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Cómo Hablar Con Dios Y Cómo Hacer Para Que Él Te Escuche
Cómo Hablar Con Dios Y Cómo Hacer Para Que Él Te Escuche
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Libro electrónico141 páginas5 horas

Cómo Hablar Con Dios Y Cómo Hacer Para Que Él Te Escuche

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Información de este libro electrónico

Donde est tu tesoro estar ah tu corazn.
Qu tesoros has puesto en tu corazn? Esos tesoros
te llenan han creado un gran vaco en ti?
IdiomaEspañol
EditorialiUniverse
Fecha de lanzamiento12 ene 2012
ISBN9781469700151
Cómo Hablar Con Dios Y Cómo Hacer Para Que Él Te Escuche
Autor

Laura Vanegas Gopar

Laura Vanegas Gopar Coach Ontológico Internacional Empresarial. Egresada del IPN/ESIQIE en México DF Experiencia por más de 20 años en Ventas y Servicio al Cliente. Fundadora de “La empresa Biblica” que tiene como fin recabar fondos por medio de sus escritos de re encuentro espiritual y donarlos a Asociaciones con el fin de Transformar Seres Humanos y Entidades hacia el camino de la Espiritualidad

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    Vista previa del libro

    Cómo Hablar Con Dios Y Cómo Hacer Para Que Él Te Escuche - Laura Vanegas Gopar

    Contents

    AGRADECIMIENTOS

    CAPÍTULO 1

    CAPÍTULO 2

    CAPÍTULO 3

    CAPÍTULO 4

    CAPÍTULO 5

    CAPÍTULO 6

    CAPÍTULO 7

    CAPÍTULO 8

    CAPÍTULO 9

    CAPÍTULO 10

    CAPÍTULO 11

    CAPÍTULO 12

    CAPÍTULO 13

    CAPÍTULO 14

    CAPÍTULO 15

    REFERENCIAS

    BIBLIOGRAFÍA

    Este Proyecto, es dedicado a Mi Dios que fue quien me creo, Mi Salvador, Mi Sanador, Mi Luz, gracias Padre por ser tú mi Fuente.

    Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito. Josué 1:8

    "Ocúpate en la lectura de las Escrituras, la exhortación y la enseñanza."

    1 Timoteo 4:13

    AGRADECIMIENTOS

    - Gracias a mi Padre Celestial por quitarme todo el lastre que me impedía llegar a Él, por compartirme su Luz, por amarme, por iluminar mi camino y por darme la oportunidad de vivir en este mundo, y a su hermosísimo Hijo el Gran Maestro e Intercesor Jesús de Nazaret, a la santísima Madre y su séquito de Ángeles.

    - A la memoria de mi papá Benjamín Vanegas Heredia por ser mi maestro y guía terrenal.

    - A mi madre Eva Gopar Rodríguez por su perseverancia, su pasión y su entrega.

    - A mis abuelos Moisés Vanegas Bolaños y Margarita Heredia por ser los pilares de la familia.

    - A mi esposo Luis Manuel Landín Gaytán por creer en mí, por apoyarme y por querer compartir su vida conmigo.

    - A mi hija Amaia Camila Landín Vanegas por ser mi inspiración, mi ángel y porque llegó a este mundo a enseñármelo todo.

    - A mi hermana Martha y mi sobrino Adrián por ser tan incondicionales y llenar mi vida.

    - A Rafael Echeverría por su magnífico discurso del Silencio. Sevilla España Enero 2011 y a su tierna esposa Alicia Pinzón. Mis padres adoptivos espirituales, una de sus muchas hijas. ¡Qué bueno que no nos tienen que mantener a todas!

    - Al hermoso Santuario de Schoenstatt por ser mi lugar de inspiración y transportarme cada domingo al Sermón de la Montaña.

    - Al Padre José Kentenich por ser el fundador del movimiento de estos santuarios alrededor del mundo.

    - A la Sra. Adriana Corona Gil por llevarme a los pies y al corazón de mi Dios.

    - A mis amigos de toda la vida: Ruth Calderón, Blanquita Cordero, Blanquita Campos, Patty Ríos, Patty Campos, JC Mola, Rocío Iglesias, LM Santos, Maricela Soriano, Ramonito Escorza. Claudia, Lety, Cármen y Araceli Mondragón. Maricela Inclán, Dany Guadarrama, Alex Navarrete, Adri Sanchez, Ángel Plaza, Paco Kopca, Juan Pancho, Juan José, Cármen Onofre, Mirna Zaldivar, Fabiola Trejo, Quequi Bravo, José León, Nerea Vazquez, Hortencia Centeno, Adrián Vargas, Claus Salazar, Fernando Alejo, Silvio Zapata, Elías Campollo y su esposa Marcela Orendain, Mi equipazo de Guadalajara: Paquísimo Magaña y su esposa Eva,Noel Luna, Julieta Rafolds, Sandy Gonzalez, Fernando y Alejandro Gómez, Carlos López, Álvaro López, Ángel Zaragoza, Paulo, Aldo y Chuy, así como su respectivas esposas. A mis hermosas coaches y Ángeles de la Guarda Terrenales: Adriana Mazzotti, Karen Daniel y Blanquita Sánchez. Mauricio Oltra, Lau Montero. A quienes de alguna forma me apoyaron en mi crecimiento como Coach: Diane Vega, Jesús Muillo, Budeny Correa, Santiago Porras, Marina Fernández, Sergio Ledward, Sergio Tovar, Nora Guerra, Pili Muñoz, María Pariente, Freddy Parra, Mónica Espinoza,Carlos Servín, Lil Garay, Ezequiel Chávez, Íñigo Abasolo, Lupita Castellanos, Sary Orozco, Pepe López, Marthita Saravia, Naty Cataldo, Eduardo de la Garma, Josefa Galván. A Luke, y Nicanor junto con su aula de escritores del Barrio de Gracia en Barcelona.

    A todas las personas que han pasado por mi vida y me han dejado algo de su ser en mí. A los que me aportaron y a los que transformaron mi vida.

    A los que nunca nacieron. …A Paulo……

    - Para ti con amor.

    Laura Vanegas Gopar

    CAPÍTULO 1

    El silencio

    Puede ser que tú juzgues que es cosa difícil el orar porque no sabes cómo hacerlo. Cada uno de nosotros debe ayudarse a orar: en primer lugar, recurriendo al silencio, puesto que no podemos ponernos en presencia de Dios si no practicamos el silencio, tanto interior como exterior. Hacer silencio dentro de nosotros mismos no es cosa fácil, pero es un esfuerzo indispensable. Tan sólo en el silencio encontraremos una nueva fuerza y la verdadera unidad. La fuerza de Dios llegará a ser la nuestra para poder cumplir cualquier cosa tal como se debe; será lo mismo para llegar a que nuestros pensamientos estén unidos a los suyos, para la unión de nuestras oraciones con sus oraciones, para la unidad de nuestros actos con sus actos, de nuestra vida con su vida. La unidad es el fruto de la oración, de la humildad, del amor. Dios habla en el silencio del corazón; si te pones frente a Dios en el silencio y la oración, Dios te hablará. Y sabrás entonces que tú no eres nada. Dios no puede llenarte de él mismo hasta que tú no conozcas tu nada, tu vaciedad. Las almas de los grandes orantes son almas de gran silencio.

    El silencio hace cambiar nuestra visión de las cosas. Tenemos necesidad del silencio para llegará a tocar las almas de los demás. Lo esencial no es lo que nosotros decimos, sino lo que Dios dice, lo que dice a través de nosotros. En un silencio así, hablará a nuestra alma y escucharemos su voz.

    Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad.

    David acababa de darse cuenta que estaba solo, desde que se salió de su casa, había disfrutado de una libertad efímera e incierta, sin embargo ahora la soledad le empezaba pesar. Como gozaba esos momentos que podía andar en calzoncillos en su casa y escuchando la música cuando era joven a todo volumen bailando con una escoba en la mano simulando una guitarra. Esa mañana le dolió darse cuenta que ya no era ese joven, sus cabellos aunque todavía obscuros, ya salpicaban algunas canas. No había querido darse cuenta, pero mientras se sentía guapo en el espejo, este le escupió sus verdades. Su departamento se llenó de un silencio muy espeso. Salió un tanto decepcionado de su casa, subió a su auto, y sintió lo confortable de las vestiduras de su último modelo. Se acomodó en ellas y salió sin rumbo fijo. El camino lo llevó al templo donde solía ir los domingos a misa con su familia. No era consciente y no lo quería aceptar pero en su corazón sentía la necesidad de verlos. Así que su subconscientemente comenzó a trabajar y planeó un encuentro fortuito. Llegó a misa de 10:00 am que era la hora acostumbrada, pero su familia no llegó. Se esperó a la de 12:30, su corazón latía más fuerte, pero tampoco llegaron, ya habían pasado meses desde su salida, así que los hábitos pudieron haber cambiado. Empezó a suponer, y su mente comenzó a trabajar librando una batalla, llegó a la conclusión que su esposa solo iba a misa para molestarlo y eso le causo disgusto. No había puesto atención a ninguna lectura de la homilía por estarlos buscando. Su meditación se rompió cuando el coro empezó a tocar las mañanitas y recordó que era el día del padre. El corazón se hizo trisas pues recordó como sus hijos con tanta cautela estrepitosa iban a caerle de sorpresa aún en la cama para felicitarle, comandados con su esposa y más que llenos de regalos, llenos de gozo escuchando a topogigio cantando que lindo sería parecerme a mi papá. ¿Cómo se pudieron haber olvidado? ¿Qué estaría haciendo su esposa que ni siquiera tuvo la atención de llamarle? Y peor aún ¿Que le estaría diciendo a los niños, y con quién estarían ahora? A caso ¿Estaba celoso? Nunca había experimentado esa incomodidad, estiró más el cuello con la esperanza de encontrarles.

    Sin encontrar respuesta, pensó en ir a lo que hace algunos meses todavía era su hogar, pero su ego no lo dejó pero en realidad no tenía valor, sin embargo sintió un vacío en el estómago al poder imaginarse cómo estaría todo y todos después de su salida. Nunca había reflexionado en el hueco que él dejó a su partida que para ser verdad era una huida, ya que solo pensaba en el deleite de su futura y cercana libertad, pues su familia ya le agobiaba. Le era suficiente depositar su mensualidad en una cuenta para lavar y quitase culpas de su tan anhelada independencia.

    Hasta ahora le pesó y sintió ese vació que deja la gente amada cuando ya no se está cerca.

    Cayó en su espalda el silencio mordiente usado como castigo con su esposa Raquel, el no te hablo y mi indiferencia manifestada por ese silencio sé que te hiere y eso me causa satisfacción al verte cómo te enrollas en mi silencio tratando de adivinar qué es lo que me pasa llena de culpa, pero yo me quedo en silencio.

    Entendió el silencio que deja un adiós cuando ya no hay nada que decirse o es mejor no decir nada.

    El silencio de la incertidumbre, ¿Qué va a pasar mañana?, ¿Qué le voy a decir a los niños y a la familia?, el silencio corrosivo de un teléfono que no suena, silencio brutal de la no comunicación.

    El silencio cuando se cierra una puerta y se queda la casa temblando en una paz ofensiva, que lleva a no tolerar el mutismo y compromete todo el entorno. Solo escuchaba sonrisas lejanas y lastimosas de la gente que pasaba y festejaba, su felicidad le daba coraje. Las personas con sus sonrisas parecían extraídas de un lejano lugar. Ya no estaba seguro si algún día había sonreído o si tuvo sonrisas alrededor de él o simplemente pasaron por su imaginación, ahora dudó haberlas disfrutado.

    Se impacientó y decidió ir a buscarlos en ese momento lleno de coraje, lo primero que haría era reprocharles, el porqué no le hablaron para felicitarlo, eso pudo haber facilitado las cosas para que él regresara a casa. Mientras conducía, llegaron a su mente recuerdos cuando su esposa y él estaban decidiéndose por la casa donde vivía con su familia. Recordó como analizaron los pros y los contras llenos de ilusión. Sentían que juntos no había quien en el mundo los derrotara, aun cuando en algún tiempo tuvieron dificultad para pagarla, pero estaban juntos y eso es lo único que importaba. Enseguida esbozó una sonrisa al evocar la llegada del nacimiento de sus hijos. Finalmente llegó haciendo estruendo con los neumáticos de su auto. Decidido salió del coche y tocó el timbre, pero nadie le abrió. En ese momento descubrió el silencio que él había dejado. Preguntó al vigilante después de saludarlo amistosamente, este le comunicó que habían salido desde el viernes pasado.

    Regresó al templo lleno de rabia, su mente comenzó a taladrarle y empezó a despotricar frente al Santísimo: ¿Para esto se casa uno?, cuando uno los necesita nunca están, ¿Y para eso me mandaste esa mujer de compañera? ¿Cómo estará envenenado a mis hijos?¿A quién estará viendo?……

    Después de un largo momento de reflexiones confusas, la incertidumbre le empezó a torturar.

    Las suposiciones le volvían loco, sintió mucho dolor, no dolor físico, sino de ese dolor del alma que se clava como un aguijón en el centro del corazón. Se sentía

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