiar comportamientos, relaciones, reacciones y conflictos innecesarios. Con el conocimiento del fondo es como puedes pasar de la posición de víctima de los acontecimientos —laborales en este caso— a la responsabilidad, a tomar las riendas, a pasar a la acción y hacer lo que sea que esté en tu mano para ver al otro como se merece, como un ser humano igual que tú que quizá hasta quiera lo mismo que tú. Si alguien puede cambiar esto, a lo mejor eres tú.

    Queridos jefes malos, si queréis, podéis dejar de ser malos y pasar a ser lo que queráis ser. Si necesitáis apoyo tras leer este libro, contactad con Óscar. Os echará una mano encantado. ¡Buena suerte!

    Juan Carlos Menéndez

    Coach y escritor del libro Cosas de coaching

    Nota introductoria

    No quiero ir a trabajar surgió como un proyecto de fin de máster que se me fue de las manos.

    No es ningún manual ni libro de autoayuda propiamente dicho. Es más un libro de crecimiento interpersonal que otra cosa, cuya única pretensión es pasar un rato ameno mientras reflexionamos un poquito sobre ciertos temas que todos vivimos o hemos vivido.

    Estarás de acuerdo con algunas cosas y otras te parecerán una soberana estupidez. ¡¡¡Estupendo!!! Significará que has gastado un poco de tiempo en pensar y en cuestionar, algo que me parece simplemente maravilloso porque cuando nos cuestionamos las cosas surgen nuevos puntos de vista y nuevas ideas.

    Hay partes divertidas, con un poquito de mala leche, y otras más reflexivas, y ambas forman parte de quién soy. No te esperes un manual de cómo hacer las cosas ni el remedio mágico para solucionar tus problemas. Simplemente, encontrarás otro enfoque. Si te sirve, fantástico; y si no es así, que al menos te haga replantearte algunas cosas de tu vida laboral.

    Sin más, que comiencen los Juegos del Hombre. —Me moría de ganas por meter esta chorrada, aunque fuera con calzador—.

    1.

    Manual de instrucciones

    ¡ATENCIÓN! Antes de proseguir con la lectura del libro, leer detenidamente las instrucciones de uso.

    1.SI ES VD. EMPLEADO

    •No tomarse las cosas demasiado en serio. Si tiene problemas con este punto, abstenerse de continuar con el libro.

    •Tener la mente abierta y ser receptivo. Si tiene problemas con este punto, no continuar con el libro.

    •Tener sentido del humor. Si tiene problemas con este punto, no continuar con el libro.

    •No sentir un odio irrefrenable contra lo que sea. Si tiene problemas con este punto, abstenerse de continuar con el libro.

    2.SI ES VD. JEFE

    •No tomarse las cosas demasiado en serio. Si tiene problemas con este punto, abstenerse de continuar con el libro.

    •Tener la mente abierta y ser receptivo. Si tiene problemas con este punto, abstenerse de continuar con el libro.

    •Tener sentido del humor. Si tiene problemas con este punto, abstenerse de continuar con el libro.

    •No sentir un odio irrefrenable contra lo que sea. Si tiene problemas con este punto, abstenerse de continuar con el libro.

    Este libro no sustituye al psiquiatra, al psicólogo, al coaching, a cualquier actividad que termine en -ing, al Club de la Comedia, al sexo ni a salir de farra con los amigos.

    Dicho esto, empecemos; o, como diría Tip, empezón.

    2.

    Carta a los jefes malos

    Queridos jefes malos:

    Os escribo esta carta para deciros que este año he sido muy bueno.

    Dejad de descojonaros, ¿ya? Entonces continúo. Pues sí, como os lo cuento, he sido muy bueno. Me he comido broncas por cosas que no había hecho y sin rechistar —en honor a la verdad, sí rechisté un poco—.

    No he faltado un solo día al trabajo, ni siquiera cuando me entró aquel dolor de muelas que me hacía ir al curro completamente colocado de Nolotil. Con todo y con eso, ahí estuve yo, al pie del cañón. Mi puntualidad, exquisita, y eso que tener que entrar a las cuatro de la mañana no es moco de pavo. Y pese a este horario tan precioso, aquí estaba el tete currando desde primera hora como si me fuera la vida en ello. Eso es de ser un niño bueno, ¿no creéis?

    He aceptado cambios de turno, horas extras «por el bien de la empresa» y no me he quejado de mi sueldo, aunque lleve congelado más tiempo que los flashes de piña que llevan años en mi congelador de casa. Sí he de reconocer una cosa: me he quejado a mis compañeros. Y mucho. Pero el derecho a la pataleta es constitucional, ¿no? Si bien es cierto que esas quejas me las he comido con patatas y ni os habéis enterado.

    Criticar…, os he criticado, lo reconozco. ¿Que os ha caído algún mote? También. ¿Que os han tenido que pitar los oídos algunas veces? Mea culpa. Pero entendedme. Somos humanos y no se puede estar en modo zen todo el día, aunque he hecho lo posible para estar en ese estado el mayor tiempo que he podido.

    En fin, para este año os pido que estéis más calmados. Comprendo que los números han de cuadrar y que desde arriba os tocan los huevos a base de bien, pero no tenemos la culpa de eso. No es necesario tanto grito, que os juro que oír, oigo perfectamente. Y si tenéis que decirme algo, pues me lleváis a vuestro despacho y me cantáis las cuarenta si es necesario. Pero delante de los clientes no, por favor, que encima queda la empresa como el culo. ¿Veis cómo me preocupo por la empresa?

    Hacer horas no me importa, de verdad, pero tened en cuenta que tengo vida. Sí, sí, os puede parecer sorprendente, pero tengo vida. Tengo un hijo —¿a que no lo sabíais?—, una pareja a la que apenas puedo ver y que me aguanta quién sabe por qué, amigos y actividades varias que hago en mi tiempo libre. Tened eso en cuenta, por favor.

    Unas palabritas de ánimo al equipo de vez en cuando tampoco nos vendrían mal, sobre todo cuando veáis que lo están dando todo. Os sorprenderá, pero a veces, solo con eso, uno trabaja mejor y rinde más. Fijaros que del sueldo ni os hablo. ¿Que creo que debería ganar más? Seguro. Pero cuando entré a trabajar con vosotros ya sabía la situación y la asumí, así que si se os cruzara el cable y dejarais de agarraros al «famoso convenio» para pagarnos un poco más, sería muy bien recibido.

    Por lo demás, solo me queda daros las gracias. No, no, no estoy de coña. Claro que quiero daros las gracias. Os quiero agradecer que confiasteis en mí cuando nadie lo hacía y me disteis la oportunidad de poder volver a trabajar después de mucho tiempo.

    Os quiero agradecer la paciencia inicial para enseñarme todo lo que debía saber de mi trabajo. Fueron unos meses durillos, pero creo que el resultado no fue del todo malo porque aún estoy aquí, ¿no? Y también quiero daros las gracias por todos los malos momentos que me habéis hecho pasar. Ahora, con la perspectiva del tiempo, me doy cuenta de que, de no haber sido por ellos, hoy no me hubiera atrevido a escribiros esta carta. Así que, queridos jefes malos, con mucha ilusión esperaré esta noche a ver si alguno de mis deseos se hace realidad. Que uno no deja de creer en la magia por muy mayor que se haga y, ¿qué quieres?, todavía me ilusiono.

    3.

    Jefe y empleado:

    ¿son tan distintos?

    Siempre digo la verdad,

    incluso cuando miento digo la verdad.

    Al Pacino

    como Tony Montana,

    en El precio del poder

    Con la venia, señoría. Quería agradecer al Ministerio Fiscal la oportunidad de poner fin a esta injusticia latente y palpable que durante tantos años ha ido lastrando la imagen de mi defendido, el jefe. Ser jefe no es sencillo, señores del jurado. Es fácil echar cajones de mierda contra un jefe por el mero hecho de ser quien toma las decisiones, quien abronca —solo cuando es necesario—, quien pone orden en lo que sin duda sería

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