Milagros Que Surgen De Las Oraciones: Conversaciones Con Dios

Por Ann Malik Oman

Este libro es una autobiografa sobre la autora, que ha sufrido una multitud de problemas de salud. Si no fuera por su fe en la Trinidad y toda su familia, feligreses de la iglesia, y oraciones de amigos, puede que no haya sobrevivido en varias ocasiones. Ella cree que, si usted ora lo suficiente, tiene una fe fuerte, y le pide a Dios/Trinidad que fortalezca su fe, recibir gracias y bendiciones hacia su deseo de una mejor salud, hbitos de estudio, o matrimonio, etc. Dios es misericordioso y amoroso y responder a sus oraciones. Puede que no siempre responda a sus oraciones como espera, pero s responde a sus oraciones.
Si le gustara dejar a la autora una nota o responder a algo que haya ledo en su libro, por favor use el correo electrnico: [e-mail] y muchas gracias por sus comentarios.

• Idioma: Español
• Editorial: Xlibris US
• Fecha de lanzamiento: 9 ene 2018
• ISBN: 9781543474251

Ann Malik Oman

This book is the third book this author has written her first book was Miracle from Prayers: Conversations with God. Her second book was a Spanish translation of the first book. And now this book Travel with the One you Love . . . . Leave the cats at home. Ann Malik Oman is a resident of South Carolina and enjoys living there very much. She has two house cats to keep her company and they produce an adequate amount of cat fur to be vacuumed on a regular basis. She has a Masters degree in Information Technology and Information Science. She is currently working on a special children's book for pre-teens about Tornado Safety and a Barn Farm Zoo that is demolished by a tornado that hits in Iowa where here daughter, son-in-law and grandson live. It will be done in a few months. It will be illustrated with mixed media by the author. She takes great pride in the gifts God has given her.

Vista previa del libro

CONTENIDO

Dedicatoria

Reconocimientos

Introducción

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

DEDICATORIA

Me gustaría dedicar este libro a todos los miembros de mi familia, a mis amigos profesionales de la medicina y a los miembros de la iglesia que ahora descansan en paz. Deseo que todos ellos se encuentren la senda directa hacia el Cielo y se reúnan con sus familias. También a mis amigos de la iglesia que me ayudaron a editar este libro: Danielle Glover, Joanne Shortino, fray Dennis Hadburg y Joanne Cobb. No es suficiente con darles las gracias. Estos miembros de St. John the Beloved son algunas de las mejores personas de nuestra parroquia. Les amo a todos ustedes muy sinceramente.

RECONOCIMIENTOS

Me gustaría dar las gracias a mi marido Jon y a mis hijos, Eric y Abigail, así como al resto de mi familia: a mis hermanos Barbara, Joe, que descanse en paz, y Paul, así como a sus esposas y esposos, hijos y nietos. Me gustaría dar las gracias a todos mis amigos de Cobblestone Quilters Guild y de Duck Ditch Quilters. ¡Es imposible encontrar mejores amigos!

También me gustaría dar las gracias a todos los rostros anónimos de esas personas afectuosas, compasivas y reconfortantes que rezaron por mí y me enviaron cartas y palabras cariñosas deseando mi pronta recuperación.

También estoy agradecida a mi iglesia, St. John the Beloved, y a monseñor Chris Latham, fray Dennis Hadburg y los feligreses de nuestra parroquia.

También me gustaría dar las gracias a los profesionales de la medicina de Médicos de Familia Palmetto, Centro Oncológico Charleston, Centro Oncológico Hollings, Ortopedia Low Country, Especialistas en Gestión del Dolor Charleston, Universidad Médica de Carolina del Sur, Centro Médico Trident, el Centro Médico Summerville, y en especial al Dr. McCoy, la Dra. Patricia McCuollough, el Dr. Frai Liar (Q. e. p. d.), el Dr. Charles Graham, el Dr. Schmidt, el Dr. Holliday, el Dr. Back y el Dr. Morasauck.

Si me olvidé de alguien, lamento que así fuera, pero cuando te necesité en mi vida allí estuviste, y aquello fue regalo suficiente para mí.

Por qué se escribí este libro

Al principio, durante el primer mes o así de padecer plasmacitoma, me dieron tratamientos de radiación. Dios vino a mí en varias ocasiones y me pidió que escribiese un libro para él que tratase sobre el poder de la oración. ¿Cómo iba a decirle que no a Dios? Yo era algo más que una creyente, era una persona que se había beneficiado de la oración. Le dije a Dios que me encantaría honrarle escribiendo un libro sobre la oración y su relación con mi vida.

¿Qué es un milagro?

Un milagro es en verdad un regalo de Dios por el que puedes haber rezado o no, pero que sabes en tu corazón y en tu alma que, como no dudas en rezar, es más probable que Dios responda a tus plegarias. Así que nunca dudes en rezar. Ya sabes que Dios te ama y tiene piedad de ti, y orar es una forma de reafirmar que sabes que tus oraciones serán respondidas si tienes un fuerte deseo de vivir una vida más larga y ver las cosas que sucederán en el futuro. Dios escuchó mis plegarias y respondió a mis súplicas rogando que me ayudara. Tenía problemas serios de salud y sabía que la oración era mi respuesta para sanar con la intercesión de Dios. En mi caso, era mi deseo de ver casarse a mi hija y tener su primer hijo. Algo que me alboroza decir que viví para ver.

También quería contemplar cómo mi hijo tenía un hijo, pero su esposa y él acabaron adoptando un precioso chiquillo de siete años y medio que todos hemos llegado a amar profunda y completamente. Hoy, 16 de agosto de 2017, este mismo chico de dieciséis años se está sometiendo a dos cirugías y, de nuevo, rezamos para que Dios guíe a los cirujanos y a los enfermeros ayudantes de la unidad quirúrgica. Resulta que todo salió bastante bien durante las varias horas de operación, y la anestesia lo mantuvo tranquilo y sedado durante un tiempo, dejándolo relajado. Más tarde tenía tanta hambre que se habría comido un caballo, ya que llevaba la mayor parte del día en ayunas. Contaré más sobre Christian más adelante en este libro.

INTRODUCCIÓN

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Época de universidad

Recibí al Espíritu Santo en mi vida el día de mi confirmación cuando estaba en octavo curso, y ese día me sentí muy tocada por el Espíritu Santo, porque soy católica y creo que lo único que tienes que hacer es pedirle ayuda al Espíritu Santo y él te ayudará. Y así demostraba mi fe, viviendo mi vida y confiando en el Espíritu Santo.

Cuando tenía diecisiete años, estaba en la universidad y contraje mononucleosis. Era como si me hubiera golpeado un elefante. No tenía nada de energía. Mientras estuve en el campus, permanecí casi una semana en el centro médico. Debía hacer gárgaras con una solución de Chloraseptic que el médico mismo me preparó. En cualquier caso, parecía funcionar. Pero semanas después de darme el alta seguía arrastrándome. La mononucleosis es brutal para recuperarse. Requiere hasta la última gota de energía que puedas reunir para volver a una existencia normal. Se tardan meses en llegar a ese punto.

Cuando tenía treinta años, tuve un dolor terrible alrededor del área superior derecha de mi abdomen y fui a que me hicieran unos rayos X de esa zona. Mi marido y yo ya teníamos las vacaciones planeadas para ir a Hawái, así que fuimos y esperamos los resultados de los rayos X. Al llegar a casa, supimos que era necesario que me extirparan la vesícula biliar. En el hospital descubrí que el médico, además de la vesícula, también me extirpó el apéndice, que se había infectado y estaba derramando veneno en mi cuerpo. El médico que me operó de la vesícula no me trajo un bote de muestras con la vesícula dentro, porque le pareció que era demasiado asqueroso y me pondría enferma solo de mirarlo. Más tarde descubrí que podría haber muerto a causa del órgano infectado y que podía haber contraído gangrena.

A la edad de cuarenta años tuve la bendición de tener piedras en el riñón. Era Nochebuena. Fui a un hospital de Detroit y me sentaron en una silla de ruedas, donde me dejaron retorciéndome en una mezcla de angustia y dolor. Sentí que podía retorcer el metal de la cama de la sala de emergencias en la que finalmente me metieron. Esa fue una experiencia que de verdad me hizo desear la muerte. Nochebuena y el Día de Navidad con terribles dolores que requerían dosis muy altas de analgésicos. Mi familia extendida pensó que los mentía porque me estaba perdiendo la Navidad. El lunes siguiente el urólogo me puso un stent en la uretra y ¡oh, maravilla!, me produjo un alivio tremendo. Aunque sangré durante casi un mes, lo peor ya había pasado. ¡Gracias, Jesús! Nunca volví a tener piedras en el riñón. Me dijeron que evitara la cafeína y las comidas y bebidas