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Y Discutían Por El Camino
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Libro electrónico260 páginas3 horas

Y Discutían Por El Camino

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Quines discutan? Por qu discutan? Sobre qu discutan?
Novela contempornea y de entretenimiento, con personajes de diversas creencias, quienes te cautivarn por su personalidad y con quienes te identificars. Al mismo tiempo, irn provocando en ti emociones y cuestionamientos que quiz no te has atrevido a confrontar.
La novela te mantendr enganchado de principio a fin y te permitir ir haciendo conciencia con respecto a las necesidades de todo ser humano en sus aspectos fsico, intelectual, familiar, social, emocional y espiritual a lo largo de toda la lectura.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento3 oct 2012
ISBN9781463336370
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    Y Discutían Por El Camino - Ani T Garza

    Y DISCUTÍAN

    POR EL CAMINO

    Ani Garza T

    Copyright © 2012 por .

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o son usados de manera ficticia, y cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, acontecimientos, o lugares es pura coincidencia.

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    ventas@palibrio.com

    417705

    INDICE

    01.-Rumbo a Argentina

    02.-Patricia en Hacienda San Agustín

    03.-Patricia y Martha aprendiendo REIKI

    04.-Aterrizando en Buenos Aires

    05.-Universidad de Palermo

    06.-Familia de Ramiro y Alicia

    07.-Sorpresa para Cristina

    08.-Segundo día de clases

    09.-Centro yogarveda

    10.-Aclarando dudas

    11.-Una tarde de trabajo para Cristina

    12.-Noticia inesperada

    13.-Hay esperanza

    14.-Lunes de oración

    15.-El tercer hilo del cordel

    16.-Programa de radio

    17.-En la universidad

    18.-Hago lo que no quiero

    19.-No entiendo

    20.-Berenice no está de acuerdo

    21.-Sanidad

    22.-Rechazado por su amigo

    23.-Cena en casa de doña Emilia

    24.-Sigue la discusión

    25.-Los milagros suceden

    26.-Noticias del doctor

    27.-Despertando al buda interior

    28.-Aparece el secuestrado

    29.-Un sólo Dios

    30.-Vida Eterna

    31.-En Tigre

    32.-Regreso a Casa

    33.-Hasta el fin del mundo

    Este libro es para Ti.

    01.-Rumbo a Argentina

    Por fin llega el día esperado. Después de varias entrevistas con directivos del Tecnológico de Monterrey, exámenes y llenado de papelería, Cristina logra irse becada a Buenos Aires, Argentina, para cursar una Maestría en Comunicación. De 47 años de edad, soltera y conductora de un programa de radio, Cristina está lista para iniciar una nueva etapa de estudios después de 25 años de haberse graduado de la Carrera de Comunicación y Periodismo en el Tec.

    Al llegar al aeropuerto en Monterrey, para tomar el vuelo a Buenos Aires vía la ciudad de México, Cristina se dirige a su aerolínea para documentar equipaje y recibir su boleto impreso. La señorita del mostrador, viéndola a los ojos, amablemente le pregunta:

    —¿Es usted la señorita Cristina Fernández?— Cristina asiente con la cabeza dos veces. —Pues le tengo muy buenas noticias: el sistema me marca un upgrade para ponerla en primera clase y que pueda disfrutar, como usted ya sabe, de los asientos más grandes y cómodos, además de una comida preferencial.

    —Muchas gracias— sonríe. –Gracias Papá, por este favor —dice en voz baja, recordando por un instante el momento en que había sido adoptada y todo lo bueno que había venido a su vida.

    Son las 8:00 am y serán alrededor de 15 horas para llegar a Argentina, incluyendo la conexión vía la ciudad de México. Cristina está contenta porque podrá disfrutar del viaje en un asiento cómodo. Tendrá un buen tiempo para leer el libro que había comprado hacía algunos meses, pero no se había dado el tiempo de leer.

    Llega a la ciudad de México sin contratiempo. Sube al avión que la llevará a Buenos Aires, busca su asiento, en la fila 3, asiento B, pasillo. Acomoda su maletín en la compuerta superior, su libro en el respaldo del asiento de adelante, y se acomoda. Justo cuando está abrochando su cinturón, suena su Blackberry. El mensaje de correo electrónico dice: Sister, ya no alcancé a despedirme ayer, espero q te vaya mb en Buenos Aires, y q aproveches esa oportunidad de maestría en lo q tanto te gusta hacer. ¡Tus sobrinas y yo te vamos a extrañar! Seguimos en contacto por bb o email, te mando un abrazo -Malena. Cierra sus ojos, piensa en su familia que deja en Monterrey, y después, imagina cómo será ese tiempo de estudios en Argentina. No pasan más de 3 minutos, cuando escucha la voz de un hombre.

    —Buenos días. ¿Me permitís pasar? Mi asiento es el 3-A.

    —Buenos días, adelante —contesta Cristina, pegando sus rodillas al pecho para permitirle pasar. El hombre, de buen parecer, de alrededor de 50 años, toma su lugar, y busca abrocharse el cinturón.

    —Muy buen libro —comenta Miguel.

    —¿Perdón?

    —Sí, el libro de Una vida con propósito —señala Miguel, el respaldo del asiento frente a Cristina. —Lo leí hace tres años. Un amigo me lo regaló después de que mi esposa se fue. — El hombre recién se sentó y empezó a platicar.

    —Yo lo compré hace algunos meses, pero no me he dado el tiempo de leerlo, creo que este vuelo de diez horas, me dará oportunidad para darle un avance.

    —¿Sos de aquí? —pregunta Miguel con su acento argentino.

    —Así es. Soy mexicana, nací en Monterrey y toda mi familia, papás, hermanos y abuelos hemos vivido en Monterrey desde que nacimos. ¿Usted es de Argentina, verdad? Me encanta el acento de los argentinos, sobre todo ese che, muy distintivo de ustedes. ¿Y qué hace aquí en México?

    —Bueno, tenemos un negocio de tecnología de información; desarrollamos sistemas computacionales y México está siendo un buen cliente. Hemos estado viajando al DF para implementar el Sistema, pero esperamos que cuando el personal quede bien capacitado no requieran tanto de nuestra presencia. ¿Y vos, vas a Buenos Aires o alguna otra ciudad en Argentina?

    —Sí, llego a Buenos Aires. Me recomendaron una excelente universidad para la Maestría en Comunicación. Si todo va bien, estaré estudiando ahí durante dos años.

    Se quedan en silencio algunos minutos, y después Miguel dándose cuenta que no se había presentado, extiende su mano amablemente y le dice:

    —¡Hola! Miguel Toscani. Mucho gusto.

    —Hola, Cristina Fernández.

    —¿Dejás a tu familia en Monterrey? ¿Esposo, hijos?

    —Soy soltera. No me he casado, así es que no tengo problema para viajar.

    —¿Nunca te casaste? Sos muy bonita –le comenta Miguel sinceramente.

    —No, no me he casado aún. Tuve un novio durante seis años, ya tenía mi anillo de compromiso, faltaban tres meses para nuestra boda, y tuve que terminar con él.

    —¿Tuviste? ¿Tuviste que terminar con él?

    —Sí, pero es algo de lo que en estos momentos no quisiera hablar.

    Pasan alrededor de diez minutos sin decirse nada. Cristina siente que con lo último que dijo, pudo haber lastimado a Miguel, porque él ya no vuelve a hablar hasta que ella reanuda la conversación.

    —¿Y usted Miguel, tiene familia?

    —Sí, tengo el privilegio de ser padre de cuatro hermosos hijos. Dos varones, de 17 y 16, y después dos niñas de 12 y 11 años.

    Cristina se queda pensando en los planes que había tenido con Érick su ex novio. Ellos habían pensado que esperarían un año, de luna de miel disfrutándose el uno al otro, después de casados, antes de encargar su primer bebé. Habían ya platicado que les gustaría tener cuatro hijos, soñando fueran dos hombrecitos y dos mujercitas. Cristina recuerda por unos segundos a su único novio, de quien había estado perdidamente enamorada.

    Vuelve al tema preguntándole a Miguel:

    —¿Y su esposa? ¿A qué se dedica?

    —Pues mi esposa –Se queda pensando algunos segundos y continúa —se dedica… se dedicaba a dar clases de spinning, la bicicleta estática. Durante la semana utilizan la bicicleta estacionaria, y los sábados en la mañana organizan excursiones en las bicicletas de montaña a diferentes parques de la ciudad. Se van en grupos pequeños que ella misma organiza… organizaba. –Vuelve a quedarse pensativo, y se asoma por la ventana del avión.

    —¿Y en dónde da esas clases? —pregunta Cristina, pensando que a lo mejor podría tener tiempo para hacer algo de ejercicio, además de la maestría.

    —En uno de los mejores clubs deportivos de Buenos Aires, bueno… —se detiene un par de segundos —ahí era donde las daba.

    Los ojos de Miguel se tornan rojos y vidriosos.

    —Ahí era donde las daba? ¿Y ahora dónde da esas clases? ¿O qué pasa con ella? –pregunta Cristina.

    —Pues… ¿Cómo te explicaré? Ya mi esposa no está en Buenos Aires. Se fue.

    —¿A dónde se fue? –pregunta Cristina un poco intrigada.

    —Se fue a una isla de Asia Menor, hace poco más de 3 años.

    Hay un silencio. Miguel inclina su rostro viendo hacia el piso del avión, y continúa.

    —Además de dar clases de ciclismo, también tomaba un curso de espiritualidad con algo de yoga que no entiendo bien, con un maestro de Grecia, creo que de un lugar que se llama Patmos. Ella hablaba mucho de él; se veía que lo admiraba. Frecuentemente me decía que era un hombre muy espiritual y muy sabio. Creo que yo estaba en la luna. Nunca me di cuenta a dónde podría llegar esa relación.

    Cristina lo escucha atentamente, y se miran con frecuencia a los ojos. Miguel se siente cómodo platicando con ella, siente que la conoce desde hace mucho tiempo.

    —Un día, Dora, mi esposa, llegó muy molesta a la casa. Me comentó que una amiga del club, le había dicho que ese maestro de espiritualidad no le gustaba. En particular porque después de hacer sus ejercicios de yoga y meditación, acostaba a las mujeres boca abajo, y después empezaba a masajearles la cabeza, el cuello, la espalda y hasta la parte superior de los glúteos.

    Cristina se siente incómoda con el tema; Miguel inmediatamente lo nota. Termina con un último comentario.

    —Dora estaba muy molesta por el comentario de su amiga, y hasta le dijo que qué tenía en la cabeza para ser tan mal pensada —Cristina lo escucha con atención.

    —Para hacértelo más corto. La situación es que un día mi señora, llega a la casa alrededor de las 7:30 pm, y lo único que me dice es: Miguel, pues hoy quiero decirte que ya me tenés harta. Estoy harta de tu trabajo y todo el tiempo que pasas en la oficina; estoy harta de tu mente tan cerrada. Veo que tú no has crecido como yo en lo espiritual, me eres un hombre muy aburrido. Hoy quiero decirte que me voy, ¡quiero mi libertad! Me voy con Samael; él es un gran maestro, muy sabio, que sí me da lo que necesito y con quien me entiendo perfectamente bien. Quiero seguir creciendo en sabiduría con el hombre que amo, y qué mejor que irme a vivir con él a Grecia.

    Cristina siente algo de compasión al escucharlo y se queda pensando en por qué algunas personas se van a Grecia a buscar sabiduría.

    ¿Qué hay de especial en ese lugar? —se pregunta en silencio. Recuerda los tiempos de su adolescencia cuando pasaba largas horas filosofando con su amiga Patricia. En aquella época a las dos les gustaba mucho leer de los griegos, como Sócrates, Aristóteles y Platón. Recuerda la vez que estuvieron comentando hasta largas horas de la noche aquel libro de El mundo de Sofía con gran entusiasmo. Ellas habían llegado a la conclusión de que la filosofía es simplemente la capacidad de cerrar los ojos y abrir la mente, y disfrutaban en aquella época el dejar volar su imaginación en cuestiones filosóficas.

    Se pierde en sus pensamientos un par de minutos y, al volver a la conversación, se da cuenta de que Miguel sigue contándole sobre su esposa.

    —Ya tenía empacadas dos maletas grandes, porque entró al closet y las sacó. Salió en un taxi que ya estaba ahí por ella, y no me dio ni siquiera una oportunidad para hablarle. Jamás, nunca, me hubiera imaginado que Dora pudiera haber hecho eso. Dora era una mujer centrada, de familia, con valores. Fue como si hubiese sido poseída por un demonio que la arrebató de nuestra vida; de la mía y la de mis hijos.

    —Lo siento mucho Miguel, de verdad. Me imagino lo doloroso que debe ser que tus sueños familiares se vengan abajo de un día para otro. ¿Y qué has sabido de ella?

    —Casi nada. Desde que se fue, hace ya tres años, ni siquiera ha llamado para preguntar por nuestros hijos. A veces pienso que quizá hubiera sido mejor que hubiera muerto, que haberse ido de la forma en que lo hizo. Quizá el dolor y el daño a nuestra familia hubiera sido menor.

    —Pero… ¿cómo Miguel? ¿Cómo después de tres años no sabes nada de ella? ¿No la has buscado, no le has preguntado a sus amigas, a su familia? ¿Algo?

    —Lo poco que sé, es que muy de vez en cuando se reporta con su cuñada, la esposa de su hermano. Sé que se escriben por correo electrónico, y lo último que supe por mi cuñado, es que, a los seis meses, el Samael la dejó. Ahora ella vive con otro yogui que conoció allá. No sé cuánto tiempo tenga con él.

    —Disculpen, ¿van a tomar la comida? —pregunta la aeromoza. –Tenemos filete con champiñones y pollo con pasta.

    Cristina inmediatamente contesta:

    —Qué rico. Yo prefiero el filete con champiñones.

    —Yo también, dale –dice Miguel.

    Y viendo su reloj, Cristina pregunta:

    —¿Qué hora es? Ya son las 2:30 pm; estas 3 horas se me pasaron rapidísimo. Me gustaría comer, y después, ver la película que empieza a las 4:00 pm. Dice en este folletito que pasarán la de Soul Surfer. Creo que está buena, me llama la atención el tema. Me gusta mucho ver a los que surfean en las olas de mar, y sobre todo, cuando las olas son grandes.

    Mientras sirven la comida, Cristina le dice a Miguel:

    —No entiendo muy bien lo del yoga, los que la practican den que te puede llevar a estados espirituales muy elevados, algo como de iluminación, pero no entiendo bien. Tengo una amiga en Monterrey, que es fan de esa filosofía, religión o práctica, realmente no sé que sea. Pero desde que ella empezó a practicar esos rollos, dice que tiene una libertad y paz, como nunca las había tenido. Mi amiga Patricia estudió en un colegio de monjas y recuerdo que una vez me platicó que había tomado un curso con un jesuita liberal que les señaló algunos errores o fallas de la religión, no sé exactamente qué les dijo. Lo único que sé, es que ella salió huyendo de todo lo que tenía que ver con Dios, Jesús, Biblia, sacerdotes, misa y se empezó a involucrar en todas esas prácticas que le dicen del New Age o Nueva Era, y está encantada. Hacen mucho lo del yoga. A mí me invitaba a asistir a su grupo, pero por mi trabajo y poco interés, nunca me di el tiempo para acompañarla.

    —Sí, esto del yoga está entrando fuertemente en América — añade Miguel. —Hace 20 años no se veía bien el practicarlo. Pero continúa Cristina por favor –le dice Miguel después de la breve interrupción.

    —Te decía, una de nuestras amigas en común, también asistía a ese grupo y le sucedió lo mismo que a tu esposa. Dijo que su nivel de espiritualidad estaba ya muy elevado y por encima del de su ignorante esposo, que ya no lo necesitaba ni admiraba y lo abandonó para seguir a lo que ellos llaman iluminación.

    —Aquí están sus platillos, espero que los disfruten—dice la aeromoza. –Dos filetes con champiñones. ¿Qué les gustaría para tomar?

    —Yo le voy a pedir un vaso de agua natural con dos hielitos solamente.

    —Para mí también, por favor, con un poco más de hielo —agrega Miguel.

    02.-Patricia en Hacienda San Agustín

    Patricia, una de las mejores amigas de Cristina, sale casi todos los días a las 6:30 am para dar tres vueltas al parque de su colonia en Hacienda San Agustín. Disfruta mucho esos 45 minutos de caminata y meditación en ese parque tan bonito. A las 7:30 am le gusta estar de regreso en casa para bañarse y después desayunar su fruta y yogurt.

    La vida para Patricia no ha sido fácil. A los 14 años perdió a sus padres en un accidente automovilístico. Se fue a vivir con sus abuelos y con su hermano, cuatro años menor que ella. A los 19 años se tuvo que casar con su novio por quedar embarazada. A partir de ahí, ella se sintió emocionalmente rechazada por sus abuelos. Siempre creyó que no podrían perdonar la vergüenza que les había ocasionado.

    Los papás del novio se compadecieron de ellos y les prestaron un departamento pequeño que tenían en el patio de la casa. Se llegaba ahí a través de un pasillo desde la cochera de la casa principal. Solían rentarlo, pero al tener más de tres años sin uso, habían decidido prestárselo a los muchachos recién casados.

    Los abuelos no habían estado muy seguros de que la mejor decisión era que se casaran, pero los papás del novio, que estaban encariñados con Paty, insistieron en que se hicieran responsables, para que el bebé naciera dentro de una familia. Así es que la ceremonia fue sencilla; solamente asistieron la familia, y tres de los amigos más íntimos de los novios. Entre las amigas íntimas de Patricia, estaban Cristina Fernández, quien ahora se encontraba en Buenos Aires, Argentina, estudiando su Maestría en Comunicación, y Alicia Martínez casada y con tres hijos. Las tres han sido muy buenas amigas desde la secundaria.

    Un día lunes, Patricia sale a caminar al parque, como de costumbre, y se encuentra a una vecina saliendo de su casa, bien conocida como la gendarme de la colonia: una mujer gordita, pelirroja y pecosa con un carácter fuerte a quién le gusta discutir y decir lo que se debe y no hacer en cada situación. La consideran necia, porque no aceptaba que nadie la contradiga. A su vez, es muy servicial para abrir su casa e invitar un cafecito a quien quiera platicar con ella.

    Doña Emilia, de 65 años, casada con un buen hombre, y sin hijos, es considerada por Patricia la persona más religiosa e hipócrita de toda la colonia. Tiene a sus seguidoras, que cada lunes se reúnen en su casa para rezar el Rosario, y después, se ponen a criticar a quien pase por enfrente. Es especialista en ponchar las pelotas que caen en su jardín, no importa a quién de sus vecinos pertenezcan.

    —¡Hola Paty! ¿Cómo has estado? Hace mucho que no te vemos; tienes ya muchos meses de no ir a la casa los lunes. Tú sabes, nos seguimos reuniendo las vecinas. Por lo general somos nueve o diez, y nos encantaría que nos volvieras a acompañar – le dice doña Emilia mientras cruza la calle, para llegar al parque y emparejarse con Patricia en la caminata.

    —Hoy, además de rezar el Rosario, haremos la peregrinación de cada primer lunes de mes, en que sacamos a la Virgen de la Rosa Mística a dar una vuelta por la colonia, para

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