El médico inglés que bautizaría esta conocida terapia alternativa es Edward Bach (1886-1936). En contraste con muchos “terapeutas alternativos” actuales, Edward Bach había hecho los deberes: obtuvo su licenciatura en medicina en 1912, entre la Universidad de Birmingham y el Hospital del Colegio Universitario de Londres, especializándose luego en Bacteriología (ejerciendo como profesor en esta materia) y en Salud Pública, y desempeñando labores como cirujano residente. También desarrolló una meritoria labor de investigación en el ámbito de las vacunas.
La salud y la enfermedad debieron ser cuestiones que interesaron a Bach desde muy joven. Fue su estado frágil de salud el que le libró de ser alistado durante la I Guerra Mundial. Aunque, según se recoge en su biografía, escrita por sus seguidores, “se encargó de muchos trabajos durante la guerra, como ayudar a los heridos. Esta responsabilidad, aparte de sus investigaciones, le llevaron en 1917 a sufrir un colapso por una severa hemorragia. Los cirujanos que le operaron le anunciaron que solo le quedaban tres meses de vida, de modo que volvió a su trabajo en cuanto pudo con el ánimo que le proporcionaba la idea de hacer al menos una última contribución a la medicina antes de morir.
Con el paso de los meses se iba sintiendo cada vez más fuerte y llegó a la conclusión de que se debía a que su trabajo le inspiraba y le hacía feliz”.
La incursión de Edward Bach en el ámbito de las pseudociencias comienza en marzo de 1919, cuando ingresa (1799-1878), este hospital sería rebautizado en 2010 como Royal Hospital de Medicina Integrativa, y está especializado en la práctica de terapias alternativas. De 1920 son varios artículos académicos publicados por Bach ensalzando las virtudes la homeopatía.