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Asistencia angelical
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Libro electrónico136 páginas2 horas

Asistencia angelical

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Asistencia angelical es un libro que la autora utiliza para relatar, de manera muy honesta, el proceso que vivió en su búsqueda hacia su crecimiento personal, el deseo de encontrar la felicidad y recuperar el sentido de su matrimonio.

El libro, además de ayudarle en su proceso de sanación, describe cómo la comprensión del amor incondicional, la compasión, la confianza, la resistencia y la fe le ayudaron a recuperar su matrimonio, apoyada siempre en la guía espiritual que le brindó Dios a través de los ángeles. El manuscrito también tiene como objetivo llevar a cabo la tarea encomendada por los ángeles, los cuales, a través de una persona, le indicaron que debía dar testimonio de la asistencia recibida.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 oct 2023
ISBN9788411815994
Asistencia angelical

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    Asistencia angelical - Leydy J. Tobar

    1500.jpg

    © Derechos de edición reservados.

    Letrame Editorial.

    www.Letrame.com

    info@Letrame.com

    © Leydy Johanna Tobar Correa

    Diseño de edición: Letrame Editorial.

    Maquetación: Juan Muñoz Céspedes

    Diseño de portada: Rubén García

    Supervisión de corrección: Ana Castañeda

    ISBN: 978-84-1181-599-4

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

    «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

    AGRADECIMIENTOS

    Primero, deseo darle gracias a Dios por todas las bendiciones que me ha otorgado durante toda mi vida. A los arcángeles, ángeles, seres de luz y maestros que me acompañan siempre en mi travesía por el amado planeta tierra. Agradezco cada paso que he dado, cada persona que me he topado, cada circunstancia que me he encontrado. Todo lo anterior ha sido el camino que el Creador me ha trazado y que he necesitado para convertirme en la persona y en la mujer que soy.

    Agradezco a mis padres por todo lo que me han enseñado, son parte fundamental en esta escuela de la vida y han influido para convertirme en la persona que soy. No me considero perfecta, pero cada vez me transformo en la mejor versión que Dios desea y que yo anhelo ser. También, debo dar gracias a mi esposo por su infinita paciencia, su amor, sus consejos y «regaños», me ha impulsado cada día a querer mejorar, a lograr mis objetivos y sueños de corazón. Por supuesto, a mi hermosa hija que me ha enseñado que cuando una persona realmente desea algo es posible alcanzarlo. Agradezco porque es una niña dedicada e inteligente y me demostró que cuando decidió ser la mejor en su colegio, simplemente lo logró. A veces necesitamos demostraciones y pruebas para creer, hoy creo que es posible alcanzar tus sueños. Igualmente, debo dar gracias a mi prima Paola Libreros, a mi amiga Florencia Trujillo, a mis hermanas Alejandra y Nohelia Tobar. Le dedicaron tiempo a la lectura del libro y dieron su valiosa opinión sobre el contenido. También deseo dar gracias a mi prima Yenny Rodríguez por su compañía y valiosos consejos. A Celestino Barco por haberme dado una visión masculina de la situación. A mi tía Gloria Tobar por haberme ofrecido su casa, lugar donde se desarrolló gran parte de la historia. A la Fundación Educativa y Cultural San Pedro Claver Tuluá, donde me acogieron durante un año en su equipo de trabajo, me hicieron sentir muy bien y encontré personas fundamentales en el proceso que viví. A mi compañero de trabajo Mauricio Ocampo por nuestras conversaciones mientras pasaba por mi sitio de trabajo, que me impulsaron a dejar de tener miedo y hacer realidad este sueño de publicar. A mis amigos Gloria Esperanza Botero, Jeison Muñoz y Hernando Arenas por sus buenos deseos, energía positiva para llevar a cabo este sueño. Al grupo Lazos Andinos por interpretar a través de su música canciones que me ayudaron a sanar. A mi tía Esneda Correa y a su esposo Albeiro Rodríguez por sus lindos deseos y por emocionarse tanto como yo cuando les conté sobre el libro. A toda mi familia a quienes amo profundamente, de cada uno he aprendido algo.

    También doy gracias a todas aquellas personas que se han cruzado en mi camino para enseñarme y convertirse en mis maestros. Especial agradecimiento a María Elvira Pombo por su libro De la mano de los ángeles¹, fue la puerta que se abrió ante mis ojos para dejar de culpar a los demás por todas las situaciones que se me presentaban. Me di cuenta que siempre debemos verlas de una manera positiva, es decir, tratar siempre de darle vuelta a la situación y sacar lo positivo en medio de lo que nosotros pensamos que son cosas malas o adversas.

    PREFACIO

    El libro que estas a punto de leer encarna la biografía de un drama, una guerra interior de una mujer que en su niñez y durante su vida vivió situaciones dolorosas. Cosas que tal vez son más comunes de lo que piensan las mujeres y los hombres, pero que a su paso dejan huellas que tienen consecuencias en su comportamiento, en su ser interior y en su felicidad.

    Este es un mensaje para todas aquellas personas que han tenido una buena existencia, pero que por momentos la vida les ha dejado marcas que influyen en su felicidad. Es decir, han tenido buenos padres, hermanos, pareja, hijos, un lugar donde vivir, alimento en su mesa, han estudiado y se han preparado para la vida, pero aun así no se sienten completos.

    Por otro lado, habla de la asistencia angelical que se manifestó claramente en una situación de amor dolorosa. A través de esa vivencia, la autora del presente libro, comprendió e interiorizó conceptos que conocía por haberlos escuchado o leído antes de otras personas, pero que no había podido en realidad entender.

    Cumpliendo la tarea o la misión, que es la razón de compartir este libro, donde un día hablando con una persona que tiene el don de comunicarse o escuchar a los Ángeles, le expresó a la autora del presente libro, dar testimonio de la asistencia angelical recibida. Aquí se está cumpliendo y es la forma que ha encontrado de transmitir esta experiencia tan bonita. El escribir estas líneas ha servido como manera de desahogo para confrontar los recuerdos de dolor y poder tomar el camino del perdón.

    MI NIÑEZ

    «La esencia de todas las religiones es la misma,

    solo cambian sus enfoques».

    Mahatma Ghandi

    La vida es sencilla y se hace difícil por uno mismo. Dios nos envía a la tierra a ser felices, a realizarnos como personas, a aprender, a sentir y vivir las experiencias a través de nosotros. Somos su más preciada creación, como lo dice el libro Conversaciones con Dios, de  Neale Donald Walsch². Debo señalar que este libro tiene para mí mucho sentido, pero no significa que deba ser la verdad para ti, simplemente es un cuestionamiento interior que para mí tiene lógica. Debo resaltar que los libros son guías, pero que siempre la verdad está dentro de cada uno de nosotros.

    Me crié en un lugar muy hermoso, muy amplio, algo así como una finca. La vegetación era abundante, árboles de naranja, mandarina, mango, limón, aguacate, guayaba, ciruela, cereza y hasta un árbol de manzana; habían cultivos de yuca, cacao, plátano, banano y maíz. Siempre teníamos por todo el lugar, perros, gallinas, pavos y patos. En una ocasión, mi padre le compró una vaca lechera a mi abuelo, todas las mañanas él la ordeñaba y repartía la leche entre mi abuela, mi mamá y mis tías. A mí me encantaba llevar un vaso con café hasta la mitad para que mi abuelo lo completara ordeñando la vaca sobre el vaso. Es el mejor café que recuerdo haber tomado en mi vida, esa espuma inigualable, ese calor de la leche recién salida de la vaca era como chispas en mi paladar. Es el mejor lugar en el que pude haber crecido por toda la libertad para correr, jugar, ocultarse de los primos jugando a las escondidas, el aire puro, la oportunidad de tomar directamente del árbol la fruta que se me antojara, fue una gran bendición para mí.

    En aquella época jugaba y disfrutaba mucho nadar en la poceta que mi papá construyó para peces, pero que después la dejaron para divertirnos metiéndonos en ella a bañar. Se me viene a la mente aquel vestido rojo que mi mamá me colocaba, era hermoso. Me sumergía en aquella piscina rústica con aquel vestido, no me importaba mojarlo, arruinarlo, solo disfrutaba de nadar allí con mis primos y mis hermanas. Recuerdo que andaba descalza por todo ese espacio cubierto de hierba, polvareda y árboles frutales. No me molestaba, no pensaba que podría lastimarme los pies con algo, simplemente corría por todo ese gran patio.

    Recuerdo que jugaba sola, me divertía hablando conmigo misma inventando personajes. Se viene a mi mente un día que estaba jugando en el garaje de la casa y mi mamá se asomó a ver qué hacía, tal vez escuchó mi voz, aquella que hablaba consigo misma, que se inventaba historias y simplemente disfrutaba con su imaginación. Esa imaginación que me llevaba a lugares y escenarios extraordinarios, inventaba historias de pareja, jugaba a las muñecas, cocinaba en aquellas vasijitas metálicas que recreaban la cocina de un adulto. Era simplemente soñar, creer que estaba viviendo todo aquello.

    Era muy curiosa, me gustaba preguntar a los adultos lo que no comprendía, por ejemplo palabras que escuchaba y deseaba saber su significado. Un día sentada en la entrada de la casa con unas amiguitas y primas, le pregunté el significado de una palabra a un adulto, me dijo: «tú vas a ser periodista, porque todo lo estás preguntando». Yo pensaba, ¿será verdad que podré ser una periodista?.

    Mi mamá es una mujer muy bonita, una mona blanca de ojos azules como el cielo. Ella se vino a vivir con mi padre estando muy joven y me tuvo a los dieciocho años. Yo soy la mayor de tres hermanas, mi mamá siempre procuraba mantenernos muy bien en la alimentación, la ropa y demás. Ella fue muy dedicada a su hogar, es muy buena. En algunas ocasiones noté a mi madre estresada, alzaba la voz cuando se enojaba y era la que nos castigaba. En aquel tiempo me preguntaba por qué mi madre se disgustaba con facilidad. Hoy no la culpo porque he podido entender que en ocasiones cuando somos madres y tenemos además muchas responsabilidades, es fácil perder el control, dejarse llevar por las emociones.

    En una ocasión mi mamá me pidió el favor de que le ayudara a arrojar los residuos a la finca, en esa época los desperdicios de la cocina los tiraban por allá entre el arbusto y los árboles para abonar la tierra. Era pequeña, sin mucha fuerza y muy delgada para tomar en mis brazos un tarro lleno de esa basura, me pesaba mucho. Mi mamá quería que lo

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